Ignorando el orden cronológico de creación, el tercer Omnibus de Indiana Jones es muy distinto a los anteriores, estos contenían comics publicados por Dark Horse en los 90 (después del estreno de La Última Cruzada) mientras que este volumen se ocupa de reeditar los comics del personaje de Marvel en los 80 (después del estreno de En Busca del Arca Perdida) Se trata sin duda de cómics muy diferentes unos de otros, por mucho más que la mera distancia cronológica.
El volumen se abre con la adaptación de En Busca del Arca Perdida realizada por dos grandes autores del cómic americano comercial: Walter Simonson a los guiones, y dibujando algunas portadas, y John Buscema a los lápices, incluso las labores de entintado recaen en el normalmente competente Klaus Janson. Todo ello podría parecer garantía de un buen trabajo; nada más lejos de la realidad. El guión resulta lento, falto de ritmo y pesado, con textos explicativos superfluos y con un exceso de diálogos que aportan poco o nada a la acción. El dibujo resulta para ser directos horrible, poco o nada detallado, casi esbozado, además de presentar diseños muy diferentes (y, además, peores) de los que aparecen en la película. Nos encontramos con personajes perdidos en fondos inexistentes durante la mayor parte de la historia, escenas que carecen de profundidad, además de anatomía y, especialmente, rostros dibujados de forma muy tosca. En definitiva una adaptación bastante triste de la mejor película de la saga, que deja en bastante mal lugar a los autores implicados. Aunque la adaptación de películas es siempre una labor difícil, este es un ejemplo de lo malas que pueden llegar a ser, aún cuando parezcan tenerlo todo a su favor.
A continuación, John Byrne escribe y dibuja los dos primeros números de la colección regular The Further Adventures of Indiana Jones, que Marvel comenzó a publicar en el año 86. Como en el caso anterior otro grande, Byrne en este caso, consigue crear una obra muy por debajo de su talento, aunque eso si, perfectamente reconocible en sus manierismos. El dibujo es de los peores que he visto en este autor; en pocas palabras se trata de un dibujo feo, en que igualmente notamos una casi total ausencia de fondos, diseños bastante desafortunados y un color, chillón y plano, que no ayuda nada a unas historias que requieren unos tonos más matizados, o el blanco y negro. Como nota aparte comentar el aspecto cambiante de la coprotagonista de Indiana en esta historia, completamente ridículo, pasando de ser una chica feucha y patosa, con algunos kilos de más, a una estilizada femme fatale, sin apenas transición. El guión tampoco alcanza grandes cotas, con un Indiana Jones que resulta algo antipático y un villano que no deja de recordarme a la versión que por aquella misma época el mismo Byrne ofrecía de Lex Luthor en su relanzamiento de Superman (resulta casi ofensivo comparar la calidad de ambas obras)
La cuna del diablo es un único número escrito por Denny O'Neill y dibujado por Gene Day y Richard Howell, en el que el dibujo resulta algo más adecuado, aunque modesto, pero con un guión que recuerda más a uno de esos cómics de monstruos y sucesos sobrenaturales de los 60 que una historia de nuestro arqueólogo favorito.
David Michelaine ocupa el puesto de guionista y Ron Frenz el de dibujante para los siguientes números, una historia bastante entretenida ambientada en Inglaterra y que gira en torno al siempre atrayente emplazamiento de Stonehenge. Carece de las escenas de acción memorables que caracterizan al Indiana de las películas, pero es una clara mejora respecto a los números anteriores. David Michelaine continuará a los guiones durante el resto del tomo, con una sucesión de dibujantes variados, ofreciendo historias correctas y entretenidas pero muy lejos de ser brillantes.
El siguiente número es dibujado por Howard Chaykin (dibujante con una querencia por los héroes de estilo pulp y los años 30) e introduce en la colección al personaje de Marion Ravenwood, convertida ahora en dueña de un club en Manhattan y difícilmente reconocible como el personaje de la película. Es una historia autoconclusiva en la que el elemento arqueológico ocupa un lugar muy secundario, siendo casi una historia de género negro, con gangsteres y todo, poco adecuada para nuestro héroe.
