Hace tiempo que quería revisitar en más profundidad algunas películas o ciclos con conexión más o menos directa con la aventura pulp y he pensado hacer un repaso en tres partes (o puede que cuatro, depende de como me anime con las momias "no canónicas") de las diferentes series de películas de la momia, comenzando con aquellas iniciadas en plena era pulp (y por tanto parte del mismo contexto cultural) por la Universal, la revisión de los 50-60 por la británica Hammer y la más aventurera encarnación de finales de los 90 y años 2000.
Antes del ciclo de la universal las momias, en una forma u otra, habían tenido una larga vida literaria en occidente, y también habían hecho su aparición repetidamente en el cine mudo, aunque en muchos casos estas historias primerizas no apuntaban tanto al terror como al romance o, incluso, la comedia. En el cine mudo el argumento de un individuo que, para engañar a otro se disfraza de momia, se repite una y otra vez, como lo hace el enamoramiento entre un arqueólogo, varón, una momia, femenina, vuelta a la vida (aunque a menudo se recurre a la coartada del sueño, para negar el elemento fantástico en última instancia). Pese a que el ciclo de la universal se centre en un monstruo (o más bien en dos, como veremos) varón también muchas de las primeras momias terroríficas habían sido mujeres, habitualmente sacerdotisas de gran poder mágico y belleza intacta, aunque quizás ilusoria, pese al tiempo transcurrido, como la Tera de la Joya de las Siete Estrellas de Bram Stoker (1903) o la de Brood of the Witch-Queen de Sax Rohmer (1918).
Aunque la fascinación occidental con el Egipto faraónico viene de antiguo (por lo menos desde las campañas de Napoleón en el país del Nilo) en los años 20 y 30 del siglo XX esta se había incrementado, hasta alcanzar los límites de una verdadera egiptomanía, tras el descubrimiento de la tumba de Tutankhamon en 1922. El país de los faraones, las momias, forman parte de la cultura popular y el mundo cotidiano. Los motivos egipcios surgían en la arquitectura, en la moda, la música o el teatro y, por supuesto, en los medios populares como el pulp, el comic y el cine. También existe una obsesión con el ocultismo egipcio, que rodea al país de un aura de misterio y fascinación difícil de igualar.
Y, ya que estamos, hace mucho dedique una entrada a hablar sobre las momias en general (y no solo las egipcias) para aventuras pulp, enfocándome fundamentalmente, en cuanto a reglas, a Spirit of The Century.
La momia (The mummy, 1932, Karl Freund)
La momia es la primera historia original, no basada en una novela, del ciclo de la universal. Aunque está construida en torno a un tratamiento de siete páginas escrito por la autora Nina Wilcox Putnam. Los referentes literarios existían, por supuesto, fundamentalmente Conversación con una momia de Edgard Alan Poe (1845), La joya de las siete estrellas (1903) de Bram Stoker El anillo de Thoth (1903) de Arthur Conan Doyle o La novela de la momia (1857) de Théophile Gautier, por mencionar unos pocos, pero aunque muchos comparten rasgos comunes ninguno es elegido como fuente directa.
Además, originalmente, la película se iba a titular Cagliostro (y debía basarse remotamente en el infame Giuseppe Balsamo, un ocultista y maestro del engaño del siglo XVIII) e iba a estar ambientada en California, centrándose más en la idea de un hipnotizador inmortal que seduce a una mujer, que en la conexión con el país de las pirámides; aunque cabe recordar que Balsamo afirmaba poseer los secretos ocultos de Egipto y fundó la llamada masonería egipcia o rito de Misraïm.
El proyecto inicial pasó por varias fase de reescritura, fundamentalmente fue remodelado por John L. Balderston (que también había participado en los guiones de Drácula y Frankenstein) trasladando la acción a Egipto e introduciendo a Imhotep en la mezcla (históricamente, el nombre se corresponde con un sacerdote de Ra, posible arquitecto de la pirámide escalonada de Djoser en torno al siglo XXVII a.c. y que, tras su muerte, fue deificado como dios de la medicina).
