Bueno, nunca es tarde para ponerse al día y después de leer el muy recomendable libro sobre el Los Angeles criminal titulado L.A. Noir de John Buntin, recordé que tenía una serie negra ambientada en Los Angeles a medio ver, la segunda temporada del Perry Mason de Max.
Creí que en su momento había reseñado la primera temporada, pero resulta que solo reseñé el primer episodio, y ahora mismo me da algo de pereza volver atrás. Así que ignoremos que no he entrado más en profundidad en la primera temporada, aunque tiene cosas muy interesantes como el uso de la Hermana Alice, la predicadora interpretada por Tatiana Maslany (eco de la autentica Hermana Aime) o el magnífico trabajo que hace John Lithgow, y saltaré directamente a la segunda.
Entre las dos temporadas ha habido un cambio en la producción de la serie, con Michel Begler y Jack Amiel (creadores de The Nick) tomando el relevo al timón de la misma, como productores ejecutivos, showrunners y escritores de gran parte de los episodios, de manos de Ron Fitzgerald y Rolin Jones. Pese a ello mucho de lo que decía en esa reseña parcial puede seguir aplicándose.
El aspecto visual de la serie es impecable, con una fotografía de alto contraste, que busca recrear las luces tamizadas y sombras profundas del cine negro clásico, aunque debe hacerlo con unas composiciones ajustadas al formato panorámico de las televisiones actuales, aunque en muchos casos mantiene la acción en el centro del encuadre, dejando los lados fuera de foco. El elenco de directores tiene más experiencia en la televisión que el cine (Jessica Lowrey, Nina Lopez-Corrado, Marialy Rivas y Fernando Coimbra) pero forma un equipo sorprendentemente joven e internacional, apoyado en el buen trabajo del equipo de fotografía e iluminación para crear una obra visualmente muy coherente.
El trabajo de vestuario y ambientación es soberbio, quizás más estilizado y pulcro que el de la primera temporada (y algo parecido se podría decir sobre el argumento), me fascinan esos pasillos y esos salones, esas casas soleadas donde transcurren pactos oscuros,a pero sobre todo los escenarios recurrentes del despacho y el tribunal, donde transcurre buena parte de los momentos más interesantes de los ocho episodios.
La banda sonora, de Terence Blanchard, utiliza sonoridades de jazz para despertar aún más esas asociaciones con el arquetipo de cine negro (aunque sutilmente, menos en los títulos de crédito, mezcladas con instrumentaciones modernas), aunque ocasionalmente es demasiado insistente en sus subrayados (a veces las entradas de trompeta provocan casi un sobresalto). Por eso mismo no la recomiendo especialmente para usarla para el rol sin tener mucho cuidado en medir los tiempos y ajustar la pista a la escena.
La serie utiliza un buen puñado de referentes históricos, algunos ligeramente anacrónicos como los intentos de llevar un equipo de la liga nacional a Los Angeles (algo que realmente no sucedería hasta 1958, aunque en los 30 contaba con varios equipos en categorías menores, como Los Angeles Angels, en la Liga de la costa del pacífico, o los White Sox, en la Liga Negra), la existencia de barcos-casino que actuaban más allá de las aguas jurisdiccionales (por ejemplo el S.S. Rex, que fue hundido en 1939), el papel de la corrupción policial en la ciudad, las tensiones raciales crecientes, los acontecimientos internacionales previos a la Segunda Guerra Mundial,...
En este caso, y frente a la primera temporada donde Mason trabajaba mayormente como detective, nos acercamos un poco más a la serie televisiva (y los orígenes pulp del personaje) al darle por fin un papel principal en el proceso judicial y a la actuación de nuestros protagonistas como abogados. Nuestros héroes siguen siendo el depresivo, pero algo más animado, Perry Mason de Matthew Rhys, la "ya no es la secretaria" Della Street de Juliet Rylance y el detective Paul Drake de Chris Chalk. Los tres siguen funcionando perfectamente en sus secciones de la trama, y especialmente el argumento secundario en torno a Paul Drake y el mundo criminal afroamericano, ofrecen una interesante textura adicional a la serie. Por contra me ha parecido algo flojo, sin embargo, el argumento romántico tanto de Perry como de Della, aunque este último sirve para abrir un interesante discurso secundario en relación a la percepción de la homosexualidad en la época.
La introducción de problemáticas sociales como parte fundamental del argumento y de las historias de los personajes está bien integrada, aunque sea totalmente alienígena al Perry Mason original. Entre la duda de si ignorar conscientemente estas problemáticas o confrontarlas de frente, las dos opciones más comunes a la hora de recrear el pasado, la serie opta por confrontarlas. Sus personajes principales están más allá de sus prejuicios (en general) y luchan contra ellos, pero dentro de los límites en que dicha resistencia es plausible. Somos conscientes de que la carrera de Della o del fiscal del distrito Hamilton Burger (Justin Kirk) pueden ser destrozadas por una acusación o que el ambiguo papel entre líder de su comunidad y jefe criminal de Melvin Perkins (Christopher Carrington) era una realidad en muchas comunidades étnicas, en un país fuertemente estratificado en ese sentido. En ese sentido los guionistas se permiten una pequeña victoria, algo más que el paisaje de desastres en que acababa el caso de la primera temporada, aunque sea una victoria menor.
No entiendo demasiado bien que, teniendo en cuenta el papel de la problemática racial en torno a los hispanos en el argumento de esta temporada, que como la anterior se centra en un único caso largo en vez de un caso diferente por episodio, se haya infrautilizado el personaje de Lupe (Veronica Falcón). Si se utiliza con bastante inteligencia al Peter Strickland de Shea Whigham (actor que parece haber nacido para interpretar a esta clase de personajes). Entre los personajes nuevos destacar el papel, algo desaprovechado por la forma en que se va desvelando la trama, de Camila Nygaard (Hope Davis).
En general una temporada redonda, que hace un poquito más esperanzador (al menos en cuanto a las posibilidades de luchar contra las injusticias) el mundo de este Perry Mason noir, y ofrece una interesante galería de personajes y temas.
Puntuación: 8/10
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