Karry Gammil realiza un trabajo aceptable ilustrando la siguiente historia, que lleva a Indiana y a Marion, ahora convertida en periodista en un raudo cambio de carrera, al encuentro de una civilización perdida en África. Ésta cuenta con un aspecto que no desentonaría en los cómics de Conan de la época. Por primera vez, después de la adaptación de la película, tenemos nazis esta vez y algo de acción selvática, para variar, con algunos momentos bastante divertidos que si parecen más a tono con la versión cinematográfica.
Dan Reed toma el relevo para la historia que más me ha gustado de este volumen. Protagonizada igualmente por Indy y Marion cuenta con una aparición de Sallah y todo el argumento parte de un elemento aparecido en el cine: el ídolo de los chachapoyas que Belloq sustrae a nuestro protagonista al principio de En Busca del Arca Perdida. Esta historia si cuenta con algunas escenas de acción dignas de mención, entre ellas una pelea entre un guerrero hovito e Indy entre los rascacielos de Nueva York, que no deja de recordarme al mítico principio de The Man of Bronze, y el clímax a bordo de un hidroavión.
Los dos números que completan el tomo vuelve a ser dibujados por Karry Gammil, aunque en el último número es ayudado por Luke McDonnell con un resultado muy inferior. Se trata del principio de una nueva historia (que supongo termine en el siguiente tomo) que lleva a Indiana de Australia a Barcelona y de allí al Norte de África. Es la representación de Barcelona lo que más llama la atención de esta historia para el lector español, ya que se trata de una imagen absurda, más cercana a un México de opereta que a otra cosa, incluyendo una escena con un toro para no dejar pasar el tópico, por no hablar de "Torino" el amigo de Indiana Jones que conocemos en estos números y su inclasificable indumentaria. Dejando de lado estos elementos, aunque realmente es difícil tomarse en serio una historia con tales presupuestos, la aventura en sí no esta mal del todo.
Hay que tener en cuenta, entre otras cosas, que la formula para crear historias de Indiana Jones no estaba aún completamente establecida en ese momento (dejando de lado que esa formula en realidad ha dado lugar a cuatro películas muy diferentes entre sí) y los guionistas utilizan, como pueden y entienden, los elementos de la única película que existe en el momento y extrapolan a partir de ahí con más o menos acierto. Sobre la formula de Indiana Jones recomiendo a todo el mundo un interesante artículo en theraider.net
El volumen se abre con la adaptación de En Busca del Arca Perdida realizada por dos grandes autores del cómic americano comercial: Walter Simonson a los guiones, y dibujando algunas portadas, y John Buscema a los lápices, incluso las labores de entintado recaen en el normalmente competente Klaus Janson. Todo ello podría parecer garantía de un buen trabajo; nada más lejos de la realidad. El guión resulta lento, falto de ritmo y pesado, con textos explicativos superfluos y con un exceso de diálogos que aportan poco o nada a la acción. El dibujo resulta para ser directos horrible, poco o nada detallado, casi esbozado, además de presentar diseños muy diferentes (y, además, peores) de los que aparecen en la película. Nos encontramos con personajes perdidos en fondos inexistentes durante la mayor parte de la historia, escenas que carecen de profundidad, además de anatomía y, especialmente, rostros dibujados de forma muy tosca. En definitiva una adaptación bastante triste de la mejor película de la saga, que deja en bastante mal lugar a los autores implicados. Aunque la adaptación de películas es siempre una labor difícil, este es un ejemplo de lo malas que pueden llegar a ser, aún cuando parezcan tenerlo todo a su favor.
