Cosas para leer: El reloj del juicio final de Geoff Johns y Gary Frank


Sobre este cómic se abre una serie de dudas y condiciones externas al mismo, que afectan profundamente a su lectura o a la actitud ante la misma, y que creo que es necesario aclarar desde un principio: 

Por un lado podríamos plantearnos el problema ético fundamental: se trata de una continuación de Watchmen creada de espaldas al autor original por la gran entidad corporativa, DC-Warner, que lleva años aprovechandose del robo de los derechos de dicha creación. Durante muchos años DC se había limitado a la forma pasiva de dicho crimen, obteniendo los beneficios de las reediciones y derivados de la obra de Moore, pero ¿tiene el derecho moral (ya que el legal es, aparentemente, innegable) de vendernos una continuación de Watchmen? No lo sé, y no puedo negar que siento cierta culpabilidad al comprar la miniserie, espero que aquellos con un sentido moral más rígido no se sientan ofendidos por ello.

Sigo pensando que la revisión de Morrison del modelo de Moore en Multiverso (el magnífico número titulado Pax Americana) ofrecía unas posibilidades mucho mejores de aprovechar el subtexto de Watchmen de forma más respetuosa con la obra y el autor original, jugando con el elemento pastichero de utilizar los personajes de Charlton que originalmente Moore utilizó para crear a los Doctor Manhattan, Ozymondias, etc. 


Desde un punto de vista meramente literario también podríamos considerar, leído en su conjunto, si esta enmienda a la totalidad el mensaje de Watchmen, está o no a la altura de la obra que intenta complementar. Mientras que otras obras derivadas de Watchmen publicadas por DC en los últimos años optan por la precuela y la continuidad temática con el cómic de Moore (las series de Before Watchmen) aquí se trata de una continuación de la historia que, en primer término, modifica su final original (o lo vacía de significado, al menos) y, en último,  altera también profundamente el mensaje desesperanzado que conllevaba el epílogo de aquella. Lo cierto es que no son comparables, solo hay un Watchmen y es una obra maestra de dos autores en estado de gracia, una maravilla que no puede repetirse.

Por último también deberíamos tener en cuenta el difícil lugar en que ha quedado esta miniserie en la línea editorial de DC, un universo ficticio que lleva años dando tumbos, con una constante querencia por la oscuridad narrativa  y la constante revisión, que ha dejado un universo ficcional extremadamente caótico, desestructurado y contradictorio. Así en el cómic se plantea una revisión de la continuidad, la creación de lo que sería un nuevo universo DC (incluyendo el, para mi, ansiado retorno de la JSA y de la Legión de Superhéroes) pero a su vez se ve deshecha por los cambios sufridos por la editorial y su directiva durante el largo periodo de gestación del cómic. Es decir, este cómic crea un nuevo universo, pero este nace ya muerto, arrastrado por las mismas fuerzas editoriales que han terminando ahogando todos los reinicios anteriores de DC.

Creo que es necesario tener en cuenta Watchmen representa, en cierta forma, el fin de los superhéroes, o al menos el final de un camino para tratarlos, y este El reloj del juicio final, intenta por contra representar un reinicio. No solo un reinicio y una continuación del universo de Watchmen (que queda abierto a la explotación comercial como una de las tierras del multivero de DC) si no una renovación y huida del tono oscuro que DC machaconamente ha intentado imponer a sus personajes, en el cómic y en el cine, especialmente en la última década; aparentemente sin darse cuenta, o siendo completamente indiferentes, de que esa obsesión por el realismo y la oscuridad plantea la muerte del género que representan.

