Cosas para leer: The Bloody White Baron de James Palmer


Este libro de impactante título ("el sanguinario barón blanco") es una biografía del peculiar Roman Nikolai Maximilian von Ungern-Sternberg (1886-1921), conocido también como el “Barón loco” y otros epítetos similares, un personaje  que ya ha tenido una breve mención en el blog (en la lejana entrada sobre la Corona del Gran Khan) y que siempre me ha resultado temible, pero al mismo tiempo muy interesante, casi fascinante. Volvemos también al espacio centro-asiático que visitamos en otras entradas y reseñas, ese mundo que se extiende desde Mongolia al Himalaya y que conecta con la antigua ruta de la seda, con las historias de cosacos de Talbot Mundy,  las aventuras de Corto Maltés y el Borak.

El personaje, impregnado de teosofía mal entendida, pensamiento apocalíptico y antisemitismo furibundo, resulta una mezcla de barbarismo antiguo, cargas con sable, brujería y superstición, y barbarismo moderno, ametralladoras y trenes blindado. Un individuo brutal, despiadado, posiblemente un sádico, representa una sangrienta y extraña nota al pie de la historia.

Hijo de una familia noble, de origen alemán pero asentados en el báltico ruso (en la actual Estonia), su vida sin embargo le llevó muy lejos de Europa, a las lejanas fronteras orientales del imperio ruso, donde encontró su destino entre los buriatos y los mongoles. Producto de los siglos de matrimonios dinásticos por sus venas corría una mínima parte de sangre real, con una remota conexión con los Romanov y aún más lejanas con los Plantagenet o los Habsburgo, pero una ambición aún por encima de ese origen. 

El libro ofrece la escasa información conocida sobre su infancia y juventud: su expulsión de diversas escuelas y academias militares, las influencias seminales en su personalidad de diversas figuras polticas y religiosas, y su participación en la guerra ruso-japonesa y en la Guerra Mundial, llenas de acciones valerosas pero también temerarias y encontronazos con la autoridad, que sirve como el preludio del capítulo central de su vida, sus tres últimos años de vida, convertido en conquistador, y dictador, de Mongolia

Su papel como uno de los más temidos y odiados generales “blancos”, el bando antibolchevique durante la guerra civil que siguió a la Revolución de Octubre, le convirtió en figura recurrente de la propaganda soviética, y también de la propaganda antisoviética,  lo que ha mezclado inexorablemente verdad y exageración en las fuentes sobre su vida.  Héroe tradicionalista, o reaccionario, para unos, monstruo sanguinario para otros, su leyenda fue acrecentada por ambos relatos (y aún hoy es protagonista ocasionalmente de propaganda de la extrema derecha). Pero, más allá de la exageración, sus innegables crímenes sangrientos, sus planes grandiosos  (que incluían restaurar no sólo al zar, si no también al emperador en China y crear un enorme estado Mongol, monárquico y teocrático, en el centro de Asia) y el miedo irracional que provocaba en sus subordinados, y en sus enemigos, son mucho más fascinantes que sus escasos éxitos tangibles y duraderos.

El autor, James Palmer, escribe una biografía bien documentada, que intenta extraer la verdad en medio de la leyenda. Para ello contrasta todas las fuentes disponibles y presta gran atención a aquellas escritas por sus supuestos aliados, para no escudarse únicamente en la versión de sus oponentes, pero sin perder la ironía cuando resulta necesario. Critica por ejemplo, por inexacto, el popular retrato del Barón que se ofrece en Bestias, Hombres y Dioses de Ferdinand Ossendowsky (popular obra, de marcado tinte antisovietico), o relativiza la buena imagen, muy simplificada, que el budismo tibetano (religión mayoritaria en la Mongolia de los años 20 y a la que nuestro protagonista afirmaba haberse convertido) tiene hoy entre la opinión pública occidental, ofreciendo algunas poco edificantes anécdotas de sus líderes reencarnados (sin minimizar por ello sus críticas a la invasión China o la supresión violenta de esa misma religión en Mongolia).

Resulta fascinante leer sobre sus fantasías, sus delirios místicos y políticos, la forma en que romantiza su propia vida e incluso a sus antepasados. Ungern-Stemberg podría ser un anacronismo monstruoso en los años 20, pero el libro conecta su figura perfectamente con corrientes completamente contemporáneas, demostrando que nuestra imagen del periodo es, a menudo, parcial y, quizás, en exceso optimista, olvidando que esa misma época surgió de las cenizas de la I Guerra mundial y dio nacimiento a los horrores de la segunda. Su brutalidad es destacable, pero conecta con un teatro de guerra brutal en el que ambos bandos mostraron sistemáticamente una violencia que podría parecernos casi inaudita, si no fuera por el recuerdo de la brutalidad a aún mayor escala (pero más fría e impersonal) del Somme o las Ardenas.

Fuera de la vida de Ungern-Sternberg  el libro ofrece pequeñas viñetas muy interesantes sobre los temas más diversos, desde el budismo hasta la tecnología bélica; en general, una lectura más que recomendable para cualquiera, como yo, interesado en esos tiempos de principios del siglo y lugares del centro de Asia. Hace un trabajo magnífico haciendo comprensible y claro un mundo caótico y mayormente perdido.


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