Solomon Kane: el regreso del señor Vernis

Pequeña aventura, casi una anécdota, para Solomon Kane ambientada en Averoigne.

Los personajes se encuentran en la ciudad averonesa de Vyones, en algún momento de paz relativa en medio de las guerras de religión.  Puede que lleguen por propia iniciativa a descubrir los sucesos descritos a continuación o puede que el señor Tailleur (el antiguo socio del desaparecido señor Vernis) les contrate para averiguar quien puede estar detrás de lo que califica una "broma macabra".

La historia hasta el momento
El veterano señor Vernis desapareció hace tres meses, cuando partió a una de sus habituales visitas a las granjas situadas al sur de la ciudad, en busca de género para su negocio de telas; sin embargo nunca llegó a dichas granjas, desapareciendo sin dejar rastro en algún punto al sur de la ciudad, hasta ahora. Hace dos semanas su esposa (Annette Vernis) y su socio (Antoine Tailleur) consiguieron que fuera declarado legalmente muerto y se aplicaron las disposiciones testamentarias: la viuda heredó la casa familiar y los bienes personales del difunto mientras que su mitad del negocio quedó bajo control del socio, dejando sin nada a Philippe, el único hijo del matrimonio de tan solo siete años de edad. 

Anoche algunos trabajadores de los almacenes de la firma aseguran haber visto al antiguo jefe, según su declaración llegó y de forma bastante tajante les ordenó que no le molestaran mientras se encerraba en su despacho, asustados y sorprendidos le dejaron pasar pero cuando superaron su miedo y quisieron entrar en el despacho se encontraron la sala totalmente desordenada y la ventana abierta de par en par, sin rastro del visitante.

En el pasado (lo que sucedió realmente)
Lo cierto es que hace tres meses Tailleur siguió a Vernis y, en las cercanías de la villa de Erlette, le atacó y lo mató, arrojando su cuerpo a una zanja al lado del camino, esperando que fuera encontrado al día siguiente y su muerte fuera achacada a la labor de bandidos o salteadores de caminos. Se sorprendió al ver que nadie informaba haberlo encontrado pero, según pasaban los días, dejó de preocuparse por ello.

Lo que no sabía es que aquel lugar era una de las salidas de los túneles de la comunidad de gules, que tienen en ese pueblo su hogar, y que fueron ellos quienes se llevaron el cuerpo a sus madrigueras. Uno de los gules, conocido como Vankod, decidió realizar el conjuro de Banquete de los gules, intrigado por la historia de ese hombre tan bien vestido, y evidentemente asesinado en su misma puerta. Un fallo en el conjuro hizo que los recuerdos de Vernis abrumaran la mente del ser necrófago, que huyó despavorido de los túneles, de vuelta a Vyones, creyendo ser fallecido, aunque con los recuerdos aún confusos y mezclados. 

Al llegar a la ciudad descubrió que su socio se había quedado con el negocio, y entonces recordó claramente a este atacándole, y matándole; también recordó que esas no eran las disposiciones reales de su testamento (en que todo debía ser heredado por su hijo, aunque con su esposa como beneficiaria secundaria) así que se dirigió al lugar donde escondía el testamento (el almacén) solo para descubrir que alguien ya lo había retirado de allí. Escondiéndose en el cementerio de la cercana parroquia de San Miguel, quizás sus instintos de gul imponiéndose en este caso, planea ahora confrontar a su esposa, que era la única que sabía el lugar donde se escondía el verdadero testamento y de la que empieza a tener claras sospechas.

Investigando el almacén
El almacén es un edificio grande pero prácticamente vacío, más allá de los paquetes de tela y lana sin tratar, con el despacho situado en un altillo, a la altura de un segundo piso. Es fácil ver que bajar por la ventana requiere una agilidad y fuerza notable, algo que el anciano señor Vernis, sin duda, no poseía. Si los personajes inspeccionan la sala descubrirán (con una tirada de Advertir), debajo del escritorio y bajo las tablas del suelo, un pequeño escondite, al parecer pensado para guardar cartas o documentos valiosos, aunque tiene una cerradura oculta (que no ha sido forzada) ahora mismo está abierto y vacío. 

Si interrogan a los trabajadores estos les dirán que no notaron nada extraño en su amo, aunque uno de ellos (el que parece más afectado por la circunstancia y no para de santiguarse) dirá que notó cierto olor extraño, un ligero toque a tierra húmeda, cuando pasó a su lado. 

Preguntando en la ciudad (Callejear)
La opinión general, desde los trabajadores a sus competidores, en la ciudad es que Vernis era un buen hombre, trabajador, buen cristiano (aunque sin excesos) pero también un poco demasiado inocente y bienintencionado. Si indagan un poco no es difícil que les lleguen rumores sobre que la señora Vernis no era particularmente fiel a su anciano marido e incluso algunos que dicen que no tardará mucho en contraer nupcias de nuevo con Tailleur. Confrontados con estas historias ambos las negaran tajantemente, indignados... pero, por si lo dudas, mintiendo.

