Cosas para leer: Superman el Hombre de Acero de John Byrne, Mike Mignola, Mark Wolfman y Jerry Ordway


Edición de una etapa fundamental para entender a Superman y el modelo de los reinicios y reconceptualizaciones que se han convertido en sistemáticas desde entonces, especialmente, en DC. Es fácil buscar el paralelismo funcional con la etapa de Grant Morrison en Superman tras Crisis Infinitas, y también los profundos contrastes, pues se puede decir que Byrne y Morrison construyen dos personajes, y dos universos, ideológica y narrativamente antagónicos.

Corre el año 1986 y John Byrne, un magnífico dibujante en la cúspide de su carrera, es elegido para relanzar al icono de la casa tras las Crisis Infinitas. Era la visión editorial que el multiverso de DC se había vuelto demasiado complicado, y que estaba lastrado por ideas arrastradas de épocas más inocentes, para competir con Marvel; necesitaban una revisión más atada a la Tierra, que por ello guarda paralelismos también con algunas de las reimaginaciones de superhéroes para medios de imagen real.


La miniserie Mundo de Krypton, lo primero que nos encontramos al abrir el tomo, cuenta con Byrne únicamente a los guiones y a los dibujos un Mike Mignola en fase formativa, ya con un estilo característico pero muy diferente del que nos tiene acostumbrados más recientemente. Influencias de la ilustración clásica le sirven para crear un remoto pasado de Kryton con influencias art-deco y que recuerda a visiones de la Atlántida o del Marte de John Carter

Curiosamente, y de forma un poco torticera todo hay que decirlo, Byrne utiliza el mismo guion y exactamente los mismos diálogos para narrar la forma en que Jor-El y Lara envían al pequeño Kal-El a la Tierra que el utilizado en El hombre de Acero num.1 (justo a continuación en este tomo) y así  podemos ver como Mignola y Byrne resuelven el montaje de la misma narración de formas  diferentes.

A continuación nos encontramos con El hombre de acero, otra miniserie que es el verdadero punto de arranque del Superman post-Crisis, con la narración del origen del héroe y el establecimiento de su universo particular. De un plumazo Byrne reestructura toda la mitología del personaje, elimina por ejemplo su fase como Superboy, y crea una icónica primera aparición. Nada de otros kryptonianos, por ahora, nada de ciudades embotelladas y una reducción significativa de poderes, eliminando (para luego reintroducirlos revisados) muchos de los conceptos más fantásticos de la Edad de Plata

Es curioso que no hay señal ninguna, por cierto, de que la S signifique nada en kryptonés y no hay ninguna conexión entre sus diseños de Krypton y el uniforme de Superman. En realidad Byrne establece que cuando crea el uniforme y comienza su carrera Clark Kent no sabe nada sobre su planeta de origen (lo cual deja muy en aire la elección del símbolo ya que el nombre de Superman se supone que le es adjudicado por la prensa, ¿por qué una S entonces?) y la insistencia, remachada cada dos por tres, de que Clark Kent es la persona real y Superman la máscara (y no a la inversa) es uno de los puntos, para mi, más positivos del legado de esta etapa conceptualmente, aunque la forma insistente y poco sutil de expresarlo no sea la mejor.

En general este es el problema de gran parte del guion de esta serie, las ideas, incluso las buenas, están a menudo expresadas de una forma tan literal y tan insistente que resultan artificiosas, no integradas de forma natural en la narración. 

Tras la miniserie, en que se establecen las nuevas bases del mito, se alternan los números de las tres colecciones regulares dedicadas al héroe de Metrópolis: Superman, Adventures of Superman y Action Comics. Y se alternan también los equipos creativos: Mark Wolfman al guion y Jerry Ordway al dibujo para Adventures of Superman, y John Byrne como autor total de las otras dos (en Superman con tintas de Terry Austin, reemplazado por Karl Kessel al final, y en Action Comics de Dick Giordano).

