Polonia-Lituania en la época de SK: La vida de los cosacos


Ya he comentado que en el territorio fronterizo, el cuadrilátero formado por las tierras de la República, los dominios de Moscovia, los súbditos del Imperio Otomanos y el Kanato de Crimea surge una sociedad separada, un pueblo nacido de la misma condición fronteriza que serán conocidos como cosacos. En muchos sentidos el cosaco es más una forma de vida que una cultura separada (a menudo se habla de la Hermandad Cosaca o de "vivir como un cosaco"); aunque en la región  también existen comunidades campesinas pacíficas, nobles terratenientes, numerosos monasterios y unas cuantas ciudades (aunque a veces se habla de cosacos de la ciudad para referirse a los soldados equipados de forma similar a los cosacos pero reclutados en dichas ciudades) los auténticos cosacos son, ante todo, luchadores independientes y agresivos, a medias bandidos a medias soldados.

Origen
Se cree que las primeras huestes cosacas comenzaron a formarse en la estepa en el siglo XIII o el XIV, pero la documentación es muy escasa antes de finales del XV, cuando aparecen como una fuerza enfrentada contra los otomanos (y sus vasallos cristianos como Moldavia o Valaquia) y los tártaros, a los que odiaban especialmente, pero también contra Moscovia, Lituania o Polonia, cada uno de los cuales intenta utilizar la belicosidad cosaca en su provecho y contra sus propios enemigos. A menudo incursionaban sin tener en cuenta alianzas, pactos o tratados internacionales, provocando un estado de guerra constante, aunque de baja intensidad, a lo largo de toda la frontera.

En su mayoría los cosacos eran personas de habla eslava, emparentados con los rutenos (antepasados de los modernos ucraniano y bieloruso), y de religión ortodoxa, lo que no dejaría de causar tensiones con las autoridades polacas, estrictamente católicas, en épocas venideras. Pero en sus creencias y visiones religiosas hay cierta influencia del antiguo paganismo de las estepas así como de sus vecinos/enemigos tártaros.

Pero si algo caracterizaba a estas comunidades era la diversidad y también cierto igualitarismo, daba igual de donde viniera o a que clase social hubiera pertenecido un cosaco originalmente, o de que nación procediera, si era aceptado en la hueste (demostrando su habilidad bélica y su valor) era uno más y sería tratado con igual respeto.

En la larga historia de los cosacos podemos encontrar con algunos llegados de tierras más lejanas, como por ejemplo el conocido Maksym Kryvonis (m. en 1648) que es posible que fuera de origen escoces (y su verdadero apellido fuera Cameron).

Esto llevó durante décadas a siervos polacos, rutenos o moscovitas a huir a las estepas para unirse a los cosacos, especialmente cuando el régimen señorial se iba volviendo más duro con los años. Eran en general hombres jóvenes (sin responsabilidades familiares) los que podían huir de esta manera, así que entre los cosacos existía una  gran desproporción numérica entre hombres y mujeres; en realidad muchas de las esposas de los cosacos eran extranjeras (a menudo raptadas en sus incursiones) y muchos de los cosacos eran producto de matrimonios mixtos.

A partir de mediados del siglo XVII, al menos, el antisemitismo, sin embargo, sería la gran excepción a esta inclusividad y los cosacos participarían en muchos progroms y persecuciones contra los judíos en los siglos siguientes.

Apariencia y comportamiento
El vestuario cosaco consistía, también, en una mezcla de elementos orientales y occidentales, con pantalones amplios y coloridos, a menudo de seda, camisas también amplias y abundancia de pieles en la confección de sombreros, capas o abrigos.

Muchos llevan la cabeza afeitada, con un único y largo mechón en el centro de la cabeza, y colgantes bigotes hasta más allá de la barbilla. También utilizaban abundante joyería, especialmente pendientes de oro pero también colgantes (a menudo en forma de cruces u otros iconos religiosos) y anillos. En batalla tendía a usar armaduras ligeras, raramente cota de malla, o no usar armadura en absoluto, confiando en su velocidad y agilidad.

Sus armas favoritas son el sable, de origen húngaro, o la cimitarra, otomana, pero también utilizan la lanza y el látigo. Utilizan arcos, normalmente los arcos cortos recurvos propios de los jinetes tártaros, y armas de fuego, cada vez más según avanza el periodo, para el combate a distancia, normalmente sin desmontar del caballo para ello.

