Cosas para leer: Flex Mentallo de Grant Morrison y Frank Quitely


Se reedita de nuevo en formato unitario esta breve miniserie de cuatro números que estos dos autores escoceses realizaron originalmente en 1996, siendo el primer trabajo importante del ilustrador en América e  iniciando una serie de colaboraciones que continuaría entre otras  con JLA: Tierra Dos (2000), All-Star Superman (2004-2005) y el magnífico número, homenaje a Watchmen, Pax America de Multiverso (2015).

El personaje fue creado por Morrison en la ya mítica etapa de la Patrulla Condenada, como uno de los habitantes de Danny The Street, una calle autoconsciente y viajera. Flex aparece principalmente como una parodia de los míticos anuncios del método gimnástico de Charles Atlas que abundaban en los cómics de otra época, prometiendo el desarrollo muscular, e incidentalmente la venganza contra abusones de todo cariz, del probablemente poco atlético público lector. Por supuesto este concepto tan ridículo no desentonaba, para nada, en la poco convencional colección, siendo fundamental en un argumento en que, en una forma muy morrisoniana se desdibujaban los límites entre realidad y ficción descubriendo que Flex Mentallo es el producto de la imaginación algo trastornada de un talentoso y joven psíquico llamado Wallace Sage.

Pero cinco años después de esa primera aparición, como ya hemos dicho, aparecieron estos cuatro números en que Morrison retoma y reutiliza buena parte de estos elementos para contar una pequeña y alucinada historia. Flex Mentallo sigue una extrañísima investigación para descubrir que es lo que está a punto de destruir el mundo y Wallace Sage es, aquí, una estrella del rock con tendencias suicidas, pero también refleja aspectos autobiográficos de un guionista que siempre ha tenido un elemento de exhibicionismo en su trabajo. 

El paralelo con lo que cuenta de si mismo en Supergods es transparente, así como sus conclusiones son muy similares, la recuperación del sentido de la maravilla, de la locura de los cómics antiguos como salvación ante el cinismo autodestructivo y la crisis existencial de los tiempos contemporáneos. Pero Flex Mentallo es, al mismo tiempo que refleja nostalgia por la inocencia perdida de las edades de oro y plata, un cómic que solo puede existir después de la Edad oscura, ya no es posible volver a ser inocentes, no es posible olvidar que las cosas han cambiado, nunca es posible volver al pasado. 

En cierta manera la miniserie es solo otra ventana más a la crisis interdimensional que constituye el corazón de gran parte de la obra del guionista, más allá de universos ficticios, licencias o décadas parece que Morrison siempre vuelve a contarnos facetas de la misma historia, como si pudiera así contar algo más grande (y, para él, más trascendente) de lo que un único universo le permite. Por supuesto el cómic está saturado de humor gamberro, de parodia de elementos concretos, incluso elementos tan icónicos como la portada del relámpafo del Regreso del Señor de la Noche. 

Quitely dibuja con maestría, con estilo sobrecargado y a menudo feista que acentúa la belleza o el horror de las diferentes escenas, con una sensibilidad muy británica y proporcionando una materialidad peculiar a las ideas más abstractas del guion y también carnalidad al sustrato sexual de muchas de sus páginas. Quitely es un autor peculiar en el efecto de materialidad de lo que dibuja, especialmente de unos personajes que parecen dotados de una existencia tridimensional más allá de la página. 

Quizás sea lamentable que la edición haya optado por un cuidado coloreado moderno, técnicamente perfecto, estéticamente mejor acabado, pero quizás demasiado realista. Aunque tanto Morrison como Quitely han defendido en entrevistas que este nuevo color está más cerca de sus intenciones originales es un ejemplo notorio comentar como el coloreado expresionista ha ido desapareciendo casi en su totalidad del cómic comercial norteamericano sustituido cada vez más por la imitación fotorealista. 

Por concluir este Flex Mentallo es un ejemplo más de una historia ya repetida en la obra de Morrison y quizás no su ejemplo más brillante. Divertida, enloquecida y fantásticamente dibujada, pese a todo una lectura, sobre todo, para fans.

Puntuación: 7/10

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