Cosas para leer: Pulp de Ed Brubaker y Sean Phillips

Pulp es una pequeña historia (72 páginas) de género criminal perpetrada por el equipo habitual de Ed Brubaker y Sean Phillips, el mismo equipo que nos ha dado obras tan redondas como Incognito, The Fade Out (2014) o Fatale (2012), por no mencionar la recientemente publicada en España, y también muy recomendable, Bad Weekend (2019). 

Este dueto de guionista y dibujante lleva ya veinte años trabajando juntos, en un ejemplo de sintonía creativa y buena relación que les ha convertido casi en una unidad.  El guionista americano y el dibujante británico coincidieron por primera vez en la miniserie de Vertigo La Escena del Crimen (1999), donde este último entintaba los lápices de Michael Lark, y después en Gotham Noir para DC (2001) ya con lápices completos de Phillips y, la serie que mejor conecta con su trabajo posterior, Sleeper (2003-2005) para Wildstorm. Esta serie seguía la historia de un agente infiltrado en una organización criminal, aunando elementos superheroicos a una estructura de género criminal y de espionaje, elementos que serán una constante en la carrera de ambos.

Por supuesto Brubaker se convirtió durante un tiempo en uno de los guionistas estrella de Marvel, para quien trajo de vuelta a Bucky Barnes en la nueva encarnación como el Soldado de Invierno (encargándose de la cabecera del Capitán América durante ocho años, de 2004 a 2012), además de etapas en Daredevil, X-Men o la interesante El inmortal Puño de Hierro (compartiendo las labores de escritor con Matt Fraction y con dibujos, entre otros, de David Aja). En la línea Icon, una subsidiaria de Marvel para cómics propiedad de los autores, volvió a trabajar con Philipps en Criminal, una serie (o conjunto de series) de puro género negro en que se encadenan historias aparentemente no relacionadas entre si. 

Aunque en 2013 firmó un contrato en exclusiva con Image (donde sigue publicando sus series a día de hoy) sus relaciones con Marvel no eran del todo malas (en 2014 incluso hizo un cameo en la película del Soldado de Invierno), sin embargo, se han enrarecido en años posteriores, quejándose el guionista (con razón) de que los autores no reciben suficiente reconocimiento y beneficios de la explotación de sus conceptos por parte del imperio mediático de Disney. 

Y creo que parte de esta disputa por el reconocimiento del autor se encarna en el personaje principal de este Pulp, un veterano escritor de novelas del oeste llamado Max Winters en el Nueva York de 1939, que se ve explotado y ninguneado por sus editores. En un mundo que se dirige hacia la Segunda Guerra Mundial y en plena depresión económica, Max Winters guarda en secreto: el mismo fue un forajido, hace mucho tiempo. Cuando las circunstancias se ponen en su contra piensa en volver a sus antiguos modos criminales... pero las cosas no van según lo previsto.

La conexión con el oeste es un tema muy interesante del que que no he tratado en demasía al hablar del pulp en este blog, pero no hay que olvidar que el western siempre fue uno de los géneros más populares, si no el más popular, de la literatura popular  americana (y podemos verlo también en la española). Ya desde los mismos contemporáneos los story papers, y luego las dime novels y el pulp, muestran una temprana tendencia a mitologizar el pasado reciente del país, de dotar al mito de la frontera de héroes y villanos.

A lo largo de los años el equipo Phillips-Brubaker ha tocado diversas vertientes del pulp, el horror sobrenatural (y chtuluoideo) en Fatale, los hero pulp en Incognito y el género negro en general, demostrando un afecto o interés por el medio muy claro, quizás lo siguiente que nos falta es una epopeya de ciencia ficción.

Phillips realiza un trabajo muy bien acabado, ayudado por los colores de  su hijo, Jacob Phillips (con quien lleva trabajando ya en varias de sus obras) para distinguir la narración situada en el presente y los recuerdos de Max de su juventud, que se tiñen de los colores sepia de las revistas. 

La caracterización de los distintos personajes y su gestualidad, reducida en lo formal a líneas y sombras casi abstractas, permite sostener sin decaer páginas en que nada sucede, más allá del monólogo interior del personaje, y también escenas de acción más desatada. Recrea ambientes  y lugares de la ciudad y sus interiores con acercamiento minimalista pero que consigue trasmitir una sensación de escenario real con pocos trazos. 

Pulp, y su protagonista, entronca con esa tradición del western crepuscular, el paralelismo con el Bill Munny de Sin Perdón, enfrentando por un lado la visión idealizada del forajido, canonizada por el cine y la literatura popular, con una realidad más prosaica, y por otro los antiguos forajidos con los males del siglo XX. Pero, como sucede a menudo con las películas crepusculares, aunque procede a desmitologizar en parte la frontera y sus habitantes, todavía se recrea en cierta moralidad simplista del pistolero frente a maldades más siniestras y complejas, manteniendo cierta épica sucia pese a todo.

Una destacable historia corta de género negro, con una interesante conexión con el mercado editorial del pulp y sus ficciones, pero quizás no tan impactante o original como otras obras del dúo. Sigue estando, sin embargo muy por encima de la media del mercado, una lectura muy recomendada.


Puntuación: 8/10


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