Lugar misterioso: la Ciudad Blanca de Mosquitia



Mosquitia  es un territorio costero que hoy pertenece a la república hondureña pero que en los años 30 todavía era motivo de disputa con sus vecinos nicaragüenses. La Mosquita forma parte de un área más amplia la llamada Costa de los Mosquitos (el nombre, por cierto, no se refiere a la abundancia de estos insectos si no a los misquitos, el pueblo dominante de la región) que incluye también  la mayor parte de la fachada atlántica de Nicaragua.

La Costa de los Mosquitos es una franja costera de 65 km, donde, además de los misquitos, la etnia indígena más numerosa, también están presentes otros grupos como pech, rama, sumo, y tawakha.  Además de estas tribus mencionadas antes los rah son considerados como un pueblo aparte, belicoso y, según algunas informaciones, caníbales.

Se trata de una región muy agreste, con manglares, pantanos, densas junglas, escarpadas montañas y zonas de sabana, todo lo cual hace muy difícil cualquier expedición.

Dicha región no fue conquistada por los españoles durante el siglo XVI, sirviendo por ello de refugio para piratas y esclavos fugados durante los dos siglos siguientes; a lo largo de su historia ha sido, durante mucho tiempo, un reino independiente (el reino o nación de lo misquitos) y un protectorado británico antes de formar parte de las dos naciones centroamericanas antes mencionadas. La influencia británica es muy  visible aún en la región: muchos hablan por ejemplo una forma criolla de inglés o portan apellidos y nombres ingleses. También hay algunas influencias africanas, producidas por la presencia de esclavos fugados, que se mezclaron con la población nativa (aunque el alcance de este mestizaje es discutido por distintos autores). Aunque algunos misquitos siguen practicando religiones ancestrales, la mayoría han sido convertidos al cristianismo en alguna de sus múltiples variantes, en gran medida protestantes (particular es la presencia de la hermandad morava, un grupo protestante de raíces  anteriores a las luteranas). 

El mapa muestra la totalidad del territorio conocido como Costa de los Mosquitos, con la Mosquitia al norte, en la parte hondureña.

Los años 20 y 30 son años de mucha inestabilidad regional, con gobiernos a menudo autoritarios y enfrentamientos armados, en los que jugaban un papel fundamental los intereses de las compañías fruteras norteamericanas (de ahí la expresión de república "bananera" originalmente aplicada a Guatemala) que llevaron al despliegue de fuerzas militares estadounidenses varias ocasiones. Por poner un ejemplo entre 1920 y 1923 se dieron 17 levantamientos o intentos de golpe de estado en Honduras, seguida de gobiernos débiles y enfrentamientos armados hasta la llegada al poder de Tiburcio Carías Andino en 1932, que gobernaría el país hasta 1949. Los nativos de la zona tienen una relación complicada con el gobierno central, lo que en ocasiones pasa por bandidaje o por guerra de guerrillas

La población más importante es Puerto Lempira, un pequeño asentamiento costero formado por cabañas y casas bajas que cuenta con una diminuta pista de aterrizaje  y un destartalado hangar.  Más allá hay poblados y campamentos, pero según se aleja uno de Puerto Lempira los suministros se vuelven más caros y escasos. 

La leyenda de la Ciudad Blanca
Historias sobre la "Ciudad Blanca" se retraen, al menos, a los tiempos de la conquista. La menciona Cortés en 1526, cuando narra como oyó hablar sobre grandes riquezas en la zona y dándole los nombres de de Hueitapalan, y Xucutaco (o Axucutaco). También habla de ella el obispo Cristobal de Pedraza (1485-1555) en su Relación de la Provincia de Honduras y Higueras, donde afirma haberla visto en la distancia, pero no haber llegado a visitarla.

La mayoría de los testimonios sitúan la ciudad en alguna parte del curso del río Plátano (hoy día una reserva natural) por entonces una región particularmente espesa e impenetrable del territorio.

En su tradición oral, los Pech hablan de un lugar legendario llamado la "Casa Blanca" (Kao Kamasa) que fue creada por el relámpago y el trueno bajo el poder del dios Wata. Allí se elevaron grandes construcciones de piedra blanca y enormes estatuas de animales y hombres; allí habitaron los Antiguos, pero fue apresuradamente abandonada tras sufrir una terrible maldición.

Un explorador a principios de los 30 menciona que los nativos creían que cualquiera que visitara la ciudad en ruinas quedaría también maldito y moriría mordido por una serpiente en menos de 24 horas. Según otra historia sería el lugar donde los "Dioses" o los "Antepasados" se habrían retirado tras la llegada de los españoles.