Mientras Superman y Adventures of Superman actúan como series principales Action Comics se perfila como la colección donde Superman va encontrándose con otros personajes de esta nueva continuidad, comenzando por los Jóvenes Titanes pero sobre todo cruzándolo con las creaciones de Jack Kirby, con los Nuevos Dioses, en los números que sirven de crossover con Legends, y con Demon

Los números de Wolfman ofrecen menos construcción del mito y del universo, aunque introducen la primera versión del profesor Hamilton (que será un personaje recurrente en los 90 y 2000), se trata más de aventuras genéricas de Superman.

Byrne (y también Wolfman, por otro lado) es un autor reconocidamente conservador en lo político y el Superman que crea es un epítome de la era Reagan, como ya comenté en la reseña de Legends. En alguna entrevista el autor hace explicito este acercamiento, convirtiéndolo en un "Super Republicano", en un ejemplo de apropiación ideológica con profundas consecuencias para el personaje. 

Los temas de fondo de muchas de las historias recuerdan puntos de discusión de la derecha norteamericana de los 80, desde el punto de vista sobre la criminalidad, la aparición de grupos terroristas modelados sobre guerrilleros centroamericanos, la mirada sobre las crecientes tensiones en el Golfo Pérsico o la actitud sobre la memoria de Vietnam.  Quizás por ello sean más intemporales los números en que Superman se aleja de la Tierra o aquellos que se basan más en elementos de ciencia ficción. 

Incluso la visión que nos da de Krypton se ve influencia por una actitud netamente conservadora sobre la ciencia y la tecnología. Y, aunque parezca lo contrario, la imagen de Luthor como epitome del capitalista explotador (pero sin plantear, por supuesto, una crítica al sistema) se alinea con la llamada al americano común (el oficinista, el obrero y el pequeño propietario) por medio de valores simbólicos, el patriotismo y la religión, que Reagan utilizó tan inteligentemente para vender su modelo económico desregularizado.

En cuanto al dibujo, que decir: Byrne en la cúspide de sus talentos es uno de los más grandes dibujantes de superhéroes de la historia, Mignola muestra un estilo personalísimo aún en formación y Jerry Ordway es  un clásico, que quizás no cuenta con el reconocimiento merecido pero que hace un trabajo muy competente. 

El rediseño visual de Krypton es uno de los  elementos más interesante pero con los años ha quedado demostrado que muy pocos dibujantes han sabido sacarle partido. También define un nuevo físico de Superman/Clark Kent, más atlético y apolíneo, más estilizado, que a través de Jurgens si que sigue siendo muy influyente en sus apariciones actuales. Aunque la insistencia de establecer el atractivo de Kent para las mujeres en general, y ya no solo para Lois en particular, también es un elemento narrativo que se ve un poco raro con la perspectiva de los años y por la forma demasiado insistente de plantearlo.

En algunos números, por otra parte, especialmente los correspondientes con Action Comics, puede verse algunos ejemplos de técnicas para ahorrar tiempo y esfuerzo  que terminaran siendo un problema en obras posteriores de Byrne. Así encontramos ocasionalmente fondos inexistentes, o montajes de página en que abundan demasiado las viñetas sobredimensionadas, con planos cortos en que una única figura ocupa casi todo el espacio y el resto se deja a un color plano sin fondos. La diferencia de entintado también es visible, con un Austin y Kessel son más recargados y detallistas, donde el estilo de Byrne es más notorio, mientras Giordano es más limpio y más clásico, llegando al punto en que algunos dibujos, especialmente algunos rostros, parecen más obra suya que del dibujante.

Sobre la edición decir que no soy muy fan del diseño de portada, en general creo que ECC está tirando demasiado de este tipo de diseño, con montajes utilizando diversas imágenes, en vez de una ilustración al efecto o una de las portadas originales, en sus recopilatorios, pero por lo demás poco que comentar ya que el material se ofrece sin demasiada intervención editorial. No hay artículos aclaratorios, ni una introducción ni contextualización de lo que vamos a leer.  

Personalmente algunos de estos cómics fueron de los primeros de superhéroes que recuerdo  haber leído y me marcaron profundamente, por lo que resulta particularmente extraño volver a verlos ahora con ojos de adulto, y más críticos. Sigue siendo, pese a todo, una lectura muy importante en la historia del personaje, y un punto de inflexión en la historia del género que se agradece esté disponible en cualquier formato.

Puntuación: 7/10


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