A continuación, John Byrne escribe y dibuja los dos primeros números de la colección regular The Further Adventures of Indiana Jones, que Marvel comenzó a publicar en el año 86. Como en el caso anterior otro grande, Byrne en este caso, consigue crear una obra muy por debajo de su talento, aunque eso si, perfectamente reconocible en sus manierismos. El dibujo es de los peores que he visto en este autor; en pocas palabras se trata de un dibujo feo, en que igualmente notamos una casi total ausencia de fondos, diseños bastante desafortunados y un color, chillón y plano, que no ayuda nada a unas historias que requieren unos tonos más matizados, o el blanco y negro. Como nota aparte comentar el aspecto cambiante de la coprotagonista de Indiana en esta historia, completamente ridículo, pasando de ser una chica feucha y patosa, con algunos kilos de más, a una estilizada femme fatale, sin apenas transición. El guión tampoco alcanza grandes cotas, con un Indiana Jones que resulta algo antipático y un villano que no deja de recordarme a la versión que por aquella misma época el mismo Byrne ofrecía de Lex Luthor en su relanzamiento de Superman (resulta casi ofensivo comparar la calidad de ambas obras)
La cuna del diablo es un único número escrito por Denny O'Neill y dibujado por Gene Day y Richard Howell, en el que el dibujo resulta algo más adecuado, aunque modesto, pero con un guión que recuerda más a uno de esos cómics de monstruos y sucesos sobrenaturales de los 60 que una historia de nuestro arqueólogo favorito.
David Michelaine ocupa el puesto de guionista y Ron Frenz el de dibujante para los siguientes números, una historia bastante entretenida ambientada en Inglaterra y que gira en torno al siempre atrayente emplazamiento de Stonehenge. Carece de las escenas de acción memorables que caracterizan al Indiana de las películas, pero es una clara mejora respecto a los números anteriores. David Michelaine continuará a los guiones durante el resto del tomo, con una sucesión de dibujantes variados, ofreciendo historias correctas y entretenidas pero muy lejos de ser brillantes.
El siguiente número es dibujado por Howard Chaykin (dibujante con una querencia por los héroes de estilo pulp y los años 30) e introduce en la colección al personaje de Marion Ravenwood, convertida ahora en dueña de un club en Manhattan y difícilmente reconocible como el personaje de la película. Es una historia autoconclusiva en la que el elemento arqueológico ocupa un lugar muy secundario, siendo casi una historia de género negro, con gangsteres y todo, poco adecuada para nuestro héroe.
Karry Gammil realiza un trabajo aceptable ilustrando la siguiente historia, que lleva a Indiana y a Marion, ahora convertida en periodista en un raudo cambio de carrera, al encuentro de una civilización perdida en África. Ésta cuenta con un aspecto que no desentonaría en los cómics de Conan de la época. Por primera vez, después de la adaptación de la película, tenemos nazis esta vez y algo de acción selvática, para variar, con algunos momentos bastante divertidos que si parecen más a tono con la versión cinematográfica.
Dan Reed toma el relevo para la historia que más me ha gustado de este volumen. Protagonizada igualmente por Indy y Marion cuenta con una aparición de Sallah y todo el argumento parte de un elemento aparecido en el cine: el ídolo de los chachapoyas que Belloq sustrae a nuestro protagonista al principio de En Busca del Arca Perdida. Esta historia si cuenta con algunas escenas de acción dignas de mención, entre ellas una pelea entre un guerrero hovito e Indy entre los rascacielos de Nueva York, que no deja de recordarme al mítico principio de The Man of Bronze, y el clímax a bordo de un hidroavión.
Los dos números que completan el tomo vuelve a ser dibujados por Karry Gammil, aunque en el último número es ayudado por Luke McDonnell con un resultado muy inferior. Se trata del principio de una nueva historia (que supongo termine en el siguiente tomo) que lleva a Indiana de Australia a Barcelona y de allí al Norte de África. Es la representación de Barcelona lo que más llama la atención de esta historia para el lector español, ya que se trata de una imagen absurda, más cercana a un México de opereta que a otra cosa, incluyendo una escena con un toro para no dejar pasar el tópico, por no hablar de "Torino" el amigo de Indiana Jones que conocemos en estos números y su inclasificable indumentaria. Dejando de lado estos elementos, aunque realmente es difícil tomarse en serio una historia con tales presupuestos, la aventura en sí no esta mal del todo.
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