Viajando: Circos y ferias ambulantes (parte 2)


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La vida del feriante

Durante la parte cálida del año, la temporada se detiene en invierno obligando a muchos a malvivir con sus escasos ahorros, los feriantes viajan, viven, duermen y comen todos juntos. Los feriantes forman una comunidad muy cerrada, en la que se desarrolla un fuerte sentido de unidad y relaciones muy estrechas, aunque no por ello tranquilas ni necesariamente amistosas. Algunas compañías incluso hibernan juntos, normalmente en la cálida Florida, manteniendo su actividad al mínimo durante esos meses.

El circo o la feria suele llevar el nombre del dueño, fundador o principal estrella de la compañía aunque no es raro que algunas utilicen nombres engañosos para asociarse a otros más exitosas (así muchos circos, por ejemplo, añadían un ficticio Brothers o Bros como paralelismo con los Ringling), también son comunes nombres o títulos grandilocuentes como Gran feria americana, El mayor espectáculo jamás visto o similar

Si originalmente usaban carromatos tirados por caballos, desde la segunda mitad del XIX se generaliza el uso del tren (aunque seguían llevando las caravanas con ellos), y en los años 30, al menos en EEUU, se va haciendo más común que utilicen camiones para la carga y caravanas, que se van trasladando de pueblo en pueblo por carreteras comarcales y pistas polvorientas. 


Normalmente se detienen unos pocos días en cada lugar, quizás una semana, si pueden coincidiendo con alguna celebración local. Normalmente se planea una temporada por anticipado, con ciertas fechas fijas pero siempre se deja cierto espacio para quedarse más días si el negocio va bien (o marcharse a toda prisa si va mal). 

Así, durante los meses de temporada, existen una variedad de troupes, compañías y espectáculos que están cruzando el país (o el mundo) en distintas direcciones, y no es raro que artistas cambien de una a otra, se conozcan entre sí o hayan trabajado juntos en ocasiones anteriores. Por eso los rumores y noticias corren con velocidad asombrosa entre ellas.

Los que pueden permitírselo cuentan, normalmente, con sus propios generadores eléctricos diesel (aunque si pueden intentarán engancharse subrepticiamente a la red local), que a lo largo de estas décadas se van haciendo más pequeños, eficientes y fáciles de transportar y que proporcionan energía a las atracciones y la multitud de bombillas y luces de neón coloridas (la patente es de 1915 en EEUU) que forman parte de ese aspecto mágico del espectáculo (cuando aún en regiones rurales muchas casas no contaban con electricidad). 

Todos necesitan cocinas, adjuntas a una gran tienda comedor, retretes químicos (en la jerga donnikers) y otras instalaciones higiénicas (en los 30 es común instalar duchas, pero una bañera es un lujo raramente accesible para un feriante). 

Por delante del grupo principal suele viajar anunciantes que llegan al pueblo con unos días de antelación, para pegar carteles, poner anuncios en la prensa y la radio local y buscar un buen lugar para establecer el campamento, además de negociar con las autoridades locales las condiciones de su estancia (algo que a menudo conlleva sobornar al sheriff o al alcalde para que haga la vista gorda). El dueño, o director si el dueño no viaja con la compañía, cuenta con su propia caravana-oficina y es el encargado final de tratar con las autoridades y organizar el calendario y los traslados.

Además de los artistas en si hay una gran variedad de personal como taquilleros, anunciadores (barkers), electricistas,  carpinteros, cuidadores de animales, vendedores, cocineros, limpiadores, personal encargado de la construcción del campamento (llamados roustabouts o rusties), etc. que también forman parte de la compañía, aunque dependiendo del tamaño de esta es muy posible estén pluriempleados en más de uno de estos papeles. Es raro que en la compañía viaje gente que no tenga un papel en el espectáculo o su preparación, y muchos dejan a sus familias en sus ciudades de origen durante la temporada.

Cuando llegan a un nuevo pueblo, rápidamente establecen el campamento y luego montan sus casetas,  atracciones y las carpas de los espectáculos. Muchos duermen en sus propios camiones, vagones o caravanas. Si el pueblo donde actúan dispone de ellos, es posible que prefieran tomar habitaciones en pensiones u hoteles locales. Sin embargo muchos establecimientos se niegan a dar servicio a feriantes o no es raro que lo ofrezcan únicamente para las artistas femeninas.  

