Lugar misterioso: el Castel del Monte y el Grial

Imagen de Castel del Monte, desde una de las entradas, mostrando una vista perfectamente lateral. Se ven dos de las torres de un lado de frente y a los lados dos más un poco más atras. Es una fortaleza de aspecto geométrico, las torres son octogonales y también la planta del castillo, construido con sillares regulares de color claro. Más allá se ve la línea del horizonte y algunos árboles, así como el cielo azul y con nubes blancas

El Castel del Monte en Apulia (Italia Meridional) es, a simple vista, una pequeña fortaleza, solo por su talla física poco impresionante y aparentemente intrascendente. Pese a su tamaño  la precisión geométrica de su construcción y su peculiar forma, llaman la atención frente a otras más impresionantes, y esconden un secreto que muchos han buscado pero que nadie ha conseguido desvelar. 

Las características únicas de la edificación han fascinado a los investigadores en el último siglo; de estructura casi laberíntica, se desconoce la función real para la que fue diseñado, aunque se ha propuesto su interpretación como pabellón de caza, templo o incluso casa de baños (por su elaborado sistema hidráulico). El edificio tiene únicamente dos plantas; está compuesto de un cuerpo central octogonal, complementado con torres, igualmente octogonales y solo ligeramente más altas que el cuerpo principal, en cada una de las esquinas, el patio interior abierto es igualmente octogonal. En la construcción y decoración se mezclan elementos típicamente góticos con otros grecoromanos e, incluso, árabes; aunque hoy día la mayor parte de las tallas y decoraciones han sido sustraídas, después de años de abandono, en su momento estaba también ricamente adornado con esculturas, tapices y otras maravillas traídas de todos los rincones del mundo conocido.

El castillo comenzó a construirse en torno a 1240 (la fecha exacta se desconoce), por orden del Sacro Emperador Romano Federico II. Se cree que la repetición del octógono y el número 8 hace referencia a la totalidad del universo, como combinación del círculo (símbolo del cielo) y el cuadrado (la Tierra), otros han relacionado la geometría del Castel con la Sucesión de Fibonacci (0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144, ....), matemático que fue consejero y huésped de Federico II. También hay estudios que aseguran que las distintas ventanas e iluminaciones, están distribuidas de forma que todo el edificio podría sercir como observatorio y calendario astronómico en tres dimensiones. Por ejemplo, los dos leones que adornan la entrada miran hacia el punto donde amanece el día del solsticio de invierno y el de verano, respectivamente.

Se han establecido similitudes más o menos cercanas con otros edificios, entre ellos la monumental Biblioteca (destruida en un incendio en 1327) de la Abadía de la Rosa en el Piamonte, con la Mezquita de la Roca en Jerusalén (que a su vez se creía, erróneamente, que imitaba el destruido templo de Salomón) o la Capilla Palatina en Aquisgrán. También hay quien señala la similitud con los laberintos representados en iglesias y catedrales medievales (especialmente el que aparece en la catedral de Reims).

En el siglo XVII, tras una plaga que asoló la región cercana, la extraña fortaleza fue abandonada, para después ser utilizada un tiempo como prisión, pero  ha estado vacía desde el siglo XVIII, por lo que su estado en la era pulp no es demasiado bueno (para finales del siglo XX ha sido sometido a varias restauraciones que han permitido recuperar parte de su aspecto original). Para desvelar los secretos que oculta esta ruina debemos, sin embargo, hablar primero del hombre que hizo construirlo.
 

Federico II Hohenstuafen (1194-1250), el constructor

El castillo fue mandado construir (y afirman algunos que diseñado personalmente) por el emperador Federico II Hohenstaufen, sin duda uno de los personajes más fascinantes y polémicos de la Edad Media.  Fue conocido en vida como stupor mundi, “el asombro del mundo”, tanto por su gran inteligencia como por su comportamiento extravagante. De ambición ilimitada, y poco disimulada, hay quien defiende que su objetivo era nada menos que la monarquía universal. Federico llevó al Imperio Romano Germánico a su máximo poder y esplendor durante su vida; pero su enfrentamiento con el papado, las revoltosas ciudades italianas y, sus propios enemigos internos, ensombrecieron sus últimos años y su dinastía apenas le sobrevivió.