La historia de la película es muy sencilla y no es demasiado distinta a la versión de Drácula de la misma productora. Incluso dos actores de Drácula repiten papeles casi idénticos a los de aquella película., Edward Van Sloan (Van Helsing en la película de Browning) como el Dr. Muller y David Manners (John Harker) como Frank Whemple, el joven enamorado de Helen.
Por culpa de un arqueólogo, el sacerdote Imhotep (Boris Karloff ) se despierta de su sueño milenario y busca recuperar a su amada Ankh-esen-amun. En vida el amor de ambos era tabú y, tras la muerte inoportuna de la princesa, decide utilizar los conjuros del Libro de Thoth para intentar resucitarla. Por ello fue condenado a su precaria inmortalidad, un castigo excepcional distinto de la momificación normal. Con el paso de los milenios el alma de Anks-esen-amun ha tomado nuevo cuerpo en la angloegipcia Helen Grosvenor (Zita Johann), una joven moderna, que vive sin embargo fascinada por las antiguas ruinas del país.
Amor trágico, necrofilia, hipnotismo y ruinas de cartón piedra (con algún plano documental de Egipto por medio) funcionan perfectamente, empujados por el carisma derrochado por Karloff y una ejecución formal perfecta. Imhotep se convierte aquí en un villano trágico, incluso en un héroe gótico, siempre fiel a su enamorada, oscuro y magnífico, pero terrible, muy superior sin embargo al poco interesante, pero convencional y seguro, Frank Whemple.
Es curioso señalar ahora la trasposición de modelos y jerarquías raciales norteamericanas en esta serie de películas, en que los egipcios de clase alta son interpretados normalmente por blancos o, como mucho, por actores étnicamente ambivalentes (como el mismo Karloff) mientras que los actores de color se suelen reservar para papeles secundarios y, a menudo, limitados a esclavos y porteadores. No encontramos nunca, prácticamente, actores egipcios interpretando estos papeles y es más común encontrarse con un faraón o una momia de ojos azules que con uno de piel oscura (que no sea pintada). Incluso, Imhotep cuenta para llevar a cabo las tareas físicas, y amenazantes, con un esclavo nubio (listado simplemente como el Nubio e interpretado por el interesante actor afroamericano Noble Jhonson, muy presente en toda filmografía pulp que se precie).
El personaje de Helen es, ella misma, producto del mestizaje (su padre es británico pero su madre es egipcia) y es interpretada por Zita Johann, una actriz húngara, nación europea que era considerada también exótica (pero aceptable) en el estrecho marco de lo blanco desde el punto de vista de la producción norteamericana. Así la disputa entre el amor inmortal de Imhotep y el amor mortal de Frank es también una disputa entre sus dos herencias y, casi da la sensación, que su renuncia final es también una tragedia, por el abandono de una parte de su identidad.
En contraste con futuras secuelas y remakes, Karloff solo aparece completamente momificado (arrastrando los pies, putrefacto y con todas sus vendas) muy brevemente al principio de la película, en una escena terriblemente efectiva pese, o quizás gracias, a lo poco que sale la criatura. Durante el resto del metraje, y bajo el nombre de Ardeth Bey, se mezcla con los mortales con un maquillaje más sutil (ambos creado por el mago del maquillaje de la universal, el mítico Jack Pierce) y muestra una variedad de poderes arcanos, incluyendo la hipnosis y la visión a distancia que no parecen ser derivados de su condición de momia, si no de su antiguo pasado como sacerdote-mago.
En el guion original había una serie de escenas, que incluso llegaron a rodarse ya que se conservan algunas fotografías, que mostraban una serie de reencarnaciones anteriores de Anks-esen-amun-Helen en distintos momentos de la historia, incluyendo el martirio de una joven cristiana en el circo romano y un romance en la época de las cruzadas. Historia de los enamorados reencarnados a través del tiempo que tendría su influjo en el dueto Hawkman/Hawkgirl del cómic a partir de 1940.
