Grant Morrison sigue con sus obsesiones particulares para ofrecernos uno de los mejores comics publicados en los últimos años. Como una extraña miniserie, el argumento de cada número es prácticamente independiente y sucede además en otro universo, nos ofrece en diferentes estilos y con dibujantes variados visiones distintas, aunque complementarias, de las potencialidades no aprovechadas del multiverso de DC. Resulta especialmente sangrante leerlo al mismo tiempo que la completamente prescindible y vacía Convergencia.
Y es que DC ha resucitado su multiverso para contarnos, en varios universos diferentes, básicamente las mismas historias, con el mismo tono deprimente que ha invadido el comic contemporáneo. Con contadas excepciones el humor, la fantasía y, también, la genialidad, parecen haber abandonado el multiverso DC. Sin embargo en esta miniserie Grant Morrion desborda todo eso: humor, fantasía y genialidad, maneja diversos tonos y modos de la aventura superheroica y los mezcla en su enésima creación de alucine cósmico. Los temas son conocidos: el discurso metaficticio que tanto le gusta sirve de nuevo como hilo conductor a un comic que, leído entre lineas, parece ser además una dura crítica a esa misma política editorial que finalmente parece dejarnos seguir con la fantasía un poco más... pero siempre con el riesgo de "ser devorados" por la maquinaria uniformadora.
La trama general plantea la existencia de unos invasores ajenos al mismo Multiverso, una fuerza capaz de arrasar con los 52 mundos de los que oficialmente consta y como un grupo de héroes de tierras diversas se reúne para combatirlos. y así contado parece lo mismo que hemos leído en cientos de sagas. Pero Morrison va mucho más allá, haciendo un verdadero repaso a ese multiverso y mostrándonos que maravillas y horrores podríamos encontrarnos en él.
Cada número fuera del primero y el último se centra en capítulos aparentemente no conectados, narrándonos lo sucedido en distintos universo, sufriendo el ataque de estos mismos entes. Varios elementos conceptuales y físicos, especialmente un cómic maldito que no es otro que el número 6 de la colección, se filtran entre los distintos universos, sirviendo de hilo que lo conecta todo con la trama principal.
El más flojo de los episodios es para mi el titulado Los Justos, situado en un universo en que la segunda generación de los superhéroes se han convertido en celebridades en un mundo que ya no les necesita, un mundo que sus padres salvaron una vez. Resulta frío, con personajes muy parecidos a los del universo anterior a las últimas crísis pero retratados como fríos, egocéntricos y vacíos. Aunque puede interpretarse también como una crítica contra los comics de aquella época resulta el menos interesante de leer y, para mi, el menos divertido.
En el punto álgido se sitúa el impresionante Pax Americana, uno de los mejores comics que he leído jamás, que sirve como una relectura crítica de Watchmen, condensando en 48 página más contenido y lecturas que un año de cualquier colección regular. Protagonizado por los personajes originales de Charlton en los que se "inspiran" los protagonistas de la obra de Moore, es un prodigio de la narrativa, que debe también mucho a los magníficos lápices de Frank Quitely, y que por si mismo justifica todo el proyecto.
Pero la colección es mucho más que esos dos números. Una revisión de personajes de DC en tonos pulp ocupa el número dos, con el título de la Sociedad de Superhéroes, Mundo Trueno nos cuenta una historia de aventuras mágicas con la familia Marvel, los Maestros nos muestra un mundo en el que los Luchadores por la Libertad deben luchar contra un mundo dominado por los nazis o Ultra Comics juega de forma especial con la narración no lineal y el poder imaginativo del comic para mostrarnos a Ultra, el gran héroe de tierra 33. Mención aparte al número 6 que, además de mostrarnos la tierra desolada de Kamandi y avanzar en la trama general, nos sirve de guía al multiverso DC.
En el dibujo Morrion se rodea de un elenco de dibujantes muy interesante, algunos punteros y otros menos conocidos pero que hacen igualmente trabajos muy interesantes. Ivan Reis, que se encarga de los números de apertura y cierre. Chris Sprouse, el ya mencionado Frank Quitely, Jim Lee o Dough Manckhe hacen trabajos que superan con mucho el mero trámite que a menudo parecen los trabajos de estas estrellas. Cameron Stewart hace una labor magnífica, con toques caricaturescos, en Mundo Trueno y, de nuevo, el punto más bajo es el correcto pero frío dibujo realista de Ben Oliver en los Justos.
Mi consejo es que, aunque hayas dejado de leer cómics de superhéroes, aunque nunca lo hayas hecho, le eches un vistazo a esta miniserie, ejemplo de lo que podría ser y, lamentablemente, raramente es el género.
Puntuación: 9/10
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