Cosas para leer: Superman el Hombre de Acero de John Byrne, Mark Wolfman, Jerry Ordway y otros (Volumen 2)


El segundo tomo del relanzamiento post-crisis de Superman dirigido por John Byrne continúa la historia donde la dejamos y con autores parecidos. Por ello gran parte de lo que comentaba en la reseña del primer volumen se puede aplicar a esta. Sigo pensando que el diseño de portada es bastante desangelado comparado con la edición americana similar (ver un poco más abajo).

En este tomo, además de los autores principales, muestra una variedad de estilos y orígenes ya que se insertan varios números fuera de las colecciones de Superman que se hacen necesarios para entender la trama, incluyendo un número procedente de Hawkman (Hawkman Vol.2 #10 USA, por Barbara Randal, Dan Mishkin, Richar Howell y Carlos Garzón), y dos de la Legión de Superhéroes (Legion of Super-heroes Vol.3 #37-38, por Paul Levtiz, Greg LaRocque y Mike DeCarlo), además de dos anuales (Superman Annual #1, dibujo de Ron Frenz, y Action Comics Annual #1, de Arthur Adams, ambos guionizados por Byrne)  y un número dibujado por el poco habitual Erik Larsen (Adventures of Superman #431 USA) con un número excesivo de entintadores.

Mientras que el número de Hawkman es un cruce bastante simple, y que sirve como prólogo de un breve aventura espacial, la historia de la Legión es más interesante y tiene mucho que ver con los efectos secundarios de los cambios en la continuidad realizados por Byrne: 

Una de esas alteraciones era que, en el universo Post-Crisis, Clark Kent nunca había sido Superboy, si no que no había adoptado el traje, y la personalidad superheroica, hasta su edad adulta, ya como Superman. Este cambio, aparentemente menor, tenía sin embargo una ramificación más compleja: la Legión de Superhéroes, el grupo de jóvenes héroes que se había formado en el remoto futuro, habían sido  inspirados por Superboy (y luego habían viajado en el tiempo para invitar al héroe de Smallville a sus filas). 

Por tanto, esta modificación creaba una inconsistencia en la continuidad, que no tenían muy claro como solucionar. La resolución finalmente aportada en estos números es muy, casi diríamos que demasiado, complicada, con una última aparición del Superboy pre-crisis, un villano manipulando tras las sombras y la creación de un universo de bolsillo para justificar que el pasado de la Legión permaneciera inalterado. La elegida no es una solución elegante, aunque se agradece la épica que consiguen proporcionar a los últimos momentos del Superboy original, pero a lo largo de los años ha sido uno de los elementos más revisados de la continuidad DC, desde hacer a Supergirl la inspiradora de la Legión, utilizar al superboy clon (Connor Kent), una magnífica saga en que  Superman volvió ser miembro de la Legión, por Geoff Johns y Gary Frank, o,  la última y reciente por  Bendis, convertir a Jonathan Kent, el hijo de Superman, en el Superboy asociado al grupo futurista.


Por lo demás continúa la presentación de personajes nuevos, como Rampage, dos nuevos cruces con el universo de Batman (incluyendo un Joker magníficamente dibujado) o la reintroducción de personajes clásicos, como los Metal Men o Mr. Mxyzptlk. Especialmente esta última rompe completamente el tono de las demás historias, pero no consigue tampoco una resolución inteligente o imaginativa de la situación. Resulta curioso ver como Grant Morrison (en el Superman post-52 o en su JLA) o Alan Moore (en Qué fue del hombre del mañana) han sabido sacar partido al personaje y al concepto del duende interdimensional pero Byrne solo se limita a repetir la fórmula de la edad de plata de la forma menos imaginativa posible y, sobre todo, de forma innecesaria. Intenta hacer una broma con la aparición del Beyonder de Secret Wars II... pero con poca pegada.

También tenemos una aparición del cuerpo de Linternas Verdes y una nueva visita de los personajes del Cuarto Mundo. No quiero entrar en profundidad, no creo que sea el lugar ni el momento, en lo incómodo que es el argumento de Big Barda siendo dominada mentalmente por un tal Sleez

Este personajillo, creado por Byrne para la ocasión, es un deforme habitante de Apokolpis que aparece cubierto con una gabardina mugrienta, cual exhibicionista callejero, y que utiliza a la heroína para grabar películas pornográficas en un suburbio ruinoso. Es decir, se agradece la pasión de Byrne para poner los personajes de Kirby en primer plano, pero la forma de hacerlo deja mucho que desear, introduciendo una temática adulta y innecesariamente sordida que, además priva a un personaje femenino fuerte (además inpirado en Roz, la mujer de Kirby) de su autonomía y agencia pero la inocencia de Superman (que también cae bajo el control de Sleez brevemente) es salvada deux-ex-machina (Mr. Miracle en este caso) mediante.

Resulta, por otro lado, gracioso ver como incide en algunas de las diferencias con el Superman anterior, aunque sea en cosas tan anecdóticas como destruir sistemáticamente la capa del personaje (recordemos que la capa del Superman pre-crisis era, también, indestructible)  o recalcar su éxito con las mujeres, lejos del Clark tímido clásico. En el dibujo Byrne continúa en su línea habitual, con Karl Kessel como su entintador regular, ofreciendo siempre un buen trabajo gráfico aún cuando los guiones flojeen.

Me parece curioso que, pese a que mi yo joven se vio principalmente atraído a estos cómics por John Byrne (tanto en el guion como en el dibujo) como ahora me están resultando a menudo más interesantes las aportaciones de Wolfman y Ordway en Adventures of Superman que las del autor principal en Action Comics y Superman. Aunque la historia con bandas juveniles, manipuladas desde las sombras por Luthor, y un vigilante urbano, Gangbuster, que manejan no parecen las más adecuadas para Superman si realiza una mejor tarea de caracterización de los personajes secundarios e intenta mantener un argumento a medio y largo plazo más allá de la apariencia de continua presentación de los números de Byrne. 

La conclusión sobre este tomo es similar a la anterior, un buen cómic de Superman pero para el que los años no han pasado en vano y con elementos problemáticos, pero además, mientras que el primer tomo contiene la miniserie original, donde se introducen muchos de los conceptos realmente más interesantes de este relanzamiento, aquí Byrne parece a veces funcionar en automático, sin aportar demasiado la mayoría de historias pero manteniendo el pabellón muy alto en cuanto al dibujo.

Puntuación: 6/10

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