Cosas para ver: True Detective (Temporada 3)

En su momento no llegue a escribir una reseña de la primera temporada, la vi tarde y cuando finalmente me decidí a escribirla me dio la sensación de que todo lo que quería o podía decir sobre ella había ya sido dicho por otros, posiblemente mejor de lo que yo podría hacerlo. La segunda temporada no me produjo más que aburrimiento, pero esta tercera me ha despertado de nuevo el interés de escribir sobre la serie. La entrada tiene ciertos spoilers, aunque no demasiados.

El  título de True Detective es compartido por una publicación causi-pulp, la revista True Detective que comenzó a publicarse en 1924 como True Detective Mysteries, perdió esa última palabra en 1941 y continuó publicándose en América hasta los años 90. Esta revista fue un hito fundamental en la historia de la literatura criminal basada en casos reales, vendiendo en su mejor época millones de ejemplares. La misma serie hace referencia, sin embargo, a otro hito literario en el género, la fundamental A Sangre Fría  (1965) de Truman Capote que dio una vía de prestigio literario a una forma fundamentalmente despreciada y, muchas veces, centrada en el sensacionalismo y el morbo.

Pero pese al título el caso Purcell, que sirve como eje de esta temporada, es un caso ficticio, aunque por momentos con paralelismos con varios casos reales; especialmente el caso de los asesinatos de West Memphis, Arkansas (comparable al ficticio West Finger, Arkansas de la serie) que ha sido objeto de una serie de documentales (disponibles también en HBO) en torno a la culpabilidad o no en el crimen de tres adolescentes que fueron efectivamente condenados por ellos. Incluso la serie usa la grabación de un documental como punto de arranque y motivo de reflexión sobre el pasado.

El paralelismo en estilo y narración entre la historia de Cohle (Matthew McConaughey) y Hart (Woody Harrelson) y la de Wayne Hays (Mahershala Ali) y Roland West (Stephen Dorff) es evidente. Desde la dislocación del relato en diferentes momentos temporales a la misma naturaleza del caso, pasando por el ambiente de decadencia de la América profunda y la trama de secretos ocultos que se desvelan en un proceso narrativo no lineal, muchos de los componentes son similares. Esta repetición de lo que funciona, abandonando el menos exitoso pero más diverso camino de la segunda temporada, puede considerarse una extraña confirmación de las ideas sobre la naturaleza circular del tiempo que arrojaba Cohle a sus interrogadores, quizás Nic Pizzolatto está atrapado en su propio infierno particular, construido por él mismo, teniendo que repetir la fórmula de su mayor éxito una y otra vez.

El recién oscarizado, por segunda vez, Mahershala Ali hace un interpretación magistral, que por si sola vale por toda la serie, de un mismo hombre en tres momentos de su vida: el detective prometedor de los años 80, el marido fracasado de los 90 y, especialmente, en un 2015 trágico en su cotidianidad, un anciano debilitado, atrapado entre un pasado que ha olvidado pero que aún le mantiene prisionero de sus luces y sus sombras, y un presente que se desdibuja y deshilacha. Es su mente fragmentada y confusa la que conecta los momentos temporales, quizás buscando en la resolución del crimen un sentido del que su vida carece. Más allá su infancia en la pobreza, su heroica y monstruosa estancia en Vietnam que parece tener aún fuerza en sus alucinaciones seniles. Junto a él aparece la compleja figura de su esposa Amelia, una también magnífica Carmen Ejogo, que debido a la dislocación temporal del relato se nos presenta polifacética y a veces contradictoria, de la sombra idealizada del presente a la mujer real, imperfecta y falible, del pasado.

Finalmente el crimen es casi lo de menos, el misterio en el fondo no lo es tanto, la resolución es incluso algo pueril, y es muy  posible que haya desengañado a aquellos que esperaban un vínculo más directo con la conspiración de la primera temporada, que confiaran en un giro de vuelta que volviera a llevarnos a esa Carcosa apenas dibujada, y finalmente escamoteada, de la anterior entrega. Pero de nuevo los modos y colores del terror, especialmente la música atmosférica, son engañosos, otro falso indicio que nos hace (especialmente, sospecho, a los aficiones a Lovecraft et al.) esperar que estos Bosques de Leng, apenas vislumbrados en una falsa portada de D&D en el primer episodio, se materialicen en las Ozarcks para vernos, de nuevo, decepcionados en ese terreno. A lo largo de los episodios me he visto buscando señales e indicios, incluso encontrándolas (la máscara pálida mirando desde una pared desconchada, el nombre que no puede ser pronunciado, etc.), claves que finalmente no conducen a ningún lugar y que algunos aficionados en internet quieren, sospecho, llevar demasiado lejos.


Puntuación: 7/10

Comentarios