HW1580: Torneos y justas. Época Isabelina

Imagen de encabezamiento de la entrada, conteniendo el título "Torneos y justas. Época Isabelina". En la parte derecha insertado un retrato al óleo de Sir James Scudamore (caballero inglés del siglo XVI) equipado con su armadura de torneo, y una lanza de justa. En la parte izquierda el título sobre un fondo extraído de una escena de torneo en un grabado francés



En cuanto a las justas, torneos y duelos con barrera, la gloria de ellos está principalmente en las carrozas en las que entran los contrincantes; sobre todo si vienen tiradas por animales extraños como leones, osos, camellos y otros; o en la pomposidad de su entrada, en la vistosidad de las libreas, en los buenos atalajes de los caballos y en el esplendor de las armaduras.

                                     Sir Francis Bacon, Ensayos (1597)


Aunque para la segunda mitad del siglo XVI la figura del caballero en armadura pesada, ha dejado paso en el terreno militar a distintas formas de guerra (en las que prima cada vez más el uso de la infantería y las armas de fuego), la justa como deporte y los torneos como entretenimiento no es algo que finalice al de un día para otro y continúan celebrándose con mayor o menor fortuna durante el siglo XVI y parte del XVII en buena parte de Europa. 

Si bien la importancia militar de dichos ejercicios es cada vez menor, siguen siendo ocasiones para celebrar, un deporte prestigioso y un escaparate perfecto para el lujo y las galas cortesanas. En muchos casos el evento se mezcla con banquetes, bailes o mascaradas, espectáculos casi teatrales donde el lujo y la espectacularidad de los disfraces, los escenarios simulados y los discursos altisonantes, causaba más impacto que la destreza bélica. Todo se rodea de un aire ritual más propio de la literatura. Sigue siendo el reducto de la nobleza, especialmente de aquellos que no tienen más título o rango que el de caballero. Esa imagen de igualdad caballeresca, en la liza eran, se decía, "iguales" los caballeros pobres a los grandes señores, era también pura propaganda (ya que la práctica requería unos gastos suntuarios que ningún pobre caballero podría permitirse)

En Francia la afición por estos entretenimientos decayó tras la muerte accidental de su rey, Enrique II de Valois, en 1559 debido a un accidente en uno de ellos. Durante un encuentro con Gabriel de Lorges, Conde de Montgomery y capitán de la Guardia Escocesa del monarca, un fragmento de lanza se clavó en el rostro del rey, que murió 11 días después de una terrible agonía. En España, aún hasta mediados del  siglo XVII, era popular el juego de cañas, variación (posiblemente de origen islámico) en que los jinetes en vez de cargar lanza en ristre, se arrojaban cañas a modo de lanzas ligeras, en una competición por equipos de seis jinetes, que se solía celebrar en plazas mayores y otros espacios públicos abiertos. En la República Polaco-Lituana los torneos sobreviven también hasta finales del siglo XVII, siendo muy apreciados por la levantisca nobleza polaca. 

Representación del combate entre Lorges y Enrique II en 1559. Según un grabado anónimo alemán del siglo XVII. El centro de la imagen, en un plano largo, lo ocupan los combatientes, en el momento mismo en que la lanza vuela en pedazos por los aires. Se puede apreciar la alta barrera, las armaduras de los combatientes y los escuderos llevando lanzas nuevas o recogiendo las lanzas rotas. En la parte inferior y superior de la imagen aparecen otros caballeros y alabarderos observando el combate


Inglaterra 

El rey Enrique VIII fue un gran aficionado a los torneos en su juventud, antes de perder la figura y la agilidad con los excesos, las heridas  y la gota. También es necesario apuntar que la dinastía Tudor afirmaba descender, a través de su ascendencia galesa, del mismísimo rey Arturo (a través de un rey medieval de Gwynned, norte de Gales, llamado Cadwaladr ap Cadwallon). Por ello las historias del antiguo rey britano, especialmente en la versión de Sir Thomas Malory, son  utilizadas a menudo como propaganda, rodeándose de la simbología elaborada por dicha literatura. Enrique VII llega a llamar a su hijo mayor Arturo, de forma totalmente simbólica, que sin embargo murió a los 16 años en 1502.

En tiempos de Isabel es cuando los torneos alcanzan un momento de máximo esplendor formal y al mismo tiempo mayor artificiosidad y refinamiento. En ello también colabora la literatura con obras como el poema épico The Faerie Queene (La reina hada) de Edmund Spencer o la pastoral Arcadia de Sir Philip Sidney, representando un retrato idealizado de la corte isabelina como un trasunto del ideal caballeresco.

