Durante muchos años he escuchado las críticas hacia el Templo Maldito como "la peor película de Indiana Jones" (puesto que muchos dan a la cuarta o quinta entrega), incluso como una mala película de forma absoluta. Yo personalmente nunca he tenido esa sensación, yo diría que solo es superada por la primera película y, en un nivel general, sigue siendo una de las mejores películas de aventuras de la historia.
Es innegable que el Templo Maldito es una película más oscura que En busca del Arca Perdida , pero es mi impresión que la ruptura es menos clara de lo que parece al público actual, por que consciente o subconscientemente no solo la están comparando con su antecesora, si no que también la están comparando con la innegablemente más luminosa La Última Cruzada. El Indiana Jones de esta segunda película, desde mi punto de vista, es totalmente consecuente con una versión algo más joven, y ruda, del personaje original, pero cuesta verlo como el antecesor del personaje más heroico, más apto para las familias, de la tercera película.
Indy, en su primera aparición, es un personaje que viaja por el mundo haciéndose con tesoros culturales de formas más o menos turbias y que, innegablemente, tiene un lado oscuro. Parte fundamental de esa primera aventura son las constantes referencias a cuan escasa, en realidad, es la diferencia entre sus métodos y los del villano Belloq. El Templo Maldito se crea como una precuela y considerando que el arco narrativo de la primera película es, en parte, una historia de redención, parece evidente que este Indy está aún más cerca de su lado oscuro y, personalmente, es algo que me encanta, pero que mucha gente considera un error. En muchos momentos la película no solo es más oscura, si no que incluso en los momentos de humor este se trata de un humor más cruel de lo que habíamos visto y veremos en futuras entregas.
Hay que tener en cuenta que una parte fundamental de la creación de la primera película había sido una serie de conversaciones en las que Lucas, Spielberg y Lawrence Kasdan (el gran ausente en esta segunda) habían discutido diversos elementos de la trama, diversas escenas y personajes que podrían aparecer. En esas conversaciones podemos ver, claro, muchas cosas que aparecer en En busca del Arca Perdida, pero también muchas que se quedaron fuera y que encuentran su camino hasta el Templo Maldito (por ejemplo todo el prólogo en Shanghai). En muchos aspectos el Templo Maldito es, por ello, como una segunda mitad de su antecesora y quizás por eso mismo (y esta es para mi su principal debilidad) carece de un tema propio, de un arco a través del que llevar al personaje, como si hace la Última Cruzada (aunque en ella también le vemos pasar del escepticismo a la fe).
Si hay algo parecido a un tema, sin llegar a desarrollarse completamente, es en relación con la infancia y de la crueldad hacia los niños. Este parece ser un tema importante para Lucas durante el periodo de grabación de la película (estaba divorciándose de su primera mujer Marcia Lucas y enfrascado en disputas por la custodia de su hija Amanda). A esa luz creo que debemos interpretar la relación entre el arqueólogo y su ayudante Tapón (y el rescate de los niños esclavos trayendo de nuevo la alegría al pueblo) y posiblemente la escena fundamental de la película debería ser el momento en que el niño, aplicándole una antorcha, rompe el control mental sobre Indy, provocado por el Sueño negro de Kali Ma.
Pero quizás, por inhabilidad del guion (realizado por Willard Huyck y Gloria Katz, los guionistas de American Graffiti) o por un sorprendente fallo en la dirección de Spielberg, no consigue trasmitirse completamente que ese debería ser el corazón emocional de la película. En cierto sentido no ayuda que las piedras de Sankara parezcan desconectadas de ese subtexto. Tapón (Ke Huy Quan), por otra parte, es un personaje que divide al público, al menos yo conozco a algunas personas que lo consideran insoportable (comparándolo con Jar Jar Binks, nada más y nada menos), pero para mi su personaje y el actor se compenetran perfectamente con Ford para servir como un contrapunto de esa oscuridad y mala leche que inunda la película.
La situación personal de Lucas, y en parte también Spielberg (que a su vez estaba en medio de una ruptura, con la actriz Amy Irving), también quizás provoca que el retrato de Willie (Kate Capshaw) esté teñido de un barniz de misoginia, o al menos una imagen bastante negativa del personaje basada en estereotipos de la feminidad. Al contrario que con Marion, la relación entre los dos protagonistas adultos parece basarse única y completamente en el deseo, en muchos momentos ni siquiera parece que se caigan demasiado bien. En parte también una responsabilidad puede encontrarse en la ausencia de Kasdan en los diálogos, que quizás habrían podido acentuar los tonos de comedia screwball, que se echan en falta en gran parte de sus escenas.
Visualmente la película funciona perfectamente y creo que eso es indiscutible, la fotografía de alto contraste, alta saturación y profundidad de Douglas Slocombe se luce en las escenas oscuras (en las que pese a todo vemos todo lo que necesitamos ver) o iluminadas por el rojizo resplandor de la lava y las llamas (de forma muy poco realista, es cierto), creando interesantes juegos entre primer plano y fondo y figuras claramente delineadas en claro oscuro. Unido a la habilidad para situar y mover a los personajes fuera y dentro de plano que siempre ha tenido Spielberg, crea una narración visual potentísima.
La escena inicial en el club Obi Wan (y el interludio musical en homenaje a las películas de Busby Berkeley) me parece una de las mejores secuencias de toda la serie de Indiana Jones. Desde la tensión con el intercambio de objetos a través de la mesa giratoria al escape final a través de la ventana, con una mezcla casi perfecta de humor y acción.
