Cosas para leer: Wonder Woman de George Perez, Len Wein, Greg Potter et al., Vol 1


George Perez es un artista que me ha acompañado toda la vida como lector de cómics y que sigue siendo un referente estilístico para el género de los superhéroes. Su atención al detalle y su capacidad para dotar de personalidad visual a decenas de personajes diferentes se ha convertido en una marca de fábrica. Pero su estilo detallista evita, también, magníficamente el estatismo y ha demostrado una y otra vez un talento narrativo innegable.  El triste anuncio del cáncer que le aflige, que se une a una larga lista de problemas de salud, ha sido la ocasión para recordar cuanto ha significado para todos.

Proyectos únicos como Crisis en Tierras Infinitas o JLA/Vengadores y sus etapas en los Vengadores o en los Jóvenes Titanes han sido icónicas. Pero además, más raramente, también ha trabajado como guionista, un aspecto en que se ha destacado menos (incluyendo proyectos creados completamente por él Crimson Plague o Sirens, sin demasiado recorrido), y aquí nos encontramos en el primer tomo del que probablemente sea su más influyente trabajo en ambos aspectos, la modernización de Wonder Woman tras las Crisis.



Corría el año 1987 y, tras la destrucción del multiverso DC, que había tenido lugar en Crisis en Tierras Infinitas, la creación de una nueva continuidad era vista como una forma de revitalizar a los iconos de la editorial y, al mismo tiempo, hacer borrón y cuenta nueva de su historia. Era la ocasión para depurar y resignificar décadas de historia anterior para un nuevo tiempo, el primero de los grandes reseteos que han dejado actualmente tan tocado el elenco superheroico de la editorial.  

Pero entonces este movimiento era nuevo y, al menos de forma inmediata, tuvo efectos positivos creativamente. Con la miniserie de Hombre de acero, John Byrne nos presentaba una nueva visión de Superman, mientras que Frank Miller y David Mazzucchelli nos contaban también, de nuevo, el origen de Batman de una manera nueva y refrescante en Batman: Año Uno.

La princesa amazona necesitaba su propio relanzamiento y necesitaba un gran nombre asociado a ella, y ese no sería otro que George Pérez, con la participación de otros colaboradores en los guiones como Greg Potter, en los primeros números, y más tarde el veterano Len Wein, como dialoguista principalmente. 


Las historias de Wonder Woman durante las últimas décadas habían introducido elementos tanto en Tierra 2 (donde habitaba la WW original, aquella que había luchado en la segunda guerra mundial y pertenecía a la JSA) y Tierra 1 (donde residía la WW "principal") que eran difícilmente conciliables entre si. Pero, sobre todo, llevaba décadas sin una historia realmente memorable, al menos desde el final de la etapa de la nueva Wonder Woman (perdía sus poderes, y su uniforme, en WW #178 USA, 1968 y no los recuperaba hasta el #212, 1974) .

En Crisis en Tierras Infinitas, mientras la WW de Tierra 2 se retiraba al Olimpo con Steve Trevor (de forma parecida al Superman de la Edad de Oro), la versión de Tierra 1, la principal, era destruida y revertida a la arcilla de la que había sido creada. Parecía un movimiento innecesario para el reinicio y que tampoco los guionistas tenían muy claro lo que este significaba ¿era necesario destruir a una WW para crear a otra?



