Cosas para ver: Filmografía pulp (8ª Parte)



Siempre es un buen momento para añadir más películas que ver más o menos relacionadas con el pulp, en cualquiera de sus variantes, o que proporcionan, en mi opinión, ideas o sugerencias para el narrador. Algunas merecen mucho más espacio del que las dedico (y son clásicos por si mismos) y otras solo tienen algún interés testimonial o curioso que puede servir de inspiración para aventuras, personajes o escenas o, simplemente, para ampliar nuestra biblioteca mental de referencias (y, por supuesto, para pasar un buen rato)


China
(1943, John Farrow)

Cuentan en theraider.net que, cuando Steven Spielberg y George Lucas quisieron explicar al equipo de En busca del arca perdida el tipo de película que estaban haciendo, les proyectaron dos filmes. Uno era El secreto de los incas (del que ya he comentado cosas en una entrada anterior) y la otra era esta película de ambiente bélico con Alan Ladd y Loretta Young como protagonistas. 

¿Y qué es lo que el dúo quería que viera su equipo en la película?, por un lado la respuesta más obvia es el vestuario de su protagonista masculino, que comporte también con el interpretado por Charlton Heston en la otra película mencionada (y también aparece un personaje femenino vistiendo una blusa muy similar a otra utilizada por Marion en El Cairo). pero creo que la principal similitud es el carácter del protagonista, una personalidad mercenaria, pero con corazón de oro, que es visible en En busca del Arca perdida y en El templo maldito, pero que choca un poco con la visión más amable de La última cruzada.

El oportunista Mr. Jones (Ladd), junto con su amigo Johnny Sparrow (William Bendix) vende gasolina a ambos bandos durante la invasión japonesa de China en 1941, sin preocuparse por criterios morales. En un viaje en dirección a Shanghai se cruza con una profesora de origen americano, Carolyn Grant (Loretta Young), que intenta llevar a un grupo de sus estudiantes chinas a un lugar seguro. Pese a que en principio los planes de ambos no podrían ser más diferentes, y Jones se resiste a alterar los suyos por ayudar al puñado de refugiadas y a su maestra americana, finalmente sus mejores instintos ganan la partida. La película tiene un claro enfoque propagandístico, poniendo mucho énfasis (aunque sin mostrar nada fuera de lugar), en la violencia, especialmente la sexual, utilizada por el invasor japonés.

Técnicamente la película cuenta con algunas secuencias magníficas, especialmente impresionante es la secuencia de casi tres minutos inicial, casi un plano secuencia (con un único corte visible y un par de trucos para ocultar otro) que muestra en un elegante travelling al personaje de William Bendix avanzando por una ciudad china, que está siendo bombardeada, entre los refugiados y las explosiones provocadas por las bombas. 

En general, se puede apreciar la influencia en Spielberg también la forma de rodar las escenas de acción, entre las que debemos comentar la tensa escena del asalto nocturno al puente, como un ejemplo, o el uso de retroproyección y maquetas en la escena en que son perseguidos por un avión enemigo.

El cine de la guerra chino-japonesa es un filón que Hollywood explotó con gusto en los años 40 y que China sigue revisitando hoy (como veremos más adelante en este mismo artículo), por citar solo unos cuentos títulos de interés (alguno ya lo he comentado en el blog) podemos mencionar Los Tigres Voladores (Flying Tigers, 1942, David Miller), Estirpe de dragón (Dragon Seed, 1944, Jack Conway y Harold S. Bucquet) o Tras el sol naciente (Behing the Rising Sun, 1943, Edward Dmytryk). 

