John Byrne es uno de los más grandes autores de la historia del comic de superhéroes, su etapa como dibujante en la Patrulla-X o sus números como autor completo en los 4 Fantásticos y en Superman son continuamente recordados y republicados. En estos Next Men de nuevo se trata del autor tanto del guion como del dibujo, pero además lo hace creando su propio universo narrativo en una editorial menor, relativamente, como era la Dark Horse de los 90. Tras 31 números la serie cerró en 1995, dejando el final de la historia en el aire, hasta que fue retomada y finalmente completada por el autor en IDW Publishing entre 2010-2012.
La publicación que ofrece Norma incluye la serie completa, tanto los números originales como la etapa posterior de IDW. Dividido en 4 tomos que contienen los 31 números de la serie original (1992-1994), y la precuela/secuela 2112, además de los números de la segunda serie y tercera series (2010-211 y 2012) publicadas ya por IDW. Es un placer leer por fin el final de una historia que había quedado tantos años en el limbo y que empecé a leer en las ya lejanas primeras épocas de Norma. Sin embargo, este final es agridulce: aunque al fin cierra muchos interrogantes abiertos, tiene algo de deus ex machina, de resolución demasiado simple del gran embrollo que había ido alimentando.
Los Next Men del título ( cinco jóvenes que responden a los nombres de Jasmine, Nathan, Jack, Bethany y Danny), son un grupo de personajes que a lo largo de la mayor parte de la narración aparecen perdidos, sin encontrar un camino propio y, a veces, con una personalidad que tampoco parece bien definida. Criados en un mundo de realidad virtual, dotados de poderes sobrehumanos (pero afligidos por efectos secundarios igualmente graves) deben descubrir y comprender un mundo que no es el suyo y que parece también algo enloquecido. Junto a ellos aparecen una multitud de personajes secundarios, que en ocasiones no parecen bien aprovechados o que terminan confundiéndose un tanto, otros resultan meras parodias de enemigos personales, editores principalmente, del autor (algo que Byrne ha hecho en otras obras).
El villano, llamado nada menos que Satanás, resulta algo unidimensional, frente a la complejidad moral de los héroes, su oponente parece seguir funcionando como un tópico supervillano. Como si se tratara de una especie de Magneto privado de muchos de los rasgos que convirtieron a este desde la etapa de Claramento y Byrne en el perfecto antivillano (o incluso a veces héroe a regañadientes) de Marvel.
Los personajes principales recuerdan a arquetipos superheroicos con los que Byrne ya había trabajado, con especial referencia a los X-Men. No es descabellado ver un reflejo de la relación entre Coloso y Kitty en la de Jasmine y Jack y Nathan, que ejerce como líder de alguna manera del grupo, recuerda también a Cíclope. Pero el cómic sistemáticamente toma nuestras expectativas genéricas y las subvierte, de forma incluso agresiva en ocasiones. Deformaciones físicas, más o menos evidentes, aberraciones psicológicas y complicaciones políticas van salpicando los números, con algunos más convencionales aquí y allí.

Es una historia compleja con viajes en el tiempo, paradojas y falsas realidades. A veces es complicado seguir el hilo narrativo de lo qué pasa y a quién, especialmente cuando se multiplican las versiones alternativas de los personajes principales y la línea temporal más se enreda.
Respecto a la edición de Norma, aunque físicamente me gusta el diseño de las sobrecubiertas y de las portadas, con cada número basado en un color distinto, resulta un poco escasa, sin extras de ninguna clase ni artículos aclaratorios. El coloreado y la reproducción de las imágenes no siempre es perfecta, especialmente en el primer tomo, con algunos dibujos que parecen algo borrosos, con el color virado o incluso levemente pixelados. El dibujo de Byrne muestra el paso del tiempo entre ambas épocas, pese a que el autor parece esforzarse para que esa diferencia sea mínima, especialmente en los personajes principales. El trabajo más moderno muestra un cuidado y una atención al detalle que se echa en falta en otros trabajos menos personales de Byrne, pero tampoco se deja llevar tanto por la sobrecarga de líneas y el diseño más "feista" que a mi entender a afectado negativamente a su trabajo de las últimas dos décadas (especialmente con algunos entintadores). Se puede decir que es el Byrne maduro imitando, con habilidad pero con evidentes limitaciones, a su yo más joven.
En definitiva una lectura muy interesante, que no llega a ser un imprescindible de la revisión del género de los 90, pero si ofrece historias diferentes a lo habitual. No leer si esperas una historia de superhéroes al uso, y especialmente recomendada para aquellos que creen revolucionar el género con un conocimiento superficial del mismo: es imposible parodiar o deconstruir algo que no se conoce bien.
Puntuación: 7/10
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