Los sueldos suelen ser bajos, incluso hay quien trabaja por comida y alojamiento y poco más, y muchos sueñan con graduarse a espectáculos de mayor categoría como el vodevil (aunque también está en decadencia) o el teatro. Sin embargo la Depresión empuja a muchos al camino contrario, de una carrera más o menos exitosa y fija en la ciudad, a la vida errante de las ferias, un golpe duro para el ego de algunos de ellos. 



Crímenes comunes

La verdad es que la feria es un campo abonado para distintos crímenes menores y engaños malintencionados. Como ya he comentado el defraudar con el cambio en las entradas es increíblemente común (tal es así que muchos taquilleros no cobran un sueldo, si no un porcentaje sobre dichos beneficios) y no era inusitado que algunos de la compañía, con conocimiento o no de la dirección, se dedicaran al hurto menor, aprovechando las aglomeraciones. 

Las fuentes consultadas afirman que estos delitos eran más raros en los espectáculos más grandes y que, además, en los 20 y 30 había habido un movimiento general hacia la honradez... pero algunas tradiciones son difíciles de abandonar. 

Otras conductas delictivas asociadas con las ferias incluyen la venta de alcohol (que es un delito durante la Ley Seca, pero también después, si se hace sin licencias federales/estatales/locales pertinentes), los espectáculos obscenos o inmorales (el límite entre lo permitido y lo ilegal puede variar mucho de un estado o incluso de un condado a otro) y, por supuesto, los juegos trucados (ruletas que se paran a voluntad, pilas de botellas imposibles de tirar, anillos que no entran en los blancos...). 

Normalmente entre los feriantes no se ve como algo necesariamente malo engañar a los visitantes (para los que se usa una serie de apelativos despectivos como towneryokel, mark, sucker rube, que en castellano podríamos traducir como variedades de palurdo, primo, incauto o pringado) y hay una fuerte idea de nosotros contra ellos, del que está en al ajo (en el argot de la feria ser un trouper o estar with it) y el que no, que justificaba estas actividades a sus ojos.

Aunque ya no es tan común (solía ser una constante el siglo anterior) muchas veces estallan peleas entre los feriantes y los locales, tanto que existe la palabra clem en el argot para estos enfrentamientos. La idea de que se usa el grito de "Hey, rube!" como una señal entre los feriantes de un primo problemático, una especie de llamada a las armas por si hay pelea, es según algunos más un recurso literario (aparece en varias obras sobre este mundo de la época) que real. 

La feria puede ser el escondite perfecto para un criminal fugado, frente para unos falsificadores de moneda o incluso la tapadera de una asesino en serie (por cierto que la expresión asesino en serie era desconocida aún en los años 20 y 30, pese a la existencia de casos reales bien conocidos como los de Earle Nelson, Joe Ball Albert Fish), que utilice el continuo movimiento de la feria para despistar sobre su pista, incluso cuyos crímenes no son descubiertos hasta después de que el espectáculo haya desaparecido, más allá del horizonte. 

El mismismo La Sombra debe enfrentarse en varias ocasiones a tramas relacionadas con ferias y circos, así  podemos mencionar, por ejemplo, El Circo del Crimen (Octubre, 1934), Venganza gitana (Agosto, 1934) o los Asesinatos del espectáculo de fenómenos (Mayo, 1944). No hay que olvidar que Walter B. Gibson (el autor principal bajo el seudónimo Maxwell Grant) era el mismo un mago profesional y, por tanto, muchos aspectos de ese mundillo aparecen aquí y allá en las historias escritas por él. 

Uno de los sospechosos más habituales suele ser el payaso, que se convierte en asesino (el Twisty de AHS: Freak Show por ejemplo), genio del crimen (el Joker en sus múltiples facetas) o, incluso, encarnación preternatural del terror y la locura (como en It o en El Circo de la Familia Pilo de Will Elliott). El contraste entre la supuesta inocencia y alegría del payaso y un lado oscuro,  además del hecho de que es un adulto que se oculta bajo un disfraz, aún mientras se exhibe al mundo, crea una imagen muy potente; imagen utilizada  a menudo en las portadas de los pulps, donde un payaso armado con una pistola o un cuchillo aparece cometiendo, o a punto de cometer, un crimen (y para muestra, un botón) usualmente contra una acróbata (preferiblemente en mallas).


Crímenes excepcionales

El ambiente de la feria, es, como ha demostrado repetidamente la ficción, perfecto también para ocultar secretos más peligrosos y arcanos. Al fin y al cabo... ¿Qué lugar mejor ocultar un monstruo real que un entorno donde todos los monstruos son falsos? 