John Farrow también dirigió, entre otras, Mil ojos tiene la noche (Night Has a Thousand Eyes, 1948) que, además de tener el título perfecto para una aventura de Cthulhu, tiene un argumento de lo más roleable, y además está basada en un relato de Cornell Woolrich, un prolífico escritor pulp al que debemos, entra otras, el argumento de La ventana indiscreta (Rear Window, 1954, Alfred Hitchcock) y, por cierto, también es el autor de la historia original en que se basa nuestra siguiente película en este listado
 

El hombre leopardo
(The Leopard Man, 1948,  Jacques Tourneur)


Esta es una historia que mezcla rasgos estilísticos del cine negro con un argumento de horror, de un horror humano más que sobrenatural (hay incluso quién se atreve a calificarlo de proto-slasher), aunque la iconografía religiosa (católica principalmente, habiendo situado la ficción en Nuevo México) y ciertos indicios extraños, apenas explorados, crean una sensación de extrañeza. Al final, una vez desvelada la parte factual de lo sucedido, los misterios aparentemente resueltos, aún  nos quedan  preguntas en el aire.

La película se abre con un tono ligero, permitiéndose una broma con un insistente sonido, que resultan ser unas castañuelas. Incluso el detonante de la trama es ligero, cuando el publicista  Jerry Manning (Dennis O'Keefe) decide alquilar un leopardo para atraer la atención sobre su representada, la estrella en horas bajas Kiki Walker (Jean Brooks). El animal se escapa y entonces comienzan una serie de muertes que las autoridades vinculan al animal, pero Jerry no está convencido y comienza su propia investigación para descubrir la verdad. 

Pero si una narración convencional se hubiera centrado únicamente en esa investigación, en los apenas 65 minutos de metraje, se nos presentan un montón de personajes secundarios con sus propias tramas, fundamentalmente las breves historias de las víctimas, entre las que destaca la bailarina conocida como Clo-Clo (Margo). Parecemos seguir un camino aleatorio, hilvanando las distintas escenas y personajes de una forma casi casual, sin centrarse tanto en la investigación de Manning como en trasmitir una sensación general de la ciudad. 

Podríamos, además, hacer doble sesión con La mujer pantera (Cat People, 1942, Jacques Tourneur), incluso un maratón si añadimos su secuela La venganza de la mujer pantera (The Curse of the Cat People, 1944,  Gunther von Fritsch y Robert Wise) y el remake de los ochenta El beso de la pantera (Cat People, 1982, Paul Schrader). 

Hay una escena en la maravillosa Cautivos del mal (The Bad and the Beautiful, 1952, Vincente Minnelli)  en que un productor, interpretado por Kirk Douglas, explica como rodar una película de terror (con el título de Doom of the Cat Men) utilizando fundamentalmente las sombras, el miedo a lo desconocido para incentivar la imaginación del público. Esta era una referencia directa al productor Val Lewton (productor de esta El hombre leopardo y también La mujer pantera y La venganza de la mujer pantera) y el acercamiento que sus películas de terror de la RKO habían adoptado (en parte también forzados por la censura y las limitaciones presupuestarias). Estilo que define magníficamente lo que aquí se resuelve con maestría: sin mostrar nunca los asesinatos, ni siquiera las heridas (la única sangre de una victima que vemos es el lento rezumar de la misma por debajo de una puerta), crea una sensación de horror ante los callejones sombríos trazados en perfecto claroscuro



Nadie puede vencerme o Combate trucado
(The Set-Up, 1949, Robert Wise)


Ya he mencionado hace mucho que el cine de boxeo (y la historia del boxeo) me resulta mucho más interesante que el deporte en si mismo y aquí tenemos un magnífico ejemplo. La película  gira en torno a un veterano boxeador, Bill "Stoker" Thompson (magnífico Robert Ryan), que se dirige al final de una carrera poco gloriosa, mientras su mujer, Julie (Audrey Totter), intenta convencerle de que lo deje ya, antes de sufrir más daño. Mientras tanto su propio representante, Tiny (George Tobias), está tan convencido de la derrota de su boxeador que ha cobrado de la mafia para que este se deje ganar..., pero ni siquiera siente la necesidad de decírselo a él.  

