Cosas para leer: The Kingdom de Mark Waid y otros.


Miniserie de 1999 de las que Planeta decidió publicar en su momento en la colección Sagas DC, en este caso en el último de sus tomos. Esta colección pretendía ser una recopilación de algunas de las sagas más características de dicho universo, las que supuestamente definen mejor los rasgos propios de un universo que en España ha sido normalmente mal y poco publicado y siempre a la sombra de Marvel.

Esta en concreto se trata de la miniserie que continúa la historia de Kingdom Come y que causo las fricciones, y finalmente la ruptura total, entre el equipo de la miniserie original: Mark Waid y Alex Ross, que terminó abandonando el proyecto y renegando completamente del mismo. 

Mark Waid es un guionista que ha trabajado sobre todo para las dos grandes (con magníficas etapas en Capitán América para Marvel o en Flash para DC) y que, al contrario que otros, no ha tenido demasiado éxito con sus intentos de crear sus propios personajes y sus propias franquicias. Eficiente pero no necesariamente brillante es un guionista fiable que normalmente siempre consigue realizar, al menos, una historia entretenida.

Al contrario que el proyecto original, que era totalmente independiente, publicado en meses sucesivos, este fue lo que se llama un “evento de 5ª semana” (es decir, números especiales que aparecen en los meses que contaban con 5 semanas, en vez de cuatro, en las que normalmente no habría comics que distribuir). Apareció como una serie de 8 números únicos, con dibujantes distintos pero el mismo guionista, lo que da al conjunto una estructura algo deslavazada, demasiado episódica y en la que parece que faltan puntos cruciales de la trama.


La narración se abre en un futuro aún más lejano que el de Kingdom Come: William un superviviente del desastre de Kansas ha fundado una religión en torno a la figura de Superman, para desagrado del héroe kriptoniano. Cuando el hombre de acero decide hablar con él para sacarle de su error una serie de sucesos trágicos, y la intervención de fuerzas cósmicas manipuladoras, termina provocando que William, convertido ahora en un superhumano llamado Gog (con un diseño muy similar al Magog de Kingdom Come) decida viajar hacia atrás en el tiempo, matando a Superman cada día, con el objetivo de provocar la destrucción nuclear de Kansas en la época "actual" del universo DC y no en su momento “correcto” en el futuro.

Por el camino, y para detener a este enloquecido Gog, nos encontramos con algunos personajes tratados muy superficialmente en la miniserie original, como el hijo de Batman y Thalia, así como los Batman, Wonder Woman y Superman de esa era, junto a sus versiones actuales, en una carrera a través del tiempo y el espacio. Pero también con números que sirven para contar una anécdota o una historia extremadamente secundaria que no aporta nada a la trama general.

Algunos aspectos recuerdan a paralelos de la serie matriz, por ejemplo la visita en la Iglesia de Superman a William referencia conceptualmente a la de El Espectro ante Norman McCay.

Como en muchas de estas historias aparecen los guardianes temporales de universo DC, los Hombres Lineales, intentando deshacer el daño hecho a la "linea temporal" por parte de Gog (recordamos, oficialmente en DC existía un único universo y un único futuro posible) y el viajero del tiempo Rip Hunter, que no deja de hablar sobre un gran secreto que las acciones del "villano" podrían desvelar. Este gran secreto, el verdadero corazón de la saga,  no es otro que la existencia de realidades alternativas y el Hipertiempo (si no conoces el concepto en la entrada sobre Mundos Paralelos hice un somero resumen)

El principal problema de la miniserie es que su principal objetivo es más "cosmológico", por llamarlo de alguna manera, que narrativo; no es tan importante lo que nos cuenta sobre los héroes o villanos que aparecen, como la es la presentación oficial del concepto de Hipertiempo ante los lectores

De esa forma  el argumento se convierte en algo secundario, los personajes (en particular Rip Hunter) están más ocupados explicando cosas que haciéndolas e incluso en algunos momentos parece que el autor utiliza a los personajes para leerle la cartilla a los lectores. El hipertiempo tuvo además una vida creativa realmente corta, aunque ha vuelto ha ser mencionado en ocasiones en los últimos años no parece que haya prendido como concepto director de la arquitectura cósmica de la editorial.


En otro orden de cosas  el cómic me ha dejado confuso, he tenido que mirar en un par de páginas de Internet (fuente de sabiduría algo irregular), sobre este Gog, su relación con el Magog "original", y con el Gog que apareció en varios números, posteriores, de la JSA… y todavía no tengo de todo claro.

La variedad de dibujantes de estilos muy diferentes también hace flaco favor al conjunto, en el que podemos encontrarnos desde el clásico dibujo de Gerry Ordway, a un muy alto nivel, en el primer número hasta el tosco trabajo de Mike Zeck en el último o Mark Pajarillo en el dedicado aKid Flash. Entre el trabajo de los demás dibujantes destaca sobre todos el de Frank Quitely en el divertido, pero totalmente intrascendente (ya que no aparece conectado casi con la trama principal, siendo únicamente una aventura del personaje en el universo de Kingdom Come), número dedicado a Offspring, el hijo futuro de Plastic Man. Los demás, mal que bien, cumplen su papel sin pena ni gloria, dejando una serie de números correctos pero poco más.

Un cómic en conclusión mediocre, que se ve afectado por la inevitable comparación con el evento que le dio nacimiento. 

Puntuación: 4/10

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