Este Jack Pierce (en realidad se llamaba Yiannis Pikoulas y había nacido en Grecia, pero no sólo los actores decidían a menudo minimizar su trasfondo étnico para trabajar en Hollywood) también es el autor del maquillaje para otros monstruos clásicos de la Universal, especialmente el icónico monstruo de Frankenstein, usado también por Karloff (pero, aparentemente, Lugosi se empeñó en maquillarse a si mismo en Drácula), maquillaje que sigue siendo la imagen icónica del mismo. Según las crónicas el maquillaje completo de la momia tardaba 8 horas en aplicarse y Jack Pierce lo calificó como su trabajo más complicado y mejor documentado (y todo esto antes de los maquillajes de látex y goma modernos).
Dirigida con gran pulso por Karl Freund, que demuestra una soltura narrativa difícil de igualar; este era un veterano director de fotografía de origen alemán, que había iniciado su carrera en la UFA (entre otras en Metropolis de Fritz Lang) antes de abandonar el país ante el ascenso de los nazis. Pese a su habilidad, su carrera como director en los EEUU fue breve, siendo su última producción la también magnífica Las manos de Orlac (Mad Love, 1935), con un magistral Peter Lorre.
Freund utiliza a menudo unos movimientos de cámara que nos arrastran a las escenas, que nos llevan por ejemplo hacia los ojos hipnóticos de Ardeth Bey, pero maneja con mucho cuidado lo terrorífico. La ya mencionada escena del despertar de Imhotep, es paradigmática, por la forma en que se centra en la reacción del arqueólogo enloquecido ante el suceso terrorífico y no en el movimiento de la criatura.
En cuanto a la cronología la momia de 1932 mezcla a Imhotep (que debió vivir en la época del reino antiguo y la 3ª Dinastía) con Amenhotep III (llamado Amenofis en la película) y su hija Ankhesenamun (en realidad el nombre corresponde con una de sus nietas, hija por tanto del faraón hereje Akhenaton y hermana y esposa del famosísimo Tutankamón) de la dinastía XVIII... más de 1000 años después.
No es la única referencia a la idea de Tutankamón en la película, que sitúa el despertar de Imhotep en 1921 (un año antes, por tanto, del descubrimiento de la tumba del faraón niño) y gira en torno a la idea de la maldición de los faraones que había arraigado fuertemente en el pensamiento popular tras la muerte de Lord Carnavon en 1923.
La resurrección del individuo momificado (en el flashback descubriremos que, en realidad, no es una verdadera momia), se produce por culpa de la lectura inoportuna del Libro de Toth (o al menos de una copia o fragmento), objeto al que dedique ya hace mucho una entrada en el blog.
En el campo arqueológico hay una interesante referencia a la gestión de las antigüedades egipcias, con referencia el llamado sistema de partage (de forma que los hallazgos realizados por equipos extranjeros deben ser compartidos con los museos egipcios), y la película lo hace notar en un diálogo sobre el destino de los objetos encontrados en la tumba de la princesa, que se exhiben en el Museo de El Cairo y no son enviados al British Museum (que es la institución responsable de la excavación). En muchas de las mejores películas sobre la momia este subtexto sobre el papel de la arqueología en conexión con el colonialismo, será un tema más o menos explícito, aunque con conclusiones a menudo contradictorias.
La mano de la momia (The Mummy's Hand, 1940, Christy Cabanne)
Pero cuando se retoma el cine de momias, lo hacen con un presupuesto bastante exiguo y un director mucho menos talentoso que Freund. Cabenne era un director más conocido por su eficiencia, capaz de rodar ajustándose a un tiempo y presupuesto concreto (y solo tenemos que ver que estrenó otras cuatro películas en 1940), que por su calidad y aquí entrega una película meramente competente. Sin embargo, a largo plazo, la momia de Cabanne será mucho más influyente en producciones posteriores que la de Freund.
Se trata, además, de una momia diferente (que responde al nombre de Kharis), pero aún así deciden reutilizar parte del metraje de los flashbacks de la película original (llegando a usar planos generales de Karloff para, luego, insertar otros planos del actor Tom Tyler, que encarna a la nueva criatura). También cambian el nombre de su amada, ahora Ananka, pero sigue haciéndose referencia al reinado de Amenhotep III como marco temporal de su historia, por lo que se puede decir que eliminar a Imhotep de la ecuación (que no correspondía a la época) era una concesión a la historicidad.