Es una mirada descarnada al deporte y a sus conexiones con el crimen organizado, contrastando las ilusiones de los jóvenes (e incluso la testarudez del veterano) frente a la realidad de un mundo en que, la mayoría, acaban destrozados y sin conseguir salir de la pobreza, meras notas al pie en las biografías de los triunfadores. Hoy el boxeo es quizás un deporte minoritario, aunque sigue moviendo grandísimas cantidades de dinero, pero en los 30 y los 40 era uno de los entretenimientos más populares, y especialmente entre las clases desfavorecidas un sueño de prosperidad, que impulsaba a muchos a lanzarse al ring. Si bien actualmente es más posible que este papel lo cumplan otros deportes, el futbol principalmente, la crudeza del boxeo (literalmente ofrecerte a que te partan la cara para una pequeña posibilidad de salir de la pobreza) le da una fuerza excepcional a estas historias.

La película se vive prácticamente en tiempo real, con un magnífico montaje paralelo del combate (con un impresionante uso del público) y la desesperación de Julie, en el exterior. La dignidad herida que trasmite Ryan, un perdedor que sin embargo se resiste a perder esta última vez, es demoledora y deja un sabor amargo, especialmente en un final terrible. 

Es necesario apuntar que la película se basa en un largo poema narrativo, del mismo título, pero lo cambia tan completamente que su autor, Joseph Moncure March, la criticó duramente. El principal cambio es que el protagonista del poema es un boxeador afroamericano y el tema racial es fundamental en su desarrollo (como se evitaba, por ejemplo, que boxeadores negros lucharan por los títulos o participaran en combates más rentables), mientras que este asunto apenas se vislumbra en la película en la forma de un personaje secundario, interpretado por James Edwards

Otra gran película de boxeo del mismo año es El ídolo de barro (Champion, 1949, Mark Robson) con Kirk Douglas como un despiadado y ambicioso boxeador. 


El beso mortal 
(Kiss me deadly, 1955, Robert Aldrich)


Dignísima serie B de los 50, dirigida por el gran Robert Aldrich (responsable, entre otras, de Doce del patíbulo, Veracruz El emperador del norte). Esta adaptación de una de las novelas de Mike Hammer (detective creado por Mickey Spillane en 1947) es una versión muy poco fiel, una deconstrucción realizada por el director y el guionista A.I. Bezzerides, que (para mi gusto) es mejor que su material de base. En realidad se puede decir que, en más de un sentido, la película es una impugnación del vigilantismo de su fuente.

Se trata de una película pequeña, sin estrellas y realizada por un estudio independiente; quizás estas circunstancias permitieron a Aldrich una libertad excepcional para hacer la película que quería sin injerencias de los productores. Aunque fue maltratada por la crítica y la opinión pública en su estreno, su influencia posterior es indiscutible;  Quedándonos solo en elementos concretos (planos y montajes que se reflejan directamente), ecos de esta película pueden verse, entre otras, tanto en Pulp Fiction (1994, Quentin Tarantino) como en En busca del Arca perdida (Raiders of the Lost Ark, 1981, Steven Spielberg), Sospechosos Habituales (The Usual Suspects, 1995, Bryan Singer) o Acoso en la noche (La nuit des traquées, 1980, Jean Rollin). En determinado momento, tanto Truffaut como Godard llegaron a afirmar que esta es la película americana más influyente sobre La Nouvelle Vague (para bien o para mal) y Barry Gifford (en un clásico estudio sobre cine negro) llega a calificarla como una de las mejores películas americanas de la historia.

El duro detective protagonista, Mike Hammer (Ralph Meeker) se ve implicado, casi por casualidad, en un complejo entramado en torno a un maletín con material nuclear robado. Hammer es un personaje oscuro y, a menudo antipático, en una historia en que sus esfuerzos parecen insignificantes, incluso sin sentido, contra la amenaza de la destrucción global. Es un cine negro que, a la vez, es pura paranoia de la guerra fría. 

