Cosas para ver: Perry Mason (episodio 1)


Supongo que para mi generación, Perry Mason tendrá siempre los rotundos rasgos de Raymond Burr, especialmente en alguna de las películas para televisión emitidas en los 80 y 90. Por ello hay muchas cosas que resultan extrañas, al menos a primera vista, en esta nueva adaptación de la HBO. Dejando de lado las diferencias físicas entre Burr y Matthew Rhys (que lo interpreta ahora), quizás lo más llamativo sea el que este Perry Mason es un detective privado y no un abogado (al menos por el momento) y aún tendremos que ver si la típica estructura de los misterios televisivos del personaje, con un largo segmento judicial en el que Mason aporta sus pruebas sorpresa con efectismo y estilo, tiene su reflejo en la serie.

Como creadores del proyecto aparecen Ron Fitzgerald y Rolin Jones, que entre los dos reunen créditos como productores o guionistas de series como Weeds, Westworld o Broadwalk Empire. Es quizás con esta serie la que más similitudes temáticas y visuales mantiene con esta Perry Mason. 

El personaje, cuyo nombre por cierto fue tomado de una editorial, fue creado por Erle Stanley Gardner, un prolífico autor, y abogado él mismo, en la historia The Case of the Velvet Claws, publicada en forma de libro en 1933. Aunque esta primera aventura muestra un personaje muy diferente a la versión posterior y televisiva, sin ir más lejos no incluye escena judicial, cuesta aún más reconocer al personaje que esta nueva serie nos dibuja. 


Esta versión de Mason (con el físico de Matthew Rhys) es un detective privado y no un abogado, también un ex soldado (expulsado con deshonor) y que bebe en exceso, un perdedor sin suerte que se encuentra haciendo trabajos peligrosos y mal pagados junto a su socio Pete Strickland (Shea Whigham) en los Ángeles entre 1931 y 1932. 

Mason es contratado para colaborar en un caso excepcionalmente duro, el secuestro y asesinato de un niño en el que está implicada, de alguna manera aún por descubrir, la congregación de la hermana Alice (Tatiana Maslany) que recuerda, por lo poco que hemos visto, a la Hermana Aimee (con su propia historia de misterio). 

La hermana Aimee no es la única inspiración real que podemos encontrar entre los personajes ficticios que pueblan el episodio, el caso mismo resuena quizás con aires de la desaparición del bebe de los Lindbergh, y en las escenas hollywoodiense se nos presenta todo un estudio ficticio, con su plantel de igualmente ficticios actores modelados sobre estrellas reales como Fatty Arbuckle. 

Visualmente la serie es irreprochable, con un cuidado en los detalles de vestuario y escenarios, que ofrecen una visión oscura de la vida en los años 30. También utiliza algunos elementos propios del cine clásico, como el diseño del título de la serie, que sin embargo  se enmarcan dentro de una estructura típica de serie moderna. Incluyendo no solo la violencia y el sexo que el cine clásico debía escamotear, si no también la obligada descompresión narrativa que hace difícil juzgar la miniserie sólo por su primer episodio, que funciona prácticamente como un primer acto de presentación.



No es que la serie no sea apreciable por muchas otras cosas pero parece que el nombre ha sido tomado más por tratarse de una marca reconocible que por verdadero deseo de adaptación del personaje. Parece que el momento en que vivimos la marca, el nombre que puede atraer espectadores y que puede ser expandido a su vez hasta el infinito, se ha convertido en un valor central para la comercialización del relato. 

Viendo las reseñas online nos encontramos con que estas parecen dividirse en gran parte entre fans de versiones anteriores ofendidos por la traición al personaje (algo inevitable en estos tiempos) y críticas más positivas cuando este elemento es dejado de lado. ¿Compensa para las cadenas esta constante corriente de fans enfadados el beneficio obtenido por el reconocimiento de marca? parece que si, pues año tras año nos encontramos más versiones radicales de personajes en el cine o la televisión. 

Todavía queda mucho por ver, por supuesto, y aún quedan personajes principales que presentar y quizás ver como este Mason se convierte en alguien más reconocible. Hemos visto aparecer ya a la enterna secretaria de los relatos y la serie antigua Della Street (interpretada por Juliet Rylance) pero todavía no hemos visto al detective Paul Drake (Chris Chalk), devenido ahora en afroamericano y que sin duda cobrará importancia en episodios posteriores. 

Por ahora es más una adaptación genérica de los tópicos del género negro y el hard-boiled, muy destacable en el terreno visual y con buenas actuaciones  pero de la que todavía nos queda demasiado por ver en lo narrativo.

Puntuación: 7/10

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