Aficionado a la lectura, políglota (se dice que hablaba, al menos, siete idiomas) e interesado tanto por la filosofía antigua como por los saberes de los árabes, su falta de respeto por la Iglesia y su representante en Roma le llevó a ser excomulgado (más de una vez) y  ser acusado por el mismísimo papa de ser el Anticristo profetizado en el Apocalipsis en persona. Atrajo a su corte gran número de traductores, científicos y matemáticos, pero también hechiceros, astrólogos y  alquimistas. Aunque emperador germánico, y por ello con la mayor parte de sus dominios al norte de los Alpes, también fue rey de Sicilia, tierra con población musulmana por la que sentía especial afecto. Era sin duda un hombre de fuertes contrastes y compleja personalidad.

También se cuentan historias más siniestras sobre el monarca: según una de ellas el emperador, decidido a descubrir cual era el idioma original de la humanidad (y descubrir si este era el hebreo como planteaba la tradición bíblica)  decidió coger a dos bebes recién nacidos y hacerlos criar de forma que no tuvieran conocimiento con ninguna lengua humana, casi privados de cualquier contacto humano, en un islote al que sólo los cuidadores seleccionados por el emperador podían acceder. La mayoría de las fuentes afirman que el experimento fracaso, al ceder los cuidadores a sus instintos más humanos y enseñar a hablar a los niños, pero otros afirman que efectivamente los niños comenzaron a hablar una lengua desconocida, que ni siquiera parecía humana. Se afirma que los sonidos fueron registrados toscamente en alfabeto latino, pese a la dificultad de transcribir, y se dice que para los estudiosos de lo oculto desvelar dicho lenguaje primordíal habría resultado tan poderoso como peligroso.

Como una pequeña digresión colateral, creo que también resulta significativo apuntar aquí que en In rerum supernatura, el ya clásico estudio etimológico sobre los teónimos en la traducción inglesa del Necronomicon del profesor Phileus P. Sadowsky, se señala como origen de la forma Shub-Niggurath un culto de la fertilidad de influencia árabe, localizado en la Sicilia del siglo XIII, es decir:  en el mismo tiempo y lugar en que Federico II reunía su corte de hechiceros y filósofos. ¿Es esto un indicio de que el propio emperador era partícipe de estos cultos? no podemos afirmarlo ni desmentirlo categóricamente.

Pero si algo nos interesa especialmente de Federico en relación con Castel del Monte es la relación con el asunto del Santo Grial. 
 

Federico y La Corte del Grial

El tema del Santo Grial aparece en la literatura europea con la obra de Chretién de Troyes, escrito en torno a 1180. Aunque el autor francés dejó su obra inacabada, quedando la misteriosa pieza en el misterio más absoluto (lo que quizás multiplicó su interés), pronto se escribieron diversas continuaciones, interpretaciones y versiones diferentes que intentaban desvelar el significado oculto del relato y el símbolo.

Entre ellas, un caballero y poeta alemán, Wolfram von Eschenbach, escribió a principios del siglo XIII (el tiempo de Federico) su propia interpretación de la leyenda. Su Parzifal, como se titula la obra, está lleno de simbolismo e influencias orientales y los eruditos llevan siglos intentando desvelar su significado, o la identidad del misterioso “Kyot el Provenzal” que según Wolfram le habría proporcionado dicho material, a su vez proveniente de un aún más misterioso astrólogo árabe de improbable nombre (Flegetanis). En esta obra el graal de Chrétién, una especie de bandeja, se transforma en una piedra preciosa: una gran joya guardada en el mágico castillo, al que llama Munsalväsche, protegido por una orden de caballeros “templarios”. Algunos creen que esta imagen del grial como gema tiene su origen remoto en la Cintamani (o gema que concede deseos) de la tradición hindú y budista.

Este  Grial-joya, una esmeralda posiblemente, es llamado Laptis Exilis (aunque algunos creen que esconde la expresión lapis ex coelis “piedra [caída] del cielo”) y ha sido identificada con la Piedra filosofal de los alquimistas. También se afirma en otras tradiciones que habría sido desprendida de la frente o la corona  de Lucifer en su caída; o  en palabras de von Eschenbach  habría sido refugio de los ángeles que se habrían declarado neutrales en la guerra celestial entre Dios y Satanás. 

