"Before manne was, ye Elder ones were, and even yet their lord dwelleth amonge ye shadows to which if a manne sette his foote he maye not turn vpon his track. [...] —Amonge ye sonnes of men glide strange shadows for ever. Men see ye tracks of ye talones but not ye feete that make them. Over ye souls of men spread great black wingges. There is but one Black Master though men calle hym Sathanas and Beelzebub and Apolleon and Ahriman and Malik Tous—"
Es necesario considerar que, pese a tópicos muy extendidos sobre el medievo, la "caza de brujas" es, esencialmente, un movimiento moderno. posiblemente espoleado por al división religiosa y los cambios socioeconómicos de la época. Además está creencia actúa con mayor fuerza en las comunidades calvinistas, como lo es la Escocia reformada, por una nueva concepción del papel del demonio en el mundo, como una fuerza más activa y mas poderosa de lo que pensaban los cristianos medievales.
Brujería en las Tierras Altas
La creencia en formas populares de magia, hechizos y otros poderes está muy presenten en toda la región montañosa, aunque parece cierto que el número de "cazas de brujas" fue bastante limitado. Se han ofrecido diversas explicaciones para que esto sea así:
Una de las más extendidas pretende que la creencia en las hadas sustituye, o minimiza, el peso dado en la mente de los montañeses a la idea de la bruja. Sin embargo a veces la frontera entre hada, bruja y demonio es cambiante y engañosa: Nicnevin o Nicnevan (del gaélico Neachneohain, conocida en las Tierras bajas y la frontera como Gyre Carline), la reina de las hadas de la corte desleal en Escocia, es también maestra y líder de las brujas (e identificada con la diosa griega Hécate en esa misma capacidad); de igual manera la Cailleach Bheur ("La Anciana" o "la cubierta por un velo") que habita en las montañas de Escocia (que según una leyenda ella misma habría creado) y que trae el invierno. tiene caracteres de diosa, gigante y bruja. Además la creencia en seres faéricos no es menos común en las Tierras bajas, donde estas aparecen también a menudo como fuente de los poderes mágicos de las acusadas.
Otros destacan las diferencias sociales y económicas entre esas dos áreas, ya que en las montañas aún perviven diversas formas comunales de propiedad (y cuando estas desaparecieron en el siglo XVIII hubo una nueva oleada de acusaciones de brujería), o la mayor distancia con los centros de autoridad política y religiosa, así como el menor impacto de las ideas calvinistas sobre el demonio antes mencionadas, debido a la disidencia religiosa.
Sea como sea llevando, durante todo el periodo diversos tipos de curanderas, adivinas, parteras y mujeres sabias siguen llevando a cabo sus prácticas tradicionales, siendo molestadas raramente, al menos mientras limitaran sus poderes a la "magia blanca".
Así se practican diversas formas de adivinación, llamadas genéricamente taghairm (posiblemente "invocación de los espíritus") algunas bastante inocentes (permanecer en ayunas envuelto en una piel de becerro en un lugar apartado hasta tener una visión, por ejemplo) y otras más siniestras, como el llamado taghairm na cath. Este era un ritual donde el invocador debía quemar vivos gatos durante varios días, llamando así un "demonio" conocido como "Orejas Grandes", en forma de gigantesco gato, para obtener de él respuesta sobre el futuro.
También existe una creencia muy extendida en torno a la capacidad de la "segunda visión" (en gaélico An da shealladh) o percepción extrasensorial. Otras superstición común es que realizar una vuelta "siguiendo el curso del sol" (Deiseil en gaélico) trae buena suerte, mientras que hacerlo al contrario es nefasto, así es común que las barcas den una pequeña vuelta en ese sentido antes de salir al mar, que se "gire" a los recién nacidos para alejar a las hadas dañinas o que se realice un giro alrededor del ataúd durante los funerales .
