Cosas para leer: Berlin Noir de Philip Kerr


Trilogía detectivesca que sigue a  Bernhard "Bernie" Gunther, un detective privado, y antiguo policía, en el Berlín de antes y después de la Segunda Guerra Mundial. Publicadas entre 1989 y 1991 por el escocés Philip Kerr siguen una progresión cronológica, pero con grandes saltos entre ellas; años después (entre 2006 y 2019, la última publicada póstumamente) el mismo autor comenzaría a publicar hasta otras once entregas de novelas protagonizadas por el mismo personaje, situadas en distintos momentos de su biografía, antes, después y entre medias de las tres primeras.

A veces todo lo que necesita un género más o menos manido es un cambio de ambiente, un cambio de escenario o de circunstancias, para ofrecer algo nuevo, o al menos para dar una nueva capa de pintura a los viejos modelos. En cierto modo esta trilogía berlinesa (publicada en inglés en un tomo unitario como Berlin Noir) es una revisión del arquetipo del detective de Hamnet y Chandler, pero en vez de mostrar las tripas corruptas de una Norteamérica democrática, pone como telón de fondo la corrupción exacerbada por la irrupción del nazismo y también por sus estertores. 

Bernie, desencantado pero en el fondo noble, tiene la lengua afilada y el cinismo propio de sus homólogos americanos, pero conviviendo con los despiadados agentes de la Gestapo, con las tramas turbias de los gerifaltes nazis y la violencia política, este cinismo parece más aún un mecanismo de defensa desesperado. Bromear con, o burlarse de, el corrupto policía, o el brutal empresario, tiene un regusto diferente cuando tras él se perfila todo una arquitectura de represión, donde incluso las palabras más inocentes, o incluso algunos silencios, pueden conducir a la muerte o a un campo de concentración. Además Kerr nos introduce en un mundo criminal, al mismo tiempo, reconocible y diferente al que hemos visitado ya en tantas ficciones anteriores. 

Un aspecto quizás más desagradable del personaje es que, en su monólogo interno (que funciona según las reglas del tipo duro, mostrando muy poco de su vida interior pese a esa aparente cercanía) las mujeres son objeto de fantasías sexuales, a menudo inoportunas. Quizás sea aún un homenaje a las mujeres fatales y víctimas inocentes del noir, pero nos hace preguntarnos a veces si no estaría mejor pensando en el cruento caso que le ocupa y no imaginando los detalles íntimos de la doctora que le informa o la madre que llora por su hija.

La primera historia (Violetas de marzo) está ambientada en 1936, coincidiendo en el tiempo con las olimpiadas celebradas en la ciudad. Bernie es contratado por un rico empresario del acero, Hermann Six, para buscar al asesino de su hija y su yerno, al mismo tiempo que para buscar un collar de diamantes, desaparecido de la caja fuerte de estos. Investigando entre comerciantes de joyas, los cuarteles de la Kripo (la Policía Criminal de Berlín) y los locales nocturnos controlados por anillos criminales, la trama involucrará también a altos mandos de las organizaciones nazis y demuestra como los secretos del pasado pueden ser una condena mortal en un régimen como aquel. Los últimos capítulos producen una fuerte ruptura de tono, cuando el detective deba enfrentarse, en primera persona, a uno de los mayores horrores del siglo XX, y provocan que el final quede algo descolgado y desdibujado frente al resto de la novela. 

A continuación saltamos dos años a 1938 (Pálido criminal) y encontramos a Bernie trabajando ahora con un socio en el negocio de la detección. Y, de nuevo recurriendo al tópico, asistimos en las primeras páginas al asesinato de este, mientras resuelven una turbia, pero aparentemente sencilla, trama de chantaje. Al mismo tiempo la policía recurre a nuestro protagonista para descubrir la identidad de un asesino en serie, que viola y asesina a muchachas rubias y de ojos azules, cuyos crímenes tienen a las fuerzas policiales oficiales desconcertadas.  En esta novela Bernie se ve obligado a volver a la policía oficial y deja un poso desagradable ver como su supuesta independencia no evita que caiga, demasiado a menudo, en aquello que dice despreciar. Esta historia tiene un cierto interés particular para el lbog por las referencias a Otto RahnKarl Maria Willigut, aunque mantenidas lógicamente dentro del plano realista del género elegido.

La tercera novela avanza aún más, situándonos en el Berlín posterior a la caída del régimen nazi en 1947. En esta ocasión un Gunther más viejo, más cansado y con menos ganas de bromear, se ve inmerso en una trama de espionaje que afecta a un antiguo compañero de la policía, acusado de haber asesinado a un oficial americano, y que le lleva a viajar a Viena. Criminales nazis fingiendo su muerte para escapar, y siendo reclutados por los servicios de inteligencia ocupantes, referencias al rodaje de El tercer hombre (The Third Man, 1949, Carol Reed) y una visión nada halagüeña de la naciente guerra fría se combinan para el que, para mi, ha sido la más floja de las tres novelas. Quizás la perdida del marco berlinés, cuyo carácter urbano parece más acorde con la actitud del personaje y la voz del autor, haya sido la mayor perdida.

Como muchas novelas de ambientación histórica Kerr no puede evitar, a veces, caer en el manido, casi diría que cursi, recurso de hacer visitar a su protagonista algunos de los momentos más emblemáticos del periodo elegido (y así, por ejemplo, una escena se sitúa en el estadio olímpico mientras compite Jesse Owens). Incluso se convierte en la explicación tras las sombras de algunos sucesos misteriosos, mientras se codea quizás con un exceso de familiaridad con personajes de los libros de historia o comenta, con perspicacia atemporal, los sucesos contemporáneos a la novela. 

Pese a esta inteligencia, y esta capacidad de juzgar el presente, en las tres novelas Gunther apenas consigue unir los hilos de las enrevesadas tramas a las que se enfrenta y se puede decir que sus tres casos son, en términos objetivos, un fracaso. El detective, especialmente el posmoderno (y más el enfrascado en algunos de los episodios más oscuros de la humanidad, sin capacidad para evitarlos), ya no puede ofrecer una solución al misterio, ni al mundo en el que vive; el mundo está demasiado roto para que un caballero con gabardina y sombrero ladeado pueda salvar a la chica y atrapar al malo, al final, su resistencia solo le permite las victorias menores, las que le permiten mantener un mínimo de su humanidad.

Un rasgo de la prosa de Kerr que a veces resulta desconcertante, pero que funciona para proporcionar urgencia al texto, es la forma en que los cambios de capítulo a veces dan saltos sorprendentes, obviando escenas que quedan entre medias. En algunos puntos estos saltos provocan alguna sensación de inconsistencia, construyendo un clímax a lo largo de varias párrafos para luego escamotearlo y plantarnos solo sus consecuencias, dejándonos con la pregunta de como, específicamente, se resolvió una situación aparentemente apurada. También es cierto en el espacio entre novelas, donde de pronto aparece un socio que no hemos conocido (entre la primera y la segunda) o directamente se nos escamotea toda la guerra de Gunther y se nos presenta, por sorpresa y sin más detalles, como un hombre casado (entre la segunda y la tercera). 

En definitiva se trata de tres libros interesantes, correctamente escritos y que siempre saben equilibrar la excitación necesaria para la literatura de género con el aire resignado de la búsqueda infructuosa de justicia inevitable ante el marco elegido.

Puntuación: 7/10 

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