Cosas para leer: Más allá de los eones y otras historias en colaboración de H.P. Lovecraft y otros



Continúa la publicación por parte de Valdemar de la obra de H.P. Lovecraft, en este caso publicando sus colaboraciones y trabajos de corrección, en realidad más bien como negro, para otros autores, dejando de lado  aquellos escritos por August Derleth basados en notas, o incluso comentarios del autor de Providence. El libro comienza con un artículo, más bien breve, que nos recuerda como, además de escribir y vender sus propias historias, el autor se ganaba un dinero adicional corrigiendo el estilo de otros autores y, como vemos aquí, a menudo reescribiendo parte o la totalidad de las historias.

Pero si los dos primeros volúmenes de la obra completa de Lovecraft destacaban por la cantidad de notas, aunque no siempre por su pertinencia, que explicaban y extendían el valor de los relatos originales; este tomo se presenta casi desnudo de notas, limitándose el aparato crítico al escaso artículo introductorio arriba mencionado, que apenas profundiza en el tema. Hay una ausencia casi total de aclaraciones sobre el cuándo, el cómo y el por qué  de cada colaboración; dejando en realidad estos relatos en el vacío, sin poderlos conectar con la evolución de Lovecraft como autor o con sus otros relatos, la única organización que ofrece es dividirlos entre revisiones de primer y segundo orden, dependiendo del nivel de participación del autor en el resultado final.

En cuanto a los relatos en si mismos que componen el volumen nos encontramos con una serie de obras menores dentro de la producción del autor. Entre ellos muchos caen en los tópicos del terror  más convencional  de una forma que Lovecraft suele evitar en sus relatos más conocidos aunque, a su vez, el estilo Lovecraft se haya convertido en un tópico en si mismo.  Respecto a los relatos que utilizan elementos comunes, o muy similares, a sus propias obras se hace evidente lo poco sistemático que fue siempre Lovecraft en la supuesta creación de su mitología; el autor parece en ocasiones reírse de si mismo con historias que parecen una parodia de sus propios vicios y manías, sin embargo es necesario acudir a una fuente externa, ya que tomo carece de aparato crítico en este sentido, si queremos relacionar unos con otros cronológica o temáticamente. Por ejemplo, resultaría interesante alguna clase de comentario sobre las variaciones seudo-aztecas de los nombres de sus deidades que realiza en el Verdugo Eléctrico (junto con Adolphe de Castro) y sus conexiones con El Montículo (con Zelia Bishop)  o comentar las similitudes y diferencias entre la Llave de Plata de Randolph Carter y la llave maldita de El Diario de Alonzo Typer (con William Lumley)

Algunos de los relatos son correctos, otros entretenidos aunque olvidables, hay un par que calificaría como interesantes y también un puñado de relatos bastante malos. En general resulta una colección de obras fallidas que ocasionalmente consigue despertar algún interés pero cuyo principal valor es complementar nuestra visión del autor y sus creaciones.  Resulta especialmente molesto aquellos casos en que elementos interesantes se pierden en tramas tópicas o mal resueltas y personajes absurdos. Entre estos últimos para mi destaca el desafortunado relato La Cabellera de la Mudusa cuyos ocasionales, puntuales más bien, momentos de horror cósmico se pierden en una historia melodramática, forzada y  que culmina con una ofensiva, y bastante ridícula por otra parte, declaración racista.

Completa y complementa la visión del autor que nos proporcionan sus propios relatos y el ensayo teórico sobre El Terror Sobrenatural en la Literatura, ofreciendo una colección de obras menores. Ahora nos queda esperar a que se decidan a publicar al menos una selección de la correspondencia del autor para los completistas como yo, los únicos que encontraran interesante esta colección.

Puntuación: 5/10

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