Otros testimonios afirman que la ciudad es también conocida como la Ciudad del Dios Mono. Construida y habitada por los Ulaks, seres medio simiescos que realizaban allí oscuros ritos, de los que queda únicamente una memoria dispersa en las costumbres de los nativos. Incluso cuentan como en ocasiones estos siniestros seres raptaban a las mujeres de las tierras circundantes para llevarlas a la ciudad.

Existe un dios-mono, o una pareja de dioses-mono gemelos, en la religión maya, donde servían como patrones de las artes, la historia y la profecía, que aparecen en el Popol Vuh como Hun Batz’ y Hun Choven, pero desconocemos la conexión, de existir, con estas ruinas o la civilización que la alzó. Incluso hay quien ha señalado el curioso caso de que la palabra que significa divinidad en maya yucateco "k'u" sea transcrita como una cabeza de mono en las inscripciones de época post-clásica.

Algunos han buscado paralelismos más lejanos con Hánuman, el dios-mono del Ramayama hindú. Se hace necesario mencionar la posible conexión con lo que describe Von Juntz en su Nameless Cults, donde describe el que llama Templo del Sapo en algún lugar de la costa de Honduras. 

Según algunos los habitantes de esta Ciudad Blanca pertenecían a un orden cultural diferente a sus vecinos, las teorías los relacionan con los mayas, los chorotegas, los olmecas o con pueblos aún más antiguos; incluso hay quien ha querido ver (como en otros misterios americanos) la huella de las tribus perdidas de Israel.

En general las descripciones hablan de una ciudad delimitada por un alto muro de piedra blanca, con varias pirámides y construcciones parcial o totalmente cubiertas por la selva y un paseo principal flanqueado por estatuas titánicas que representan a diferentes bestias de la jungla. 


Expediciones recientes
Durante la primera guerra mundial el famoso mayanista Silvanus Morley realizó algunas exploraciones en la Mosquitia, sin éxito. En 1927 el etnólogo Eduard Conzemius menciona, en un informe sobre los indios paya para el Journal de la Société des Américanistes, menciona muchas de las leyendas sobre la Ciudad Blanca, despertando la curiosidad de otros investigadores.

En 1933 una expedición conjunta del gobierno hondureño y el Museo del Indio Americano (parte del Smithsonian) lanzan una expedición conjunta capitaneada por R. Stuart Murray que vuelve con historias sobre la ciudad pero sin localizarla. Una nueva expedición en 1934 formada por el mismo equipo se salda igualmente con fracaso.


Theodore Morde ¿descubridor de la Ciudad Blanca?
A principios de los 40 el norteamericano Theodore Morde atrajo la atención del mundo sobre la leyenda de la Ciudad Blanca, afirmando haberla encontrado en una expedición en 1940, pero sin querer desvelar su localización, para mantenerla a salvo de "buscadores de tesoros y ladrones", según sus propias palabras.

Sin embargo sus planes de volver a visitar la ciudad se vieron interrumpidos por la Guerra Mundial, durante la cual, según algunas versiones sirvió en la OSS (Oficina de Servicios Estratégicos, antecedente de la CIA)  Nunca pudo volver a la selva, ni dio las indicaciones adecuadas para que otros investigadores pudieran llegar a la ciudad.

Murió en 1954 en circunstancias extrañas, aunque oficialmente se consideró un suicidio.


Los Ulaks para Spirit of The Century
Los ulaks no son gorilas, ni chimpances, ni ninguna otra clase conocida de gran simio dotada por algún motivo de inteligencia. Constituyen una especie propia, sin relación directa con ninguna otra actualmente viva, aunque tienen similitudes físicas con el mono aullador presente en la zona.

El modo y la época de su establecimiento en la región es un misterio, incluso para ellos mismos; sus leyendas y las construcciones más antiguas de su ciudad muestran imágenes de la llegada de sus antepasados junto con unos hombres extrañamente ataviados desde el este (grabados que muestran similitudes con ruinas presentes en el Pacífico y, particularmente, con las de cierta isla cercana a Sumatra) huyendo de alguna clase de destrucción o maldición, lo que lo relaciona directamente con Mu/Lemuria.