Son instruidos como jinetes desde la infancia y demuestran su habilidad a menudo realizando trucos y acrobacias como mantenerse de pie o dar volteretas sobre la silla, pasar de un lado a otro del caballo de un salto, etc.

Se les describe como bullicios, pendencieros y aficionados a la música y a los bailes, a menudo acrobáticos. El instrumento más utilizado en la música cosaca era la bandura u otra similar variación del laúd. Los kozbari (singular kozbar) eran músicos itinerantes, muchos de ellos ciegos, que mantenían un amplio repertorio de cantos y poemas recitados (duma).

Aprecian el valor y el arrojo en combate. así como la consecución de botín, pero no la acumulación de riqueza. El cosaco ideal gasta con tanta liberalidad, o más, como con la que saquea.


En cuanto a la alimentación eran comentados los contrastes, capaces de pasar días sin comer o sin apenas agua y luego darse grandes comilonas y, sobre todo, cogerse fenomenales borracheras en cuanto tenían ocasión. Muchos viajeros extranjeros señalan la exagerada afición al alcohol de los cosacos, incluyendo la costumbre de llevar a cabo competiciones de bebida.

Valoraban ante todo el valor y la audacia, pero también la astucia, considerando a todos los no cosacos como víctimas potenciales de sus engaños. Se preciaban de no ser campesinos y sus ocupaciones ideales además de la guerra y el saqueo incluían la caza, la recolección de miel y la pesca, pero no el cultivo de la tierra.

Liderazgo y huestes
Los líderes de los grupos cosacos, conocidos como atamanes o hetmanes, eran elegidos por una asamblea de todos los varones cosacos (llamda Rada  o Krug dependiendo de la hueste). Un consejo de ancianos y oficiales, también elegidos por la asamblea, funcionaba como consejeros de estos líderes. No es raro que un atamán sea depuesto de forma violenta y la rada se basa esencialmente en la aclamación, no es un recuento de votos, de forma que muchas veces se desatan verdaderos combates antes de tomarse una decisión.

También hay cosacos que se vinculan a un magnate o terrateniente como guardias o protectores (llamados cosacos nadvirni) y, a partir de 1572, surgen los cosacos registrados, aquellos que servían en los regimientos cosacos de la Doble Nación y que recibían por ello tierras y unos ingresos constantes. Estos grupos se irán constituyendo, frente a la masa de cosacos pobres, en la élite de la nación, en su nobleza

Existen dos grupos de cosacos, o huestes, que mencionaremos particularmente: los conocidos como cosacos de Zaporozhia, o cosacos zaporogos, y los Cosacos del Don. Los zaporogos nos interesan especialmente, ya que son los que establecen una relación más estrecha con la Mancomunidad.  Los cosacos de la ribera del río Don entrarían,  más bien, dentro de la esfera de influencia de Moscovia y tendrían su capital en Cherkassk. Otras huestes y grupos se encuentran a lo largo de toda la región, con sus propias particularidades.

El centro de la hueste de Zaporozhia (que significa"más allá de los rápidos" y se refiere a las cataratas del río Dnieper) era el Sich Zaporozhia, o campamento fortificado, que fue establecido y destruido varias veces durante la época de juego.

El primer Sich fue fortificado en torno a 1552 por el Príncipe Dmytro Vyshnevetsky en una isla, Khortytsia, fácilmente defendible en el curso Dnieper pero que, sin embargo, fue rápidamente destruida por los tártaros en 1558.

El segundo establecimiento, unos 60 kilómetros al sur del primero y también en una isla fluvial fue a su vez arrasado en 1593 mientras que un tercero, fundado poco después, sobreviviría hasta 1628.

El campamento, rodeado de un terraplen y una empalizada, protegida por cañones, estaba constituido por 38 kurins, literalmente barracones pero que podemos traducir también más libremente como regimientos, cada uno dirigido por su propio atamán electo, mientras que un kish otoman o atamán de la fortaleza comandaba sobre todos ellos.

También había en su interior una iglesia, ortodoxa por supuesto, y más allá de sus muros un mercado. Estaba prohibido para las mujeres residir en el Sich, especialmente en tiempo de guerra.