Es toda una lección en empezar la narración a tope, una mujer (Cloris Leachman) que corre desesperada en la noche, vestida únicamente con una gabardina, y no dejar que decaiga a partir de ahí. También es un magnífico ejemplo de como mezclar argumentos o subgéneros aparentemente discordantes (el clásico detective hard-boiled con un argumento casi de ciencia ficción) de forma efectiva. Esta mezcla de géneros también recuerda a Manos peligrosas (Pickup on South Street, 1953, Samuel Fuller), otra película de la guerra fría en que un inmoral carterista (Richard Widmark) se hace por accidente con un microfilm, perseguido por unos espías soviéticos.



Carga maldita
(Sorcerer, 1977, William Friedkin)


Un grupo de individuos desesperados, de orígenes y circunstancias muy diferentes, se cruzan en el misérrimo poblacho de Porvenir, en algún lugar de Latinoamérica, controlado por una petrolera estadounidense, arrastrados por distintas fuerzas. La única forma de salir de allí es aceptar un trabajo prácticamente suicida, transportar, en un par de camiones cochambrosos llamados Lázaro y Sorcier, una carga de inestable dinamita a través de la jungla, para apagar el incendio declarado en un pozo petrolífero. 

La película comienza con cuatro escenas de prólogo, cada una más larga que la anterior, presentando a los cuatro personajes principales y el motivo de su presencia en Porvenir. Pero el grueso del relato es el infernal trayecto por la jungla, las dificultades que los personajes van encontrando (puentes ruinosos, pantanos, revolucionarios y sus propias tensiones internas). La película es morosa en diálogos y destaca en el aspecto visual, en el montaje a veces onírico o alucinatorio en que la extraña banda sonora electrónica, de Tangerine Dream, aumenta la tensión.

En la dirección nos encontramos con William Friedkin (El exorcista, Contra el imperio de la droga), un director que, a menudo envuelto en la polémica, estaba  en un punto álgido de su carrera. Cuenta con un reparto internacional, encabezado por el norteamericano Roy Scheider y con nuestro Paco Rabal, aunque Friedkin siempre dijo que su intención original era contar con Steve McQueen como protagonista, y que el resto de actores tampoco habían sido su primera elección para sus papeles (aunque Rabal si había sido su intención original para el papel que terminaría interpretando Fernando Rey en Contra el imperio de la droga). El rodaje fue, aparentemente, un infierno, con brotes de malaria, cambios de personal, peleas con los actores y accidentes que elevaron el coste de la película hasta los 22 millones de dólares, coste que  nunca llegó a recuperar en taquilla. Su fracaso fue, también, uno de los clavos en el ataúd del Nuevo Hollywood (junto con otros fiascos como Corazonada de Coppola y, especialmente, Las puertas del cielo de Chimino), enterrado una vez los enfants terribles de la nueva generación dejaron de ser rentables para los estudios.

La película se basa en un novela francesa  Le Salaire de la peur de Georges Arnaud, que ya había sido adaptada al cine en la también magnífica El salario del miedo ( Le salaire de la peur, 1953, Henri-Georges Clouzot), con Yves Montand y Charles Vanel;  aunque, por algún motivo, al escritor nunca le gusto esa primera adaptación yo la recomiendo sin reservas, aunque se haga raro los abundantes diálogos en español en ocasiones un poco macarrónico.

No es una historia de época, pero, dejando de lado algunas escenas con un helicóptero y algunas referencias políticas contemporáneas a su creación, es perfectamente trasladable a los años 30 (y la primera versión aún con más facilidad). Os recomiendo verla en versión original, con unos personajes que no se esfuerzan en hablar castellano (pese a utilizar nombres falsos como Domínguez) y un Paco Rabal que no parece nada seguro con su inglés. 



