Lugar misterioso:


Este,  únicamente la letra Z, es el nombre, provisional, que el Coronel Percy Harrison Fawcett (1867-¿1925?) dio a una ciudad por lo demás desconocida que afirmaba se encontraba en el interior de la región brasileña del Matto Grosso. Según él se trataría de la capital de una civilización nativa del Amazonas o, quizás el último vestigio de una antigua colonización venida de fuera. 

Esta región, hasta el momento, se creía había albergado únicamente tribus muy primitivas, sin organización urbana o estatal.  El entorno se ha considerado demasiado agresivo y demasiado pobre en recursos, una hermosa definición es la que lo califica de paraíso ilusorio, para permitir algo más que una economía muy básica, casi de mera subsistencia (ideas que es posible tengamos que replantearnos actualmente, vistos algunos hallazgos recientes).

Imagen de Percy Fawcett en 1911

El origen de Z

Existen informaciones contradictorias sobre como habría llegado Fawcett a conocer la existencia de dicha ciudad y desarrollar sus ideas sobre esta civilización misteriosa. Hay que tener en cuenta que Fawcett era dado a ocultar parte de su información, temeroso de que otros se le adelantaran en su búsqueda, y que en ocasiones difunde conscientemente información falsa para evitarlo.

El mismo decía que, en sus exploraciones como cartógrafo, había encontrado restos de alfarería, petroglifos y otros indicios que le hacían pensar que, al menos en el pasado, existía una civilización floreciente y urbana en dicha área. También cuenta que sus ideas se vieron confirmadas por el hallazgo del relato de un bandeirante, a quien Fawcett da el nombre de Francisco Raposo, en la Biblioteca Nacional de Brasil; este explorador afirmaba haber visto una ciudad de gran tamaño, con varios miles de habitantes, en una expedición al interior de Brasil en torno a 1753, aunque lo que dicha expedición buscaba eran las, no menos legendarias, minas de Moribeca o Muribeca.

Pero, en otras narraciones más privadas, también habla de una figurilla de basalto negro, y con curiosos caracteres inscritos en una lengua desconocida, que le habría sido entregada a Fawcett por el escritor Henry Rider Haggard (autor de las aventuras de Allan Quatermian), tras haber sido encontrada en algún lugar de la frontera brasileña y que, afirmaba en privado el coronel a sus allegados, tenía un origen atlante.

En realidad Francisco Raposo no existió, al menos no con ese nombre, pero el documento al que refiere Fawcett, sin embargo, si ha sido identificado. Muchos creen que el documento al que se refería fue escrito en realidad por un tal  Joao da Silva Guimaraes, personaje, este sí, bien documentado: explorador y bandeirante brasileño que, coincidentemente, desapareció en la jungla en el año 1764, para no volver a saberse nada de él. Es posible que Fawcett inventara el nombre de Francisco Raposo , y la fecha de 1753, para despistar a posibles perseguidores y competidores en su búsqueda.

La descripción que el documento 512, como es conocido el manuscrito, habla de una ciudad desierta, de arquitectura monumental, incluyendo un gran arco del triunfo, una plaza central abierta, obeliscos monolíticos y una gran figura humana, elevada sobre una monumental columna de piedra negra, que señalaba hacia el norte; todas las ruinas estaban adornadas con inscripciones y tallas muy elaboradas, con caracteres quizás griegos, egipcios  o fenicios. También afirma dicho texto que encontraron en las cercanías una moneda de oro, que mostraba en el anverso un joven agachado y en el reverso una corona y una arco.

Esta mención a paralelismos con sociedades europeas y levantinas es constante en muchas de las referencias (el pensamiento etnocéntrico victoriano niega normalmente la autoría de los nativos en cualquier yacimiento complejo y siempre busca un referente clásico o bíblico para justificar que unos "salvajes" fueran capaz de alcanzar tan nivel de civilización) e incluso se llega a afirmar que se trata de una ciudad griega antigua.