Otto Rahn, del que hablaremos un poco más adelante, y otros, han querido establecer una conexión entre este Munsalväsche y el Montsegur de los Cátaros (secta gnóstico/dualista del Sur de Francia, también conocidos como Albigenses), y entre  los templarios de Eschenbach y los verdaderos Caballeros del Templo de Salomón, unidos en una conspiración para ocultar y proteger el Grial, fuera lo que fuera. Según una de las versiones de la historia dos caballeros templarios (en ocasiones se menciona a un templario y un caballero teutónico) habrían sacado de Montsegur le trésor cathar (el tesoro cátaro, implícitamente el Grial) la noche antes de la caída de la fortaleza en manos de los cruzados en 1244, llevándolo en secreto hasta Federico II, que a su vez lo habría ocultado en Castel del Monte.

Otros creen que el Grial nunca habría estado en posesion de los albigenses, pero si habría llegado a manos de Federico II por otro medio. Según esta versión habría sido heredado por el emperador de manos de su abuelo, Federico I Barbarroja, que a su vez la habría recibido desde el misterioso reino asiático del misterioso Preste Juan (pero al menos una descripción de este Grial habla de una sencilla escudilla de madera), lo que parece también vincularse con los supuestos orígenes orientales de esta versión de la leyenda. 

Una tercera teoría, quizás la menos espectacular, afirma que el Grial fue conseguido como parte del tratado de paz entre Federico II y el sultán de Egipto Al-Kamil en 1229 sin aclarar como dicha reliquia habría acabado en manos del líder musulmán. 

Sea como sea, y como lo obtuviera, parece que Federico II decidió construir Castel del Monte como un relicario y custodia para lo que creía era el mayor tesoro sobrenatural del mundo. ¿Y quién podía encargarse de diseñar un proyecto tan especial?
 

Entra Michael Scot (Michael Scotus), el mago de la corte (1175-¿1232?)

Entre los sabios que Federico atrajo a su corte se encontraba también este genio de origen escocés, pero formado en múltiples universidades europeas, al que rodea una constante fama de taumaturgo, mago y, entre sus enemigos, nigromante. Aún hoy circulan leyendas sobre el personaje en su Escocia natal: se cuenta sobre su poder para leer el futuro, como convirtió a un grupo de brujas en piedra o sobre sus banquetes servidos por seres invisibles. 

Walter Scott, el famoso escritor, que afirmaba ser su descendiente, negaba la fecha dada arriba de su muerte (muy discutida por otra parte) y lo identificaba con un Sir Michael Scot de Belwear que habría sido enviado como embajador a Noruega por el rey de Escocia en 1290.  Incluso otras leyendas le sitúan aún vivo a mediados del siglo siguiente, lo cual fuerza toda credibilidad. Michael Scot tiene también el “honor” de aparecer en la Divina Comedia, en el círculo del infierno dedicado a los magos y adivinos.

El escocés escribió diversos libros sobre matemáticas, magia y astronomía, pero, sobre todo, tradujo al latín varios tratados musulmanes sobre esos mismos temas. Entre sus traducciones se cuentan dos textos menores sobre el ciclo de Yog-Sothoth De Conspectu Exsomni Noctis Perpetuae  (“Sobre la mirada insomne de la noche perpetua”) y De Nigroris Obscurorum Verbis (“Sobre las negras palabras de los Oscuros”). También se cree que realizó una traducción parcial del Al-Azif árabe (quizás con el título Liber Perditionis Animae et corporis o “Libro de la Perdición del alma y el cuerpo”), aunque, de ser así, esa traducción no ha llegado hasta hoy.  Una opinión minoritaria, le señala como verdadera identidad oculta tras el pseudónimo de “Kyot el provenzal”, y fuente por tanto de esas influencias y simbologías extrañas en la obra del de Eschenbach.

Sin embargo he podido estudiar, en una colección privada que no puedo mencionar, un documento que demuestra que Scot fue el responsable al menos de parte del diseño del Castel y especialmente de “las cámaras del tesoro”, nunca localizadas oficialmente. Según este documento Scot habría “atado al afrite (sic) guardián con el Signo Secreto de Koth y el Sello de Salomón”. Quizás el hallazgo de este documento, o uno similar, sea un buen punto de partida para que los personajes comiencen su propia búsqueda del Grial.

Se dice que la geometría tiene efectos muy potentes sobre algunas entidades sobrenaturales, tal es el caso de los sellos y círculos de protección de toda la traducción ocultista, pero con Castel del Monte Scott fue más allá: todo el edificio, con su geometría, sus conexiones astrológicas y su construcción única es en si mismo un sello, que mantiene las fuerzas del objeto atadas y controladas, y también impide que otras fuerzas sobrenaturales penetren desde el exterior, sin quedar ellas mismas atrapadas. Una trama doble perfecta, oculta a simple vista, el Grial funciona tanto como fuente de energía mística para el circuito como como cebo para atraer y atar a las fuerzas oscuras. Pero esto también significa que si el sello fuera roto o el objeto abandonara sus muros, las fuerzas contenidas durante tanto tiempo se liberarían... posiblemente de forma catastrófica para el mundo. 
 

