Cosas para leer (retro): el Capitán América de Mark Gruenwald , Paul Neary et al. (Tomo 1)



Hace unos meses hice la reseña de la serie sobre Halcón y Soldado de Invierno del MCU e hice un repaso, somero, de las historias de sustituciones de Steve Rogers como portador del escudo, mencionando por supuesto la etapa en que John Walker se convertía en el nuevo héroe enmascarado. En aquel momento me convencí de que necesita volver a leer y hablar sobre esa etapa.

Originalmente quería haber hecho la reseña sobre los viejos números de Marvel Two-in-One en que los leí, parcialmente, por primera vez (aquella época extraña en que empecé a leer Capitán América por que habían juntado su colección con la de Thor, que era la que quería leer originalmente) de forma similar a la reseña de Actos de Venganza, pero la más reciente edición del Capitán América de Mark Gruenwald por Panini en tres tomos (por ahora al menos) me da la ocasión de solventar las lagunas y ausencias de esos años y repasar toda la etapa preliminar (ya que, como muchas otras veces, comencé a comprar y leer esa etapa por la mitad


Mark Gruenwald es uno de los ejemplos clásicos del fan convertido en guionista (junto con Roy Thomas), con todos sus aspectos positivos y negativos. Por un lado mostraba un cariño por los personajes y el universo Marvel que se manifestaba en sus intentos por revalorizar la continuidad y elementos pasados, por otro coartaba sus propias posibilidades de creación de nuevos elementos, y de abrir vías nuevas, por ese mismo respeto por la historia anterior. 

En el caso del Capi, Gruenwald llevaba un tiempo siendo editor de la colección, que era guionizada por Michael Carlin, cuando decidieron hacer un cambio de papeles y pasar Carlin a editar la colección y Gruenwald a escribirla.  

El número en que se hace la transición  (Captain America #307 USA, fecha de portada Julio de 1985) no marca inmediatamente un punto de inflexión, continuando las tramas anteriores y con el mismo dibujante (Paul Neary); continuamos con personajes que parecen una carga de la etapa anterior, el poco interesante Nómada (que más tarde tendría una transformación típicamente noventera en justiciero violento con moto) o los secundarios de la vida neoyorkina del capitán (incluida su novia por entonces, Bernie Rosenthal) que no parecían interesar demasiado al guionista


Comienzan a perfilarse, sin embargo, algunos rasgos que se harán constantes en su etapa, como la aparición del Escuadrón Serpiente (que poco después, en el #310, se transformaría en la Sociedad Serpiente). Este era un grupo de supervillanos mercenarios, unidos por su tema ofidio común, y que sirven a Gruenwald (sorprendentemente) para hacer algunas reflexiones sobre el trabajo y los sindicatos. Entre ellos Iguana (desafortunada traducción del Diamondback original) que se convertirá en personaje recurrente e interés romántico del protagonista. Es un personaje por momentos incómodo de leer, su abierta actitud sexual parece algo torpe y forzada la mayor parte del tiempo, pero con cierto encanto por evitar el tipo de pareja que normalmente se ha asociado al Capi.

Pero es apenas unos números después (#312 USA) cuando comienza la que será la característica principal de la etapa, la revisión del papel simbólico del personaje y su significado político en el mundo y especialmente en la América de su época. Y es que amigos, los cómics siempre han sido políticos (no importa lo que unos cuantos se empeñen en afirmar).


Estamos en los años en que Ronald Reagan estaba en el punto álgido de su popularidad (en las elecciones de 1984 había obtenido un segundo mandato con casi un 60% del voto), pero también un momento de mucha actividad terrorista (en enero de 1986 se produciría el dramático secuestro del Achille Lauro, por ejemplo)  y tensión internacional en varios frentes (en el mismo 1986 estallaría el escándalo Irán-Contra) pero aún unos años antes de que la caída de la Unión Soviética trastocara profundamente todos los esquemas existentes.

