Cosas para ver: filmografía pulp, La momia (parte IV) La momia (2017) y otras momias

Finalmente, después de repasar el ciclo de la Universal de los 30-40, las cuatro películas independientes de la Hammer y la trilogía producida por Stephen Sommers, nos queda hablar del último intento de resucitar el concepto(oficial) de La Momia, y como extra, hablar de otras películas sobre momias (o afines) que pueden ser de interés por un motivo u otro (pero no un listado completo de todas las películas sobre momias existentes, eso se escaparía fuera del alcance de cualquier entrada y, posiblemente, de mi tiempo de vida). 

La momia (The Mummy, 2017, Alex Kurtzman)

Otro intento de la Universal en los últimos años de rentabilizar sus iconos del terror, tras Dracula Untold en 2014 y the Wolfman en 2010, fallaran en generar el impulso necesario para convertirse en franquicia. Así que para 2017 Universal realizó su esfuerzo más potente, desde el principio anunciando esta película como el principio de un proyecto gigantesco, con grandes nombres asociados, al que llamaron Dark Universe, en clara imitación del MCU.  Pero el intento estrepitosamente fallido, que deja detrás de si una única película, esta, y bastante deficiente.

La cuestión es que la mezcla de géneros (terror + aventura + comedia + Tom Cruise haciendo cosas peligrosas) no funciona, y empezar con la ambición declarada de crear un universo, posiblemente, también juega en su contra. Intenta hacer demasiadas cosas (contar una historia en si misma y además presentar personajes y elementos que solo tendrán sentido en películas siguientes) y aunque algunas, en si mismas no las hace mal del todo, no puede compensar tantos elementos dispares.

La mejor escena de la película es posiblemente la que menos pega con el resto, y que parece directamente extraída de una entrega de Misión Imposible, cuando los poderes de nuestra momia provocan el caos en el vuelo militar que traslada su sarcófago. Otras ideas interesantes, esta momia parece capaz de formar su propio ejército de no muertos y otros poderes apenas vislumbrados, no se desarrollan en ningún sentido significativo.

En esta ocasión la momia es la princesa Ahmanet (Sofia Boutella), hija del faraón Menehptre (ambos inventados) que, apartada del trono y despechada, vende su alma a Set, asesina a su padre, la esposa de este y el hijo recién nacidos de ambos. Sus planes a continuación, de encarna a Set en su anónimo amante y gobernar juntos Egipto, fracasan por la intervención de los sacerdotes que la derrotan, la momifican y la entierran en una "tierra lejana". 

Pasan los milenios y accidentalmente la momia de Ahmanet es localizada en Irak por Nick Morton (Tom Cruise) y Chris  Vail (Jake Johnson), dos soldados americanos, que aprovechan su tiempo libre para robar tesoros arqueológicos y venderlos en el mercado negro, y Jennifer "Jenny" Halsey (Annabelle Wallis) una arqueóloga que ha mantenido una relación con Nick y que parece tener unos sorprendentes contactos con el ejército americano. La momia se despierta, aún dentro de su ataúd, establece una comunicación mental con el personaje de Cruise y comienza a buscar la forma de completar lo empezado y encarnar, esta vez si, a Set en la tierra.

En algún punto de este argumento, ya con todo lo necesario para la película, se inserta a Henry Jeckyll (Russell Crowe) como cabecilla del Prodigium una organización secreta, a lo AIDP de Hellboy, dedicada a luchar contra los monstruos, que se convierte en un lastre en el guion; este se empeña en contarnos más sobre ellos (por su papel fundamental para siguientes películas que nunca se hicieron) en vez de llevar a buen término la historia principal.

El estrellato de Cruise, en este caso, lastra una película que no parece saber comprometerse con un tono o una historia y que desaprovecha a los demás personajes. El mismo Nick Morton es un personaje difícil de juzgar y apreciar, sus motivaciones mercenarias, su comportamiento mezquino, su supuesta vulnerabilidad, contrastan con la imagen que proyecta Cruise de héroe casi superhumano.