Brujería en las Tierras Bajas y en la Frontera
Una de las más extendidas pretende que la creencia en las hadas sustituye, o minimiza, el peso dado en la mente de los montañeses a la idea de la bruja. Sin embargo a veces la frontera entre hada, bruja y demonio es cambiante y engañosa: Nicnevin o Nicnevan (del gaélico Neachneohain, conocida en las Tierras bajas y la frontera como Gyre Carline), la reina de las hadas de la corte desleal en Escocia, es también maestra y líder de las brujas (e identificada con la diosa griega Hécate en esa misma capacidad); de igual manera la Cailleach Bheur ("La Anciana" o "la cubierta por un velo") que habita en las montañas de Escocia (que según una leyenda ella misma habría creado) y que trae el invierno. tiene caracteres de diosa, gigante y bruja. Además la creencia en seres faéricos no es menos común en las Tierras bajas, donde estas aparecen también a menudo como fuente de los poderes mágicos de las acusadas.
Otros destacan las diferencias sociales y económicas entre esas dos áreas, ya que en las montañas aún perviven diversas formas comunales de propiedad (y cuando estas desaparecieron en el siglo XVIII hubo una nueva oleada de acusaciones de brujería), o la mayor distancia con los centros de autoridad política y religiosa, así como el menor impacto de las ideas calvinistas sobre el demonio antes mencionadas, debido a la disidencia religiosa.
Así se practican diversas formas de adivinación, llamadas genéricamente taghairm (posiblemente "invocación de los espíritus") algunas bastante inocentes (permanecer en ayunas envuelto en una piel de becerro en un lugar apartado hasta tener una visión, por ejemplo) y otras más siniestras, como el llamado taghairm na cath. Este era un ritual donde el invocador debía quemar vivos gatos durante varios días, llamando así un "demonio" conocido como "Orejas Grandes", en forma de gigantesco gato, para obtener de él respuesta sobre el futuro.
También existe una creencia muy extendida en torno a la capacidad de la "segunda visión" (en gaélico An da shealladh) o percepción extrasensorial. Otras superstición común es que realizar una vuelta "siguiendo el curso del sol" (Deiseil en gaélico) trae buena suerte, mientras que hacerlo al contrario es nefasto, así es común que las barcas den una pequeña vuelta en ese sentido antes de salir al mar, que se "gire" a los recién nacidos para alejar a las hadas dañinas o que se realice un giro alrededor del ataúd durante los funerales .
Brujería en las Tierras Bajas y en la Frontera
Pero sin dudarlo es en las Tierras bajas de Escocia donde la idea de las brujas como servidoras, conscientes y voluntarias, de Satán si arraiga con inusitada fuerza. Proporcionalmente incluso con más fuerza que en Inglaterra, ya que se calcula que en torno a 4000 personas fueron juzgadas por brujería durante este periodo, de los cuales aproximadamente una cuarta parte llegaron a ser ejecutadas. La inmensa mayoría eran mujeres (entre un 80 y un 85%), en muchos casos viudas o "solteronas", afectadas por la creciente misoginia y más indefensas ante el empobrecimiento creciente de las clases populares de la época.
El más famoso caso del siglo XVI en Escocia es el de las brujas de North Berwick, en la región de Lothian. En un juicio sensacional se acusaba a varias personas de haber participado en una conspiración para, mediante la hechicería, provocar una tormenta para hundir el barco en el que el rey Jacobo VI viajaba desde Dinamarca. junto con su flamante esposa Ana, en 1590. Entre los acusados se encontraba nada menos que uno de los principales nobles del país, Francis Stewart, Conde de Bothwell y almirante de Escocia, que tuvo que huir del reino hacia Inglaterra, perseguido de cerca por los agentes del rey. Otros acusados más modestos no tuvieron ocasión de escapar y fueron torturados y ejecutados: principalmente la partera Agnes Sampson y el maestro de escuela John Fian (a veces conocido como John Cunninghame).