Muerte en las ondas
(Radioland Murders, 1994,  Mel Smith)


Sobre argumento de George Lucas, se trata de una película bastante peculiar, en que una serie de acontecimientos excepcionales se agolpan en la primera noche de emisión de una nueva emisora de radio nacional, la WBN desde Chicago, en pleno año de 1939. Combina el misterio, bastante ligero, con la comedia, situando a  unos personajes ridículos, mal equipados para enfrentarse a la investigación, frente a una serie de crímenes violentos. Se trata de otra de esas revisiones de elementos de la cultura popular  de los 30 -40 que ya nos había dado Star Wars e Indiana Jones, pero que aquí se saldó en fracaso. En palabras del propio Lucas (citadas en The Cinema of George Lucas, Marcus Hearn) "Me encanta la película, pero no fue a ninguna parte".

El protagonista es el guionista Roger Henderson (Brian Benben), que está en plena crisis matrimonial con Penny Henderson (Mary Stuart Masterson), secretaria de la cadena. El reparto es muy amplio, con una multitud de personajes enloquecidos que entran y salen de escena a un ritmo que impide tomarles cariño o desarrollarlos en profundidad. La trama de asesinatos se ve complicada por la confusión de la policía, que convierte a Roger en el principal sospechoso, y vamos asistiendo a la desastrosa (detrás de las bambalinas), pero exitosa (para el público) primera noche de emisión. 

Curiosamente fue un proyecto largo tiempo acariciado por Lucas, que ya empezó a perfilar durante el rodaje de American Graffiti en 1972, pero que no llegó a rodarse hasta veinte años después. Quizás en parte por ello, habría encajado mejor entre el cine retro de los 70, quedó como una película extraña, en que las referencias y parodias de elementos clásicos de la radio (incluyendo los seriales de La Sombra) resultan un poco desconcertantes. La dirección recayó además en Mel Smith, cómico respetado, pero prácticamente un novato en esas lides, que tampoco sabe sacarle partido al material (aunque se rumorea que, como en muchas otras producciones de Lucas, este se encargó de la segunda unidad sin acreditar).

No es una gran película, pero tiene momentos divertidos (me encanta Christopher Lloyd encargándose de los efectos foley con resultados impactantes) y, quizás en otro momento y con un enfoque más centrado, podría haber funcionado mucho mejor. Eso si, visualmente creo que los vestuarios, los escenarios y los detalles de la producción pueden ser muy interesantes para cualquiera interesado en el periodo (y una magnífica fuente de fotos para personajes).  Los diálogos de la pareja protagonista, en la tradición de la screwball comedy, son también muy divertidos.

Si tanto Indiana Jones como Star Wars consiguieron crear algo nuevo, y tremendamente comercial, a través del cine clásico y los seriales que habían fascinado a Lucas en su infancia, Muerte en las ondas fracasa en el empeño de hacer algo similar con la radio. Hay toda una serie de comedias clásicas basadas en presupuestos similares, pero quizás la que más se mencione en relación con la que nos ocupa sea Crimen a medianoche (Who Done It?, 1942, Erle C. Kenton) con Abbot y Costello. Woody Allen escribió su propia carta de amor a la radio de su infancia en Días de radio (Radio Days, 1987, Woody Allen).



La joya de Shanghai 
(Yao a yao, yao dao wai po qiao, 1995, Zhang Yimou)


Zhang Yimou, desde su debut como director con Sorgo Rojo (Hong gao liang, 1988), es uno de los directores chinos más conocidos en occidente, que ha acumulado una variedad de películas, incidiendo especialmente en los dramas históricos, pero también proporcionando prestigio crítico a las películas de artes marciales o la ocasional incursión en la comedia. En muchas de sus primeras películas el protagonismo recaía en la que fue su pareja durante mucho tiempo, y una de las actrices chinas más reconocidas a nivel internacional, Gong Li.

La joya de Shanghai no es una excepción a ese patrón, ya que cuenta con una ambientación histórica y con Gong Li en el papel principal; aunque se rodó bajo dificultades particulares, la relación entre actriz y director se había roto y las autoridades chinas pusieron diversos problemas a la producción, debido a la discrepancia sobre el envío por parte del director de su película anterior, ¡Vivir! (Huo zhe, 1994) al festival de Cannes. Sin ser su película más brillante, consigue una intrigante cinta que narra, de forma algo oblicua, una historia de gánsteres y guerras de triadas en la ciudad del título.

