Cosas para ver: Indiana Jones y el Dial del Destino de James Mangold

 Imagen con el título de la entrada montada sobre el cartel de la película. Este es un montaje en forma de dibujo clásico de varios personajes y escenas de la película, en que destaca Indy con el látigo en la mano y mirando a cámara. Dominan los tonos rojos y pardos

Una nueva película de Indiana ha llegado a nuestros cines, una película que, por primera vez, tiene a los mandos a una persona diferente a Steven Spielberg, siendo sustituido como director por James Mangold. Este realizador tiene una carrera verdaderamente curiosa, en que alternan magníficas películas con otras bastante más mediocres, entre las más interesantes de su filmografía podemos mencionar la alabada Logan (2017) o el magnífico remake que es el El tren de las 3:10 a Yuma (3:10 to Yuma, 2010), pero también decepciones como Kate & Leopold (2001) o Identidad (Identity, 2003). Por ello resultaba arriesgado preguntarse si podría estar a la altura para sustituir al que posiblemente sea uno de los mejores directores vivos y ofrecernos una película a la altura de las expectativas.

Cierto que estas expectativas estaban para muchas personas muy bajas, después de la muy irregular entrega anterior de las aventuras del arqueólogo del látigo. Indiana Jones y la Calavera de Cristal había sido despedazada por buena parte de la crítica y el público, con sus peores partes eclipsando aquellos momentos que efectivamente funcionaban. Así que, para muchos, no solo estaba el interés de ver como un nuevo director se encargaba de la serie, si no, también, como se relacionaría esta película con la anterior y con el final (casi de despedida definitiva) que había dejado su predecesora. 

El resultado finalmente es una película de aventuras correcta, que parte de una reverencia clara hacia la trilogía original de películas y que evita en la medida de lo posible referirse a cuarta entrega. Es decir, los sucesos de esta se asumen, y se puede decir que forman parte fundamental de la motivación de los personajes, pero es una referencia lo bastante vaga para, en realidad, no necesitar siquiera haberla visto para entender a lo que se refiere. 

En el apartado visual Mangold, contando con el director de fotografía Phedon Papamichael, construye un film atractivo, que intenta recrear el aire ya retro de las películas originales, aunque la paleta de colores y sobre todo de sombras resulta a veces demasiado vívida comparada con aquellas. Sin embargo en las largas escenas de persecución y secciones de acción se hecha de menos algo de la economía y tensión que Spielberg propiciaba. Algunas parecen alargarse en exceso, bien pasado ya su clímax. También se echa de menos, en una serie de películas tan asociadas a la narrativa clásica de Hollywood, el uso de algunos planos más abiertos para las escenas de acción, en que a veces se hecha de menos un recordatorio de la situación general entre el encadenado de planos cortos (que sin embargo no son tan vertiginosos como nos tiene acostumbrado mucho del cine de acción reciente)

Otro elemento que me parece interesante para comentar es que la traslación a una nueva década de la acción (que se sitúa fundamentalmente en 1969) y más allá de algunas referencias musicales o a la era espacial, tiene menos peso en la obra que en las anterior. Las tres primeras estaban claramente asociadas temática y visualmente al cine de los años 30-40 (con la fotografía clásica de Douglas Slocombe) y la cuarta añadía algunas referencias adicionales a los 50 (pero en general intentaba compartir el mismo lenguaje visual). Esta quinta no intenta verse como una película de finales de los 60, ni establece yo creo un diálogo profundo con esa época que, al menos, se intentaba en la Calavera de Cristal. Las películas de Indiana Jones son, indudablemente, desde un principio un ejercicio retro, pero en esta la sensación se acentúa por que muchas de las escenas (especialmente en la segunda mitad) parecen ser ajenas al propio tiempo donde se sitúan. 

SPOILERS A PARTIR DE ESTE PUNTO:

Harrison Ford sigue consiguiendo hacer creíble lo increíble, y sigue derrochando carisma, pese a que en ocasiones resulta dolorosamente transparente la imposibilidad de que su personaje pueda seguir realizando sus acrobacias y escapes en el último momento. Quizás el contraste entre estas escenas de acción y las más tranquilas, donde Ford hace un retrato más convincente que en su antecesora, resulta puntualmente excesivo.

En el terreno de los personajes que acompañan a nuestro héroe son dos los principales, su ahijada y compañera de aventuras Helena Shaw (Phoebe Waller-Bridge) y el villano Dr. Voller (Mads Mikkelsen). Ella dibuja un personaje divertido, que funciona bien como complemento y contrapunto del veterano Indy, con quien se establece un juego de espejos a lo largo de las décadas. 

El villano, y sus secuaces, quedan algo desdibujados por momentos, quizás por una complicación sobre sus motivos y alianzas que no termina de funcionar realmente y que deja muchas preguntas sin respuesta (¿es Voller parte de un grupo más amplio de nostálgicos nazis? ¿Cuánto sabe el gobierno americano, o parte del mismo, de sus planes?). Quizás el uso de los nazis, más fuera de su tiempo que nunca, acentúe ese carácter retro del que hablaba antes pero quizás habría sido interesante alguna referencia hacia redes nazis como las presentes en Odessa (The Odessa File, 1974, Ronald Neame) o Los niños del Brasil (The Boys from Brazil, 1978, Franklin J. Schaffner).

Respecto al objeto arqueológico elegido y sus poderes, resulta muy inteligente seleccionar el mecanismo de Anticitera (aunque yo siempre he tendido a usar la pronunciación Antiquitera y tengo que admitir que me extrañó la forma de hablar de "la Anticitera" durante toda le película), un interesante misterio real. Quizás carezca del poder icónico del Arca de la Alianza o del Grial, pero inteligentemente deciden asociarla con Arquímedes, proporcionando elementos fácilmente reconocibles para el público en torno a un objeto del que pueden no haber oído hablar nunca.

Quizás hay un elemento narrativo, los viajes en el tiempo, que nos sirve para señalar lo variables, y en el fondo subjetivas, que son las barreras de lo creíble o de lo aceptable en el cine. A El Reino de la Calavera de Cristal se le crítico por abandonar el misticismo de la tres primeras por una historia de ciencia ficción y también, yo el primero, por lo absurdo de la escena en que Indy sobrevivía a una explosión nuclear en el interior de una nevera. Sin embargo, el viaje en el tiempo (y el método utilizado) no deja de ser un elemento igualmente de ciencia ficción y, para mi, una imposibilidad aún mayor que la supervivencia nuclear extrema. Y, sin embargo, lo que cada uno interiormente consideramos creíble o no se encuentra en distintos punto de esos dos momentos. Para mi la escena del viaje en el tiempo está a punto de romper mi inmersión, mientras que otras personas con las que fui al cine no parecieron encontrar ningún problema en la misma. 

Creo que esta película está recibiendo una cantidad de vitriolo y crítica más moderada que la anterior, y realmente me alegro de que esté siendo bien recibida, pero creo que en parte peca de los mismos defectos que aquella, si bien está realizada con un entusiasmo que, es mi sensación, Spielberg ya no tenía por este material en 2017.

Vedla, disfrutadla y, si os parece, comentadla.

Puntuación: 7/10


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