En el Sich se reunían los jóvenes (en el sentido de "solteros" más que por edad) cosacos para ser instruidos en las artes de la guerra y, desde allí, participar en incursiones. Junto a ellos, en dichas campañas, se unían los veteranos, que residían en su propias granjas con sus familias, incluso cosacos de otras huestes a menudo acudían al Sich para unirse, atraídos por las promesas de gloria y botín.

Aunque principalmente los identifiquemos como jinetes, los cosacos de Zaporozhia, a partir de 1576, desarrollan también una importante actividad como navegantes, convirtiéndose en piratas y asaltantes de territorios costeros, incluso en puntos muy alejados de su territorio. Lo hacía descendiendo por el río Dnieper hasta el Mar Negro y llegando a saquear pueblos en la misma Anatolia y en 1615, por ejemplo, arrasaron Trebisonda. Utilizan botes de poco calado, llamados chaika, de unos 15 a 20 metros de longitud y que contaban con dos timones, uno en cada extremo para no tener que dar la vuelta al bote para cambiar la dirección. El único mástil era desmontable y a menudo se impulsaba sólo por la fuerza de los remos. Una versión algo mayor (de hasta 60 metros y 200 toneladas de capacidad), conocida como baidak, se utilizaba para el transporte y el comercio.

El gran estandarte, símbolo de la hueste, de Zaporozhia era de color rojo, con el arcángel Miguel con una espada desenvainada en el anverso y en el reverso una cruz griega blanca, acompañada del sol, la luna y varias estrellas. Jurar por "nuestro ángel" parece ser una práctica común entre los cosaso zaporogos.


La ley cosaca, un conjunto de costumbres trasmitidas oralmente más que leyes escritas, es directa y expeditiva. Muchos delitos se castigan con lo que podríamos calificar. sin exagerar, como tortura. Por ejemplo un castigo por asesinato consistía en atar el cadáver de la víctima al asesino, que debía cargar con el cuerpo durante varios días (no puedo evitar pensar en esto). Otros castigos pintorescos incluían en ser enterrado vivo en la estepa, con sólo la cabeza sobre la superficie, ser dejado atado de pies y manos a merced de animales o insectos y la muerte por empalamiento. Entre los peores crímenes para la costumbre cosaca estaba el robo y el asesinato, pero también castigaban duramente a los homosexuales que eran descubiertos (aunque, para mi, resulta evidente que su insistencia en castigar este pecado señala que no era una ocurrencia tan rara, si bien necesariamente discreta).

Mujeres cosacas
He indicado anteriormente que la sociedad cosaca era desproporcionadamente masculina, por las circunstancias históricas de su formación y desarrollo, y que las mujeres estaban excluidas de la Hermandad o tenían prohibido residir en el Sich, de ser cosacos de pleno derecho.

Esto puede ser frustrante para jugadoras y jugadores que quieran usar personajes femeninos o que encuentren estas limitaciones (como son) absurdas. Por supuesto eres libre de obviar esta discriminación, real, como cualquiera que se describa en este u otros artículos (al igual que la homofobia y el antisemitismo también muy común), si lo consideras oportuno para tu campaña, aunque yo no soy particularmente partidario de este blanqueamiento de los prejuicios del pasado.

Por otra parte en gran medida, las jóvenes cosacas recibían una instrucción muy similar a sus hermanos varones, al menos hasta los 13 o 14 años, y sin duda aprendían a defenderse a si mismas, a montar y a utilizar las armas. La dura vida en la estepa asegura que nadie, hombre ni mujer, pudiera sobrevivir en otro caso. Un personaje femenino criado allí sin duda no tendrá que envidiar en habilidades ni en determinación a ningún hombre, aunque técnicamente no fuera considerado un cosaco.

Hay casos históricos (aunque no he encontrado ninguno documentado en el siglo XVI, si he encontrado para siglos posteriores ) y literarios de mujeres que rompieron estas prohibiciones y cabalgaron junto a los cosacos. ¿Acaso no podemos imaginar a Sonya la Roja de Rogatino (Rohatyn) participando en incursiones contra los odiados turcos y humillando a más de un cosaco condescendiente?

