La historia del decano del cómic británico, 2000AD, es demasiado larga y rocambolesca para detallarla aquí. Aunque durante sus casi 50 años de vida (el primer número apareció en Febrero de 1977) se ha centrado en la ciencia ficción a menudo a coqueteado con otros elementos más cercanos a los intereses de este blog, como el folk horror, la aventura arqueológica o la historia secreta, aunque siempre con una sensibilidad particular. Entre la ironía, la crítica y el puro entretenimiento han creado personajes icónicos, especialmente el sobreexplotado Juez Dredd, y mantenido una de las pocas revistas de cómics de gran tirada que siguen publicándose en el mundo.
Los tomos que nos ocupan agrupan, en realidad, dos momentos muy diferentes del medio y dos tipos de historias completamente distintas agrupadas bajo el título de Fiends of the Eastern Front (Demonios del frente oriental):
La primera etapa, que ocupa un tercio del tomo 1, apareció originalmente en los progs (así es como se llaman los números de la revista) 152 a 161, aparecidos en 1980. Dibujados por Carlos Ezquerra y con guion de Gerry Finley-Day, cuanta en formato de flashback la historia de un soldado alemán durante la segunda guerra mundial que descubre que, entre sus aliados, se esconden criaturas vampíricas. La historia, contenida en capítulos más o menos cerrados de unas pocas páginas (con ocasiones recapitulaciones y resúmenes para informar al lector casual), con un prólogo y epílogo situado en el presente, que da aparente final y cierre a todos los elementos narrativos planteados.
Argumentalmente estos primeros números se leen casi como una historia bélica de Sven Hassel, con los seres sobrenaturales reemplazando, o aumentando, los riesgos bélicos reales.
El dibujo de Ezquerra, oscuro, detallado, con un blanco y negro en que el trabajo de texturas y línea crea una realidad rugosa y sórdida, que ayuda a darle cierta sensación de credibilidad al conjunto aunque es imposible evitar los momentos que derivan hacia el humor camp. La imagen de su Constanta sobre todo me recuerda al David Niven de la comedia Vampira (1974, Clive Donner) o quizás al John Carradine de La mansión de Drácula (House of Dracula, 1945, Erle C. Keaton).
Hay que tener en cuenta que tanto guionista como dibujante habían trabajado, por separado y juntos, previamente en el cómic puramente bélico (en títulos como Battle Picture Weekly o Action), un género aún muy popular en la Gran Bretaña de los 70 y 80. En algunas de sus historias, como Hellman of Hammer Force o Rat Pack, habían comenzado a introducir elementos deconstructivos del género que se acentúan con esta hibridación con el terror.
La segunda etapa son historias publicadas ya tras 2006 y en las que el tono, el foco y la naturaleza de la historia va cambiando, mutando hacia algo totalmente separado de lo anterior. Va abandonando la idea y estética grimosa del original, y los recursos del género bélico, para acercarse a la aventura de horror y fantasía a lo Hellboy. Franquicia cuya influencia, especialmente (como veremos) en las historias del segundo tomo, es transparente.
El resto del primer tomo se completa con historias variadas, con equipos diferentes y que fluctúan, más o menos, entre ambos extremos:
En Stalingrad David Bishop y Colin MacNeil, resitúan al líder de los vampiros de la historia original (Constanta) en otro escenario de la guerra en el frente oriental y añadiendo algunos elementos más a esa guerra sobrenatural, en que de pronto parece que la excepcionalidad del regimiento de vampiros de la primera historia no es tal, si no que hay toda una guerra secreta de monstruos y hechiceros transcurriendo de forma paralela. El dibujo de MacNeil, de cuerpos robustos y algo estáticos (no es sorpresa descubrir su trabajo para w40K), en gamas de gris, es impactante pero narrativamente un poco torpe.
1812, presentada a continuación, salta hacia atrás en el tiempo para contarnos parte del pasado de ese mismo Conde Constanta que se va a convertir, a partir de aquí, en protagonista absoluto de la colección. También es la primera historia en que Ian Edington coge las riendas del guion, y empieza a plantear los mimbres de una historia a más largo plaza. Con el dibujo de Dave Taylor nos encontramos con un buen trabajo del color y un dibujo más limpio, que sabe equilibrar detalle y abstracción dotando algunas escenas de un tono melancólico particular. Constanta pasa de ser el absoluto villano y antagonista a convertirse en una especie de antihéroe y protagonista de su propia historia oscura.
