Cosas para leer: las espadas del cardenal de Pierre Pevel


Novela de aventuras históricas con elementos fantásticos, situada en los tiempos de los tres mosqueteros (un par de personajes, además de Richelieu, de esta serie se asoman por sus páginas) en un París en crecimiento y en torno a una trama de conspiraciones, secretos y aventuras que, con escaso esfuerzo, podría ser perfecta para adaptarse a Todos para uno, el Hombre Abstracto o, por supuesto, a Solomon Kane. 

En 1633, un grupo de agentes (medio soldados, medio espías) conocidos como las Espadas del Cardenal, desbandados hace cinco años tras una misión desastrosa en la Rochelle, son reunidos de nuevo para encontrar al hijo de un noble español, desaparecido en París, mientras Francia intenta mejorar las relaciones con su poderoso vecino. Al mismo tiempo un miembro de la guardia del cardenal es cogido con las manos en la masa, copiando correspondencia secreta para unos amos en principio indeterminados pero que señalan también hacia Madrid.

Gran parte de la longitud de la novela se dedica a la reunión de los personajes, quizás demasiados y, en algunos casos, demasiado poco definidos o aprovechados. Un grupo de espadachines curioso, con los tópicos esperables y  que tienen un desarrollo ciertamente irregular. En algunos casos su presencia parece más una semilla para cosas futuras (otras tres novelas continúan sus aventuras en francés) que necesaria para el desarrollo de la trama ante nosotros.

Las escenas de acción se resuelven de forma dinámica, aprovechando distintos escenarios y situaciones para ofrecer algo de variedad en los abundantes combates. La trama y sus vueltas y sorpresas resulta entretenida y, como ya he comentado, perfecta para inspirar una cuantas sesiones de juego.

La parte fantástica resulta casi cosmética, más allá del papel de la conspiración dracónica que, por otro lado, podría haber sido jugado igualmente en un entorno no abiertamente fantástico por un grupo satánico o similar. Hay referencias a los dragones como mascotas, a los dragones como monturas, a los humanos con sangre de dragón, etc. pero más allá de la adjetivación y algunas descripciones parece que su efecto es completamente menor.  El papel de España, o una conspiración "española", como villanos resulta un poco repetitivo pero, al menos por el momento, huye de los elementos más tópicos y gastados. 

A lo largo del libro hay expresiones que resultan extrañas, diálogos incoherentes y extrañas elecciones de palabras que, en algunas ocasiones pueden entenderse, únicamente, por el contexto. Me resulta difícil juzgar una traducción del francés, idioma que no conozco, pero personalmente me da la sensación de que parte de estos errores vienen del vertido al castellano, algunos casos parecen casos de falsos amigos y en otros, me atrevería a decir, descuido en la concordancia o en la coherencia del texto.

Aunque juega con los elementos de capa y espada, y como ya he dicho, con los personajes y el espíritu de Dumas  el estilo no puede ser más diferente. Frases y capítulos cortos, con escasas descripciones y con pocas  digresiones explicativas a las que el autor de los Tres Mosqueteros es tan aficionado (y que a veces se le van de las manos)

Puntuación: 6/10 

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