África occidental en la época de Solomon Kane: Introducción

Imagen con el título, con un montaje entre una ilustración de angus MacBride que muestra una comitiva real de África occidental y la primera representación Europea del emperador de Mali en un portulano


Quizás es el momento de fijar nuestra atención lejos de Europa y desplazarnos en una región que tiene una especial importancia en las historias originales de Solomon Kane: África occidental.  Lo cierto es que Kane se mueve en una geografía casi mítica de junglas y ciudades abandonadas, más que en una idea realista del continente, en estas entradas pretendo dar algunos trazos para dar una visión más diversa, donde el África real interacciona con esa visión fantástica.


Descripción geográfica

La región se divide en dos grandes áreas geográficas, la septentrional e interior es conocida como Sudán Occidental (del árabe bilād as-sūdān o "país de los negros" y que es importante no confundir con la república de Sudán, en la parte oriental de África), mientras que  la costa atlántica está dividida en varias subregiones. 

Normalmente el límite entre el Sudán y el desierto del Sáhara, por la costa, se considera la desembocadura del río Senegal (que aún sirve como frontera entre las actuales Mauritania, al norte, y Senegal, al sur) y por ello se aplica el nombre de Senegambia a la parte norte de la costa occidental (uniendo el nombre del Senegal con otro río más meridional, el Gambia). Siguiendo la costa encontramos las regiones conocidas en los mapas europeos como Sierra Leona, Costa del Grano (o Costa de Barlovento), Costa del Marfil, Costa del Oro y Costa de los Esclavos (estas últimas por el producto más común exportado en cada zona hacia Europa) Guinea es también un nombre geográfico utilizado a menudo para referirse a toda la zona y especialmente a la costa. 


En el interior el río Níger (nombre europeo, en Songhai es conocido simplemente como Isa "el río" o Isa Beri "el gran río") forma un gigantesco arco de casi 4200 kilómetros, desde su nacimiento en el oeste (en la actual Guinea y a solo 240 km de la costa), sube hacia el noreste hasta la altura de Tombuctú para luego girar hacia el sur, hasta su desembocadura (en la actual Nigeria), y sirve como forma de comunicación trascendental en el comercio interior. Uno de sus afluentes, el Benue, extiende aún más el alcance de estas redes comerciales hacia el este.

Esas vías fluviales, unidas a las rutas de caravanas de larga distancia transahararianas convierte el norte del Sudán en una encrucijada comercial fundamental durante siglos (con las ciudades de Tombuctú, Agadez, Djenné y Gao como cabezas de dichas rutas). Desde el norte llegan fundamentalmente sal, cobre, telas (incluyendo sedas) y bienes manufacturados, desde el sur, oro, marfil, esclavos y la, apreciada como estimulante, nuez de cola. Los cauríes (singular cauri, un tipo de caracola), rollos de tejido o lingotes de hierro son utilizados  normalmente como moneda por los distintos pueblos y estados que habitan la región. A finales del XVI los portugueses comienzan a importar masivamente cauríes de sus posesiones americanas, provocando un desplome en su valor.

Descripción humana 

En toda la región se habla una gran variedad de idiomas, la mayoría se consideran pertenecientes a una misma familia hipotética, la Níger-Congo (con subgrupos como los grupos de lenguas mandé, dogón, fulani, kru, gur, kwa, yoruba, ibibo), junto con otras que forman parte de las familias nilo-sahariana (songhai) y afroasiática (hausa). Se calcula que en total se hablan más de 500 lenguas, normalmente superpuestas a un mapa étnico y político igualmente complejo. Por simplificar en términos de juego, que no en la realidad, puedes considerar el uso de un número limitado de habilidades y asumir cierta inteligibilidad entre lenguas de la misma familia o subfamilia (además de utilizar la regla de lenguas adicionales por el dado de Astucia). Además la lengua culta en las ciudades del norte es el árabe y también pueden encontrarse hablantes de lenguas bereberes entre sus habitantes.

Religiosamente, aunque gran parte de las élites están más o menos islamizadas, también hay una variedad de creencias tradicionales, la mayoría con un enfoque animista. El sincretismo entre ambas creencias, o la convivencia entre unas y otras, es constante. El cristianismo es extremadamente minoritario, limitándose a conversiones casi individuales en algunas poblaciones costeras, especialmente en las factorías portuguesas. Al contrario que en otras áreas no hay un verdadero impuslo evangelizador hasta mucho más tarde. 