Visualmente la fotografía, especialmente en su última parte, abusa de los filtros de color y la desaturación, tampoco ayudan  los escenarios en los que no destaca ningún color ni ningún elemento por encima de otro, provocando una sensación de fatiga visual que confunde en vez de destacar los detalles. Las escenas en el Antiguo Egipto contienen algún elemento curioso, y utilizan un ajuste de color más natural (como lo hacen las escenas de Irak), que permite apreciar más algunos de estos.

Se hace referencia al uso de mercurio como forma de proteger de los espíritus malignos y, que yo sepa, no hay nada de esa creencia en Egipto, pero la idea de una tumba con canales de mercurio si es una realidad, aunque nos lleva muy lejos: a China; se dice que la tumba del primer emperador (del que ya hablamos al referirnos a la tercera película de La momia de Sommers)  contenía un mapa de su imperio, con ríos y lagos de mercurio (y que no se ha excavado aún, en parte por problemas de seguridad y conservación relacionados con el mercurio)

Como ya hemos dicho tanto el faraón Menehptre como su hija son personajes inventados. Cronológicamente en la película se da información contradictoria, por un lado se habla de inscripciones del Imperio Nuevo (ca. 1550 a. C.-ca. 1070 a. C.), pero por otro se sitúa el origen de esta momia en "hace 5000 años" lo que la colocaría en el periodo predinástico o protodinástico (depende de nuestra generosidad en el redondeo).

Es curioso los rasgos inhumanos que presenta la Ahmanet momificada, con su doble pupila, y el peculiar aspecto de la presencia de Set (interpretado por el español Javier Botet), elementos que parecen provenir de una dimensión más oscura y, si se me permite, primigenia, que los mitos egipcios. Ahmanet significa "la oculta" y conecta directamente con el nombre de la diosa Amunet (jmnt), consorte de Amon (jmn, también "el oculto) y parte de la Ogdóada  (grupo de ocho dioses, o cuatro parejas de dios y diosa, asociados al relato de la creación)

Plano medio-corto  de la princesa Ahmanet, sujetando entre los dedos un rubí, casi a la altura de sus ojos. El tono de la imagen es mayormente verdoso, excepto la joya en su mano. Tiene una melena negra, con flequillo, la piel parcialmente cubierta de letras y algunas escasas vendas que tapan muy poco

Extrañamente la escritura que cubre buena parte de su cuerpo en varias de las fases de su transformación (como el Imhotep de Arnold Vosloo pasa por diversas fases de lo terrorífico a lo glamuroso) no parecen egipcias. Según una entrevista a la maquilladora se trata de escritura sumeria... pero contiene un hechizo del libro de los muertos egipcios, lo cual o implica una complicada labor de traducción (que dudo) o no tiene ningún sentido. Es posible que sea en realidad una versión estilizada de escritura demótica, pero igualmente no parece que en realidad diga nada. 

Tanto en su ritual de invocación como en el presente los cuervos aparecen muy relacionados con la princesa. Los cuervos en la mitología aparecen ocasionalmente relacionados con la diosa Neftis o Nebet-Het (la "señora de la casa"), protectora de los vasos canopos, y hermana-esposa, precisamente, del dios Set. Este dios, ambivalente en la tradición egipcia, sufrió un proceso de demonización tras el periodo helenístico y romano y en la película se comporta, precisamente, más como el diablo judeo-cristiano (o como indico antes como Nyarlathotep) que como su homónimo egipcio.

Es quizás la momia más sexualizada de toda esta filmografía, si dejamos de lado los generosos escotes de Valerie Leon en Sangre en la tumba de la momia (Blood from the Mummy's Tomb, 1971,  Seth Holt y Michael Carreras); Ahmanet se retrata como una oscura seductora que no deja de utilizar sus encantos no muertos con nuestro protagonista y sus rasgos inhumanos solo acentúan su otredad, sin descuidar las telas estratégicamente situadas y la generosa cantidad de piel al descubierto.