A veces, para referirse a estas figuras, se usa por equivalencia el término ruso de de polyanitsya, heroínas de los relatos folclóricos y legendarios rusos que no tienen miedo de luchar,  como las famosas Vassilissa y Nastassja Mikulichna  o Nastassja Korolevichna.

Historia de los cosacos en la Mancomunidad Polaco-Lituana
A partir de 1569, tras la Unión de Lublin, las estepas ucranianas pasan de la autoridad lituana (que había gobernado la región desde el siglo XIV) a la polaca y comienzan a recibir una nueva forma de migración desde el norte.

Ahora ya no se trata de un puñado de siervos fugados, si no de una colonización organizada desde Polonia: nobles polacos obtienen generosas posesiones, estableciendo enormes latifundios dedicados a la producción de grano, y traen con ellos comunidades enteras de colonos (muchos de ellos siervos), a los que se les promete también tierras en esa frontera, mientras los cosacos siguen siendo los principales artífices de la defensa contra tártaros y turcos.

Bajo las autoridades polacas se fundan nuevas ciudades y pueblos, y junto a los atamanes y consejos cosacos tradicional se establecen por primera vez oficiales, llamados intendentes, nombrados directamente por el Rey, que intentan imponer la ley del reino sobre comunidades que se habían gobernado a si mismas hasta el momento.

En 1590 el canciller polaco Zamoisky presento en el Sejm un decreto por el que los cosacos debían quedar sometidos a la autoridad de un Hetman, también nombrado por el rey  y no elegido por ellos mismos como hasta ahora. Pronto, aunque paulatinamente, surgió un división mayor entre los cosacos de la parte alta del río, que más tarde sería conocido como Hetmanato (por aceptar la autoridad de ese Hetman), más cercanos al poder y a la cultura polaca, muchos de ellos miembros de los regimientos de cosacos registrados (algunos, incluso, fueron ennoblecidos, incluidos en la szlachta, y dicha condición pasó a ser hereditaria) y los del bajo Dnieper, Zaporozhia propiamente dicha, más apegados a sus libertades tradicionales y su forma de vida ancestral.

El estado de la Mancomunidad se encontraba en una disyuntiva imposible, por un lado los cosacos eran parte fundamental de la defensa militar de la región, por otro se resistían a menudo violentamente a la autoridad de la nobleza. Se realizaron varios intentos de desarmar y desmovilizar a los cosacos o reducir su número, con escaso éxito y con varias revueltas como respuesta.

Kharakterniks, hechiceros cosacos
Se dice, ya desde el siglo XV, que entre los cosacos de Zaporozhia existen una serie de individuos especiales, dotados de poderes mágicos increíbles y que actúan como líderes, sanadores y adivinos para la hueste.

Los poderes que se les atribuyen van desde las creíbles como el conocimiento de plantas medicinales y técnicas de curación o la práctica de técnicas de alteración de conciencia (hipnosis, meditación, consumo de sustancias psicoactivas, ayunos, etc.), a las decididamente sobrenaturales, como ser capaces de dominar las mentes de otros, detener balas, transformarse en diversos animales, volar o, incluso, devolver la vida a los muertos.

Estos kharacterniks eran escasos e instruidos desde la infancia, cuando su talento se manifestaba en forma de ocasionales sucesos extraños o intuiciones misteriores, para su papel, sirviendo durante años como aprendices por un kharakternik más veterano.

Al contrario que otros magos del folklore y la literatura el kharakternik no despreciaba el uso de las armas y normalmente son descritos también como peligrosos luchadores, ayudados por sus capacidades sobrenaturales.

Pese a que su imagen entre los cosacos parece fundamentalmente positiva también existen supersticiones que requieren que una vez muerto se trata su cuerpo de forma espacial (atravesando el ataúd con una estaca o enterrando el cuerpo boca abajo) que recuerdan a las tradiciones de los eslavos meridionales sobre los potenciales vampiros y retornados. Es posible que, como estos, la existencia de una marca de nacimiento o el haber nacido con el saco amniótico adherido, podía marcar a un recién nacido como un futuro kharakternik.

En términos de reglas un kharakternik  cosaco utilizará el transfondo arcano de chamanismo según el libro básico aunque es posible que gaste menos avances en su habilidad arcana y en adquirir nuevos poderes que otros personajes mágicos.



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