Otro cambio importante es que, en vez del libro de Thoth, la resurrección se vincula a las míticas hojas de tana, que dan la inmortalidad, pero deben ser consumidas regularmente. Estas hojas, inventadas para la película, harán aparición en diversas versiones posteriores y en otros medios como la magnífica Gárgolas (donde combinadas con el libro de Thoth permiten invocar al dios Anubis). El culto que protege la tumba de Ananka, que es otra de las principales aportaciones del film, utiliza el suministro de hojas de tana para controlar y dirigir a Kharis, para que haga su trabajo sucio, aunque las reglas de su uso irán cambiando a veces de forma contradictoria durante toda la serie.
Así El principal oponente es, en realidad, el arqueólogo egipcio, y en secreto líder de la secta, Andoheb (George Zucco) que hereda la parte intelectual del original Imhotep y también la romántica (o al menos la sensual), pues es él quién desea secuestrar y hacer inmortal a la chica de la función para someterla a un oscuro ritual.
El personaje masculino heroico (y blanco norteamericano, claro), el arqueólogo Steve Banning, es interpretado por Dick Foran y la chica, Marta Solvani, por Peggy Moran. Ambos son habituales del cine de serie B (especialmente el western), como el mismo Tom Tyler (otro de sus papeles más recordados de este último, es el de Capitán Marvel en el serial dedicado al personaje por la Republic), y ninguno es realmente memorable. Cumplen con su papel y las necesidades narrativas de la historia y ya.
La tragedia de amor perdido e irrecuperable, el personaje femenino con su alma dividida entre dos mundos, no tiene cabida aquí. La película es entretenida, y funciona magníficamente en algunos momentos, pero en general es un producto menos acabado que la de Freund. Aunque Marta cuenta con algunas habilidades adicionales como hija de un prestidigitador estas, sin embargo, luego resultan complemente olvidadas cuando hubieran sido útiles.
El tono trágico y terrorífico de la primera es aquí más aventurero y, sobre todo, mucho más cómico, con unos personajes pretendidamente graciosos (interpretados por Cecil Kellaway y Wallace Ford) que no ayudan nada y que son un rasgo cargante que comparten de otras películas de aventuras de los 30-40. El estilo también cambia para ajustarse a una historia más convencional, ausentes los manierismos de la iluminación y la cámara que imprime Freund.
Sin embargo será el modelo de Kharis el que marcará la imagen de la momia para varias generaciones, el que será imitado más a menudo en las parodias, en las secuelas y continuaciones. Se puede decir que incluso, en muchos sentidos, la película de Sommers del 99 toma más de esta (incluyendo la dinámica más aventurera, la idea de la secta, la estructura del clímax, el tono cómico...) que de su predecesora.
Como otra forma de ahorro decidieron reutilizar algunos escenarios de Green Hell (1940, James Whale) una aventura amazónica (y arqueológica) dirigida por James Whale (el mítico director de Frankenstein y la Novia de Frankenstein), con Douglas Fairbanks Jr. y Joan Bennett (y un joven Vincent Price), que fue un gran fiasco comercial y crítico. El mismo Vincent Price llegó a decir de esa película que "Cinco de las peores películas de la historia están todas en esta película". Aún no he logrado verla, pero las fotos muestran sin duda una escenografía espectacular.
Sobre estas líneas podéis ver una comparación entre un escenario de Green Hell (a la izquierda) y su reutilización en la Mano de la momia.
Visualmente el aspecto de la momia es muy similar a la anterior: el mismo rostro consumido, el pelo pegado a la cabeza con arcillas, las vendas,... aunque en muchos planos se utiliza además un efecto para hacer que los ojos de la criatura aparezcan como totalmente negros (rascándolos manualmente en el negativo), añadiendo un toque muy interesante e inhumano, pero que no será utilizado por ninguna de las siguientes entregas.
La tumba de la momia (The Mummy's Tomb, 1942, Harold Young)
La película se inicia con un resumen bastante cargante de la historia anterior, con un Dick Foran caracterizado como anciano rememorando lo sucedido y la inserción de varios minutos de la película original remontados. Pero ahora, ya digo unos increíbles 30 años después, la secta que custodiaba la tumba de Ananka decide enviar a los USA a Kharis (que de alguna manera ha sobrevivido a su destrucción por el fuego), y a un sacerdote-controlador llamado Mehemet Bey (interpretado por Turhan Bey) para vengarse de los que profanaron su tumba. Deciden recuperar también al personaje de Andoheb (George Zucco) brevemente, pese al final de la película anterior, igualmente caracterizado como un anciano y teniendo que dar una explicación, un poco absurda, de su supervivencia en el film anterior.