Entre los eventos había duelos individuales a pie y combates masivos, con armas embotadas y no letales. Pero el más llamativo e importante era la justa entre dos jinetes. Este era ya un deporte muy formal, con reglas bien establecidas ya a mediados del siglo XV. El objetivo no es tanto derribar o herir al oponente, si no ganar puntos "quebrando lanzas", es decir impactando sobre el oponente y rompiendo la lanza (especialmente preparada) al hacerlo. Los golpes particularmente difíciles (sobre la cimera del yelmo por ejemplo) podían puntuar como dos o tres "lanzas". También se descontaban lanzas, e incluso se podía llegar a la descalificación, por cosas como chocar contra la liza, herir al caballo del oponente o golpear la silla de montar en vez de al jinete. Los jueces de armas debían vigilar atentamente y registrar las puntuaciones de cada contendiente en sus listas (llamadas score cheques). 

Otras pruebas de destreza más seguras, como arrancar anillos colgados de una estructura de madera con la lanza o cargar contra un estafermo (monigote de madera, con un escudo en una mano y una bola con cadena o un saco en la otra. Al golpear en el escudo el artefacto gira vertiginosamente, "atacando" al jinete si no es lo bastante rápido para evitarlo) también se realizan y en algunos casos reemplazan totalmente al combate simulado. 

Una ilustración de estilo aún muy medieval, con una perspectiva lateral que muestra a Enrique a caballo en primer término, cargando a este lado de la liza,  y su lanza rompiéndose contra el oponente (del que solo vemos su yelmo por encima de alta liza). Al fondo en la tribuna vemos a diversas damas (entre ellas Catalina de Aragón) Y separados de ellas varios cortesanos. A ambos lados vemos otros caballeros preparándose para combatir y a la izquierda también un pabellón de tela (suponemos que el del rey, pues usa el mismo motivo de una estilizada H en la tela de la tienda y en la de su sobreveste y la barda del caballo)

Accesion Day Tilts 

Aunque se celebraban justas en muchas ocasiones emblemáticas del gobierno y la aristocracia (bodas, cumpleaños, visitas de embajadores, etc.) desde aproximadamente 1580 los más importantes se celebraban en el aniversario de su entronización de Isabel (el 17 de noviembre, conocido como día de la Accensión o, simplemente, Día de la Reina). Se realizan en la liza construida en el mismo palacio de Whitehall (en Westminster, a las afueras de Londres). Solo se interrumpieron en 1602, el año de la muerte de la reina. Tras la ascensión al trono de su sucesor Jacobo I la festividad se trasladó a su propio día de coronación, el 24 de marzo, durante todo su reinado, pero nunca alcanzaron el esplendor de su predecesora hasta dejar de celebrarse tras su muerte.

Estos eran proclamados de año en año, e incluían un desfile de los competidores, montados en carros, vestidos con ropajes fantásticos y portando escudos hechos de cartón, llamados divisas, pintados con figuras alegóricas y lemas inscritos, a menudo en distintos idiomas. Estos escudos eran luego exhibidos en una galería del palacio, donde eran incluso visitada por los turistas que visitaban Whitehall. En ocasiones estas figuras y lemas eran diseñados y compuestos por grandes artistas y literatos (sabemos que el mismo Shakespeare llegó a encargarse de diseñar el lema para el escudo de Francis Manners conde de Rutland, en 1613, por 44 chelines). A menudo se elaboraba una ficción romántica en que los caballeros adaptaban identidades mitológicas o simbólicas y el torneo se equiparaba a un conocido combate, hecho de armas o asedio del pasado.

Los combates tenían lugar a lo largo de dos o tres días y consistían en distintos eventos, la justa a caballo y el combate a pie, uno contra uno o en grupo. Se utilizaban armaduras completas especializadas (y muchas veces poco adecuadas para el uso general, por ser más pesadas y menos articuladas) así como armas romas y en particular lanzas de justa, huecas, con punta roma y acanaladuras en su longitud, especialmente preparadas para romperse ante un impacto. Idealmente antes de provocar ningún daño permanente. También se había añadido una barrera muy alta (la liza o barrera propiamente dicha) entre ambos contendientes para evitar que los caballos chocaran o se llevaran un golpe por accidente.  

Entre 1579 y 1590 el principal organizador de estas justas fue Sir Henry Lee (1533-1611), un veterano caballero que solía actuar (al menos hasta 1580) también como Campeón de la Reina, su representante, en dichas justa. Tras su retirada sería el George Clifford (1558-1605), Conde de Cumberland, quién se encargaría de representar a la monarca en los siguientes combates. Una de las actuaciones más recordadas es la de Robert Deveroux (Conde de Essex), el polémico favorito de la reina, en 1596, que se enfrentó a todos los oponentes quebrando 98 lanzas en un total de 108 encuentros. 

Miles de personas acudían a estas celebraciones, el público general debía pagar un chelín de entrada y disfrutaba también de comida y otras celebraciones menos refinadas en los campos cercanos, pero los competidores por lo general se limitaban a los grandes aristócratas y, especialmente, los cortesanos más cercanos a la reina y al personal de palacio. 

Aunque no conservamos imágenes de época de los combates en si, si tenemos una amplia selección de retratos en los que los cortesanos posan ataviados para los mismos incluyendo las dos que aparecen abajo y la que encabeza la entrada junto al título.