Los grupos islamizados siguen normas de vestuario similares a las del norte de África, y de allí se importa gran parte de la tela de algodón utilizada. Las túnicas (en diversos estilos que han desembocado diversos tipos actuales como el dashiki), tanto para hombres como para mujeres, son una pieza común de vestuario, así como los turbantes o tocados de tela. Otros pueblos, como los Akan, utilizan largas telas similares a togas. En muchas regiones la ropa es muy sencilla, usando  principalmente pieles, tela de corteza y otros materiales naturales para el mínimo de vestimenta utilizada. 

En otras formas de decoración personal el uso de conchas de caurí es también muy habitual, y se convierte también en una forma sencilla de llevar cambio, así como peinados elaborados con trenzas, cardados y similar. Algunas poblaciones utilizan la escarificación como forma de decoración corporal e identificación étnica y social (pertenencia a determinados grupos de edad, rituales o linajes). El oro, y otros metales, en forma de collares, pendientes, brazaletes o pulseras también es común.

Una bolsita de arpillera sobre una superficie blanca, de la boca entreabierta salen algunas conchas de cauríes


Situación política

El poder político más importante de la región es  (desde mediados del siglo XIV) el imperio Songhai, aunque en gran parte ha heredado sus tradiciones políticas y forma administrativa del más antiguo imperio de Mali, al que en gran parte (pero no totalmente) han absorbido. Su dominio de las rutas comerciales antes mencionadas lo transforma en uno de los estados más ricos de la época. Pero sus fronteras son, a veces, imprecisas ya que, junto con los territorios centrales bajo el control directo del imperio, en la periferia las lealtades no siempre están claras y aprovechan cualquier debilidad para funcionar como estados independientes. 

En 1591, sin embargo, este imperio se derrumba ante la invasión organizada desde el norte por el sultán de Marruecos Ahmad al-Mansur. En la batalla de Tondibi (13 de Marzo) el ejército songhai (que no disponía de armas de fuego) es aplastado por los arcabuceros marroquíes. Estos, que pasan a ser conocidos como arma, establecen algunas guarniciones en el río  Niger y se nombra un pasha (gobernador) en Tombuctú.  Marruecos pronto pierde el control de esta colonia, separada de su centro político por miles de kilómetros de desierto, desintegrándose en estados más pequeños y siendo prácticamente independientes a partir de 1607.

Como curiosidad, por cierto, el comandante de estos conquistadores marroquíes era Judar Pasha, un eunuco que había nacido bajo el nombre de Diego de Guevara en Cuevas de Almanzora (Almería) y que había sido capturado de niño por piratas y vendido como esclavo.  

Además de Songhai y Mali otros poderes regionales son los reinos de Akan, Benin, Bono, Cayor, Mossi, Oyo (aunque recientemente ha sido ocupado por sus vecinos y su capital saqueada) y los varios reinos o ciudades-estado Hausa. Otros múltiples pueblos habitan el área, a menudo sometidos en alguna medida a una de esas naciones más importantes.

A mediados del siglo XV los portugueses son los primeros comerciantes europeos en insertarse en el comercio regional. Pero, por el momento, su presencia es aún relativamente moderada, aunque creciente. Se limitan a establecer factorías comerciales (puestos pequeños y normalmente fortificados, con almacenes, muelles, unas pocas viviendas y una iglesia). Pero la más importantes podemos destacar Amina (fundada en 1471) a la que en 1482 se añadió una verdadera fortaleza y poco después se le dio un fuero propio. La ciudad, que paso a conocerse como São Jorge da Mina, contaba con su propio gobernador y era el centro del comercio de oro y esclavos hacia Europa. En la época de Solomon Kane las flotas  que salían hacia y desde São Jorge da Mina eran a menudo atacadas por corsarios franceses, ingleses y neerlandeses. Estos últimos intentaron conquistarla, sin éxito, en 1597 y finalmente se hicieron con ella en 1637.


Aviso: racismo, esclavitud y otros males

No quiero andarme con rodeos, ni paños calientes, antes de dejar clara una cosa: Robert E. Howard era, innegablemente, un racista, impregnado de los prejuicios más notorios de su época, pero también por su condición y su historia personal y familiar. Buscar excusas o intentar negar la mayor siempre me ha parecido, no solo una labor inútil (ya que es algo bastante transparente para cualquiera que haya leído sobre el autor) si no un poco infantil, como si reconocer, y criticar, esto significara negar su valor en otros sentidos o fuera el primer paso para la temida, pero generalmente inocua, cancelación. 

Podemos destacar las ocasiones en que sus mejores instintos se imponían a dicho racismo, que los hay,  o señalar que, en general, su opinión sobre el género humano en su conjunto no era muy halagüeña (sin distinción de colores), pero negar la forma en que sus prejuicios moldean su imagen de África no tiene sentido.