El mismo diseño es plagiado sin descaro (especialmente en el cartel) en una producción británica de muy bajo presupuesto The Mummy: Resurrection (2022, Steve Lawson) en que la momia Khenmetptah (en este caso el nombre real de una princesa de la segunda dinastía) es interpretada, en las escasísimas escenas en las que aparece, por la modelo erótica Raven Lee.

La momia (Al-mummia, 1969, Shadi Abdel Salam)

Estrenada en inglés con el título de The Night of Counting the Years. Se trata de un film muy diferente a todos los que hemos tratado (y trataremos), ya que está lejos de ser una película de aventuras o terror al uso, y es más bien una reflexión sobre el papel del pasado y su labor conformadora de identidad, en el tiempo. Teniendo en cuenta que la mayoría de las películas se caracterizan por el punto de vista externo (y de tintes orientalistas) sobre Egipto creo que es interesante ver una reflexión desde el mismo país. 

La película, ambientada en 1881, se abre con una reunión de funcionarios del servicio de antigüedades, que han descubierto que alguien está vendiendo en el mercado negro objetos pertenecientes a las tumbas de la 21ª dinastía (o dinastía Tanita por gobernar desde Tanis, la misma Tanis donde se oculta el Arca Perdida en la primera Indiana Jones) que se creía perdidas. Pero la película se centra en dos hermanos, el mayor interpretado por Ahmed Hegazy  y el más pequeño Wannis (Ahmed Marei), pertenecientes a la tribu rural de los horabat (llegada hace "solo" tres siglos a la región). A la muerte de su padre, Selim, son iniciado en el secreto familiar: los más viejos del clan conocen la localización de una cueva donde se escondió, hace mucho, el contenido de las tumbas reales, y de la que, cada cierto tiempo, extraen objetos para vender a un mercader ilegal de antigüedades.

Las tensiones dentro de la comunidad, y luego la llegada de las autoridades, la codicia, pero también la superstición y el miedo, se van incrementando. Curiosamente son los jóvenes los que parecen tener más escrúpulos para "robar a los muertos", mientras que los veteranos de la tribu los desprecian como gentes desconocidas y sin importancia... polvo desde hace milenios. El hermano mayor decide dejar la comunidad en desacuerdo con el saqueo, pero es asesinado antes de poder ir muy lejos, y Wannis se debate en una inacción desesperada. Los personajes se mueven entre las ruinas de un pasado que no termina de ser el suyo y que no pueden comprender, usan las antiguas cámaras como casa, incluso como prostíbulo, mientras los antiguos faraones lo observan todo, impasibles e impotentes.

Con un ritmo quizás pausado en exceso y las actuaciones hieráticas (exageradas por el uso del formal árabe clásico, en vez del más realista árabe dialectal egipcio) pueden costar a quién este acostumbrado a cine más dinámico: pero la belleza de algunas imágenes (la desolación de los templos vacíos y incomprensibles, el viento constante sobre la arena, la desesperación de Wannis atrapado entre dos posiciones imposible) y el interés del tema, y el punto de vista raramente considerado en el debate en torno a las antigüedades, sin duda la hacen digna de verse.

En el terreno de las películas más relacionadas con la arqueología que con las momias como no muertos andantes cabe mencionar también la anodina La esfinge (Sphinx, 1981, Franklin J. Schaffner), basada en una novela de Robin Cook, también tenemos aquí una trama en relación con el saqueo de tumbas, el papel de egipcios y extranjeros en el mismo... pero los resultados son mucho menos interesantes desde mi punto de vista.