El más famoso caso del siglo XVI en Escocia es el de las brujas de North Berwick, en la región de Lothian. En un juicio sensacional se acusaba a varias personas de haber participado en una conspiración para, mediante la hechicería, provocar una tormenta para hundir el barco en el que el rey Jacobo VI viajaba desde Dinamarca. junto con su flamante esposa Ana, en 1590. Entre los acusados se encontraba nada menos que uno de los principales nobles del país, Francis Stewart, Conde de Bothwell y almirante de Escocia, que tuvo que huir del reino hacia Inglaterra, perseguido de cerca por los agentes del rey. Otros acusados más modestos no tuvieron ocasión de escapar y fueron torturados y ejecutados: principalmente la partera Agnes Sampson y el maestro de escuela John Fian (a veces conocido como John Cunninghame).
Procedimiento judicial
La Ley de la Brujería de 1563, aprobada solo tres años después de la reforma de la Iglesia escocesa, convierte los actos de brujería en punibles con la muerte y se convierte en el instrumento legal para la persecución de al brujería en todo el reino durante los siguientes dos siglos.
El rey Jacobo VI de Escocia (que reinó desde 1567 a 1625) se convierte, él mismo, en un ferviente defensor de la realidad de la brujería y en un apasionado perseguidor de sus practicantes; especialmente después de 1589, tras los ya mencionados juicios contra las brujas de North Berwick. Incluso llega a escribir el mismo un libro, Daemonologie, sobre el tema: Jacobo intenta reunir en su obra el conocimiento existente sobre la materia y patrocina a estudiosos y "expertos" de todo cariz para librar a su reino de este peligro. Esto puede servir como marco para una campaña o aventura, con los personajes como agentes de la corona, o, al contrario puede ser fuente de un grupo de villanos: fanáticos, poderosos y convencidos de su propia rectitud, dispuesta a arrasar con cualquiera sobre el que caiga cualquier sospecha, justificada o no, de brujería.
Hay que tener en cuenta que judicialmente la mayoría de los juicios por brujería se realizaban ante las cortes civiles, no en las religiosas. Solo a partir de 1597, y especialmente a partir de 1603, la kirk (la Iglesia nacional escocesa) toma un papel más activo y muchos juicios tienen lugar en las "Sesiones" de la Iglesia. Estas presididas por el pastor y formadas por los miembros más respetados de la comunidad o ancianos, en las que se condenan muchas de las faltas morales de la comunidad, incluyendo la brujería.
El proceso de los juicios era siempre muy similar: una acusación preliminar, a menudo anónima, después la tortura judicial (aunque técnicamente el uso de la tortura estaba muy limitado, en la práctica no se cumplían esos límites), para obtener una confesión y a continuación la búsqueda de nuevas culpables (ya que se creía que raramente las brujas actuaban solas, siendo 13 el número considerado ideal). A su vez estas acusadas se veían arrastrados al mismo círculo vicioso de negación, tortura y confesión.
La acusada era considerado culpable desde el primer momento y resultaba casi imposible obtener una absolución. A menudo se utilizaba como prueba, y como tortura, el "pinchar" a la supuesta bruja con una larga aguja, en busca de un punto de insensibilidad en la piel, donde se decía que se encontraba la Marca del Diablo, la señal de su pacto con Satán.
Normalmente eran condenadas a morir en la hoguera (y no en la horca, que era la forma común de ejecución de las brujas en Inglaterra), aunque en la mayoría de los casos a las condenadas se les ofrecía la "piadosa" opción de ser estranguladas antes de encenderse las llamas.
El hombre negro
Existen posiblemente diversas tradiciones y creencias que fueron agrupadas por los cazadores bajo el amplio paraguas de la brujería. Innegablemente la mayoría de las condenadas eran inocentes de cualquier filiación demoníaca. Pero si existe un hilo común entre muchos de los testimonios de toda Europa es la presencia de una figura referida como el Hombre Negro (a no confundir con el Hombre Oscuro/Bran), ocasionalmente también como Black Donald (Dòmhnall Dubh).