Aparentemente, al igual que sus antepasados, esta tecnología antigua se basa especialmente en el uso de la acústica. Muchas de las máquinas se activan mediante una nota de sonido determinada, o una frecuencia de vibración mediante pequeños golpes. Eso incluye las puertas de la mayor parte de las dependencias interiores de la ciudad (que responden a sonidos concretos para abrirse) y también al muro de sonido que rodea la ciudad. Este muro, llamado Muralla Blanca por los ulaks mismos, es capaz de reventar los tímpanos, y daños mayores si persisten en su intención, a cualquiera que intenta acercarse a la ciudad. Sin embargo, resulta indetectable más allá de su área de influencia y se anula con la adecuada contrafrecuencia. También se mantienen en uso algunas, ya escasas, armas de sonido: se trata de una especie de diapasones metálicos unidos a una estructura similar a un rifle, capaces de destruir la roca sólida pero también muy difíciles de controlar.

La ulak se trata de una sociedad cerrada y paranoica, que mantiene alejado a todo el mundo exterior, utilizando cualquier instrumento que consideren útil, pero sobre todo aprovechando la impenetrabilidad de sus defensas naturales.

Consideran a los humanos una  raza inferior, una degeneración de la pura raza ulak que, según su interpretación de la historia, gobernaba el mundo en la antigüedad. La incongruencia de sus propias ruinas, que muestra más bien una relación inversa con los humanos en su hogar original, no se les escapa a los más inteligentes de ellos pero culturalmente la superioridad ulak es un dogma estrictamente mantenido. Nada odian más que ser confundidos con monos, a los que consideran aún más degenerados que a los homínidos.

En el pasado esclavizaron gran número de humanos para mantener su forma de vida, cultivar sus campos y excavar sus minas principalmente, pero estos se rebelaron y estuvieron a punto de destruir la ciudad en torno a nuestro siglo XII, por lo que hoy son las castas inferiores las que realizan la mayor parte del trabajo físico.

La casta sacerdotal gobierna la ciudad, utilizando el conocimiento heredado de los antepasados para manejar las maquinas misteriosas, que permiten a la ciudad seguir existiendo, pero los guerreros (más grandes y más prolíficos) crecen en poder cada día, buscando la forma de tomar el poder que consideran suyo por derecho. Las castas inferiores, los trabajadores y esclavos, temen y desprecian por igual a ambos grupos, pero también temen cualquier cambio de estatus que empeore, aún más, sus condiciones.

Sacerdote Ulak
Aspectos: Orgulloso señor de la Ciudad Blanca, Brujería/maquinaria antigua.

Habilidades: Saber Bueno (+2), Voluntad  y Sigilo normales (+1)

Proezas: Despertar al gran K'a (ver abajo)

Estrés: una casilla

Guerrero Ulak
Aspectos: Luchador salvaje, Ambición por el poder supremo

Habilidades: Pelea buena (+2), Físico y Sigilo normales (+1)

Proezas: Blanco escurridizo (ver Fate Básico)

Estrés: una casilla

El Gran K'a
Los grabados también muestran, junto con los hombres y los antepasados de los ulaks, la presencia de una tercera especie hoy desaparecida en la Ciudad Blanca, simios gigantescos a los que llamaban Guardianes (K'a en lengua ulak)

Pero aunque los últimos Guardianes murieron hace mucho aún, cuando son necesarios, los ulaks pueden contar con su presencia, animando las imágenes de los k'a que aún se encuentran en las ruinas; aunque más lentos que su versión de carne y hueso su resistencia y fuerza se ve aumentada increíblemente. Sin embargo un efecto secundario de esta forma de devolverles temporalmente a la vida, es que el alma de un ulak queda atada al guardián mientras está activo, y si uno de los dos muere el mismo daño afectaría al otro. Por ello los sacerdotes son muy renuentes a realizar este movimiento y sólo lo harán como último recurso (y nunca más de uno al mismo tiempo)

Aspectos: ¡Simio gigante hecho de piedra!, Su furia a menudo se descontrola

Habilidades: Físico excelente (+5), Pelea buena (+2), Atletismo normal (+1)

Estrés: cinco casillas

Proezas: Duro como una piedra, Encajar el golpe (ver Fate Básico), Maza de basalto.

Maza de basalto: atacando con su maza el gran K'a puede dividir el ataque entre varios blancos que se encuentren en la misma zona, el nivel total de la tirada de ataque se divide a partes iguales entre los objetivos válidos, realizando cada uno su propia tirada para evitarlo.

(La confrontación con el Gran K'a puede jugarse igualmente, y quizás sea más adecuado, en vez de como un conflicto como si se tratara de un desafío, ¿podrán los héroes encontrar al ulak que vinculó su espíritu al Guardián de Piedra antes de que este les mate, o destruya completamente las ruinas?)

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