Por un lado es posible imaginar a un empresario que se haga con la posesión de una criatura monstruosa o fantástica y la exhiba entre sus fenómenos y maravillas (posiblemente una criatura inmadura, herida o que mantiene drogada). En realidad existe ya al menos un módulo oficial (para La llamada de Cthulhu) que gira en torno a esta premisa, en Tales of the Miskatonik Valley, pero es posible pensar aún en variaciones de este tema. Quizá la criatura haya huido por su propia voluntad de su sociedad natal (y busque ayuda para evitar ser devuelta a ella) o se trate, en realidad, de una mente maestra que se hecho en secreto con el control de todo el tinglado y/o utiliza la feria para viajar por el país, sin llamar la atención.

En el la novela de 1935 El Circo del Doctor Lao (que fue adaptada al cine, mediocremente, en 1964) se lleva un paso más lejos con un pequeño circo ambulante que oculta, en realidad, toda una colección de criaturas sobrenaturales, incluida una serpiente marina, un fauno, una mujer lobo o una cría del ave roc. Una lectura extraña, pero recomendable como inspiración, si bien con un tono marcadamente humorístico (y pasajes innegablemente racistas). 

La más contemporánea Bacchanal, de Veronica Henry, utiliza también una feria ambulante de los 30 como refugio, o prisión, de una galería de seres sobrenaturales de tradición fundamentalmente africana, y ofrece también una visión interesante de aspectos de la vida de la población afroamericana. 

También es posible que entre la chatarra de la galería de maravillas se encuentre un artefacto real (aunque posiblemente mal identificado), con capacidades peligrosas  o que es utilizado por alguien de la feria de forma poco ética. Quizás la supuesta momia es más real de lo que parece, esas extrañas joyas fueron traídas de una misteriosa región de los mares del Sur o esa figura de un ser monstruoso invoque a una monstruosidad real. De la misma manera, quizás el Museo de Cera oculte cadáveres reales (o personas vivas paralizadas de alguna manera) como figuras sorprendentemente realistas.

La dirección de la feria puede ser consciente de lo que oculta, o ser una víctima más de las fuerzas oscuras en su espectáculo. Quizás la más influyente de las ferias literarias sobrenaturales haya sido La feria de las Tinieblas de Ray Bradbury, como una especie de trampa moral y física para los visitantes desprevenidos. Su pérfido director, jefe de pista y hombre tatuado, Mr. Dark, es un personaje que ha devenido casi en arquetipo. 

De forma similar, en el antiguo Mundo de Tinieblas,  el Circo de la Medianoche, era también una trampa del mismo tipo además un nexo de unión entre diversos juegos de la línea, con una variedad de habitantes, provenientes de los universos de Vampiro, Mago, Hombre Lobo, Changeling y Wraith. También La maldición de los cththonians incluye un módulo titulado la Feria siniestra (aunque más bien ser refiere a un Parque de Atracciones fijo que una feria ambulante) con similares características.

Sin embargo, la excepcionalidad de los fenómenos, y su posición como descastados, les convierten también en representantes, especialmente en la ficción más contemporánea, de cualquier marginado y el oprimido y, por tanto en héroes ideales de una historia que vaya contra los prejuicios o los estereotipos.  Así los personajes pueden representar a un grupo de feriantes (con o sin capacidades excepcionales) bien intencionados que van encontrándose aventuras haya por donde van, permitiendo tanto un elenco de personajes principales y secundarios estables como un continuo cambio de escenario y tramas.  

En un universo poblado de seres superhumanos puede ser el lugar escogido por estos para ocultarse  (especialmente aquellos que tienen una apariencia inhumana o excepcional). No hay que olvidar que el mismo concepto de traje de superhéroe está muy inspirado en los trajes de los forzudos y acróbatas de circo y que parte del pasado de muchos personajes incluye el haber sido exhibido o actuar en un circo o en una de estas ferias (podemos señalar a Ojo de Halcón, Deadman o el Robin original, Dick Grayson, como ejemplos). 

También los supervillanos inspirados por el circo o las ferias son un clásico, a menudo convirtiendo una troupe en un equipo de criminales circenses elevando sus capacidades a niveles sobrehumanos. Así el Maestro Ceremonias y su circo del Crimen (Marvel), han reunido en sus múltiples encarnaciones una serie de arquetipos que van desde el circo clásico al más moderno, estilo Circo del Sol. Y citar todos los villanos de Batman con inspiración del circo o de los espectáculos de fenómenos sería inacabable, pero vamos a limitarnos a señalar al Circo de lo Extraño, como ejemplo más puro. 



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