Cosas para leer: Daredevil "Conoce el miedo" de Chip Zdarsky y Marco Checchetto.


Se van a acumular las reseñas de cómics de la línea Marvel Premiere que, además de ser una idea magnífica a nivel económico, y que personalmente espero que fructifique, están demostrando mucha inteligencia en la selección de materiales, ofreciendo en general etapas muy interesantes y que sirven todas ellas como puntos de enganche para nuevos lectores pero también interesantes para los más veteranos.

Daredevil es uno de los personajes clásicos de Marvel, uno de los justicieros urbanos con más larga historia en la editorial, aparecido por primera vez en su colección homónima (fecha de portada abril de 1964) creado por Bill Everett y Stan Lee (aunque hay quien afirma que Jack Kirby también metió mano en su diseño inicial). Su traje original, amarillo, negro y rojo (rojo sombreado en negro o negro con iluminaciones rojas, depende de a quién preguntes), fue pronto abandonado por el monocromático uniforme rojo (aunque a menudo fuertemente sombreado con negro) introducido en el número 7, con lápices y tinta de Wally Wood

Los cambios de tono de la serie fueron muy marcados a lo largo de las décadas pero quizás el más influyente haya sido el aire de novela negra urbana que se suele personificar en las etapas como autor completo de Frank Miller a principios de los años 80, en que el personaje sonriente y optimista de los primeros tiempos había dejado paso a un personaje más oscuro, casi un antihéroe. 

La historia general es bien conocida, el abogado ciego Matt Murdock esconde en realidad al justiciero urbano Daredevil, que utiliza sus increíbles capacidades para compensar su falta de visión y para luchar contra el crimen en las calles de Nueva York, especialmente en el barrio de La Cocina del Infierno (hasta los 70 una barriada de clase obrera y mayoritaria ascendencia irlandesa). En su pasado pesa fundamentalmente su padre, el fallecido boxeador Jack Batallador Murdock, pero también la figura paterna sustituta de Stick, su maestro en artes marciales.

Pero hay dos características que distinguen a Daredevil de otros héroes similares:

Por un lado, acentuado por Miller en su legendario arco Born Again (Daredevil #227-231), su religiosidad y, en concreto, su condición de católico (casi diríamos que católico sociológico, ya que el cómic nunca entra en honduras doctrinales) torturado por la duda y la culpa, condición que que será retomada y actualizada por otros autores como Kevin Smith (en Daredevil vol.2. #1-8, con dibujo de Joe Quesada). Ambos por cierto, Miller y Smith, de trasfondo católico ellos mismos. 

Por otro, la dicotomía del justiciero que trabaja como abogado, o viceversa el abogado que se transforma en justiciero, pretendiendo al mismo tiempo servir a la ley y violentarla, ha sido también una cuestión tratada repetidamente en la larga historia del personaje. Ambas expresan una personalidad dividida, casi enfrentada a si misma, y un sentimiento de culpa que es casi consustancial al personaje.

Zdarsky coge esa idea de culpa y en estos primeros números ofrece la que podría ser la enésima bajada al infierno de Matt, otra caída hacia la oscuridad. Pero en este caso no se trata, aparentemente, de ningún plan o ningún factor externo, Daredevil, en estos números, se destruye a si mismo, se fuerza al límite y fracasa en lo que parece el fin de su carrera (pero no es spoiler imaginar que volverá a alzarse).  

Por el camino, claro, se cruzan viejos conocidos, entre ellos un plantel que parece sacado del reciente pero ya desaparecido universo de las series de justicieros de Netflix, con visitas de Jessica Jones, Luke Cage, Puño de Hierro o el Castigador (curioso, nunca llegué a hacer reseña de su propia serie en Netflix), con Kingpin y la puntual visita de Spiderman. Pero también se nos presenta un personaje nuevo que promete dar juego, Cole North, un policía honrado en una ciudad y un cuerpo corrupto (recordemos que Kingpin es ahora alcalde de la ciudad).

El dibujo del italiano Marco Checcheto es perfecto para la historia, con un uso inteligente de las sombras y del detalle para proporcionar cierto nivel de realidad a la historia que nos está contando. En muchas escenas me llama la atención, de nuevo, como la iconografía cristiana y católica se insinúa, en las sombras del ventanal del piso de Matt formando sombras como cruces, por ejemplo.

El Daredevil que dibuja no viste un impoluto uniforme normal antinaturalmente pegado a la piel, si no una versión en que la física de la tela y el cuero juega un papel en el movimiento, se arruga se deforma y, puntualmente, se rompe. Esa decisión significa, por un lado, que se pierde a lo mejor algo del dinamismo expresivo de Daredevil moviendose grácilmente sobre los tejados (en contraste por ejemplo de Joe Quesada) pero igualmente funciona bien con el tono duro y rasposo del cómic.

Les escenas de combates y peleas, que ocupan bastantes páginas de este cómic, está retratadas con una narrativa muy eficiente que recuerda al montaje entrecortado contemporáneo del cine de acción, con figuras que parecen moverse en un fondo  nublado por el movimiento o reemplazado por líneas cinéticas. Planos cortos y viñetas de formas variables, aceleran o frenan el tempo, que puntúan los golpes y los explosiones, los disparos y las esquivas, en paralelo a los diálogos y al monólogo interior de los personajes (que raramente se detiene).

Mención aparte de las portadas del argentino Julian Totino Tedesco, un magnífico portadista  que ya nos impresiono con su trabajo en la colección de Kate Bishop: Ojo de Halcón (con una serie de portadas inspiradas en las novelas de género detectivesco de los 60). Tiene un estilo pintado que contrasta con la abundancia de líneas de Checcheto con su uso del color y las sombras más matizadas.

Por concluir, una opción magnífica para introducirte en el personaje y en su universo. 


Puntuación: 8/10


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