Cosas para ver: Hellboy, The Crooked Man


Creo que ya he mencionado, y si no siempre es un buen momento para decirlo, que soy rendido admirador del cine de Guillermo del Toro y que incluso sus películas menores, como puede calificarse Hellboy 2, me parecen siempre dignas de interés y llenas de ideas e imágenes a no menospreciar. Por ello quizás he visto con cierto despego los intentos de Mignola de levantar la franquicia sin el director mexicano y ya salí verdaderamente decepcionado de la película de Neil Marshall

La que nos ocupa es, ya de salida, un intento mucho menos ambicioso que el anterior, sin nombres conocidos en el elenco, con una escala más limitada, y menos de la mitad de presupuesto (y aún más bajo aún que las de Del Toro). Brian Taylor es un director con varias adaptaciones de cómics a sus espaldas, que van de lo curioso, como la peculiar serie Happy! (2017-2019), a lo terrible, como su Jonah Hex (2010), pero cuyo mayor éxito ha sido la franquicia de acción Crank (2006).

The Crooked Man tiene lugar en 1959, cuando Hellboy (Jack Kesy) y la agente Bobbie Jo Song (Adeline Rudolph), que transportan un monstruo-araña, acaban accidentados en el corazón de los Apalaches. Allí se topan, casi por casualidad, con una comunidad atemorizada y asediada por las brujas, hechiceras sobrenaturales que sirven a una entidad de naturaleza incierta, conocido como el El Hombre Retorcido. Mientras la mayoría de los pueblerinos parecen demasiado aterrorizados para hacer nada, Tom Ferrell (Jefferson White) un residente que acaba de regresar tras años viajando, es el único dispuesto a ayudar a los agentes de la AIDP a descubrir lo que sucede y enfrentarse a la magia. Ferrell se convierte en coprotagonista, en muchos momentos realmente en el protagonista principal, mientras nos introduce en el saber de las montañas y sus propias pasadas asociaciones con la brujería.

Portada del recopilatorio de Hellboy the Crooked Man, realizada por Mike Mignola

El argumento es tomado de una de las mejores aventuras del personaje no dibujadas por Mignola, si no por Richard Corben, con el mismo título que la película, plantando al investigador paranormal en medio de un escenario de horror rural en los Apalaches. Un marco y una historia en que, ya en el cómic, Hellboy resulta un poco fuera de lugar y se ve convertido, por momentos, en mero espectador. Una situación que, además, parecía más adecuada para un John the Balladeer (papel que cumple en este caso Tom Ferrell) que para nuestro demonio rojo favorito. 

La principal diferencia entre el cómic y el guion de la película, en el que participa el mismo Taylor junto con Mignola y Christopher Golden, es el añadido del nuevo personaje, la agente Bobbie Jo Song. Su intención es, evidentemente, que este personaje sirva como entrada al mundo de Hellboy, pero sus escenas parecen añadidas sin ton ni son a una historia que no las necesitaba, o se limita durante buena parte del metraje a ser acompañante silenciosa de los protagonistas.

En el cómic, sin embargo, el dibujo excepcional del maestro Corben y su capacidad narrativa permiten olvidar por un momento esos problemas y disfrutar de la historia por si misma, como parte del arco general de Hellboy. En una película que intenta revivir a este como franquicia, y reiniciarlo, resulta un poco extraño elegir una historia que tiene tan poco que ver con su idiosincrasia propia. El uso de la tradición de magia rural de los Apalaches resulta una adición interesante al abanico de mitologías visitado por el cómic. Pero no puede evitar tocar algunos aspectos racistas propios de la región, principalmente el uso del término étnico, a menudo usado como insulto, melungeon para referirse a las brujas.


Entiendo que es un problema logístico incluso, más que imaginativo, tanto Del Toro como Marshall han gastado cartuchos argumentales, muchos de los elementos más icónicos y reconocibles del personaje, pero empezar a adaptar por esta historia en particular... me cuesta entenderlo más allá de tratarse de una historia bastante autoconclusiva (aunque hay una continuación dibujada por Zach Howard titulada El retorno de Effie Kolb) y, relativamente, barata de ambientar. Y el tema del dinero es la principal piedra en el camino de esta producción, que parece haber renunciado a intentar convertirse en un gran blockbuster de acción, como eran las tres anteriores, para limitarse a ofrecer un entretenimiento de terror, con sensibilidad más cercana a la serie B. 

El diseño de Hellboy ha recuperado cierta sencillez, que se había perdido en la película de Marshall (donde se habían añadido un exceso de texturas y detalles que, a mi entender, saturaban demasiado un personaje que debería ser más icónico) y acentúa el perfil general (especialmente con los hombros caídos) del Hellboy dibujado, aunque personalmente creo que el peculiar rostro de Ron Perlman era demasiado perfecto para el papel para permitir comparaciones justas. 

El acabado de ese maquillaje, sin embargo resulta un poco tosco (especialmente en las manos) y el color parece ser un gran problema con el film, al escoger un tono en general desaturado que no siempre saca el máximo partido al personaje principal (y así muchas imágenes en internet aparece con ajustes, a veces dramáticos, de saturación y contraste, mucho más altos que los de la película real para intentar compensar). 

Comparativa de los tres actores y maquillajes utilizados en Hellboy. De izquierda a derecha, Ron Perlman (con una imagen extraída de Hellboy 2, 2008), David Harbour (Hellboy, 2019) y Jack Kesy (Hellboy: The Crooked Man, 2024)

Jack Kesy hace lo que puede con el personaje... pero tampoco es que tenga mucho en que lucirse. La mayoría del reparto se esfuerza por mantener el característico acento apalachiano, pese a que un significativo porcentaje del reparto proceda de Gran Bretaña e Irlanda, con algunos papeles menores reclutados localmente en Bulgaria (donde se realizó el grueso del rodaje). Además de los actores mencionados en el resumen, podemos comentar la aparición de la irlandesa Leah McNamara (como la bruja Effie Kolb), el británico Martin Bassindale (como el Hombre Retorcido) o el criado en Gran Bretaña Joseph Marcell, recordado sobre todo por su papel del mayordomo Jeffrey en el príncipe de Bel-Air (como el reverendo Watts).  

Taylor resuelve con cierta gracia las escenas terroríficas basadas en efectos físicos y el uso del sonido, los efectos de cámara y el montaje, sin ninguna innovación pero manejando bien recursos bien establecidos por el cine de terror reciente; sin embargo las escenas en que el uso del CGI toma la primacía (especialmente la secuencia inicial en el tren) resultan sorprendentemente torpes y chapuceras. No por la calidad del CGI en si, algo un poco inmaterial, si no por una deficiente planificación de las escenas e integración de esos efectos con la acción real. La película intenta imitar directamente parte de la iconografía y estructura del cómic, como la inserción de la escena en que se nos explica la fabricación de las bolas de bruja, pero el resultado es desigual.

La banda sonora de Sven Faulconer (Top Gun, Scream IV) es correcta, si bien (de nuevo) algo genérica, pero se anima con la inclusión de algunos temas relativamente oscuros de rock y country (con aparición de The Louvin Brothers o The Islanders, entre otros).

Las intenciones no son malas y, dentro de su modestia, no me desagrada completamente el tono, las intenciones y el acercamiento estético, pero sigue resultando una película fallida en su valoración global.

Puntuación: 4/10

 


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