Cosas para leer: Bogavante Johnson. Una cadena forjada en vida. Varios autores



Otro nuevo tomo en formato antología de historias del Bogavante. Cinco historias independientes con guiones de Mike Mignola y John Arcudi y portadas del dibujante Tonci Zonjic, así como el color en cuatro de ellas de Dave Stewart, en común.  Pese a los guiones realizados por John Arcudi (que entre 2012 y 2018 sería el principal escritor de las historias del personaje) hay muy poco de trama a largo plazo o continuada entre las historias, que vuelven a ser meras anécdotas sin continuidad. Ninguna de las historias cuenta nada que cambie la situación de los personajes, aún cuando reutilice personajes o situaciones anteriores. 

La costumbre de las colecciones del universo Hellboy a quedarse en sucesiones de anécdotas de los personajes, con historias cortas que siguen la misma estructura: presentación de un enemigo sobrenatural nuevo, algo de exposición sobre su origen  y un combate más o menos dramático, llega a hacerse agotadora en ocasiones.  Creo que limita mucho su posible alcance y desarrollo, especialmente si el dibujo y la narrativa queda en manos de autores menores. Para mi el Bogavante necesita más historias largas, en que se desarrolle más la mitología propia del personaje y su entorno, que no continuar con la sucesión de monstruos de la semana de forma indefinida. 

Quizás el problema es que la gran historia del Bogavante ya está contada (y quizás ya estaba contada desde el principio)  Parecía que con Zonjic a los lápices se había establecido cierta regularidad de trabajo (entre 2012 y 2018) que permitía historias a más largo plazo o con mayor efecto, pero volvemos en este volumen al batiburrillo de historias y dibujantes.

La historia que da título al tomo es particularmente anecdótica, utilizando el truco al estilo The Spirit (y que algunas historias de Batman, y su serie animada, han sabido aprovechar magistralmente) de contar una historia en que el justiciero protagonista aparece muy puntualmente y las escenas se centran en el papel de un hombre común, atrapado en medio de uno de sus casos, en este caso con ambientación navideña. Magnifica primera y última página del maestro Kevin Nowlan aunque el grueso de la historia es dibujada por Troy Nixei, con un estilo totalmente diferente y resultados menos espectaculares.

La segunda, El hombre olvidado, nos lleva a un asentamiento de chabolas (llamados en los 30 Hoovervilles como homenaje al presidente Hoover)  en una historia bastante convencional, se me ocurren al menos dos historias con el mismo giro central, y el dibujo del danés Peter Snejbjerg es correcto, sin más. Aunque el tema de la vida de estos poblados de chapa y cartón, situados a menudo en parques y áreas verdes consideradas idílicas antes del crash del 29, es un elemento interesante pero quizás sobre explotado. El título me ha traído a la cabeza el dramático número final de Vampiresas 1933 (Gold Diggers, 1933, Mervyn LeRoy) "Remember my Forgotten Man", que al contrario que el resto de la película (y en general el cine musical escapista de los 30) referenciaba directamente la Gran Depresión y los problemas de los veteranos de la Gran Guerra.

Toni Fejzula hace un trabajo más innovador con el dibujo y, sobre todo, el color (que en este caso no realiza el casi siempre omnipresente Dave Stewart) en la tercera historia, La mantis de cristal. La historia sin embargo parece  innecesariamente confusa y tampoco aporta nada realmente valioso. Es la típica historia de crimen y venganza sobrenatural que hemos visto infinidad de veces en múltiples formatos.

En El jardín de huesos el dibujo de Stephen Green vuelve por caminos más convencionales para narrar con efectividad lo que en la práctica es un largo combate con algo de exposición en el medio y al final. Hay algo de exposición sobre vudú (o fimbakonu, aparentemente una versión ficticia del vudú), pero termina violando sus propias normas para un final más espectacular. El uso de una tradición inventada, quizás para distanciarse ligeramente de las representaciones negativas de una religión real (e incluso es reflejada con cierta simpatía, ya que el compañero afroamericano del Bogavante resulta ser nieto de un hougan del vudú y usa sus conocimientos para el bien)

También la última historia, Mangekyô (caleidoscopio en japonés), es principalmente otro combate alargado, viendo el final posiblemente innecesariamente engordado, donde reaparece uno de los enemigos visualmente más peculiares del Bogavante (el Loto Carmesí y sus monos enmascarados) y que es dibujada con competencia por Ben Stenbeck. Es quizás la única que ofrece algo de continuidad con las miniseries regulares, pero habrá que esperar a siguientes historias a ver si esto va a alguna parte o es otro callejón sin salida.


Puntuación: 4/10



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