Cosas para leer: Weird Tales 1944 V.V.A.A.


Y continuamos con la regular reseña de otro recopilatorio que se une a los anteriores (1934, 1938 y 1942 hasta el momento) con las mismas características físicas y de edición. Poco más se puede decir en ese sentido ya que la secciones, la distribución y la maquetación es prácticamente la misma. 

En estas circunstancias lo único que queda por hacer es dar un repaso a las historias incluidas en el volumen. En este caso el casi obligado relato de los mitos corresponde al archi famoso Rastro de Cthulhu, relato de August Derleth que ha dado nombre, ya sabemos, incluso a un juego cthulhoideo. He mencionado alguna vez de pasada en el blog la polémica que rodea a las aportaciones del escritor de Wisconsin como continuador y glosador de la obra de Lovecraft. Por un lado es necesario siempre destacar su papel fundamental para mantener vivo el legado de su maestro, con una presencia en el mercado editorial constante con Arkham House, posiblemente sin Derleth no habría habido ocasión para el resurgir de interés por Lovecraft en los 70 y quién sabe si no hubiera sido olvidado como muchos otros escritores de la era pulp. Por otro sus relatos de los mitos no solo suelen ser poco inspirados, en muchos casos (como el que nos ocupa), con más aire de pastiche de fan que de relato original, si no que introduce algunos conceptos y sistematizaciones que no parecen provenir de su fuente, si no alternaciones propias. 

Así en su ciclo de relatos (del que este Rastro de Cthulhu, también publicado con el título de la Casa de Curwen Street es el primero) crea al personaje de Laban Shrewsbury, una especie de sublimación de los protagonistas académicos de Lovecraft, convertido en cruzado contra los mitos, que ya no parecen tan alienígenas ni incognoscibles. La historia se narra desde el punto de vista de un ayudante, Andrew Phelam, contratado por el  profesor para ayudarle en sus tareas, un narrador poco fiable cuya ignorancia de lo que realmente está pasando fuerza los límites de la credibilidad demasiado a menudo. Determinados pasajes se leen como versiones de relatos o elementos de Lovecraft (las monturas aladas de El Ceremonial y ecos de la declaración del Viejo Castro de la Llamada de Cthulhu...) pero con un resultado mucho menos interesante. 

Robert Bloch escribe una curiosa historia de vampiros en Mi hermano el murciélago, en que se nos deja vislumbrar un mundo dominado por ejércitos de vampiros que no llega a materializarse, pero que tiene algunas ideas muy dignas. 

No voy a volver a repetir mis problemas con los relatos de Seabury Quinn y su personaje recurrente Jules de Grandin que siguen siendo manifiestos en El contable de la muerte, una historia con elementos muy ligeros de vudú pero que resulta demasiado atada a una fórmula y falta de fuerza en general. 

La siguiente historia (Las rarezas del tallador) es llamativa solo por dos cuestiones, ya que de nuevo cae en mostrar una idea terrorífica más que construir un relato en torno a ella, por lo menos para mi: por un lado las referencias a elementos de los mitos por parte de un escritor ajeno a los que se suelen contar en el círculo de Lovecraft,  por otro la identidad de este escritor, nada menos que Gardner F. Fox. Y es que este autor es más conocido por sus aportaciones al cómic de superhéroes tanto durante la conocida como Edad de Oro como por ser uno de los padres del renacimiento de DC en la Edad de Plata. 

Otra anécdota sobrenatural, con algunos elementos de romance, centra la breve La ventana gótica, de la autora Dorothy Quick. También puede resultar interesante sin embargo por el valor extraliterario de estar parcialmente ambientada en España. aunque la explicación naturalista le resta impacto.

Aunque Ray Bradbury no es un autor que se asocie habitualmente a Weird Tales aquí estamos ante el segundo relato de su pluma publicado en estas antologías, pero aquí yo creo que en una obra más interesante y que ya presenta algunos temas comunes de su obra mayor, como al ambiente de feria en el que se inicia y también el interés psicológico y sociológico de su prosa. El Frasco presenta un elemento extraño que sirve para desatar las lenguas, y algunas fuerzas temibles, en un remoto poblacho de los pantanos, más horror psicológico que sobrenatural (la naturaleza del elemento extraño queda envuelta en el misterio). Lastima que ya haya aparecido en español repetidas veces, en las distintas ediciones del recopilatorio El país de octubre.

Para finalizar la lista de relatos Magia de Thule de Manley Wade Wellman es una de las historias de John Thunstone que ya aparecieron, con ese título, en la edición de editorial del Laberinto que reseñé aquí. La traducción es diferente, no me atrevo a juzgar los valores de una frente a la otra sin haber leído el original, pero la historia es lógicamente la misma, con una lucha entre practicantes de magia inuit en la ciudad de Nueva York. 

Se completa con algunos poemas, fragmentos del correo de los lectores  e ilustraciones de la publicación original, además del listado de números y relatos de dicho año. 

En definitiva otro volumen más para unir a la colección.

Puntuación: 6/10


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