La escena de las vagonetas ha sido destacada tantas veces que solo creo necesario mencionar el magnífico montaje combinando maquetas e imagen de los actores de forma casi impecable. Pero es, de principio a fin, una maravilla de gestión del tiempo, la tensión y las reglas de la narrativa aventurera. De la misma manera el enfrentamiento final en el puente, también muestra como el conflicto se va complicando y resolviendo en una escalada dramática, hasta el duelo personal entre el héroe y el villano (en que Indy utiliza una invocación al dios Shiva para derrotar a su oponente).
Harrison Ford está gigantesco como el personaje titular, aunque sea una versión menos agradable del personaje, sigue derrochando carisma en todo momento. Aquí no vemos, quizás brevemente en la escena de la cena, el lado estudioso de Indy, pero sigue resultando notorio como, pese a sus habilidades y determinación, Ford consigue trasmitir perfectamente la idea de que, demasiado a menudo, se encuentra con problemas que le superan completamente.
Es necesario hablar sobre orientalismo, la visión exótica y impersonal de la población nativa presente en la mayor parte de la película. El tono de "salvador blanco" llega a tener una manifestación literal en pantalla (con la llegada de Indy al pueblo rodeado de las manos expectantes de los nativos suplicando su ayuda), que en el plano de narrativa visual tiene un eco en los niños esclavos alzando sus manos, a su vez, para que les quiten los grilletes. En cierto aspecto más positivo, frente a las reliquias judeo-cristianas de la primera (el Arca de la Alianza) y tercera película (el Santo Grial), y su poder subyacente, poner las piedras de Sankara como objetos igualmente sagrados y poderosos es una opción más abierta cultural y narrativamente: el poder de Shiva es, al menos en el universo de Indiana Jones, tan real como el del dios bíblico. En realidad Indy solo derrota a Mola Ram invocando precisamente el poder de Shiva y no un poder extraído de su propia tradición cultural.
Por otro lado creo que la película intenta hacer una distinción, que se pierde para el público, entre el héroe americano y liberador (por tanto "inocente" en la colonización india en una visión adanista típicamente americana) y los británicos, el papel de el capitán Blumburtt ((Philip Stone) parece ciertamente un poco ridículo en su inefectiva vigilancia. Así podríamos argumentar que cierto sentido del humor, cruel como hemos dicho, subraya, en realidad, lo ridículo y que los tópicos son presentados de una forma que no es seria, si no satirizando en parte los tropos que utiliza, pero igualmente resulta una carga excesiva para la película.
En particular una de las escenas que más reacciones provocan entre los hindúes (en ocasiones con comentarios que, por su parte, son racistas hacia los chinos) es la del banquete repugnante, escena que una omisión en la película hace peor de lo que el guion (y la novelización original) plantean. En el texto, en dos líneas de diálogo, Indy y el capitán Blumburtt comentan lo inusual de la comida y que "incluso si están intentando asustarnos, ningún devoto hindú si quiera tocaría carne... te hace preguntarte ¿qué es entonces esta gente?". Un diálogo tan sencillo y rápido que, de nuevo, fue un error no incluir. Siendo amable, quizás en exceso, podríamos pensar que se cortó ya que la información no es exacta (aunque muchos hindúes son vegetarianos no es algo tan absoluto),o que debería resultar evidente para cualquiera que lo que está pasado no es normal. Es decir el objetivo de la escena (más allá de la comedia) es recalcar que esa gente, ese grupo de thugs, son malvados (hasta el extremo), pero es posible que el mensaje se pierda o parezca malintencionado.
Por otro lado, Mola Ram (Amrish Puri) funciona, por si mismo y magníficamente, como villano, dominando la escena desde el momento en que hace aparición. Interpretado en el límite de la locura, con una presencia acentuada por el magnífico diseño de su indumentaria ritual (con o sin el tocado) y una gran voz, también con un toque de teatralidad que sirve magníficamente al papel. Tal es así que eclipsa completamente a Roshan Seth como Chattar Lal, magnífico en la escena de la cena y un gran actor clásico pero que aquí desaparece demasiado pronto. Visualmente Mola Ram establece un paralelismo tanto con el sacerdote de Kali de Gunga Din (1939, George Stevens) como el de Los estranguladores de Bombay (The Stranglers of Bombay, 1959, Terence Fisher), ambos interpretados por actores europeos con maquillaje racial (el italiano Eduardo Ciannelli en la primera y el chipriota George Pastell en la segunda), pero supera a ambos con una interpretación realmente vesánica. El problema, posiblemente, es que no hay un personaje indio positivo que pueda equilibrar en cierta manera el retrato, el anciano de la aldea (D. R. Nanayakkara), o cualquiera de los anónimos habitantes de la misma, es demasiado episódico para hacerlo.
¿Puede cambiar un artículo como este la opinión de alguien sobre esta película? (¿o sobre cualquier película?), lo dudo mucho. Sospecho que en general la gente lee reseñas sobre películas, que ya ha visto o piensa ver, para confirmar sus opiniones anteriores, y que posiblemente solo refuerce lo que ya piensen sobre la misma. Espero, sin embargo, que si nunca la has visto (o algo de lo que he dicho te ha hecho replantearte tu opinión) le des una oportunidad, quizás te sorprenda.
Puntuación: 8/10
A mí siempre me ha gustado esta película más que la cruzada, que aunque muy divertida, me empalaga un poco. En el templo maldito, indy es más duro y egoísta, más un antihéroe que el héroe en el que se convertirá, y creo que enriquece el personaje.
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