Cosas para leer: Indiana Jones y los siete velos de Rob MacGregor



Hace mucho que reseñé esta misma novela en el blog pero he sentido la necesidad urgente de rehacer esta reseña tras releer el libro y encontrarme a mi mismo en profundo desacuerdo con muchas de las cosas que decía entonces. Normalmente habría editado la versión anterior, añadido algo y borrado alguna afirmación que hoy me parece dudosa, pero creo que el cambio es demasiado profundo. Así permitidme corregirme la plana a mi mismo y hacer una nueva reseña de esta novela, publicada en España en 2009 por Dolmen como la tercera y última de su línea de novelizaciones de Indiana Jones.

El argumento se resume rápidamente: Indy parte a Brasil en busca del desaparecido Percy Fawcett, que ha desaparecido (como el histórico aunque en circunstancias bastante diferentes) en la jungla, buscando la mítica ciudad de Z. Con él viaja Deirde Campbell, la chica a la que conoció en la novela anterior de la serie, Indiana Jones y la danza de los gigantes, y que en esta novela se convierte en la primera señora de Jones, nada más y nada menos. 

Indiana solo muy raramente consigue recordarnos al personaje de las películas, cuando ocasionalmente su humor sale a relucir, pero en general parece que solo va de pista en pista, guiado por uno u otro personaje, sin demostrar iniciativa. Todavía más grave es el uso de Deirde, que parece haber olvidado que ella misma es estudiante de arqueología para convertirse en un personaje que apenas puede captar las cosas más obvias y que durante gran parte del metraje es más un problema a superar para Indy que un personaje por si mismo. Sus cambios de opinión, de novia celosa a compañera complaciente, de querer irse de vuelta a Inglaterra a quedarse y esperar a nuestro protagonista, se producen sin verdadera motivación o sin, ni siquiera, trasmitirnos la sensación de que está motivado por procesos internos, simplemente parece obedecer a los designios de la trama con pasividad (ahora te toca estar enfadada, ahora complaciente, ahora no te enteras de algo obvio...) 

Por el camino hay varios personajes antagonistas, pero ninguno de ellos se convierte en una villano interesante o complejo. Los matones de un prestamista de Nueva York, un profesor universitario que es un compendio de rasgos de la caricatura de los arqueólogos vistos por los investigadores alternativos y pseudohistoriadores (un envidioso, dogmático y cobarde sabelotodo)  y unos matones fuera de lugar, sirven como excusa para algunas escenas más que aportar demasiado a la trama principal.

Me cuesta creer que en su momento me gustaran las escenas de acción de la novela, aunque sin haber releído las dos anteriores (que originalmente me habían gustado menos que esta), es posible que mi juicio entonces estuviera contaminado por comparaciones. Leyéndolas ahora me parece que en su mayoría carecen de pulso y en algún caso son simplemente absurdas o olvidables. Se leen como si fueran trámites a cumplir, un requisito de una novela de Indiana Jones es tener escenas emocionantes, pero escritas sin verdaderas ganas.

En lo que si parece tener verdadero entusiasmo MacGregor es en un su lectura de la historia antigua y la fijación con lo celta que, si en las novelas anteriores resultaba ya llamativa, aquí (en pleno Amazonas) resulta casi ofensiva. Sigo pensando que la descripción de la ciudad, pese al acercamiento eurocéntrico de convertirlos en celtas/atlantes que se han mantenido explícitamente separados de la población nativa, es posiblemente lo más interesante, pero el autor no lo aprovecha demasiado y parece ignorar los propios elementos de horror que contiene su propia descripción para ofrecer una visión nueva era que parece contradecirse con sus propios presupuestos. 

En definitiva, si mi yo de 2009 estaba dispuesto a darle el aprobado a esta novela, el yo actual la sitúa claramente en la zona de los suspensos.

Puntuación:: 3/10



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