De forma complementaria, Howard tiene una visión racialista de la historia, una en que las dinámicas raciales, innatas, son asumidas como motivadores básicos de los acontecimientos históricos, y también lo son, a menudo, de sus personajes. Este racialismo es complementario (y no consustancial) a su racismo, y, a veces, incluso le lleva a contradicciones internas. Hay que tener en cuenta que las actitudes personales de Howard le sitúan frente a otras razas, y a África en particular, en una posición paradójica y ambivalente (similar, en algunos sentidos, a la que tiene frente a los nativos americanos y a su visión, muy poco histórica, de los pictos). Por un lado, su entusiasmo por lo primitivo, y su desprecio por lo decadente de la civilización, le llevan a romantizar la vida salvaje y lo percibido como bárbaro, como conservación de valores más puros y auténticos; por otro, al tratar con poblaciones no europeas, no puede evitar los tópicos supremacistas y denigrar el mismo barbarismo, supuesto, que idealiza. 

Es interesante considerar como esta ambivalencia se trasmite al mismo Solomon Kane, que es descrito como fascinado y atraído por África (que en la mente de Howard es el arquetipo de lo primitivo), como eco de su propio barbarismo ancestral, pero, al mismo tiempo, vive esa atracción mezclada con el horror, y cierta repugnancia. En ese sentido creo que la historia más interesante es Alas en la noche, en que no solo hay un acercamiento empático y humano hacia una población nativa, los bogonda, si no además donde la imagen de civilización racional de Kane, y su visión como salvador blanco, se ve completamente destrozada: Kane no solo fracasa en sus objetivos, si no que su única respuesta es la furia salvaje e irracional (y una venganza brutal). 

Por otra parte, muchas veces, las imágenes que utiliza Howard para su África, están más asociadas a su presente, y el pasado reciente de su propio país, que a la época que intenta retratar. Así su N'Longa, pese a tratarse de un personaje dotado de algunos rasgos positivos (incluso heroicos), tiene más de los tópicos del hechicero hoodoo del sur de los E.E.U.U. (y del medico brujo de la novela de aventuras) que de ningún intento de representación de la espiritualidad africana. Es fácil apreciar las similitudes, por ejemplo, con el malvado Saul Stark de la historia Canaán Negro, del mismo autor (a su vez inspirado por el semi histórico Kelly el conjurador, al que Howard también dedicó un texto). También es interesante apreciar cierta actitud ambivalente en Palomos del infierno, posiblemente su mejor historia de terror (aunque uno de los títulos más risibles). 

Por eso, creo, la esclavitud aparece una y otra vez en los relatos africanos de Kane, muchas veces con la aberrante idea de que Kane mismo es tratado como un esclavo (véase el fragmento de Los hijos de Assur) o donde la amenaza de la rebelión de los esclavos (o ex-esclavos) frente a la civilización es un riesgo casi apocalíptico (y podemos también hablar del relato Cabeza de lobo, donde lleva al licántropo de Montour a África e igualmente el orden corrupto se ve amenazado por el caos representado por los esclavos). Terrores estos, sinceramente, más propios del estadounidense blanco del siglo XX, donde crece el Ku Klux Klan hasta los seis millones de miembros y donde surgen las primeras ideas de la gran sustitución, que de un europeo del siglo XVI. 

Y no es que la esclavitud fuera desconocida en la región y es un tema insoslayable: las sociedades nativas a menudo utilizaban mano de obra no-libre (por ejemplo, el imperio Songhai utiliza poblaciones sometidas masivamente, incluso en sus ejércitos) y los comerciantes de esclavos llevaban siglos utilizando las rutas terrestres para alimentar los mercados del mediterráneo islámico, especialmente para la creciente industria azucarera en Marruecos. Algunas naciones africanas siguieron siendo, aún en este periodo, importadores netos de esclavos más que exportadores, como el rico en oro país de Akan.

A partir de 1440 cuando los peninsulares (portugueses primero y castellanos después) se insertan en ese mismo mercado y, muy pronto, la escala del mismo, impulsada por la exigencia de mano de obra para las nacientes economías de plantación en América, llegaría a niveles nunca conocidos anteriormente. Que solo se incrementaría aún más cuando (a mediados del XVI) las naciones del norte de Europa, especialmente Holanda e Inglaterra, añadieron sus propios barcos (y, más tarde, sus propias colonias de plantación).

Hablar de esclavitud resultará inevitable, pero espero dejar claro que no es la única realidad ni identidad posible para los africanos que los personajes se encuentren o interpreten, y ofrecer una galería más amplia de imágenes que estos estereotipos. Especialmente es importante desechar la idea (producto de la cultura de los últimos siglos) de que la negritud conlleva necesariamente la idea de esclavitud, es decir que esa sea la identidad asumida por defecto, es algo que no tiene lugar en el siglo XVI y, aún menos, en la misma África. 


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