De nuevo señalar que tanto Zucco como Bey entran en esa categoría de actores de los márgenes de lo blanco, y sirven así como amenaza hacia la femineidad WASP. Así Zucco es británico, pero de padre griego, y Bey, austriaco de padre turco y madre checoslovaca, que a lo largo de sus carreras interpretaran una miríada de tipos exóticos; especialmente Bey que, incluso, llega a interpretar a personajes oriundos de India, China o Japón.
Mehemet se ve prendado de Isobel (Elyse Knox) la novia de John Banning (John Hubbard), el hijo de los Steve Banning y Marta Solvani del fin anterior, e intenta usar a Kharis para secuestrarla y hacerla suya. Se insinúa que se trata de otra reencarnación de Ananka (aunque ahora en forma de rubísima americana), y por eso quizás el paso de los 30 años para justificar la muerte y "resurrección" corporal de la misma (y por ello, quizás también, se añada el diálogo especificando que Marta está muerta), pero para esta película ese factor es más bien irrelevante. Ni la chica, ni su novio, ni ninguno otro de los personajes deja una huella memorable, aunque sus nombres serán reutilizados para la muy superior La momia (the Mummy, 1959, Terence Fisher) de la Hammer.
Aunque se reduce la comedia, que no desaparece completamente, y también el tono de aventura exótica se sustituye con algunas escenas de investigación criminal. Resulta curioso el tono casi pedestre con el que en esta y algunas de las siguientes la población general parece aceptar la existencia de una momia asesina. Por cierto, menos el prólogo y los flashbacks toda la película se ambienta ya en los Estados Unidos, en la imaginaria ciudad de Mapleton, Massachussets, donde la mala suerte ha ido a traer al monstruo.
El efecto visual de Chaney, más grueso que Karloff o Tyler, provoca un cambio notable en la apariencia de Kharis que parece menos consumido que las momias anteriores, también se desecha el efecto de los ojos negros aunque ahora el maquillaje cubre completamente el ojo derecho del actor, como si fuera testimonio de su paso por las llamas.
Chaney, al parecer, despreciaba bastante este papel (comparándolo desfavorablemente con sus otras actuaciones en el cine de terror, fundamentalmente su icónico Larry Talbot en la serie del Hombre Lobo), y algunas fuentes indican que la mayor parte del rodaje fue realizada por dobles. Sin embargo, el actor también comentó los problemas del maquillaje, que le provocó aparentemente reacciones alérgicas (y también cuentan que aprovechaba las vendas para ocultar una petaca de alcohol que bebía a escondidas entre las tomas).
El fantasma de la momia (the Mummy's Ghost, 1944, Reginald Le Borg)
Ahora se cruza el destino de la momia con el de Amina (la modelo y pin-up Ramsay Ames) una joven de origen egipcio que, de alguna manera, es otra reencarnación de Ananka. Originalmente el papel iba a ser interpretado por otra modelo y actriz, Acquanetta, pero se lesionó rodando y fue sustituida por Ames en plena producción. Acquanetta (Mildred Davenport) fue una actriz de breve carrera, especializada en papeles exóticos, especialmente en películas de serie B y que, según todos los indicios, ocultaba bajo una supuesta herencia Arapahoe y/o latinoamericana (la productora quiso promocionarla como "el volcán venezolano") su ascendencia afroamericana (ninguna broma en los años 40 y 50).