La opinión general sobre Tailleur no es tan buena, hablando enseguida de su orgullo y malos modales, pero también, por otro lado, lo consideran un negociante mucho más hábil y despiadado. Es mucho más joven que Vernis, fue en realidad su padre quien fundó el negocio originalmente.

En otras partes de la ciudad nadie es consciente de haber visto a Vernis, no ha visitado a otras amistadas ni ha sido visto en sus lugares habituales, pero si indagan entre los guardias de los cementerios (quizás incitados por el comentario sobre la tierra húmeda) descubrirán que el guarda del cementerio de la parroquia de San Miguel (no muy lejos del almacén, ni de la casa Vernis aunque originalmente fuera de los muros de la ciudad) afirma a quienes quieren oírle que alguien ha entrado en el mismo y destrozado uno de los mausoleos (situados en la esquina suroeste del cementerio vallado), aunque hecha la culpa a "esos malditos hugonotes", la noche anterior.

El señor Vernis vuelve a casa
La noche siguiente a su visita al almacén (y la implicación de los jugadores) el gul que cree ser el señor Vernis se dirigirá a su casa familiar. Intentará evitar a cualquiera que pueda estar vigilando (utilizando su sigilo) y colarse por la entrada de servicio, asustando terriblemente a cualquier criado, para hablar con su mujer. Esta entrará en pánico al ver al supuesto muerto y este le hará confesar sus engaños antes de matarla,  antes de volver a perderse en la noche. Los gritos de la desafortunada Annette podrán atraer a cualquier vigilante, pero el gul intentará desaparecer antes de que estos lleguen o huir lo más rápido posible en vez de enfrentarse a ellos. Tampoco intentará ver a su hijo, pero, sí puede, hará que Annette le desvele donde ha escondido el verdadero testamento (en un cajón de su despacho) para dejarlo en un lugar visible (la parte de él que es Vernis quiere asegurarse de que su hijo reciba su justa herencia).

La casa del señor Tailleur
A pocas calles de distancia se encuentra la vivienda del socio, algo más pobre y pequeña que la de los Vernis pero aún así una buena casa burguesa. El gul no intentará atacar la misma noche, a no ser que se sienta perseguido y necesite apresurar el caso, eligiendo la noche siguiente para atacar a su socio.

Si este ha contratado a los personajes es muy posible que los disponga en su vivienda para protegerle, pero de todas maneras tomara precauciones, escondiendo un par de pistolas cargadas en distintos puntos de la casa (en uno de los cajones del escritorio en su despacho y en el almacén, entre los barriles de la parte oeste) confiando en que su redivido socio puede morir por un disparo. 

El resucitado intentará enfrentarse primero verbalmente a su oponente, pero Tailleur negará las acusaciones, poco a poco ambos irán perdiendo el control de si mismos uno por la ira y otro por el miedo, aunque en todo momento Tailleur intentará llegar a de las armas (quizás prometiendole entregarle el autentico testamento para llevarle hasta el despacho) y disparar a la criatura.

Si nadie lo impide el gul que creé ser el señor Vernis desaparecerá tras este enfrentamiento, mientras el efecto del conjuro finalmente se disipa y vuelve a su vida en los túneles de Erlette. Si los personajes deciden seguir al gul puede que descubran que esta comunidad (que está aliada con un culto humano a Mordiggian) es demasiado para ellos. 

El señor Vernis
El conjuro debería durar cuatro días, en total, y al principio de la aventura ya han pasado dos, según se aproxima el final del mismo (a medianoche del segundo día) su forma va revirtiendo más y más a su semblante bestial (le crecen los colmillos, la piel cambia poco a poco de color, la voz va cambiando y las garras crecen) y la personalidad despiadada del necrófago; esto no tiene efecto a nivel de reglas pero es algo que puedes remarcar en las descripciones para aumentar la sensación de terror del enfrentamiento. En general parece un hombre confuso y de aspecto débil, pero sorprendentemente fuerte y ágil, aunque Vankod es un hechicero capaz, al menos mientras siga creyendo ser el señor Vernis, no hará uso de sus habilidades como tal.

Atributos: Agilidad d10, Astucia d8, Espíritu d6, Fuerza d8, Vigor d8

Habilidades: Luchar d8, Hechicería d6, Intimidación d8, Advertir d8, Sigilo d10, Rastrear d8, Trepar d8.

Paso:  6  Parada:Dureza: 8.

Hechizos: Banquete de los gules, Oscuridad, Voz de ultratumba.

Capacidades especiales (en su  forma humana no se aplican las capacidades especiales del gul, excepto su condición de no muerto)
Garras: Fuerza+d4

Infravisión: sufre solo la mitad (redondeando hacia abajo) de las penalizaciones por baja iluminación cuando se trata de objetivos vivos.

Olfato agudo: +2 a Advertir y rastrear objetivos vivos.

Parálisis: Las víctimas golpeadas por las garras de un gul deben superar una tirada de Vigor con -2 o quedar paralizados durante 2d6 turnos.

Muerto viviente: +2 a dureza, +2 a recobrarse del aturdimiento; no recibe daño adicional por golpes apuntados; Inmune a la enfermedad y el veneno.

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