Cosas para leer: Indiana Jones Omnibus 2.


Parece que, con algo menos de prisa, Norma va a seguir publicando estos interesantes recopilatorios de Dark Horse, esperemos ver también que se cumplen el resto de anuncios relacionados con la serie y que después sigan publicando los Omnibus con material de la Marvel.

El tono de las aventuras presentes en este tomo es muy similar al primero, con algunos autores repitiendo y otros nuevos que cumplen, con más o menos fortuna.

Primero nos encontramos con las aventuras de Indy en busca de El Vellocino de Oro, guionizado por Pat McGreal y Dave Rawson y dibujadas por Ken Hooper. Autores estos que me resultan completamente desconocidos y sobre los que una búsqueda en Internet no ha arrojado, tampoco, demasiado luz. Es una historia que tiene algunos buenos momentos, por ejemplo la aparición al principio de la historia de Indiana durante la evacuación de los arqueólogos, pero que se ve muy deslucido por un final demasiado increíble y el personaje de la chica embarazada, que me resulta insufrible. El dibujo es tosco y sobre todo se nota una casi total ausencia de fondos, que hace que los lugares exóticos en los que transcurre la aventura sean poco apreciables.

Indiana Jones y el Santuario del Demonio Marino es una historia extraña en cuanto a estructura, ya que fue publicada como serial acompañando a la colección normal, utilizando apenas seis páginas por entrega. Por ello cada poco vuelve a aparecer el título de la serie y el argumento parece transcurrir a trompicones. Se hace corto y realmente no pasan demasiadas cosas, pero el magnífico dibujo de Gary Gianni lo compensa con creces. Este es para mí el punto álgido de este tomo. La historia se sitúa en 1935 y en las Islas Marquesas, un ambiente (el de los mares del sur) muy interesante y poco aprovechado por la franquicia.

El siguiente relato, El Fenix de Hierro, sitúa a Indiana en una situación cronológica poco familiar; ambientada después de acabada la Segunda Guerra Mundial (aunque en la primera página aparece la fecha de 1941 esta es totalmente incongruente con la situación que se presenta: Berlín ocupado por los sovieticos y los americanos, así que debemos suponer que es un errata por un año posterior) enfrentado en una carrera a tres bandas contra los rusos, y un antecedente más amable de Irina Spalko, y un grupúsculo de supervivientes nazis para hacerse con una piedra filosofal. En esta caso la piedra habría sido creada por Alberto Magno y después dividida y dispersada por el mundo hasta sitios tan poco probables como el Tibet. El origen de la historia está en un juego que nunca llegó a ser producido por Lucasart, como secuela del exitoso Fate of Atlantis. El guión es de nuevo de Lee Mars y el dibujo de Leo Duroñona que ya aparecieron en el tomo anterior con El Brazo de Oro y que cumplen su cometido, sin estridencias pero sin brillantez.

La siguiente historia titulada La lanza del destino vuelve a enfrentar a Indy con los nazis, en este caso durante los últimos meses de la guerra. Pero en esta ocasión lo hace buscando la Lanza del Destino o Santa Lanza, un objeto distinto que la Santa Lanza de Austria, que Hitler ya poseía desde el Anchluss. La que aparece en el como el guionista intenta identificarla con la lanza del dios irlandés Lugh del Brazo Largo (de forma más bien poco creíble) La situación de los nazis que aparecen en esta historia es confusa, por ser amable, históricamente: una carta que aparece una fecha de Marzo de 1945, es decir con los aliados occidentales y los sovieticos ya en suelo Alemán y avanzando hacia Berlín, situación que no parece corresponderse con la que se describe. El dibujo es de Will Simpson y Dan Spliege. Este último ya en el tomo anterior apareció como entintador de Dan Barry y seguramente como autor en solitario (comparando el dibujo con el de este número) de las páginas 229-252, muy inferiores al resto de la miniserie.

La última historia del tomo es la que más me ha divertido, aunque tenga algunos problemas lógicos bastante gordos. Sin nazis, sin elementos sobrenaturales per se, es una historia bastante rara para el tono general de estas miniseries, con muchos elementos cómicos y muy poco de misterio arqueológico. Los piratas de los Sargazos es justo lo que promete: una historia con piratas contemporáneos en dicha legendaria localización (el Mar de los Sargazos es un lugar real, pero que se parece más bien poco al que aparece en esta miniserie y en otros muchos relatos de ficción) Esta miniserie fue guionizada por Karl Kessel que también realiza funciones de dibujante , adoptando un estilo más clásico que el que acostumbra, junto con Paul Guinan y Eduardo Barreto. El estilo de dibujo es más de cómic que en las miniseries anteriores, con tendencia al diseño caricaturesco de situaciones y personajes. Se introducen un par de personajes secundarios curiosos y se lee con ligereza siendo junto con el Santuario del Demonio Marino lo más interesante de este volumen. Por cierto nueva referencia a Terry y los Piratas, que es una clara inspiración para esta historia.

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