Otto Rahn: los Nazis y el Grial.

Otto Rahn (1904-1939) es también un personaje digno de más atención, aunque gran parte de su vida y su muerte están aún rodeadas de misterio y, como suele suceder en estos casos, de  informes contradictorios.  Ya he hablado de él brevemente con anterioridad en otra entrada.

Desde muy joven, Rahn se obsesionó con la herejía cátara y con la leyenda de Parsifal. Entre 1928 y 1932 viajó por tierras del sur de Francia, iniciándose en varias sectas y grupos  ocultistas (entre ellos posiblemente el grupo neo-catarista de Antonin Gadal o los esquivos Polaires), y realizó diversos viajes por la comarca de Montesegur. Sus movimientos por esta época están llenos de lagunas y algunos creen que por entonces ya era un agente de la Sociedad Thule (aunque su nombre no aparece en ningún listado de miembros al que haya tenido acceso) y que sus viajes aparentemente sin objetivo ocultaban preparaciones para la guerra sobrenatural que se avecinaba.

A su vuelta a Alemania publicó su libro Cruzada contra el Grial (1933) llamando la atención de Himmler, que le reclutó  (esta vez de forma demosrtable) para sus SS y su sección Ahnenerbe en 1936. En esta obra Rahn reinterpretaba la cruzada albigense como una lucha de una herejía  gnóstica y “aria” del Grial, aplastada por la Iglesia Católica judaizante.

En 1937 publica su segundo libro, La Corte de Lucifer, en que había ampliado su investigación con más viajes a Francia, Italia e Islandia, ya como agente de la Ahnenerbe. Pero en ese mismo año su destino parece empezar a tomar un giro aún más siniestro, es enviado como guardia al campo de concentración de Dachau, según la versión oficial como castigo disciplinario (algunas fuentes relacionan este castigo con el descubrimiento por sus superiores de la, supuesta, homosexualidad de Rahn). El 17 de Marzo de 1939, Rahn es oficialmente expulsado de las SS, su nombre borrado de las listas de elegidos de Himmler y sus insignias retiradas.  Pero antes de que puede llevarse a cabo su expulsión efectiva aparentemente se suicida (su cuerpo fue encontrado en los Alpes austriacos, con una dosis letal de somníferos).

Hay teóricos de la conspiración que afirman que en realidad Rahn siguió vivo, utilizando la identidad de su hermano (muerto en la infancia) para escapar de su “pacto faustiano” con Himmler y las SS. Incluso una teoría más rocambolesca afirma que aunque su muerte fue real sus superiores no estaban dispuestos a perder sus conocimientos y utilizaron la necromancia para conseguir la obediencia que no lograron de Rahn en vida.

Sea como sea, Rahn y otros investigadores de la Ahnenerbe siguieron por el mundo la pista de las diversas leyendas del Grial, y es muy posible que el rastro, más tarde o más temprano, los conduzca hacia Apulia y el Castel.  Hay que considerar que además la fascinación nazi con el Grial tiene además otra raíz: la admiración, casi adoración, de las obras de Richard Wagner, que realizó su propia versión del mito en su opera Parsifal,  que muchos jerarcas del 3er Reich manifestaban. Haciendo una lectura racial y racista del material legendario del Grial, este es interpretado por algunos nazis como un ideal de superioridad y pureza germánica que corresponde “por derecho” al Reich, una interpretación muy del gusto de Himmler y sus adláteres. 
 

El Laberinto Secreto

Bajo el castillo se oculta un laberinto (en el sentido clásico, no hay bifurcaciones ni caminos divergentes, sólo hay un camino que conduce, con vueltas y revueltas, hacia el centro), que imita igualmente la forma octogonal de la superficie, pero además desciende lentamente, como si se tratara de una espiral. El acceso se encuentra en la sala del trono, el mecanismo que la abre está hábilmente oculto en una de las columnas de la sala, pero en determinada fecha del año ( y solo en ella)  el primer rayo del sol naciente ilumina exactamente la localización del mismo.

