Cosas para leer: El hombre sin nombre por Larid Barron

Encabezado de la entrada. Cosas para leer: El Hombre sin nombre. Montaje con la portada de la edición de Carfax. Esta muestra, sobre un fondo que recuerda a llamas estilizadas, un dibujo de un hombre armado con una pistola, con la chaqueta abierta mostrando un tatuaje monstruoso en su pecho, una cabeza de un demonio de la que salen tentáculos que ocupan la parte inferior de la imagen. enredados en ellos aparecen varios rostros umanoides. Todo con un estilo esquematizado con resonancias al arte japones en tornos anaranjados y amarillos.

Laird Barron sigue siendo un autor infrarepresentado en nuestro país, así que yo aquí sigo, dispuesto a reseñar todo lo que se publique a ver si haciendo el poco ruido que una reseña de un donnadie pueda hacer, algún día se resuelve esta situación injusta. Ya reseñé aquí su única novela publicada en castellano (El rito, aparecido en la difunta colección Insomnia de Valdemar), así como dos colecciones de sus relatos en inglés (That Beautiful Thing That Awaits us All The Imago Sequence and Other Stories), y aquí nos enfrentamos a esta novela corta (casi podríamos decir relato largo) publicada originalmente en 2016, y traducida aquí por la siempre interesante Biblioteca de Carfax, un valor seguro en la publicación de terror en España.

Nanashi, el Hombre sin nombre del título, un asesino de la yakuza es un misterio para sus compañeros y sus superiores; eficiente, despiadado, pero separado de todos por un muro de silencio y un pasado misterioso. Un día Nanashi y otros soldados del clan de la Grulla son enviados a secuestrar al legendario luchador Muzaki, protegido por sus enemigos, el clan del Dragón. La misión que en principio resulta sorprendentemente sencilla termina arrastrando a Nanashi a un universo de horror cósmico apenas oculto tras la violencia de su vida cotidiana. Acción, humor negro y horror sobrenatural se hilvanan en un relato desgraciadamente breve que se va deslizando entre el sueño y la realidad hasta un final espeluznante. 

Los personajes de Barron, a menudo, están cortados por un mismo patrón y se presentan como arquetípicos tipos duros, de pocas palabras pero profundas reflexiones. Situados en las antípodas del apocado diletante lovecraftiano, da así lugar a su propio estilo de horror cósmico, mezclado con el criminal, del que este El hombre sin nombre es un buen ejemplo. Como si Lovecraft se fuera de copas, superando prejuicios e inhibiciones, con Seijun Suzuki e inventaran un personaje para que lo interpretara Joe Shishido o  Hideki Takahashi.

En su estilo combina una brutalidad desprejuiciada con una extraña sensibilidad y un uso alucinatorio del lenguaje común. A menudo utilizando la narración onírica y una vívida simbología en párrafos que encadenan metáforas poéticas y lenguaje común, incluso barbarismos, para provocar una combinación única. Por todo ello creo que es un autor muy difícil de traducir, quizás uno de los motivos por los que lo hemos visto tan poco, y el trabajo de Antonio Rivas en ese sentido me parece impecable. 

La edición de Carfax se completa con una introducción a cargo de Rubén Sánchez Trigos, que ayuda a situar al autor y su obra dentro de la tradición del horror cósmico, que redondea el número de páginas de la edición. También anotar la poco convencional pero magnífica portada de Santiago Sequeiros, con un pistolero tatuado, una marea de tentáculos y, perdidos entre ellos, humanos, kamis y yokais. 

Barron es un autor cuya carrera parecía fulgurante en el campo del terror a principios de los 2010, con abundantes nominaciones y premios, especialmente para sus historias y novelas cortas, llegando en 2011 a recibir dos precios Shirley Jackson, el de mejor novela corta, por Mysterium Tremendum,  y el de mejor colección de relatos, por Occultation. Ese mismo año publicó su primera novela, en los límites de la novela corta, The Light is the Darkness y en 2012 la segunda, la ya menciona el Rito (The Croning en su título original). Esta último provocó con su éxito (o sacó a la luz) una profunda división entre los lectores y críticos de género, con muchas celebraciones entusiastas (a las que me uno) y otras críticas más frías o directamente negativas. Muchos le acusan de ser excesivamente críptico, de falta de habilidad (o voluntad) para escribir personajes femeninos realistas, de crear protagonistas intercambiables o de utilizar un lenguaje artificioso y, a veces, confuso.

De esta manera, a mediados de la década de 2010, aunque continúo publicando en muchas revistas y antologías de terror, sus colecciones de relatos tuvieron un éxito menor y las voces que le acusaban de repetirse o de agotamiento creativo iban ganando espacio; incluyendo una  dura crítica por parte de S. T. Joshi que ha sido muy repetida (y que incluye una fría referencia a esta obra que nos ocupa). Quizás por ello, a partir de 2017 había dejado un poco de lado el terror, para centrarse más en una serie de novelas de género criminal, protagonizadas por un (¿otro?) matón de la mafia de nombre Isaiah Coleridge. 

En 2023 también llegaron noticias sobre su delicado estado de salud, e incluso se llegó a organizar una campaña de financiación para poder afrontar sus gastos médicos. Ahora se anuncia una nueva recopilación de relatos de terror para 2024, esperamos que sea una señal en firme de su recuperación y un retorno por todo lo alto.

En definitiva una gran oportunidad de conocer, o volver a visitar, a un autor excepcional del que espero poder ver más obras publicadas en castellano. De lectura rápida y directa puede ser la prueba perfecta para hacerte tu propia opinión. 


Puntuación: 8/10

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