La película sigue durante siete días a Tang Shuisheng (Wang Xiaoxiao), un joven de pueblo que acaba de llegar a la gran ciudad para trabajar para su lejano pariente, el sr. Tang (Li Baotian), el jefe de una triada. Su trabajo consistirá en acompañar y servir a la señorita Xiao Jinbao (Gong Li) una cantante de cabaret que es, faltaría más, la amante del jefe. Asistimos a diversos sucesos que van iniciando y escalando una guerra entre la banda de Tang y otra triada dirigida por un tal Yu el Gordo (Jiang Liu)

En la película podemos apreciar un paulatino cambio de punto de vista; al principio lo vemos todo desde los ojos inocentes de Shuisheng, pero según avanza, poco a poco, la mirada de Jinbao va tomando protagonismo y nos permite apreciar un aspecto mayor de los acontecimientos e ir conociendo mejor a unos personajes que, al principio, solo podemos observar desde fuera. En realidad el punto de vista, la mirada de los personajes es un elemento constante a lo largo de todo el metraje: planos subjetivos, a menudo tomados a través de puertas entreabiertas o agujeros en la pared y, también, en la recurrente canción que Gong Li interpreta en sus (algo redundantes) números de variedades, que habla sobre la mirada de un amante.

Otras películas de Zhang Yimou ambientadas en torno a la misma época pueden ser de interés también para los narradores interesados en China en los años 20 y 30, como la reciente Cliff Walkers Xuan ya zhi shang, 2021) o Las flores de la guerra (Jin ling shi san chai, 2011). En general ya he comentado anteriormente que el cine chino está continuamente produciendo películas sobre este periodo (extremadamente convulso y fundamental para la creación de la China moderna) en los últimos años, muchas con un marcado tono propagandístico (ver La conquista de la Montaña del Tigre, más abajo) y pensando, en muchos casos, en la posibilidad de exportarse, incluyendo algunos actores conocidos en occidente.

Por cierto, el título original se refiere a una canción tradicional (traducible como "rema, rema hasta el puente de la abuela"), que aparece en determinado momento de la película, mientras que en varios idiomas se ha optado por hacer referencias a la triada (como se puede ver en el cartel, en inglés, que encabeza esta sección).




La conquista de la Montaña del Tigre
(Zhi qu wei hu shan, 2014, Hark Tsui)


Hark Tsui no es un director prestigioso, al estilo de Zhang Yimou, pero si que se encuentra detrás, como director o como productor, de algunas de las producciones de género más conocidas fuera de China (como A Chinese Ghost Story o Érase una vez en China) o dirigiendo algunas películas (no muy buenas) en occidente (como En el ojo del huracán, con Jean Claude Van Damme) y en los últimos años ha destacado por varias películas en torno a un personaje serial y definitivamente pulp, el detective Di (tradicionalmente conocido como Juez Di en castellano).

Pero me detengo en este film de aventuras (y enfoque claramente propagandístico) sobre un pequeño comando de soldados del ejército popular que deben enfrentarse a la tarea, aparentemente imposible, de tomar la Montaña del Tigre. Esta es una fortaleza prácticamente inconquistable, con un gigantesco arsenal propio, poblada por un verdadero ejército de bandidos. Ante la imposibilidad del ataque directo deciden infiltrar a uno de los suyos, Yang Zirong (Zhang Hanyu), para que les abra las puertas y tomar la fortaleza desde dentro. 

Un prólogo y epílogo en el presente, que resulta por otra parte totalmente anticlimático y casi ridículo al final, sirve para excusar o acentuar los elementos más exagerados (incluyendo un final alternativo aún más espectacular que se narra después del "real") y acentúa también el mensaje político-propagandístico. Tenemos un reparto de personajes de estatura heroica, hazañas imposibles y malos malísimos, pero aún a una escala humana, e imágenes que se te quedan grabadas en la retina.