Cartel de la película. El título aparece en la esquina superior derecha, con letras amarillas con un grueso borde negro. El resto del cartel es un dibujo en su mayor parte, formandoun collage de distintas escenas y personajes. El cuadro mayor, que ocupa toda la columna izquierda del dibujo, representa a la Momia en pie, siendo asediada por las llamas a sus pies. En la parte izquierda, bajo el título Helen con ropa victoriana y un poco más abajo como Amarna. En l aparte inferior aparece de nuevo Amenhotep, en su forma humana y vestido de faraón, y Amarna en su época mortal.
La venganza de la momia (1973*, Carlos Aured)

Entramos ahora en el mundo del fantaterror español y en la filmografría de  Paul Naschy con su única incursión con el personaje de la momia. Tengo que decir, para ampezar sincerándome, que nunca he sido gran fan del fantaterror: impulsado por reseñas entusiastas o comentarios de amigos he intentado una y otra vez adentrarme en este ¿género? ¿época? (y así ha ido cayendo película tras película,) Pero nunca he encontrado la conexión que ellos encuentran y ninguna de las películas que ha visto ha conseguido enamorarme, y muchas veces ni siquiera entretenerme. Esta La Venganza de la momia no es la excepción, vista por algunos como "una de las mejores películas que se han rodado sobre el mito", para mi no supera el aprobado.

La película se abre, como no, con un flashback a la época faraónica, que en este caso nos presenta (con una voz en off, redundante en exceso) al maligno faraón Amenhotep (Naschy) y su, no menos sádica, amante Amarna (Rina Ottolina) que se dedican a hacer sus tropelías sobre pobres muchachas, en un escenario que combina atrezzo egipcio con buena pinta con soluciones más bien teatrales (se afirma que parte de la escenografía fue reutilizada de la Marco Antonio y Cleopatra dirigida por Charlton Heston en 1972,  rodada en Almería). El villano es derrocado por un sacerdote de Amón, llamado Anchaff (Fernando Sánchez Polack) y, como castigo, momificado  en vida y enterrado para ser olvidado, mientras que Amarna es ejecutada sin más miramientos. 

Pasan los siglos (resueltos de forma bastante elegante con un parpadeo) y una pareja de inocentes arqueólogos tardo victorianos, Nathan Stern (Jack Taylor) y Abigail (Maria Silva), abren la cámara y se llevan la momia a Londres, donde al poco comienza una particular ola de crímenes (los ecos del destripador son claros). 

Allí también conocemos al mentor de Stern, Sir Douglas Carter (Eduardo Calvo) y a su hija Helen (Rina Ottolina) cuya madre era egipcia y que, lógicamente, resulta ser la reencarnación de la ejecutada Amarna. Naschy reaparece también en un segundo papel, como el arqueólogo egipcio Assad Bey, que acompañado de su ayudante Zanufer (Helga Line), sirve como brazo ejecutor y colaborador de los planes del redivido Amenhotep.

Argumento y ambientación tardo victoriana, muy similar a la versión de Fisher en la Hammer (y algunas de las siguientes películas de dicha serie), y con elementos argumentales tomados de la película original de la Universal. Quizá lo más curioso e imaginativo sea el carácter completamente villanesco de este Amenhotep (que lo emparentaría con el Imhotep de Sommers); algo raro, por cierto, en el cine de Naschy  (que a menudo, como en este caso, doblaba como estrella y como guionista de la producción) donde hasta Drácula recibe un trato de víctima trágica.

Existen varios faraones llamados Amenhotep ("Amón está satisfecho"), nombre que a menudo se ha escrito también en la transcripción griega Amenofis. Posiblemente la idea es traer a la mente al faraón Amenofis IV, más conocido por su nombre de Akenatón ("el resplandor de Atón", c. 1352 a. C. a 1335 a. C.) y cuya reforma religiosa (que precisamente pretendía acabar con el poder de los sacerdotes de Amón) le valió ser calificado de hereje y sometido a la destrucción de sus monumentos y el borrado de su nombre.

Para resaltar esta identificación Amarna, el nombre dado a su amante, se corresponde con el nombre árabe de la capital erigida por Akenatón, que en egipcio sería Akhetaton ("el horizonte de Atón"). También se da en determinado una fecha de la 18ª Dinastía (aunque absurdamente se pretende que tal fecha se lee de un documento egipcio, cuando el uso de las dinastías como marcador cronológico es una convención posterior) para terminar de certificar la identificación.

