Cosas para ver: La piel fría, de Xavier Gens


Adaptación cinematográfica del éxito de Albert Sánchez-Piñol del mismo título, una magnífica novela que utiliza un evento fantástico de influencia lovecraftiana, para ofrecer un curioso relato que utiliza los elementos de horror como forma de reflexión sobre diversos temas, especialmente la forma de ver lo ajeno y el miedo a los otros

La película pierde gran parte de esa carga reflexiva centrándose en el suceso, en la aventura y el horror. La voz en off del protagonista no consigue trasmitir la cercanía que la narración en primera persona del libro si genera. Cuando el personaje principal cambia, cuando su visión de lo que sucede en la isla cambia, lo vemos fundamentalmente desde fuera, como espectadores lejanos. La novela también  utiliza el narrador poco fiable, que incluso se declara poco fiable, para acentuar la forma en que lo que esperamos ver afecta a lo que, efectivamente vemos,  algo que en el cine es difícil de conseguir y que, en este caso, no parece haberse intentado.

Los actores David Oakes y Ray Stevenson, la parte humana del reparto, cumplen con sus papeles de forma fría y algo distante. Aura Garrido como Aneris hace un verdadero esfuerzo por trasmitir con un papel mudo y bajo capas de maquillaje, consiguiendo protagonizar los únicos momentos emotivos de la película.

Es curioso que el film haya decidido eliminar completamente el relato del pasado del personaje principal, eliminando cualquier referencia política que pudiera ser polémica y cambiando, con ello, ligeramente la fecha: la novela se sitúa después del nacimiento del estado libre irlandés  y durante, suponemos, la guerra civil irlandesa (en 1923, por tanto) mientras que la película nos sitúa en la Primera guerra mundial. 

Por lo demás resulta un ejercicio de horror eficiente, con algunas escenas (la primera noche en la cabaña por ejemplo, la primera vez que el faro muestra los secretos de la isla) verdaderamente notables al crear la amenaza y la tensión mostrando muy poco.  Quizás la ausencia de sorpresa, para los que hemos leído el libro pero también para aquellos que se hayan informado mínimamente sobre la película, resta fuerza al conjunto. 

Si resultan impresionantes los paisajes elegidos para el rodaje, que consiguen conjurar la idea de soledad remota y da más cuerpo a las descripciones ya leídas. La niebla que desdibuja los duros perfiles volcánicos del paisaje, la soledad del faro iluminando la oscuridad son estampas que fascinan. Sobre estos los efectos especiales son correctos, sin mucho más que decir, con algunos momentos de tosquedad digital (mención especial la escena submarina) que pueden olvidarse fácilmente. 

Puntuación: 6/10

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