La película se basa en una novela, que a su vez también se adoptó en forma de opera (que tiene una breve aparición en forma de karaoke al principio de la película), y que parte de unos personajes reales, pero su esencia es la fantasía y la espectacularidad. Personajes increíblemente heroicos enfrentados a villanos casi monstruosos, magnífico el jefe Hawk (Tony Leung Ka-fai) y su cohorte de lugartenientes. Por todos estos motivos tiene elementos que la convierten en un modelo perfecto para una partida de Comandos, pero también (como ya he dicho antes) en una posibilidad para adaptarse a cualquier juego de Star Wars, quizás trasladando la acción a la época inmediatamente posterior a la caída del Imperio, con un reducto imperial en un planeta helado y lo suficientemente aislado para que deban contar solo con sus propias fuerzas. 

Cuenta con una escena de una fuerza pequeña protegiendo un pueblo del asalto de una horda de enemigos, incluyendo el uso de armas improvisadas, que debo confesar es una debilidad por mi parte. Estilización máxima de la violencia y estética por encima de la lógica, pero muy divertida.

Detective Byomkesh Bakshy!
(2015, Dibakar Banerjee)


El cine indio es una de mis asignaturas pendientes y me temo que con su masiva producción (más de 2000 películas al año) y su escasa distribución en España será complicado que me ponga al día.  Para compensar un poco voy a reseñar aquí dos películas muy diferentes, esta Detective Byomkesh Bakshy! y, un poco más abajo, RRR

Si digo que son dos películas muy diferentes no exagero, podrían provenir de universos distintos, pese a las similitudes de ambientación (ambas se sitúan en la época del dominio británico) y ambas tratan con el tema de los movimientos de independencia. Pero en todo lo demás, aspectos formales, narrativos e, incluso, su suerte en taquilla son polos opuestos (esta que nos ocupa fue un fracaso injusto)

Esta se trata de una película bastante tradicional de detectives, que incluso cuenta con la típica escena de confrontación de los personajes. El personaje principal es un investigador aficionado llamado Byomkesh Bakshy (el malogrado Sushant Singh Rajput), increíblemente inteligente, pero muy pobre. No se trata de un superhéroe, sin embargo, siendo un total inepto en las confrontaciones físicas y algo melindroso, incluso tímido en ocasiones. En la película si se dibuja, por contra, un verdadero supervillano como enemigo, una némesis más grande que la vida (cuya identidad es un misterio durante gran parte del film, así que prefiero no desvelarla aquí).

La película utiliza una selección musical un poco extraña, desde el neo swing de Calcutta Kiss a piezas completamente contemporáneas (como el guitarreo de Life is a Bitch) que, a veces, chocan con el acercamiento visual, completamente verista y anclado en el tiempo pasado, de la película.

Es curioso que se atrevan a poner del lado de los malos, aunque con un montón de reparos, a los nacionalistas indios y que el personaje del policía británico sea tratado con cierta simpatía. El protagonista, quizás para mostrarnos su rareza, incluso se permite mostrar su indiferencia hacia Gandhi. 


La sombra de la ley
(2018, Dani de la Torre)


Interesante película que traslada muchos de los elementos narrativos y formales del cine negro clásico a la Barcelona de principios de los años 20. Aníbal Uriarte (Luis Tosar) llega a Barcelona para colaborar con la policía en la búsqueda de un cargamento de armas robado, en el que se en principio se culpa al movimiento anarquista, pero en el que está enredada la misma policía corrupta y un turbio empresario, conocido como El Barón (Manolo Solo).

Magnífica recreación de época y una muy eficiente dirección, en la que abundan los homenajes, más o menos descarados, a otras películas desde Alas  a Los intocables. El protagonista interpretado por Tosar es un tipo duro de manual, casi una fuerza de la naturaleza, Michele Jenner le da la réplica idealista como la activista Sara (aunque quede algo desaprovechada) y Ernesto Alterio interpreta a un villano detestable, conocido como Tísico.