Así introduce primero a un peculiar villano, el Sin Banderas, que encarna una posible crítica al chovinismo que, necesidades del género, descarga en forma de terrorismo y villanía. Sus ideales son presentados con cierta simpatía pero sus acciones lo desautorizan, de forma muy similar a la presentación de sus homónimos en la serie del MCU. Todo parece indicar que, unos y otros, podrían ser de los buenos, pero, por necesidad del guion, se convierten en innecesariamente violentos y así el héroe, pese a plantearse dudas morales sobre su papel o incluso simpatizar con sus argumentos, puede reafirmarse en su posición moderada

Aparece por sus páginas el Azote, una figura recurrente en varias colecciones (el tomo incluye muchas de esas apariciones en dos o tres páginas) que se dedicaba a pasearse por el universo Marvel ejecutando a villanos menores, escudado en una inmunidad de guion no demasiado creíble (ya que siempre consigue escapar y acabo con ellos con facilidad pasmosa). Parecía más una excusa para librarse de personajes que no consideraban interesantes (y el mismo Gruenwald lo reconoce en algún punto) y provocar algo de movimiento con una historia que se soluciona de forma torpe.


Pero es en el #323 (el último del tomo español) donde se presenta al nuevo personaje fundamental para comprender esta etapa: John Walker, bajo el disfraz entonces del Superpatriota. Este nuevo enmascarado vestido con los colores de la bandera se postula con la intención de reemplazar a Steve Rogers como símbolo de América.


El personaje aparece esta primera vez como un villano, pero con un discurso que resonaría con el discurso político de Reagan,  teñido además de la obsesión con el marketing y el éxito de los 80. Un tipo agresivo, maleducado, obsesionado con la fama, que es capaz de utilizar falsos villanos para provocar el caos en sus masivos mítines (y detenerlos como un truco publicitario) no parece un material muy heroico, pero en cierta forma era un reflejo de la sociedad americana más ajustado que su idealista antecesor. Cuando Superpatriota se pregunta, retóricamente, si el Capi es el mejor símbolo para América Gruenwald hace a sus lectores la misma pregunta.

En este punto de la historia, Superpatriota parece un contrapunto puntual del héroe principal, un espejo deformante para ver en que podría convertirse el héroe, pero nada parece indicar el futuro que le espera. A lo largo de la etapa veremos una indecisión en la caracterización del personaje, que va jugando a varios registros contradictorios, que lo perfilan como un antihéroe, como villano o como héroe imperfecto de forma alterna. A veces da la sensación de que Gruenwald, o la editorial, no se atreven a afilar más la crítica y ofrecen aspectos amables, como compensación de los más oscuros, o quizás nadie tenía muy claro cual podría ser su estatus final provocando inconsistencia en la caracterización.

En los lápices tenemos principalmente al británico Paul Neary, un fabuloso entintador, que aquí hace un trabajo aceptable, consistente, pero para nada emocionante, el mismo muy mediatizado por el entintado de cada número. A menudo el dibujo parece algo apresurado o mal acabado y parece tener problemas especialmente para dotar de credibilidad a las escenas cotidianas, la gente normal le quedan sistemáticamente extraños. Dibuja buenas escenas de combate, donde define bien el estilo atlético del personaje principal y sus distintos oponentes. A veces la falta de fondos, de nuevo parece asociada a un exceso de prisa, también se deja notar.



Mike Zeck, un dibujante muy superior para mi gusto, se encarga de algunas portadas y del Captain America Annual #8 USA, donde ofrece un breve cruce con Lobezno en una historia guionizada por Gruenwald pero sin mayor relación con la colección principal.

El diseño de Superpatriota, el principal personaje nuevo introducido en el tomo, permite contrastar a este frente a Steve Rogers (con un uniforme en que prima el color rojo frente al azul del héroe veterano y el corte de pelo a cepillo por fuera de la máscara) pero es totalmente olvidable desde un punto de vista icónico. 

Este primer tomo marca apenas el inicio de la historia del Superpatriota/USAgente y sirve como prólogo para las emociones más grandes que vendrán en el tomo siguiente. Va sembrando las semillas del enfrentamiento de Steve Rogers contra la el gobierno USA, encarnado en una oscura Comisión, y creando una nueva situación para todos los personajes.

Puntuación: 6/10

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