En la imagen a color el personaje posa, con la mano izquierda en la cadera y sujetando con la derecha la lanza de justa. Viste una armadura oscura con decoración de estrellas doradas, cubierta por una sobrevesta plisa de amplio vuelo en color azul y anaranjado. Tiene la piel clara, barba puntiaguda y pelo largo oscuro. en la cabeza lleva un sombrero blanco con decoraciones doradas y una gran pluma amarilla. A sus pies está el yelmo y tras él, en un árbol, cuelga su divisa, en la que se distingue la luna, la tierra y el sol. Al fondo se perfila un paisaje indefinido.


Idas para usar las Justas del día de la reina en tus partidas:

- Como todo evento multitudinario, mezcla de feria y evento deportivo, puede servir como escenario perfecto para una tensa persecución, en que el villano aprovecha la ocasión para fugarse o mezclarse entre el público asistente. 

- Narrativamente el torneo ofrece un contraste significativo entre sus ideales y la realidad, entre la riqueza de los desfiles y lo refinado de los discursos, y la pobreza que viven muchos apenas a unos metros. Puedes utilizarlo para destacar el tono de la campaña, sea esta más idealista o más cínica puede cambiar mucho como describes el evento.

- Puede ser la ocasión perfecta para un intento de asesinato (o para investigar uno). Especialmente uno disimulado como accidente deportivo. 

- Un patrón de los jugadores, una figura importante de la corte o un noble advenedizo con ánimo de deslumbrar, les encargue conseguir un objeto para lucir en el desfile y las celebraciones. Lo que parece un encargo inocente puede complicarse cuando el objeto resulta ser más de lo que esperaban. Por ejemplo, los Tudor afirmaban tener una copia de Excalibur entre sus tesoros reales... ¿por qué no intentar conseguir la verdadera?

- La mayoría de los personajes no pertenecen posiblemente al escalón social requerido para poder entrar en la liza en estos días, pero siempre es posible que un personaje aristócrata o con ambiciones vea esta la ocasión para lucirse. Además el ganador puede llegar a tener una entrevista personal con la reina... algo que puede tener sus utilidades, sin duda, en más de una campaña.

- Los habitantes del Otro Lado, lo que habitualmente conocemos como hadas, pueden verse atraídos también por las celebraciones, al fin y al cabo los caballeros feéricos son también una constante en los relatos de caballerías... pero recuerda que estos seres no son precisamente inocentes, si no seres muchas veces tenebrosos y asociados con el dominio de la muerte, y que es posible que su participación ponga en peligro no solo la vida de los participantes en las justas. Dependiendo de la época de juego el Doctor Dee puede ser un aliado fundamental contra estas fuerzas ultraterrenas.

- La justa, como deporte, puede ser un entretenimiento en si mismo, un deporte practicado quizás sin toda la parafernalia (existen lizas públicas en las afueras de Londres y en otros lugares del reino) y puede ser una forma no letal, o menos letal al menos, de demostrar la habilidad del personaje con las armas y la equitación. 

La pintura muestra al personaje tumbado en un escenario boscoso, tendido de lado y apoyando la cabeza en su mano derecha. Se cubre parcialmente con su escudo del que se lee parte de la divisa. Es un hombre de piel clara, con barba corta y el pelo peinado hacia arriba, lleva un jubón gris con cuidados encajes al cuello, pantalones abombados a franjas azules y negras y botas de montar con espuelas. Tras él en el bosque su escudero aparece preparando su armadura y monturas para el torneo.


Reglas para la justa (para Savage Worlds)

Para simular el sistema de puntuación de la justa, ambos oponentes se pueden enfrentar en entre una o tres rondas. En cada ronda ambos hacen una tirada simultanea de Pelea (limitando el valor de dicha habilidad por su nivel de Cabalgar como es habitual en el combate montado) para representar el ataque. 

- Si la tirada es un éxito, contabiliza 1 Lanza.

- Si la tirada se consigue con 1 aumento, contabiliza 2 Lanzas. Además el oponente debe realizar una tirada de Cabalgar para evitar ser derribado (2d4 de daño por la caída, 2d6 si se pifia la tirada)

- Si la tirada se hace apuntando al yelmo (+4 a la dificultad, no aumenta el daño), contabiliza una lanza adicional. 

- Una pifia en la tirada implica que el caballero a cometido un error (chocado contra la liza, golpeado en una localización incorrecta,...) y se le descontará 1 Lanza

- Un luchador puede decidir no atacar en una ronda, y adoptar una postura defensiva (aumentando en 4 su parada), pero en dicho caso se le descontará inmediatamente 1 Lanza.

- Ambos oponentes pueden puntuar al mismo tiempo, incluso ser derribados a la vez. 

- Daño: Tira el daño normalmente (Fue + d6 +4 por la carga), pero dobla el valor de dureza (incluida la armadura) del combatiente. Utiliza además las reglas de daño no letal.

Enlace adicional

Aquí una recreación de un torneo isabelino realizada por los Royal Armouries en 2022.






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