Cosas para leer: Historia del universo Marvel de Mark Waid, Javier Rodríguez y Álvaro López


Hay, sin duda, quien considerará una majadería hacer una historia de un universo ficticio, y más aún de un conglomerado de ficciones propiedad de una corporación que, cada vez más, pretende reducir la creación a una mina de marcas y propiedades intelectuales que rentabilizar. Pero que le vamos a hacer, yo soy ese tipo de majadero; no tengo excusa, justificación ni coartada, soy exactamente el tipo de idiota al que este tipo de producto va dirigido. 

Puedo argumentar, como frágil defensa, que creo que un universo con una mitología e historia propia, con elementos que pueden reutilizarse, resignificarse y ampliarse según pasa el tiempo (y donde cada historia puede, potencialmente, conectar con miles de historias anteriores) es una herramienta narrativa maravillosa cuando se utiliza correctamente, no como una prisión si no como una ventana a un mundo más amplio.


Marvel, a lo largo de su larga historia editorial, ha hecho varios esfuerzos de compilación de su propia historia y la de sus personajes, especialmente en  los varios Official Handbook of the Marvel Universe (la primera en 1982-1984) que aquí vimos sobre todo en las fichas de personajes que a veces colaban en los cómics de Forum (y que yo fotocopiaba y guardaba en una carpeta). DC hacía algo parecido con el Who's Who in the DC Universe, de forma menos sistemática y que aquí vimos, igualmente, de complemento en los cómics de Zinco.



Pero el modelo más directo para esta miniserie quizás sea, la History of the DC Universe (1986) que se publicó después de las Crisis en Tierras Infinitas, como una manera de establecer el nuevo pasado del universo recién nacido en ese momento, y  Marvel Saga (1985-1987), que no he leído y que no puedo, por tanto, comparar con este proyecto. También recuerda, especialmente en la forma de diálogo entre dos personajes como marco, a la narración de la historia previa del universo alternativo de Tierra-X en la miniserie (y sus secuelas) de Marvel en 2005. 




Pero en cierta forma esta propuesta es más arriesgada que la historia de DC por que no pretende reiniciar la continuidad, que no se ha detenido en Marvel, si no trazar una nueva forma de ver la historia existente (incluyendo algunos de los grandes eventos recientes) e intentar dar una sensación de coherencia al todo a pesar de la incoherencia inherente al material utilizado.

El dibujo, y el color, de Javier Rodriguez (y el entintado de Álvaro López) son excepcionales, superando con nota la difícil labor, creando espectaculares mosaicos con una variedad de personajes, escenas y elementos de todo tipo muy difícil de superar. Desde elementos cósmicos hasta los héroes callejeros todos tienen su ocasión en estas páginas.


Consigue recrear algunos de los momentos más icónicos y más revisitados de más de cincuenta años de cómic y no desentonar en ningún momento, consiguiendo un dibujo que es a la par moderno e intemporal

La ausencia de narración secuencial tradicional, las escenas se enlazan conceptualmente en la mayoría de los casos, hace que la estructura de página se base más en la yuxtaposición de elementos, consiguiendo algunas composiciones verdaderamente notables (por ejemplo, la forma en que la historia del joven Steve Rogers se complementa de forma paralela a la edad de oro pre-Marvel para luego fundirse con ella).


El hilo narrativo es tenue, simplemente ofrece una historia marco con Galactus como narrador y un Franklin Richards adulto como oyente (de forma, como indique anteriormente, parecida al Vigilante y X-51 en Tierra-X) y sirve fundamentalmente como excusa para presentar en forma discursiva la historia del universo, desde un punto de vista privilegiado.

Se va dando paso a los sucesivos eventos, aprovechando para limar aristas, reinterpretar inconsistencias y por momentos conseguir dar sentido a cosas que son producto, sobre todo, del azar, los intereses comerciales y el caos del volumen de producción.  La habilidad de síntesis, tanto del dibujo como de los textos es fundamental para resumir los más convulsos eventos recientes en apenas una o dos páginas.


La compresión temporal es algo curioso, de seis números de los que consta la miniserie el primero está dedicado a la historia entre el nacimiento del universo y la época del salvaje oeste y el segundo se dedica al periodo entre ese momento y el inicio de la Era Marvel propiamente dicha (con los 4F) mientras que el sexto y último abarca los eventos desde 2013 hasta el más remoto futuro (o futuros). Lo cual deja tres tomos por tanto para describir los primeros cuarenta años (reales) o, más o menos, 10 (ficticios) del Universo Marvel propiamente dicho, constituyendo el centro de la obra.


Algunas inconsistencias y problemas de esta estructura de ficción son inevitables y plantean alguna de las extrañezas del conjunto a poco que nos paremos a pensar en ello, mis favoritos son la cada vez más confusa fecha de la desaparición de la Unión Soviética o la ficticia guerra de Siancong, inventada por Kurt Busiek para justificar los historiales de héroes originalmente implicados en la guerra de Vietnam que el continuo reajuste temporal hacía cada vez más complicado de justificar. También resulta curioso observar como los 50 y los 60 se van llenando de personajes que van rellenando el hueco que dejan los héroes de marvel al retirarse hacia el futuro, como la Maravilla Azul, los Agentes de Atlas, los Cazadores de Monstruos o la Generación perdida  de Roger Stern y John Byrne.


Cada número incluye, además, una serie de anotaciones adicionales que aclaran la primera aparición (e incluyen un dibujo de aquel periodo) de los elementos por los que Waid va pasando a vuelapluma.

Es un trabajo titánico y, por definición, inútil pues a poco se irán acumulando los siguientes eventos y la importancia relativa de los acontecimientos deba revaluarse, irá quedando obsoleto, especialmente mientras esa lenta muerte de la continuidad y la historia ficticia que es la inercia que impide envejecer y crecer a los personajes siga comprimiendo más y más los sucesos. Pero, ahora mismo, no puedo decir otra cosa más que "me encanta".


Puntuación: 9/10

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