El redescubrimiento de este documento 512 en el siglo XIX (tras permanecer más de un siglo olvidado en los archivos) provocó el envió de varias expediciones en busca de la ciudad descrita, pero ninguna consiguió llegar de nuevo a la localización, aunque algunos afirmaron haber llegado muy cerca e incluso haberla visto en la distancia. Pero poco después habría  vuelto a caer en el olvido hasta que Fawcett lo rescata del mismo. Pero, ¿quién era este Percy Fawcett y que le llevó a la selva?.

El explorador

El coronel Fawcett es en si mismo una figura digna de interés: descendiente de una importante familia  venida a menos (su padre había sido amigo del mismísimo príncipe de Gales antes de caer en el alcoholismo y dilapidar la fortuna familiar), se alistó en el ejército, donde sirvió largo tiempo (estando vinculado también al espionaje) en diversas posesiones coloniales de Ceilán a Irlanda, y luego se convirtió en explorador y cartógrafo, formado para tal tarea en Real Sociedad Geográfica de Londres

Sus primeros trabajos como tal le llevaron al alto Amazonas, para colaborar en el esclarecimiento de la demarcación fronteriza entre Brasil y Bolivia, una región remota y inhóspita, pero en el centro de una explosión económica por la producción de caucho.  Allí los magnates de esta industria explotaban brutalmente a la mano de obra indígena, sometida a condiciones de esclavitud, en un terreno sin ley donde todo valía con tal de aumentar la producción.



Era considerado además un topógrafo eficiente y contaba con una resistencia física extraordinaria; sus expediciones se caracterizaron, pese a las penurias que solían sobrevenirles, por una inusitada rapidez en realizar los objetivos propuestos. Parecía prácticamente inmune a las enfermedades tropicales que eran la maldición de los expedicionarios y era capaz de soportar con entereza el hambre, el cansancio o la sed, más allá de lo que parecía humanamente posible. Pero también era extremadamente estricto con sus coexpedicionarios, a los que reclamaba una resistencia física y mental similar a la suya, y en ocasiones se vio enfrentado a motines por ese motivo. 

Con el tiempo se hizo amigo de personalidades literarias (como el ya mencionado Rider Haggard o Arthur Conan Doyle, pero su mismo hermano Edward Boyd Fawcett era un conocido escritor). También estaba muy interesado en los fenómenos psíquicos de toda clase, además de iniciado en el misticismo de raíz teosófica y, quizás, iniciado en algunas tradiciones esotéricas orientales. El mismo cuenta que su conclusión de que la figura antes mencionada provenía de la Atlántida se vio confirmada por medio de la psicometría (es decir la lectura de las impresiones mentales dejadas en el objeto por sus antiguos usuarios) y no era ajeno a las premoniciones y los augurios.

Entre 1906 y 1925, con la interrupción entre medias de la Gran Guerra, realizó diversas expediciones a la región amazónica, narradas de forma dramática por él mismo en cartas y artículos, y finalmente en forma de libros de gran éxito popular. Durante las mismas fue recopilando abundantes leyendas indígenas, que parecían confirmar su creencia en la civilización perdida del Amazonas.

También consultó a varios médiums, gurús y psíquicos de toda condición sobre el tema y ,con toda esta información, completada por su propia imaginación, se formó una idea bastante clara de lo que esperaba encontrar (de una carta enviada a su hijo Brian):


“ Creo que las ruinas serán de naturaleza monolítica, más antiguas que los descubrimientos egipcios. Juzgando a partir de inscripciones encontradas en diversas partes de Brasil, sus habitantes usarían una escritura alfabética similar a muchos sistemas de escritura antiguos, asiáticos y europeos. Hay rumores, también, de una extraña fuente de luz en los edificios, un fenómeno que llena de terror a los indígenas que aseguran haber visto las ruinas.

El lugar central que he llamado “Z”- nuestro objetivo principal- está en un valle rodeado de montañas. Tiene dicho valle unas diez millas de ancho, y la ciudad se encuentra en un promontorio en el centro de este, hasta el llega una carretera de piedra. Las casas son bajas y sin ventanas, y hay un templo piramidal. Los habitantes de la ciudad son numerosos, mantienen animales domésticos y poseen minas bien desarrolladas en las colinas circundantes. No muy lejos se encuentra otra segunda ciudad, pero la gente en ella pertenece a una casta inferior a los habitantes de “Z”.

