Cosas para leer: Bogavante Johnson, Integrales volumen 1 y volumen 2

 

Norma Editorial publica en español los recopilatorios de las diversas miniseries y colecciones que ha protagonizado El Bogavante (sigo pensando que el nombre no le hace justicia). La edición, siguiendo la americana, sigue el orden cronológico interno de las historias y no el orden de publicación, ofreciendo muy poco material original (solo dos historias cortas) frente a la publicación en tomos anterior. Incluye también todos los bocetos y arte conceptual por parte de los diversos autores. Como ya he reseñado en su momento todos los tomos anteriormente publicados os remito a dichas reseñas para un análisis más pormenorizado de cada historia y me voy a permitir aquí una digresión sobre la serie en general.

Debo mencionar que el orden cronológico interno, aunque tiene sentido para establecer la biografía y aventuras del personaje, oculta en parte la historia editorial que se explica el orden original de publicación, creando una sensación un poco extraña de incoherencia entre distintas partes de la serie.

Las historias abarcan un abanico de tiempo bastante amplio (publicadas originalmente entre 2007 y 2017) y, también, unas circunstancias muy diferentes respecto a la situación del Mignolaverse en general y de las series secundarias en particular. Este periodo de 10 años puede describirse, con alguna extensión en uno y otro sentido, como la época dorada (al menos comercialmente) del Mignolaverse. 

El nacimiento de la colección coincide con un periodo de diversificación de Mignola y sus colaboradores, que lanzan nuevas colecciones en torno a muchos de los personajes secundarios de la misma, en el que quizás fue el momento de mayor popularidad del personaje y su mundo. Así a lo largo de la década aparece La colección de la AIDP (a partir de 2002, con La Tierra Hueca), las miniseries de Abe Sapiens (2008, El ahogado) o Edward Grey (2009, Al servicio de los ángeles). También es la época de las traslaciones más exitosas de Hellboy al medio audiovisual, apareciendo no solo las dos películas de Guillermo del Toro (2004 y 2008) y las animadas la Espada de las Tormentas (2006) y Sangre y Hierro (2007). Del mismo modo también es el periodo en el que ven la luz más novelas de Hellboy (la primera El ejército perdido aparece en 1997 y una segunda en 2001, pero 9 son publicadas en el periodo 2005-2009) y la única novela sobre el Bogavante (2009). 

En este periodo de expansión, a veces, da la sensación que el impulso de diversificación es más comercial que creativo y que Mignola se extiende demasiado para hacer crecer la marca, pero sin una dirección clara de lo que pretende conseguir con algunas de estas colecciones. La primera historia publicada (que cronológicamente sin embargo es la más tardía, situándose en 1937, y por tanto aparece al final del segundo tomo del integral) el Prometeo de Hierro (Septiembre 2007- Enero 2008), peca precisamente de eso, ser un batiburrillo de las referencias pulp de Hellboy sin mucho sentido ni personalidad propia. Encadenando episodios como para cumplir un trámite. No ofrecía aparentemente demasiado con lo que trabajar, más allá de una mínima expansión de lo poco que sabíamos del personaje por los flashbacks e historias aparecidas en la serie principal. 

Por ello quizás la siguiente miniserie tarda cuatro años más en aparecer y lo hace con un enfoque muy diferente, con un equipo creativo más estable (ya no dependiendo tanto de Mike Mignola) y la decisión de retroceder hasta 1932 para seguir desde allí, más o menos, un orden cronológico e ir desarrollando unos personajes que servirán como hilo conductor de la serie. También ayuda a encontrar personalidad la llegada de un dibujante Tonci Zonjic que da consistencia gráfica a estas historias con un estilo que sabe recoger elementos del arte de Mignola, sin imitarlo en absoluto, y de los clásicos de la historieta, para crear historias con personalidad propia. 

Toda la historia del personaje, más allá de un breve prólogo La silla vacía (ìnedito, situado en 1930) y un epílogo, igualmente breve, El asesino de mi cabeza (publicado originalmente en 1999 y ambientada en 1938) se sitúan pues, paradójicamente, entre su segunda y primera miniserie, es decir entre 1932 y 1937. 

Así, según leemos estos integrales, vamos encontrándonos sucesivamente con aventuras que parece integradas en esa historia mayor (guiada principalmente por los villanos y los secundarios, ya que el protagonista se mantiene como un personaje poco maleable y mayormente estático) normalmente dibujadas por Zonjic y con el guion de Arcudi, y aquellas que, en manos de autores más ocasionales, suelen resumirse en combates, más o menos interesantes, y meras anécdotas del justiciero. Casi da la sensación de estar leyendo una de esas series regulares en que el equipo oficial no llega a cumplir las fechas entrega y los números se rellenan con historias que no tienen más función que mantener la colección en los puntos de venta. Resulta extraño que esto suceda con una historia cuyas exigencias de regularidad no eran tan estrictas al tratarse de miniseries independiente. 

Pero otra sensación que se queda tras la lectura, y es una sensación que provocan a menudo las series secundarias del mignolaverso, es que su conexión con la historia principal, y sobre todo su influencia sobre esta, es mínima. Pese a contar con temas comunes, y ocasionalmente contar con elementos tomadas de esta, sus eventos no afectan realmente al devenir del mismo, como si fueran desvíos menores, que pueden ser interesantes por si mismos pero que siempre tendrán adjunta una condición subsidiaria. En el caso de Bogavante, sin embargo, la serie parece atraer y condensar los elementos más puramente pulps presentes en la fórmula original de Hellboy, que la serie principal iba paulatinamente abandonando a favor de la fantasía, proporcionándole una personalidad propia de la que carecen otros spin-offs.

En general, pues nos encontramos con una bonita edición casi intachable (la única errata que me ha llamado la atención es que, al contrario que la edición americana El asesino de mi cabeza no aparece en el índice), que agrupa de forma cómoda los seis volúmenes anteriores y con unas pocas páginas de añadidos. Las historias son, en su mayoría, buenas por si mismas e incluso las peores, en cuanto a historia, suelen contar con buenos dibujantes. 


Puntuación: 7/10

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