La imagen del fornido Naschy no puede, sin embargo, verse más alejada de las representaciones históricas de este faraón. El conocido como estilo o periodo amarniense solía representar a las figuras, y en particular al faraón, de forma muy estilizada, aunque con vientre y muslos prominentes (lo que se discute si es una convención meramente estilística o muestra rasgos físicos reales de Akenatón). Nada que ver con el cuerpo de levantador de pesas de Naschy.

La duplicación de Naschy como momia y arqueólogo, aunque probablemente derivada de la diferenciación entre  momia y sacerdote de las películas de Kharis de la universal (aquí invertido, con la momia al mando de la pareja), resulta superflua, y no demasiado bien explicada; en general el desarrollo dramático de las tramas y los personajes es bastante plano. El recurso al "exotismo rancio" de la doble herencia de Helen, utilizado sin una pizca de ironía o reflexión, manifiesta lo que para mi es el peor rasgo del film de Naschy, el uso algo irreflexivo (meramente estético o decorativo) de elementos del pasado cinematográfico de los iconos que visita, con un ansia de imitación más que de creación original.

* La película aparece con dos fechas distintas, 1973 es la fecha que da Rubén Higueras en Cine fantástico y de terror español de los orígenes a la edad de oro (1912-1983) pero otras fuentes, como imdb o letterboxd, dan 1975. Por lo que he podido averiguar, se estrenó originalmente en 1973, pero se reestrenó en octubre del 75. 

En el 73 se estrenó otra película de momias de producción hispana (en este caso una coproducción con Francia), titulada El secreto de la momia egipcia (1973, Alejandro Martí), un producto muy inferior, con mucho mayor peso del componente erótico, mínimos valores de producción (excepto una fotografía medio competente) y donde, además, en la práctica nos encontramos más con una historia de vampirismo que una verdadera momia. 

El diseño de la momia, que recuerda al de Kharis en general,  añade un fajín dorado con un buitre, un collar y unas tiras de cáñamo a lo largo de los brazos y de las piernas. En la imagen una foto publicitaria de la película que muestra a Amenhotep de pie, entre unos árboles, en una escena nocturna aunque fuertemente iluminada en el primer plano. En la parte inferior izquierda de la imagen aparece un recuadro blanco con el título y los nombres de parte del elenco y equipo de la película.

Cartel de la película en inglés. La imagen muestra un cuerpo envuelto en vendas, con los brazos cruzados sobre el pecho y sin rasgos apreciables, cerniéndose gigantesco sobre una imagen de cuatro pirámides. Dominan la imagen los tonos marrón-amarillentos y el negro como fondo.  El título aparece como Rusell Mulcahy's Tale of the Mummy. En la parte superior aparece el eslogan: la maldición es una leyenda. La aventura es real
La sombra del farón (Tale of the Mummy, 1998, Rusell Mulcahy)

Proyecto que forma parte de la irregular carrera de Rusell Mulcahy (al que en esta casa se le respeta, sobre todo por los Inmortales, en menor medida por la Sombra y en tercer lugar por la divertida Razorback). En este caso presenta una película cuyo argumento parece diseñado para una partida de rol, con asesinatos misteriosos y una cuenta atrás astronómica, personajes diversos y, a veces, escenas forzadas destinadas a mantener la trama en marcha sea como sea.

Comenzamos con elementos ya comunes, presentándonos un prólogo en el pasado para mostrarnos el peligro de la criatura antes de enfrentarnos a ella en el presente narrativo. La película se abre con una excavación en Egipto, ambientada en 1948 en que el gran Christopher Lee hace poco más que un cameo. Sir Richard Turkel (Lee) descubre una tumba sin nombre, al menos en la entrada. Una vez dentro descubren que el nombre que aparece no es un faraón, sino un personaje llamado Talos. Sea como sea, al abrirla algo terrible sucede y todos los participantes mueren de forma grotesca. La tumba es sellada con explosivos y, aparentemente, olvidada.