Curiosamente en la película el papel de sacerdote egipcio recae en el anglosajón John Carradine, que también interpretaría a Drácula en La zíngara y los monstruos (1944), La mansión de Drácula (1945) y la desopilante Billy the Kid Versus Dracula (1966). Incluso hacia el final de su carrera, devenida en una sucesión de películas de serie B (crecientemente infames, con puntuales excepciones) después de los años 60, interpretaría a un Andoheb (recuperando el nombre del personaje de George Zucco en las dos películas anteriores) en El misterio de la pirámide (The Tomb, 1986, Fred Olen Ray) (película a no confundir con la muy superior El secreto de la pirámide, en inglés Young Sherlock Holmes, de 1985)
Seguimos teniendo muchas escenas casi patéticas del renqueante Kharis (de nuevo encarnado por Lon Chaney Jr.) cruzando la ciudad para cometer sus crímenes, casi dan ganas de comprarle un bonobús o pensar que alguien debería llevarle en coche, al menos hasta cerca de donde debe matar. Pero también aparece ya un factor de simpatía en su interpretación, una posibilidad de redención que parecía ajena a las instancias anteriores, pero que recupera cierto carácter romántico de la película original y, de nuevo, el centro es la relación entre Ankara y Kharis. En realidad el final permite cierta redención de la historia y podría haber sido un final perfecto, trágico y romántico, para la saga, con Kharis y Ananka reunidos de nuevo, al fin y para siempre.
Poco podemos decir sobre el maquillaje de Chaney en esta ocasión, es muy similar al anterior aunque, a lo mejor, se ha acentuado la cojera y el efecto del brazo herido, pero podemos mencionar el mechón blanco que aparece en el cabello de Amina (y que luego pasa a ser dos mechones y finalmente todo el pelo pierde su color)
La maldición de la momia (The Mummy's Curse, 1944, Leslie Goodwins)
Aunque continúa directamente la película anterior lo hace al estilo de esta serie, trastocando sin vergüenza la geografía y cronología anterior... ¡pese a estrenarse menos de un años después que su predecesora!
De alguna manera el pantano del final de El fantasma de la momia se ha trasladado de Massachussets a Luisiana (con trabajadores cajuns y todo) y además se afirma que la momia y "una mujer" desaparecieron en los pantanos ¡hace 25 años! Lo cual, de nuevo, no concuerda con la ambientación contemporánea de las películas anteriores y hace que, sumando años, o esta película se supone que sucede en 1995 o retroactivamente la primera historia de Kharis se traslada a los 1880s (no sé como no hay una petición en change.org exigiendo que la universal solucione este desaguisado con la continuidad).
El argumento es que otro sacerdote de Arkam (si, así se llama desde la película anterior la secta) viaja al lugar para despertar una vez más a Kharis y recuperar el cuerpo de Ananka (o de su reencarnación moderna, si seguimos el argumento de la película anterior). El film aprovecha para volver a contarnos la historia de Kharis utilizando básicamente el mismo montaje de La mano de la momia ( recordemos, combinando planos de Karloff como Imhotep en la película original con los de Tom Tyler como Kharis en la primera secuela por lo que en esta película son nada menos tres actores los que interpretan el papel).
En este caso el papel de sacerdote recae en Peter Coe, que interpreta a un aqueólogo egipcio con el improbable nombre de Ilzor Zardad, actor nacido en la actual Croacia (de nombre real Peter Knego) y, siguiendo el proceso de reduplicación de funciones que ya se había producido entre el sacerdote y la momia, ahora se ve acompañado por su propio sicario o aprendiz, Ragheb (el alemán de origen ruso, Martin Kosleck). En este caso Zardad interpreta al fanático, el hierofante entregado a su misión, y son las pasiones románticas de su sirviente las que desatan parte de la trama, aunque no dirigidas en este caso hacia Ananka si no hacia un segundo personaje femenino.
Kharis (de nuevo Lon Chaney Jr.) vuelve a ser utilizado durante gran parte del metraje como un mero matón, con las mismas hojas de tana como combustible (aunque las normas de su uso se hacen cada vez más confusas) y con su misma lentitud. Parsimonia que da lugar a un par de escenas, no sé si involuntariamente, cómicas. Aunque se le permite, de nuevo, cierta redención y simpatía al final, sigue siendo el monstruo con menos personalidad de la Universal.