Este ser es una especie de intermediario entre el hombre y las potencias infernales, que aparece ante sus seguidores como un varón de piel como la obsidiana, con pezuñas hendidas en vez de pies y vestido también de negro. Solía ir acompañado de un gran libro, donde los brujos sellaban su pacto con el demonio firmando con su propia sangre. A partir de aquí este les instruía en los secretos de la magia negra y, a menudo, les concedía los servicios de un "familiar". Este solía adoptar la forma de una rata, perro, gato o animal pequeño similar, aunque a menudo con repugnantes rasgos humanoides (puedes usar las reglas para la ventaja Familiar aparecida en Lankhmar: la ciudad de los ladrones, páginas 20 y 21).
Es una teoría defendida por algunos que esta figura en particular procede de una tradición egipcia, traída a Europa por los cruzados que retornaban de oriente en el siglo XII y, en particular, vinculado a las leyendas templarias que abundan en Escocia. La ulterior identificación de este con el ser mencionado en el Necronomicon como Nyarlathotep es un lugar común pero no está exenta de polémica.
El proceso de los juicios era siempre muy similar: una acusación preliminar, a menudo anónima, después la tortura judicial (aunque técnicamente el uso de la tortura estaba muy limitado, en la práctica no se cumplían esos límites), para obtener una confesión y a continuación la búsqueda de nuevas culpables (ya que se creía que raramente las brujas actuaban solas, siendo 13 el número considerado ideal). A su vez estas acusadas se veían arrastrados al mismo círculo vicioso de negación, tortura y confesión.
La acusada era considerado culpable desde el primer momento y resultaba casi imposible obtener una absolución. A menudo se utilizaba como prueba, y como tortura, el "pinchar" a la supuesta bruja con una larga aguja, en busca de un punto de insensibilidad en la piel, donde se decía que se encontraba la Marca del Diablo, la señal de su pacto con Satán.
Normalmente eran condenadas a morir en la hoguera (y no en la horca, que era la forma común de ejecución de las brujas en Inglaterra), aunque en la mayoría de los casos a las condenadas se les ofrecía la "piadosa" opción de ser estranguladas antes de encenderse las llamas.
El hombre negro
Existen posiblemente diversas tradiciones y creencias que fueron agrupadas por los cazadores bajo el amplio paraguas de la brujería. Innegablemente la mayoría de las condenadas eran inocentes de cualquier filiación demoníaca. Pero si existe un hilo común entre muchos de los testimonios de toda Europa es la presencia de una figura referida como el Hombre Negro (a no confundir con el Hombre Oscuro/Bran), ocasionalmente también como Black Donald (Dòmhnall Dubh).
Este ser es una especie de intermediario entre el hombre y las potencias infernales, que aparece ante sus seguidores como un varón de piel como la obsidiana, con pezuñas hendidas en vez de pies y vestido también de negro. Solía ir acompañado de un gran libro, donde los brujos sellaban su pacto con el demonio firmando con su propia sangre. A partir de aquí este les instruía en los secretos de la magia negra y, a menudo, les concedía los servicios de un "familiar". Este solía adoptar la forma de una rata, perro, gato o animal pequeño similar, aunque a menudo con repugnantes rasgos humanoides (puedes usar las reglas para la ventaja Familiar aparecida en Lankhmar: la ciudad de los ladrones, páginas 20 y 21).
Es una teoría defendida por algunos que esta figura en particular procede de una tradición egipcia, traída a Europa por los cruzados que retornaban de oriente en el siglo XII y, en particular, vinculado a las leyendas templarias que abundan en Escocia. La ulterior identificación de este con el ser mencionado en el Necronomicon como Nyarlathotep es un lugar común pero no está exenta de polémica.
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