Otras dos historia cortas completan este primer tomo. Una de ellas, Fodder, es, quizás, la que más conecta con el tono de algunos momentos de los números originales con Constanta en esta ocasión en un escenario totalmente diferente como es Vietnam y, de nuevo, reducido a su papel de villano puro. Está escrita por Hannah Berry y dibujada por DaNi. Strange Meeting, guion de Guy Adams y dibujo de Dave Kendall, es, por el contrario, una historia que no parece tener nada que decir sobre los personajes, ni sobre nada, simplemente un ejercicio de escritura y dibujo que utiliza al mismo personaje pero que no aporta nada en un sentido ni en otro.
El segundo tomo entra completamente dentro de esta segunda etapa, son un conjunto de historias creadas por un equipo regular formado por Ian Edington (escritor) y Tiernen Trevallion (artista). Con muy pocos cambios, casi con ninguno, podría imaginar lo contado ambientado en el Mignolaverso, incluso estirando un poco lo contado protagonizado por un personaje ya existente en dicha continuidad (el también vampiro rumano Vladimir Giurescu).
Tenemos a Baba Yaga, a Rasputín, brujos inmortales, un agente secreto ectoplásmico y organizaciones secretas peleando (fundamentalmente) tras la apariencia de la guerra fría y también espectaculares combates de monstruos contra monstruos. El tono lovecraftiano del primer Hellboy es aquí un influjo menor que lo que lo es el más mitológico de sus últimos tiempos. Como aficionado al crossover y a la mitografía creativa no puedo dejar de sonreírme ante ciertos guiños hacia otras obras literarias (la mención de otros vampiros famosos) y cinematográficas que parecen situar esta etapa en un universo más grande.
La primera historia de este volumen, titulada Fiends of the Western Front y publicada en 2000AD en 2018-2019, recuerda a momentos de la magnífica El sanguinario Barón Rojo (1995) de Kim Newman. Enmarcado, como la historia original, por una estructura de flashback enfrenta al Conde Constanta contra otro vampiro aún más malvado. Aunque hay un personaje humano que sirve como punto de vista, sin duda es el chupasangres el que ocupa el papel principal.
Es aún más evidente en la, oportunamente, titulada Constanta (2020) que es continuación directa de la anterior, y al mismo tiempo, la historia de origen del personaje titular. Es la primera historia en color del tomo (y la más larga de las que lo utiliza), el ambiente deriva en momentos hacia la pura fantasía heroica.
Sin embargo, además de volver al blanco y negro, 1963 (2022) gira de nuevo hacia el terror, aún sin abandonar los elementos de fantasía urbana y algunas referencias a la tradición de tierras perdidas pulp, con una historia de espionaje situada en plena guerra fría.
De nuevo el color, y el toque fantástico, dominan la última historia del tomo Silent Knight (2023), un breve escenario navideño en que el corazón es un combate de monstruos divertido pero poco trascendente.
El estilo de dibujo de Trevallion es expresivo, dinámico y con un elemento de abstracción y caricatura que vuelve inocente incluso algunas de las escenas más sangrientas que hemos visto hasta el momento. No es que no haya violencia ni sangre, pero esta es en cierta forma más humorística que terrible. Las áreas planas de color y el uso de sombras y siluetas de negro puro recuerda también al uso que de las mismas hace Mignola y, sobre todo, sus adláteres. El uso del color en dos de las historias (las otras están en grises) acentúa aún más estas similitudes. No resulta sorprendente saber que Trevallion trabajara casi coincidentemente con estos números en Hellboy and the B.P.R.D.: Her Fatal Hour.
Existen al menos otras dos historias que no se incluyen en estos dos volúmenes: Fiends of West Berlin (2022), por Karl Stock (guion) y Warren Pleese (dibujo), y Fiends of the Western Front: Wilde West (2024), por Ian Edington (guion) y Warren Pleese (dibujo). También me ha sorprendido descubrir que existe una serie de novelas cortas, escritas entre 2005 y 2007 por David Bishop, y que comienzan como una recreación de la serie original de Finley-Day y Ezquerra en Operation Vampyr. Lo más sorprendente, para mi, es que ¡al menos las dos primeras de esas novelitas fueron publicadas en España por Timun Mas!
En definitiva la colección completa produce una sensación de incongruencia, de estar viendo dos cosas completamente distintas, unidas mínimamente por un título común, pero que no comparten tono, intención ni significado. Para el aficionado al pulp aventurero quizás el segundo tomo sea el más interesante, pero las historias originales resultan valiosas por su tono propio y su combinación de los recursos de la historia bélica y el relato vampírico.
Puntuación: 7/10





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