Personalmente creo que el que nos ocupa es (pese a sus defectos) un buen cómic, incluso puedo estar de acuerdo o satisfecho en su conclusión final (una conclusión que responde a una solución más esperanzadora de las contradicciones planteadas por Watchmen e intenta enderezar el camino de una editorial que anda un poco perdida). Pero desde un punto de vista cínico su conclusión también responde a una indiscutible estrategia comercial, la continua renovación del universo como vehículo de la continua renovación de las marcas de las que DC deriva sus ingresos. ¿Es la esperanza, representada supuestamente por Superman, tan solo otro activo más que vender a sus lectores

La obra se abre mimetizando parte de los elementos formales de la obra de Moore-Gibbons: incluyendo el uso de la rejilla de 3x3 (aunque irregularmente aplicada), las transiciones por elementos entre escenas, el uso de materiales adicionales al cómic (dosieres, anuncios, etc.), la portada como primera viñeta de cada número y la narración temporalmente dislocada. También en un terreno temático lo hace reflejando algunos de los puntos argumentales centrales de Watchmen en el universo DC:  El descontento social, la desconfianza ante los seres superhumanos, la posibilidad del fin del mundo provocado por mano del hombre, etc. reflejan parte de las obsesiones del cómic original, trasplantados a un universo mucho más poblado de seres sobrehumanos.  

Johns no es Moore, eso está claro, y la ejecución de la estructura del cómic es muy inferior. Donde Moore consigue jugar al contrapunto de la historia principal con la historia de piratas, Johns no consigue hacer lo mismo con las películas en blanco y negro de Carver Colman. Algunas subtramas y personajes parecen sobrar en la historia general que, planteada en si misma, resulta casi previsible. Me da la sensación de que a Johns (que realizó trabajos magníficos de revitalización de los clásicos en JSA, por ejemplo) se ha venido arriba con su papel de gurú de la continuidad en el universo DC y ha pensado que era el momento para enmendarle la plana al de Northampton. 

Otro punto en contra de esta continuación es, quizás, más difícil de aprehender, creo que el guion de Johns está demasiado centrado en arreglar cosas del universo ficticio (la continuidad en DC) y por ello pierde la capacidad de comentario político y social que Moore ofrecía en la obra original. En Watchmen el británico utiliza a los superhéroes para hablar del pánico nuclear, de la violencia, de la sociedad y del neoliberalismo, mientras que Johns los utiliza, sobre todo (pese a que los paralelismos posibles con la presidencia de Trump y las referencias a los derechos de los homosexuales), para hablar de los mismos superhéroes.

El dibujo de Gary Frank es, desde mi punto de vista, magnífico, pocos dibujantes han sabido aunar influencias diversas de una manera tan orgánica como el dibujo del autor británico. Este ha sabido evolucionar hacia un estilo más detallado y expresivo sin dejar de ser característico. Es imposible ver un dibujo de Gary Frank sin reconocer su estilo, sus cuerpos, sus rostros, sus texturas incluso. Aquí lo hace sin sacrificarlo buscando una imitación de Gibbons, que no habría funcionado. El único inconveniente es que en ocasiones en las páginas de 3x3 viñetas el estilo recargado de líneas de Frank provoca cierta saturación. 



La solución que da el cómic a la inestabilidad existencial del universo DC (sus continuas reescrituras) las intenta atar a una historia que no puede estar más lejos de esta intención. Como comentario metatextual puede resultar interesante, en cierta forma esa inestabilidad deriva de las ondas sísmicas provocadas por el cómic más oscuro de los 80, que han conllevado un impulso por el realismo y la seriedad a ultranza que ha afectado profundamente a DC. Pero falla en justificar esto por las acciones de un Dr. Manhattan que lejos de ser la divinidad incognoscible del final de Watchmen es casi un villano al uso, alterando ese "universo más sencillo" por un capricho que solo puede calificarse de cruel y que traiciona la trascendencia implícita en la ruptura del maniqueismo moral (la distinción total e inamovible entre buenos y malos) con el asesinato de Rorschach.

En conclusión el Reloj del Juicio final es un buen cómic de DC, correctamente escrito, narrativamente sólido, muy bien dibujado, pero un fracaso total como secuela de un cómic al que no consigue llegar a aproximarse en profundidad ni en alcance. 


Puntuación: 7/10


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