Cosas para ver: Hellboy de Neil Marshall


Con un año de retraso, más vale tarde dicen, respecto a su estreno va siendo hora de revisar la última de las películas dedicadas a Hellboy, al igual que hice con las anteriores.
De primeras hay que decir que la propuesta de contar con Neil Marshall  en la dirección sonaba  interesante, sus películas anteriores como The Descent y Dog Soldiers habían demostrado su capacidad para utilizar elementos tradicionales del terror de formas innovadoras y creativas. El que fuera un reboot (uno de esos conceptos a los que cada vez nos acostumbramos más, desde los tiempos en que eso solo pasaba con James Bond) y no una continuación, personalmente, ya no me sonaba tan bien, pero por otra parte parecía inevitable en un proyecto en que los elementos más definitorios de las anteriores películas (el director y su actor protagonista) se echarían en falta. Aunque nadie, para mi podrá reemplazar a Perlman, pero David Harbour no parecía una mala alternativa. En resumen, todo parecía quedar en un a la expectativa que se vio ensombrecido por las persistentes críticas negativas que recibía la película en su estreno.

A todo eso se sumó la polémica en torno a la violencia (y la clasificación para adultos) o no, al recorte o no, parecía una polémica totalmente prefabricada que pretendía provocar ruido en torno al film, personalmente no soy fan de la casquería y la mayoría de escenas en que se hace notoria la diferencia entre versiones en la película se trata de toneladas de efectos digitales que en general dejan bastante frío o son, directamente, innecesariamente feos (el efecto del ectoplasma, por ejemplo, es terrible).

Parece que en eso, como en los maquillajes y algunos diseños, hay un esfuerzo excesivo, un recargamiento visual que nos aleja demasiado del referente del cómic y que tampoco parece siempre bien resuelto técnicamente. Sobre todo es que parecen diseños completamente impersonales, muy del gusto contemporáneo pero carentes de un estilo personal o alguna nota verdaderamente imaginativa. 

Pero mi primer problema fundamental con la película es que se fija en demasía en la parte que menos me interesa del universo de Hellboy de los cómics (la conexión artúrica feérica) y demasiado poco en la que más (la parte con científicos locos nazis y deidades lovecraftianas) produciendo un efecto parecido a Hellboy II. Pero donde una presenta un prólogo magnífico que sitúa la historia principal en forma de cuento, y que en cierta forma excusa su tono, el prólogo y el tono del film de Marshall no consigue para mi conectar bien con dichos elementos.  Soy un gran apasionado de la leyenda artúrica (cualquiera que me conozca lo sabe) pero la conexión de Hellboy con la misma siempre me ha parecido uno de los puntos débiles de la construcción del mundo de Hellboy.

En muchos sentidos la película se ve obligada a jugar al juego de las comparaciones, como la recreación del origen de Hellboy (aunque tengan el buen detalle de presentar al Bogavante), pero en otras parece que fuerza la comparación repitiendo elementos que no están en el cómic, pero si en las películas anteriores: la historia del ser sobrenatural-feérico que quiere convencer a Hellboy de que abandone a la humanidad (exactamente el argumento de Hellboy II), o el peso fundamental de la relación con su padre (en este caso Ian MacShane en vez del fallecido John Hurt) por ejemplo. En todo momento una versión menos conseguida de lo reflejado por del Toro. Particularmente la relación con su padre, que ya en las películas anteriores infantilizaba al personaje, convierte ahora a nuestro protagonista en un adolescente caprichoso.
La forma de presentar los personajes y la historia anterior de algunos de ellos es otro problema,  en primer lugar, no parece la mejor manera de contar una historia sin haber construido antes esas relaciones y, en segundo, tampoco parece la mejor manera de iniciar una franquicia (que era claramente la intención). Los flashbacks se hacen reiterativos y no están salvados con ninguna solución imaginativa, visual o de otro tipo, que permite verlos más que como forzados insertos que interrumpen, aún más, una narrativa que ya de por si avanza a trompicones.

Aún así no todo es negativo, desde mi punto de vista Mila Jojovich como Nimue es un acierto, en un papel enloquecido y  exagerado, junto con el  divertido Graugach doblado por Stephen Graham. Me resulta interesante el uso del personaje de Alice Monaghan (interpretada por Sasha Lane) para recalcar el elemento de Hellboy como un mata-monstruos de clase obrera, aunque su subida de nivel final parezca algo exagerada. La escena de presentación de Hellboy, en un ring de lucha libre en Tijuana, promete una película más divertida y gamberra de lo que luego vemos en pantalla.

Pero esos pocos aciertos no salvan una producción que no consigue establecer una personalidad propia. Los tacos y las explosiones de vísceras no consiguen elevar la película a la categoría de adulta si no confinarla permanentemente a la de adolescente gamberrete y poco imaginativo.

Puntuación: 3/10

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