Cosas para leer y para ver: Gangster Squad



Esta entrada es un caso un poco particular, se trata de una reseña doble, tanto del libro de Paul Lieberman como de la película, dirigida por Ruben Fleischer, que se basa en este.  Ambas están ambientadas en la ciudad de Los Ángeles en la era dorada del cine negro, a finales de los 40 y principios de los 50, se inspiran en los mismos acontecimientos y personajes reales para obtener resultados muy diferentes. 

El libro: Gangster Squad de Paul Lieberman.

Curiosamente la edición en España, realizada a la sombra de le película, ha decidido incluir en portado un pequeño eslogan indicando "lee la novela que inspiró la película", aunque en realidad no se trata de una novela. En realidad puede enmarcarse dentro de un subgénero de la literatura testimonial, que cuenta ya con algunas obras básicas (como la ya reseñada aquí Chicago Sangriento o la famosa Gangs of New York): los libros dedicados a contar la vida del hampa en distintas ciudades y momentos históricos; este es un tipo de libro que siempre resulta de interés para el narrador pulp, o simplemente para aquel interesado en la historia y la ciudad implicadas, ofreciendo muchas veces una visión innovadora del pasado, y que suele presentar una serie de personajes y situaciones que, de no estar respaldados por documentación y testimonios, parecerían increíbles. 

En este caso, el libro se centra en el hampón angelino Meyer Harris Mickey Cohen (1914-1976), un personaje que se dibuja a partes iguales temible y ridículo, que consiguió convertirse, durante un tiempo, en el criminal más temido de California, al menos en los titulares de la prensa sensacionalista. Nacido en Nueva York en una familia de origen judío ucraniano, el joven Meyer conoció pronto el reformatorio y también los cuadriláteros, luchando durante algunos años como boxeador profesional, sin pena ni gloria. Tras retirarse se involucró con el crimen organizado en Chicago, antes de volver a Los Ángeles para trabajar para Bugsy Siegel. Ascendió lentamente en la estructura de la organización, siendo para finales de los 40 (y tras la muerte de Siegel) uno de los capos del crimen en la ciudad. Era famoso por sus reacciones violentas, que contrastaban con su corta estatura, su afición al lujo y cierto nivel de, justificable, paranoia, que convirtieron su casa en una pequeña fortaleza. 

Pero, por pintoresca que sea la figura de Mickey Cohen, los protagonistas nominales, los que ocupan el título tanto del libro como de la película, son un grupo de policías poco ortodoxos. Un special detail, formado en 1946, en los límites de la legalidad, y que, a menudo, operaba fuera de ella, para intentar detener las operaciones de los mafiosos y aspirantes a mafiosos de la ciudad de Los Angeles. Lieberman no dulcifica sus métodos (que incluyen amenazas, extorsión, detención ilegal o escuchas no autorizadas, entre otros), ni intenta hacerles más de lo que fueron, mostrando que a veces la distancia entre los métodos de los defensores de la ley y sus oponentes no es tanta como podría parecer. Las historias y anécdotas que va desgranando pueden ser divertidas, curiosas y, en ocasiones, también terribles pero, en general, bastante modestas. En el fondo esta Brigada consiguió pocos éxitos, e incluso se podría decir que fracasaron en su principal objetivo, pues el Mickey Cohen real jamás fue condenado por nada más que evasión de impuestos (lo que nos remite de nuevo a Chicago y el similar destino de Capone, pese a la persecución ejercida por Ness y sus Intocables).

La verdadera Gangster Squad en torno a 1948. Jack O'Mara sentado en la fila inferior, en el extremo iquierda. Doug Kennard, detrás de O'Mara y el líder del grupo, Willie Burns, en el centro con chaqueta oscura y sombrero

Así en las páginas se suceden las historias de varios de los miembros de la brigada, entre ellos los sargentos O'Mara y Wooters, que darán nombre a los personajes principales de la película, sí como multiples figuras del submundo criminal, como el corredor de apuesta de nombre improbable Max Shaman. la madam de hollywood Brenda Allen o el infame novio de Lana Turner Johnny Stompanato. Pero el coprotagonismo es también de la ciudad de Los Angeles misma, que se dibuja como un escenario vívido y complejo, con relaciones inesperadas entre los distintos grupo criminales, las instituciones y el cercano mundo de la fama.

Paul Lieberman se basa en  una extensa investigación, entrevistas con los supervivientes de la brigada, con familiares y amigos de los fallecidos, a ambos lados de la ley, y una visible labor de documentación en hemerotecas y archivos. Se basa, por tanto, en muchos casos en sucesiones de anécdotas contadas con cierta gracia pero que dificultan seguir el relato como un todo (quizás algo acentuado por su aparición original serializado en el periódico L.A. Times en 2008).