Ananka se despierta por si misma en el pantano (ahora encarnada por Virginia Christine) y sufriendo de amnesia. Tras lavarse y adecentarse se hace amiga de unos arqueólogos que están estudiando, precisamente los rastros dejados por la Kharis en el pantano... aunque no hay mucho que excavar más allá de unos trozos de tela, parecen haber montado sin ninguna explicación todo un yacimiento. Pese a que el final de la película anterior parece insinuar una aceptación de Amina-Ananka de su destino, y por ello el cierre de ciclo, aquí se encuentra dividida y su principal impulso es huir de su monstruoso enamorado; aunque de nuevo el final ofrece a Kharis cierta heroicidad y simpatía ausente en sus primeras apariciones.
Ofrece alguna variación de la fórmula, centrando más el protagonismo en Ananka que en nadie más, y tiene algunas escenas visualmente interesantes. Especialmente me gusta como maneja la escena del despertar de Ananka que se alza, casi como un zombi de Romero, pero recupera la lozanía por el poder del sol y tras un bañito en el río.
Abbott y Costello contra la momia (Abbott & Costello Meet the Mummy, 1955, Charles Lamont)
Volviendo a la película que nos ocupa, esta era ya el cuarto film en que el dúo se enfrentaba a un monstruo clásico, proceso iniciado con Abbott y Costello contra Frankenstein (Abbott and Costello Meet Frankenstein,1948,Charles Barton). La fórmula era satirizar los elementos característicos del film, y del género de terror, añadiendo la mezcla de humor físico y verbal, propia de estos dos cómicos. Cómicos, por cierto, tan legendarios entonces como olvidados hoy. Muchas veces el chiste se basa, precisamente, en el reconocimiento de sus coletillas y manierismos característicos, por lo que hoy (en aislamiento y sin ser su seguidor) resultan bastante insulsos.
Normalmente Bud Abbott interpreta al inteligente del dúo, o al menos al menos estúpido, que sirve como víctima de las tonterías, planes sin sentido y juegos de palabras de su compañero, Lou Costello, aunque una y otra vez se comprueba que ni uno es tan listo ni el otro tan estúpido. Por cierto, lo que si hace unas cuantas veces Lou Costello es eso "tan moderno" de romper la cuarta pared, para que luego digan (y es que, en realidad, es algo que tiene una larga tradición teatral) .
Respecto al argumento no hay mucha novedad: un arqueólogo afirma haber desenterrado la momia de Klaris (nótese el cambio de nombre) que tiene un medallón que debe conducirle, a su vez, a la tumba de la princesa Ara y un gran tesoro. Por supuesto hay una secta dispuesta a todo por mantener el secreto (incluyendo realizar unos bailes muy poco egipcios, y más bien inspirados en elementos hindúes) y los dos idiotas protagonistas se meten en medio. Hay elementos que remiten más A El Halcón Maltés con múltiples agentes intentando engañarse los unos a los otros para obtener el botín que a ninguna de las películas de la serie. Se suceden las confusiones increíbles, juegos de palabras, puertas secretas y accidentes cómicos en una historia que en lo básico no puede ser más clásica.
La momia es interpretada por un especialista (Eddie Parker) que ya había doblado a Chaney en films anteriores, y se hace el primer cambio fundamental en el maquillaje de la criatura, incluyendo unas vendas que tapan la mayor parte de la cara y la cabeza así como un aspecto menos trabajado de las vendas del cuerpo (que parecen impresas sobre un traje enterizo más que vendas individuales).
No sé si es, simplemente, que no conecto con el humor de estos dos o que, pero me ha dejado muy frío la parodia y el humor, en general, no me ha provocado más que alguna ocasional sonrisa.
Curiosamente no es la única comedia de la época que gira en torno a una momia, arqueólogos y tumbas egipcias, pudiendo citar Mummy's Boys (1936, Fred Guiol) o el corto de los Tres Chiflados (famoso trio cómico americano, muy poco conocido en España hoy) We Want Our Mummy (1939, Del Lord).
.De esta manera, el ciclo de la universal, que había empezado con un clásico indiscutible termina en una comedia sin pretensiones, tras pasar por una serie de aventuras por lo general olvidables, pero generando una iconografía que ya quedaría permanentemente unida a la idea de momia. Sin embargo no pasaría mucho tiempo antes de que una nueva serie volviera a resucitar la idea... aunque en este caso al otro lado del atlántico.
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