El pasillo es relativamente amplio y cuenta con hornacinas regularmente distribuidas para contener antorchas, pues la luz exterior no penetra de ninguna manera. Las paredes, de piedra con refuerzos ocasionales de bronce y oro, están grabadas con símbolos y palabras de protección en múltiples idiomas (antiguos y medievales, humanos y no humanos) que también contienen advertencias conminando a quien entre en el laberinto a dar la vuelta y no liberal lo que está encerrado en sus salas. 

Sobre el dintel interior de la entrada está grabado el sello de Salomón (en forma de estrella de cinco puntas) y el signo de Koth. A lo largo del camino laberíntico hay siete puertas, igualmente grabadas con los símbolos sagrados que atan al guardián del laberinto y que mantienen la estructura del relicario-trampa. Si los símbolos son abiertos la presencia de las energías sobrenaturales contenidas puede manifestarse de muchas maneras, como alucinaciones sonoras y visuales, como ideas intrusivas (que normalmente buscan provocar daño e inseguridad en el buscador, pero no disuadirlo de su camino) y finalmente implica enfrentarse al guardián final atado por Scott al lugar. 
 

El Efrit Guardián

El laberinto también está protegido por el ser que Scot designa como efrit (tipo de genio de la mitología árabe), aunque un conocedor moderno del ciclo de Yog-Sothoth lo identificaría como el ser conocido como Vampiro de Fuego. Este permanece en los túneles entre la sexta y la séptima puerta, vagando por el pasadizo y acabando con cualquiera que intente penetrar sus secretos, atado hace siglos a su misión por magos largo tiempo muertos.  Es adecuado que aquellos que penetren en el laberinto se encuentren con huesos humanos calcinados y restos de metales fundidos formando extrañas amalgamas en el suelo, antes de ver una luminosidad lejana más allá del siguiente recodo y encontrarse con la criatura. 

Aspectos
Protector del laberinto del Grial.
Fuego viviente
Truco
Inmune al daño físico convencional (debe pagar 1 punto FATE por escena)
Debilidad (menor)
“Atado por el signo de Koth y el sello de Salomón”
Habilidades
Aterrador (Provocar) Bueno (+3)
Toque ardiente (Pelea) Fantástico (+6)
 

La Cámara del Grial

En el centro una sala igualmente octogonal, ocho columnas sustentan  la cúpula central, decorada con motivos astrológicos entre los que destaca la reconocible representación de la estrella Algol (la cabeza del demonio), bajo la cual se encuentra, sobre un pedestal, el Grial. Este, del tamaño de una pequeña bandeja, parece hecho  de una única esmeralda, y  emite una luminosidad que aumenta y disminuye siguiendo un ritmo que quizás se corresponda con el de la estrella demoniaca.

El Grial para SotC

Es un objeto ambivalente, aunque puede usarse para curar posee también un poder definitvamente destructor, en realidad es muy peligroso tocar el Grial, ya que sus poderes pueden fácilmente volverse en una dirección o la contraria. 
Función: Curar el Dolor del Mundo
Defecto: Poder ambivalente.
Truco: Aquel que simplemente toque el Grial puede ver sus heridas cerrarse ante sus mismos ojos, incluso desaparecer la huella de los años de su rostro. Permite hacer inmediatamente una tirada de recuperación de cualquier consecuencia relacionada con daño, enfermedad o envejecimiento que afecta al personaje reduciendo el tiempo de recuperación a un turno (consecuencias leves), una escena (consecuencias moderadas) o una sesión (consecuencias graves), las consecuencias extremas no pueden recuperarse automáticamente pero pueden reducirse a consecuencias graves e iniciar la curación desde allí.

Sin embargo también puede tener el efecto contrario (si se invoca su defecto), en ese caso el Grial puede fácilmente matar a aquel que le ponga las manos encima. Si el personaje tiene ya alguna consecuencia de daño, enfermedad o envejecimiento la gravedad de la misma se incrementará en un rango (de leve a moderada, de moderada a grave, de grave a extrema) cada turno que esté en contacto continuado con el Grial. Es posible también ser “dejado fuera de combate” por estas consecuencias de la forma normal.

El poder del grial sólo puede usarse una vez  por escena y personaje, independientemente del efecto conseguido.

Mientras el Grial permanezca en la sala el Castel del Monte seguirá sirviendo como prisión para las fuerzas oscuras contenidas en sus muros, pero si la abandona estas barreras caerán provocando, quizás,  el pospuesto retorno de los Dioses Exteriores... si los héroes no consiguen evitarlo. 

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