Quizás lo peor de la película, muy encomiable en general, es que abre demasiados frentes, pica de demasiados temas, y quizás esto hace que se alargue en demasía o deje algunos de ellos demasiado en el aire. Otro problema, a mi entender menor, es que hay aspectos visuales y de ambientación que, bebiendo del cine americano (o ambientado en América, la sombra de Erase una vez en América de Sergio Leone es alargada), parecen poco entroncados con la estética patria. El nivel de referencias a veces parece superar el homenaje, o resultar mera exhibición de habilidad.

Leyendo críticas sobre la película, curiosamente, me he encontrado con el mismo odio injustificado por la producción nacional que impregna demasiadas reseñas, cayendo en tópicos argumentativos que no se aplicarían en caso de que la película fuera extranjera. Personas que se entusiasman por la estilizada recreación de Peaky Blinders (que ha convertido a sus matones en iconos de moda, y con la que la película que nos ocupa también tiene paralelismos visuales y temáticos) criticando la misma limpieza de la realidad española. 

Una película que está lejos de ser perfecta, pero que aún así,  merece mejor suerte de la que le ha tocado.


RRR

(2022, S. S. Rajamouli)

Hemos visto a lo largo de las décadas muchas películas centradas en el lado colonial y en los que, habitualmente, la población nativa del Raj solo aparece en el papel de villanos (o de sirvientes agradecidos del orden colonial), podemos mencionar tres grandes películas como son Gunga Din, Tres lanceros bengalíes o la mismísima El templo maldito. RRR es, en cierta forma, el reverso de esas películas, presentando a la administración colonial en el papel de villanos absolutos, con unos Ray Stevenson y Alison Doody casi caricaturescos, exagerados en su perversidad cinemática (aunque la brutalidad del régimen colonial no fuera menor dudo que lo hicieran con esta espectacularidad y recocigo) al que no estamos tan acostumbrados. 

La historia sigue a dos luchadores por la independencia, reales, en una trama completamente inventada, ya que por lo que sabemos ni siquiera llegaron a conocerse: Komaram Bheem (N. T. Rama Rao Jr.) y Alluri Sitarama Raju ( Ram Charan). Bheem llega a la ciudad para buscar a una niña, que ha sido secuestrada por la mujer del gobernador, mientras que Raju está trabajando en la policía británica, y es encargado de infiltrarse entre los grupos nacionalistas indios. Entre ambos, sin conocer su verdadera identidad e intenciones cntrapuestas, surge una amistad que se rompe cuando estas se descubren... pero este es solo el principio de un argumento con varios giros sorprendentes.

RRR es una película que puede perdernos, a menudo, por su épica exagerada, la talla superhumana que se da a unos personajes capaces de hazañas físicas increíbles, llegando a extremos ridículos en muchas ocasiones, forzando la credibilidad en otras. Otras personas pueden sentirse repelidas por la mezcla de géneros, que introduce trama romántica, números musicales (realmente bien rodados, por otra parte) y comedia, dentro de una estructura fundamentalmente dramática. 

Sin embargo, pese a ese lenguaje cinematográfico extraño y esos momentos discordantes la película funciona magníficamente como un todo, pese a los momentos que pueden parecer risibles (y es innegable que me he reído) quiero dejar claro que no estoy defendiendo esta película para verse desde la distancia irónica o la burla, es, sin más calificativos, una gran película

Creo que, además, es interesante reflexionar sobre las diferencias entre RRR y la mencionada antes Detective Byomkesh Bakshy! con respecto a la forma de entender los juegos de rol pulp. Mi experiencia es que mucha gente cuando escucha pulp imagina un tono (y un nivel de poder de los personajes) más cercano al de  RRR, mientras que personalmente mi sensibilidad siempre ha estado más cerca de la, más contenida, del film de Dibakar Banerjee lo que puede, sin duda, provocar disonancias entre los participantes y desilusión cuando unos y otros no llegan a compartir un mismo marco referencial.

¡Espero que os hayan gustado estas películas (y las anteriores)!

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