50 años después la nieta Samantha "Sam" Turkel (Louise Lombard) participa en otra excavación a la misma tumba que, equipados ahora con modernos trajes de aislamiento (muy poco arqueológicos), consiguen llegar a la sala mortuoria. Allí encuentran un montón de cuerpos, empalados en lo que parece una disposición ritual, y un extraño sarcófago, casi como si fuera el capullo de un gusano de seda, colgando sin tocar el suelo y en el centro de la grotesca carnicería. Uno de los expedicionarios, Burke, (un joven Gerald Butler) muere y otro Bradley (Sam Pertwee) se vuelve loco. 

La acción salta inmediatamente a unos meses después, a la ciudad de Londres, donde han llevado el sarcófago, en el que solo parecen haberse encontrado unas telas vacías que se encuentran expuestas en el museo. Pero, una noche, la vitrina se rompe, y las vendas desaparecen, dando comienzo a una ola de asesinatos por la ciudad. En ellos, en vez de una momia al uso, tenemos una maraña de vendas, animadas por ordenador la mayoría del tiempo, que consiguen algunos de los mejores momentos pero también algunos de los más deplorables (por ejemplo, cuando se "oculta" en el expendedor de toallitas de papel de los baños de una discoteca). 

Aparentemente eligiendo sus víctimas al azar, solo el eloquecido Bradley parece intuir que hay algo más siniestro tras los acontecimientos. El detective Rilley (Jason Scott Lee) investiga los crímenes y se cruza con los supervivientes de la expedición, manteniendo una poca profesional relación con la susodicha nieta del personaje de Christopher Lee. 

Llegado el momento hay los esperables flashbacks para descubrir quién era el tal Talos (Enzo Junior). Descubrimos así que se trata de un hechicero griego, expulsado de su tierra natal por sus brujerías, y llegado al país del Nilo, donde se gana la confianza de la corte, y la mano de una princesa, pese a sus ritos degradantes y sádicos. En realidad, y al contrario que la mayoría de películas, las escenas del flashback resultan más interesantes, y enigmáticas, que la mayor parte de la investigación contemporánea.

En la tercera película del Rey Escorpión (de 2012), aparece también un villano llamado Talus (interpretado por Billy Zane) pero es muy posible que sea solo una coincidencia, ya que no parecen compartir demasiados rasgos. El faraón con el que convive, coincidentemente, también es un Amenhotep/Amenofis, quizás de nuevo un tributo al título de faraón hereje de Akenatón, más que a su representación histórica.

Por supuesto el nombre Talos conecta con el personaje de la mitología griega del mismo nombre, un gigante de bronce y protector de Creta, del que existen varias teorías sobre su origen o el significado de su nombre, quizás conectado con la forma dialectal del nombre del sol en Creta o quizás con el nombre del metal (χαλκός). 

Por cierto no he encontrado mucha información sobre el actor que interpreta a Talos, Enzo Junior, un modelo que parece haber salido únicamente en cuatro películas entre 1995-1998 y del que no he podido encontrar más información biográfica. Además de los interpretes ya mencionados merece apuntarse que aparecen Shelley Duvall (¿necesito mencionar El resplandor?), interpretando a una investigadora psíquica, y Honor Blackman (la Pussy Galore de James Bond contra Goldfinger, 1964), como una agente de policía con una aparición bastante breve.

Años más tarde Mulcahy rodaría otra historia de aventuras egiptológicas, la terrible La maldición de la tumba de Tutankamon (The Curse of King Tut's Tomb, 2006), tres horas de efectos terribles y giros argumentales sin sentido que no puedo recomendar a nadie. 

No puedo dejar de ver ciertos paralelismos argumentales, y especialmente en el final, con El día de la bestia (1995, Alex de la Iglesia), incluso parece tomar algunas pistas visuales, o coincidencias sorprendentes, de la película apocalíptica. La inclusión del personaje principal como un detective, y su siempre socorrido compañero, por otra parte, ofrece recursos procedimentales y temáticos que conectan con películas criminales, al estilo de Se7en (1995, David Fincher) sin querer hacer una comparativa en cuanto a calidad), donde Talos, con  sus poderes sobrenaturales, reemplaza al  asesino en serie terrenal de su modelo.

