Si alguien recuerda la reseña que hice de Jack Staff (primera y segunda parte), la serie escrita y dibujada por Paul Grist, protagonizada por su propio trasunto de Union Jack, entenderá que el anuncio de que iba a realizar, aunque solo fuera como guionista, una serie con el personaje original me llenara de ilusión.
En continuidad, Union Jack se crea como si formara parte un legado heroico más antiguo, un nombre que habría pasado de generación en generación desde la Primera Guerra Mundial, primero dentro de la aristocrática familia Falsworth (Invaders #7 USA, 1976) y luego encarnada en el más proletario Joseph Chapman (en Captain America #253 USA, 1981). Este ha tenido una presencia ocasional pero poco brillante en general (aún con miniseries interesantes) en el universo Marvel. Personalmente, ya lo he dicho en otras ocasiones, la idea del héroe generacional siempre me ha encantado y sus tonos pulp siempre han mantenido al personaje cercano a mi corazón.
En esta miniserie Grist introduce, además, una nueva heroína vestida simbólicamente con los colores de Gran Bretaña, Britannia, y lo hace imaginando una larga carrera como símbolo del país, que nos hace plantearnos por que nunca habíamos oído hablar de ella. Por momentos da la sensación de que Grist debería haber utilizado a Betsy Braddock, la actual Capitán Britania en la continuidad, pero que las oficinas de la editorial no le dieron permiso para ello.
Pero el papel de Britannia, en realidad, queda pronto relegado al fondo mientras un grupo de nuevos héroes representando a las naciones que forman Gran Bretaña, ocupa el primer plano junto a Union Jack. Cuatro personajes Kelpie, por Escocia, Coro, por Gales, Serpientes, por Irlanda del Norte, y Bulldog, por Inglaterra, que no terminan de desarrollarse en profundidad, siendo Coro la única que tiene algo de lucimiento y desarrollo de su trasfondo. Serpientes particularmente, que supongo que es una referencia cómica a la expulsión de las serpientes de Irlanda por San Patricio, queda desdibujado sin una personalidad clara, mientras que Bulldog cae en el estereotipo, el del hooligan inglés, más tosco.
Como problema adicional los dos primeros números de la colección se insertan en el argumento del Rey de Negro (crossover general de Marvel en el momento) que se quedan sin resolución y extrañamente desvinculados del resto. En realidad en los anuncios originales la serie, que por entonces se anunciaba como ilimitada y no como solo cinco números, iba a insertarse con otro gran crossover anterior (Empyre) y es posible estos cambios explican parte de la falta de personalidad y desarrollo de personajes.
En el dibujo Di Vito es correcto pero no brillante, quizás con un estilo demasiado genérico que recuerda a muchos otros dibujantes y no llama la atención en particular por nada. La narración es irregular, con algunas estructuras de página demasiado fragmentadas y poco claras que no ayudan a un guion a veces demasiado parco en explicaciones. Los diseños, realizados por R.B. Silva, de los nuevos personajes son igualmente correctos pero en algunos casos algo faltos de personalidad propia.
Muchas reseñas, especialmente en medios y blogs británicos, han señalado cierta incomodidad hacia la correlación entre este grupo, eminente y visiblemente patriótico, en medio de las tensiones reales de la unión en 2020-2021. La división en torno al Brexit (con la consecuente tensión en Irlanda del Norte) o el independentismo escocés plantean problemas para crear esta clase de equipo unido en el cómic. En parte se hecha en falta, precisamente, una referencia mayor a a este contexto, alguna reflexión sobre lo que significan esas cuestiones, quizás algo demasiado complicado para un proyecto que al final se ha quedado tan corto.
Grist cae en uno de los peores rasgos de su Jack Staff, dejarse llevar por la creación de conceptos para dejarlos después sin desarrollar del todo y cierta confusión narrativa, para una miniserie que tenía potencial, pero que se desinfla por falta de desarrollo. Una oportunidad perdida y una desilusión.
Puntuación: 5/10
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