Más lejos hacia el sur hay otra gran ciudad, pero medio enterrada y completamente destruida”
Fawcett mantenía en público que solo buscaba una ruina, la confirmación de una antigua civilización, pero en privado (como vemos) parecía crear que todavía podría encontrar habitantes en ella, y  parecía mantener ideas aún más extrañas. Según algunos creía que en Z encontraría los supervivientes de la más antigua raza raíz de la humanidad y el hogar de los Maestros Ascendidos de la Teosofía. Algunos afirman que en realidad su plan era fundar una nueva sociedad en la jungla, con su hijo como líder y dios encarnado de aquel antiguo pueblo, que habría estado esperando a su venida profetizad.

La expedición
Finalmente, con la financiación obtenida en Londres de diversos inversores privados, el coronel Fawcett, su hijo mayor Jack y un amigo de este, Raleigh Rimmell, partieron de Rio de Janeiro en busca de la ciudad, en Febrero de 1925. La prensa siguió sus primeros pasos y reporto alegremente sobre sus planes y objetivos, pero (como ya indique anteriormente) Fawcett era muy cuidadoso en ocultar sus verdaderos objetivos e incluso la verdadera ruta que pensaba seguir, lanzando diversas pistas falsas a lo largo de sus entrevistas 

Durante una temporada siguieron mandando telegramas de forma regular, pero el 29 de Mayo, desde un lugar bautizado como campamento Caballo Muerto llegó el último mensaje. Este fue enviado a través de los porteadores, a los que mandaron de vuelta, continuando el camino sin ellos. En ese momento Jack y Raleigh estaban, además, enfermos y la ruta se internaba en el territorio de tribus peligrosas. Nunca más se volvió a saber de ellos.


Durante los años siguientes decenas de expediciones buscaron la pista de los desaparecidos, encontrando tan sólo algunas piezas de metal pertenecientes a Fawcett y contradictorias afirmaciones de los nativos de la tribu Calapalo (los últimos que, supuestamente, los vieron con vida). Decenas de exploradores desaparecieron igualmente en su búsqueda, convirtiéndose en una de las más insistentes leyendas del Amazonas. Algunos afirmaban haberlos visto o haber encontrado a un hijo engendrado por Jack Fawcett, pero la mayoría llegaron a la conclusión de que el grupo había muerto en algún punto de su ruta. Es posible que murieran a mano de los indios de la zona (así lo afirmó muchos años después el explorador brasileño Orlando Villas-Bôas) , o que las dificultades de la enfermedad, el clima y el terreno acabaran con sus vidas.

Restos y leyendas
Algunos viajeros por la zona afirmaron en años siguientes haberse encontrado brevemente con el coronel Fawcett, o algún otro de los miembros de la expedición, como prisioneros de alguna tribu local, e incluso apareció un niño que se afirmó era hijo de Jack y una nativa (aunque luego resultó ser nada más que un indio albino, y toda la historia un complicado fraude)

Pero en ciertos círculos pronto comenzó a circular la historia de que Fawcett y los suyos realmente habría encontrado la ciudad perdida de sus sueños y que él y su hijo vivirían allí, adorados como dioses por los descendientes de los atlantes. Teorías incluso más extrañas hablan de un vórtice energético que habría permitido a los Fawcett (¿y a Rimmel? pocas veces se le menciona en estas historias y, sin embargo, también debía estar presente en la desaparición)  acceder a otro plano de existencia o otro tiempo, donde la ciudad continua existiendo, pero lejos de la jungla que conocemos.



¿Qué ocultan los diarios que la familia Fawcett (especialmente su esposa Nina) se ha negado a dejar ver a los investigadores y periodistas? ¿está allí la clave de la misteriosa ciudad perdida de la jungla? ¿son ciertos los rumores sobre los sueños proféticos y visiones de Fawcett relacionados con la ciudad?

Los personajes jugadores fácilmente pueden convertirse en buscadores de Fawcett y de su perdida ciudad en cualquier juego ambientado en la época, financiados por amigos de la familia (ya que la familia en sí no quedó en una situación económica envidiable), universidad o quizás algún inversor de la expedición original con oscuros motivos.

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