Los cambios introducidos por Pérez, y los demás, no fueron en principio cambios radicales, pero si cambios de enfoque y énfasis. Quizás el más llamativo fue el convertir a Steve Trevor en un personaje más veterano y unirlo románticamente no a la protagonista (justo antes de Crisis WW, Tierra 1, y Steve se habían casado tras cuatro décadas de noviazgo) si no a la, también recreada, Etta Candy. Este movimiento venía acompañada de un cierto distanciamiento (relativo) del ejército americano de Diana, si bien el primer arco sigue girando, fundamentalmente, sobre la infiltración de Ares en los ejércitos del mundo

Ahora WW carece de una identidad secreta, siendo una embajadora de su pueblo al Mundo del hombre a tiempo completo y su principal relación humana es con la arqueóloga Julia Kapatelis, que se convierte en una figura maternal, y su hija Vanessa, que casi adopta aires de hermana menor. También el elenco de secundarios y oponentes destaca por el peso de los personajes femeninos, mostrando una variedad de personajes que, si bien no evitan completamente caer en tópicos, resultan interesantes. Así las relaciones fundamentales de esta etapa, positivas y negativas, son entre mujeres y ellas son el principal motor de todo lo que sucede. 



El rediseño del Olimpo y de los dioses tampoco era una profunda ruptura, pero la conexión con la mitología es enfatizada y convertida en uno de los focos del personaje (entre otras cosas unifica el uso de los nombres griegos, en vez de la mezcla de griegos y latinos utilizados hasta el momento). Unos dioses, por cierto, convertidos en  personajes muy reales, con personalidades propias y profundamente imperfectos, incluso villanescos, especialmente un Zeus autoritario y lujurioso, dispuesto a todo por satisfacer sus deseos. 

Un punto que merece atención es el tratamiento de la redención de Heracles. En el prólogo el semidios es engañado para atacar a las  primeras Amazonas y siendo el principal responsable de su alejamiento del mundo tras, a su vez, engañar, envenenar y humillar a Hipólita y a su pueblo. Pérez nos presenta al personaje habiendo aprendido de sus errores y siendo perdonado, pero en mi opinión narrativamente (y entiendo que esto es un nivel muy personal) ese perdón no parece lo suficientemente buscado, aunque la escena no deja de tener su fuerza. 

El punto más flojo para mi de este volumen es el romance con Superman (que además leo por duplicado, ya que también aparece en el 4 volumen de El Hombre de acero de John Byrne), una idea que también se volverá a revisitar en los nuevos 52 (y que si fue bien utilizada en Kingdom Come), pero que más allá del chiste parece un movimiento innecesario, al menos aquí se resuelve con cierta rapidez.

El dibujo de Pérez es magnífico, realizando unos diseños arquitectónicos y de personajes difícilmente superables. Su Isla Paraiso, a la que da por primera vez el nombre de Themyscira, es memorable y sus diseños escherianos del Olimpo, o del Areópago, un estándar. Pero incluso los escenarios vulgares (o incluso los escombros o las nubes de humo) son espectaculares dibujados por Pérez. 



Retoca muy poco el diseño de su protagonista pero refina su apariencia, dándole unos rasgos individuales, dentro de la idealización, y algo más mediterráneos. Debo comentar el magnífico diseño de Ares, uno de mis favoritos, pero también podemos comentar el cambio de apariencia de la reina Hipólita (que se convierte en una versión ligeramente más terrenal de su hija) o de las villanas clásicas revisitadas.

Narrativamente Pérez tiene algunos grandes momentos, incluyendo sus ilustraciones condensando periodos de tiempo de forma simbólica, pero también algunos errores por exceso de ambición. Personalmente creo que el número narrado a través únicamente de textos ilustrados (Wonder Woman #8 USA) ralentiza demasiado la narración y no consigue sus objetivos, aunque luego hace un mejor uso de un recurso similar en el #20, donde los textos del detective Indelicato sirven como textos de apoyo, ahora si, a la narración visual. 

Se aprecia posiblemente cierto agotamiento de Pérez, con ideas algo menos inspiradas en la segunda mitad del tomo y momentos donde la calidad del dibujo se resiente ligeramente, o incluso otros autores deben intervenir para proporcionar algunas páginas. 

En conclusión, una gran etapa de un personaje que, a partir de este momento, ocupa el lugar que le corresponde a a cabeza del universo DC y sirve como base de todas las recreaciones posteriores.

Puntuación: 9/10

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