Película, en definitiva, bastante mala, pero con algunas ideas interesantes que pueden ser saqueadas sin sentir demasiada vergüenza (es poco probable que nadie más la haya visto). Además recuerda, al inspirarse en material fallido siempre puedes conseguir salvar lo que tiene de bueno y aportar algo nuevo, mientras que el material que ya es bueno de salida suele resultar en un remake poco apasionado.

Enzo Junior como Talos en tiempos faraónicos. En primera plano a la izquierda de la imagen, aparece Talos, dándonos la espalda pero con la cara girada sobre su hombro (en el que se apoya una mano) hacia nosotros. Más allá se aprecia una imagen de un valle donde podemos ver un gran templo, un rio (suponemos que el Nilo) y algunos árboles. Al fondo el valle es cerrado por montañas de aspecto impasable

Engañoso cartel de la película. En primer término Nora (Alison Elliot) tendida sobre un muro de piedra, en escorzo, con su cabeza hacia nosotros y apenas vestida, en un gesto entre sensual e inconsciente. Tras ella unas figuras difusas parecen sugerir los ritos druidas antiguos. En la parte superior una imagen semitransparente de un primer plano de Christopher Walken. El eslogan dice "el mal duerme, pero nunca muere"
La momia (Trance) (The Eternal: Kiss of the Mummy, 1998, Michael Almereyda)

Lógicamente toda esta filmografía nos hemos centrado en las películas que utilizan como eje principal las momias egipcias, ya que estas protagonizan la mayor parte de historias centradas en esta clase de criaturas. Sin embargo algunas, como la que no ocupa, escogen otro trasfondo cultural para sus historias. Tal es el caso de la serie mexicana que comienza con La momia azteca (1957, Rafael Portillo), la derivativa momia etrusca de La maldición del hombre sin cara (Curse of the Faceless Man, 1958, Edward L. Cahn) o esta que nos ocupa, que utiliza una momia, o cuerpo, de pantano irlandesa como fuente de lo sobrenatural. 

La película es, en cierta manera, una nueva revisión de La joya de las siete estrellas, con sensibilidades de cine independiente. Nora (Alison Elliot) y su marido Jim (Jared Harris) son una pareja de neoyorkinos con problemas con el alcohol, que parece ser la causa de algunos episodios de alucinaciones y un accidente, lo  que les hace prometer que van a dejar de beber por su bien y el de su familia. Sin embargo, cuando el matrimonio, y su hijo pequeño Jimmy (Jeffrey Goldschrafe), deben viajar a Irlanda para visitar a la abuela de ella, terminaran encontrándose con algo mucho menos mundano que el delirium tremens

En la mansión familiar reside, además de la abuela (Lois Smith), Alice (Rachel O'Rourke), una niña de identidad misteriosa, y, especialmente, el tío Bill (Christopher Walken, que combina su peculiar forma de hablar con un supuesto acento irlandés para un efecto realmente extraño). Este último ha encontrado el cuerpo, anormalmente conservado, de una bruja antigua (de hace 2000 años, afirma Bill en un momento del diálogo), llamada Niamh (Niamh Dolan). Por supuesto Nora descubrirá que siente una extraña conexión con el cuerpo escondido en el sótano y sus síntomas se acentuarán.

La película juega con lo extraño y con la sugerencia más que con el terror, el uso de los sobrenatural como clave o metáfora de la adicción y los secretos familiares,las soluciones de bajo presupuesto (como utilizar metraje de 16mm para representar las escenas históricas) y las actuaciones algo teatrales, le dan un aire de cine de arte y ensayo, por ello puede resultar pretenciosa y, por momentos, desconcertante. Gran parte de lo que funciona en la película se debe a los ambientes creados por la opresiva mansión familiar (rodada, en realidad, en Nueva York) y los vistazos a los exteriores rodados en Galway (Irlanda). Sin embargo las buenas intenciones naufragan, especialmente en un clímax alargado y que deriva en el absurdo.

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