En ocasiones la redacción, que intenta adoptar el tono cínicode la novela negra, es renqueante y algo confusa, especialmente con la gran cantidad de personajes que van pasando por sus páginas, pero en general resulta una lectura agradable y esclarecedora. No llega al valor casi arquetípico del ya mencionado Chicago Sangriento, ni la imagen casi mítica de Gangs of New York, pero sitúa adecuadamente a unos personajes en un contexto que puede ser de gran interés.

Puntuación: 6/10



Gangster Squad: la película.

Sería injusto juzgar a una película únicamente por su relación con el libro o, también, con los hechos históricos sobre los que se basa (podría decirse lo mismo, por ejemplo, de la muy superior Los Intocables de Brian de Palma), pero cuando es la misma película es quien afirma "basada en hechos reales", nada más empezar, resulta necesario señalar cuan cierta es esa afirmación. Por ello se hace necesario hacer un par de comentarios sobre el particular y luego centrarnos en sus valores y fallos como película:

En general la película coge los nombres de algunos de los personajes y localizaciones, junto con un puñado de sucesos mencionados en la obre de Lieberman y construye, sobre ellos, algo que se parece muy remotamente al libro en el que afirma basarse. Aquí y allá durante el visionado un nombre, una referencia o una escena trae a la mente algo de lo mencionado en el texto, pero normalmente con los detalles alterados casi hasta lo irreconocible. Todos es más grande, más ruidoso y, como requieren las normas del cine de acción, con más armas, más peleas y más tiroteos. Por otro lado la inclusión integradora  de un policía afroamericano (Anthony Mackie) y uno hispano (Michael Peña) en el equipo protagonista resulta casi ofensiva, teniendo en cuenta la realidad de discriminación racial legal en la California de los 40 y, especialmente, en el cuerpo de policía de la ciudad (que seguía siendo conocido por su racismo cincuenta años después).

En cuanto a la película en si misma, y por sus valores meramente cinematográficos, tampoco es gran cosa. Parece un intento demasiado consciente de hacer una película de "género", cayendo en diálogos forzados e incluso copiando ideas y escenas de películas anteriores, pero con más pirotecnia; llegando en muchos casos a a la parodia no intencionada o la sucesión de tópicos mal hilvanados. Quizás el acabado superestilizado gran parte del material promocional, no ayuda tampoco a una película que quizás habría funcionado mejor con una estética más cercana a la tierra, más natural. Los puntos positivos, para mi, son pocos; la recreación de época resulta vistosa  y en general efectiva, con una conjunción de escenarios, vestuarios, música y ambiente que actúa como puerta de entrada a ese mundo casi desconocido. Es solamente la tercera película de  su director Ruben Fleischer que posiblemente peca de exceso de ambición tras el moderado éxito de su debut Zombieland, ya que los fallos de la película son casi todos por exceso, nunca por defecto. 

Un elenco de actores realmente llamativo, lo que prometía ser una de las bazas de la película, no consigue levantar una película mediocre. Sean Penn (Micky Cohen) consigue sobreactuar en todos y cada una de las escenas en las que aparece, oculto parcialmente bajo un maquillaje que parece basarse más en fotografías juveniles de Cohen y no el hombre de apariencia engañosamente inofensiva que vemos en las fotografías contemporáneas, pese a que por otro lado Penn es casi veinte años demasiado mayor para el papel. Dos actores de moda, Ryan Gosling y Josh Brolin, como el férreo John O'Mara (que se convierte aquí en líder del equipo) y el caradura y mujeriego Jerry Wooters, así como la chica de la función, Emma Stone (como la ficticia novia del ganster, Grace Faraday) tampoco parecen poner mucho de su parte. El resto de la escuadra, que aúna algunos nombres conocidos como Giovanni Ribisi, Robert Patrick o Nick Nolte (que en Mulholland Falls interpretó una versión aún más ficcionalizada de la Gangster Squad), no tienen mucha ocasión para lucirse. 
La Gangster Squad ficticia, de izquierda a derecha, Giovanni Ribisi, Josh Brolin, Ryan Gosling, Anthony Mackie, Michael Peña y Robert Patrick

La película se abre con dos escenas de extrema violencia, un cuerpo siendo partido por la mitad ante la mirada de Mickey Cohen y la también violenta intervención de Jack O'Mara, contra un tratante de blancas en nómina del mafioso. Este principio marca toda la película, donde acción prima por encima de otros muchos elementos.  Algunas de estas escenas de acción consiguen despertar por momentos algo de interés, la persecución en coche del cargamento de heroina o la fuga de la cárcel por ejemplo,  pero son desgraciadamente insuficientes para justificar la película en su conjunto (aunque resultaría interesante ver la versión original del final, con un tiroteo en un teatro chino, cambiado tras los sucesos de Aurora, para comparar con la versión finalmente estrenada)


Puntuación: 3/10.


Comentarios