Cosas para leer: Somna de Becky Cloonan y Tula Lotay

Cómic de horror rural con elementos eróticos, que gira en torno a una comunidad (algo indeterminada en el tiempo y en el espacio) donde el miedo a la brujería y la represión sexual terminan creando sus propios monstruos. En la contraportada se cita La bruja de Robert Eggers, con la que guarda innegables paralelismos, y también Midsommar de Ari Aster, con la que la conexión es más tangencial (incluso en algunos sentidos es la antítesis de la historia que nos cuentan las dos autoras en este cómic)

La protagonista, Ingrid, es una joven casada con el alguacil del pueblo, Roland, En sus sueños una figura oscura le promete placeres que la ordenada vida conyugal le niega y la mujer se debate entre la culpabilidad y el deseo. Pero además el miedo a la persecución, reflejo del miedo mismo a la brujería, atenaza a la comunidad y a los personajes. En medio de intrigas y, escasos, misterios, la conclusión parece algo predecible, pero la narración y, especialmente el acercamiento visual, le dan una nueva vida a los elemento comunes del subgénero. 

Ejemplo de los dos estilos de dibujo. A la izquierda Lotay con una imagen de tono erótico suave en que priman los primeros planos en pocas viñetas y a la derecha Cloonan con una escena doméstica con una selección de planos largos y medios, detalle arquitectónico y de vestuario. En ambas priman los colores fríos

El cómic alterna entre dos estilos de dibujo completamente distintos, de formas que a veces no resultan del todo armoniosas. Por un lado Tula Lotay (Barnstormers: A Ballad of Love and Murder) ofrece bellas láminas pintadas, a menudo con escasos detalles de paisaje o atrezzo, predominando la figura humana y planos cortos o vacíos de paisaje, a menudo centrándose en aquellas escenas que corresponden a sueños, fantasías o los posibles momentos de magia (o alucinación) de la historia. Por otro Becky Cloonan (American Virgin, The Mire), en un estilo mucho más sintético y estilizado, pero al mismo tiempo mucho más detallado y ambiental, retrata en principio la vida de vigilia de los mismos personajes. Ambos estilos, que también a menudo chocan en cuanto a cromatismo y estructura de la página, se van alternando, a veces con cortes bruscos entre ellas y en ocasionales deslizándose sutilmente entre ellas, hasta en determinados puntos alternar su funcionalidad original. En algunos momentos los rostros angulares y de ojos exagerados de Cloonan chocan con las proporciones más realistas de Lotay, incluso alguna vez parece que la principal función de un diálogo es asegurarse de que identifiquemos a los personajes en esos saltos de registro.

El tomo, publicado en español por Norma, reúne además unas cuantas hojas de portadas alternativas y bocetos así como una historia corta "¿Qué llama maldita arde en ti?", que comparte tema y estilos (aunque en esta ocasión el color se reduce a algunos elementos en un marco general en tonos de gris) con la historia principal. Resulta curioso que sus personajes principales masculinos en ambos casos tengan nombre de caballero andante (uno Roland, como el mítico sobrino y paladín de Carlomagno, y el otro Gawain, como el, también, sobrino del rey Arturo y héroe de la Tabla Redonda) y, sin embargo, resulten fallidos en su pretendida labor como salvadores, e incluso como compañeros, de la protagonista femenina.

A la izquierda página de la historia adicional por Cloonan, en blanco y negro y con algunos detalles en naranja, y a la izquierda transición dentro de la misma página entre el estilo de Lotay (arriba) y de Cloonan (abajo) que muestran al mismo personaje, Ingrid la protagonista, tumbada rodeada de sombras de forma que apenas se ve su rostro

Como siempre las historias sobre la brujería histórica y su utilización para vehicular la rebelión femenina plantea muchos problemas, uno de los principales en este caso es la óptica sobre el papel de la víctima y el retrato del sufrimiento. A menudo el personaje femenino principal es privado completamente de autonomía, lo que la hace parecer débil, o se convierte, en cierto modo, cómplice de su propia victimización. Esto puede llevar  algunos a leer cierto tono de explotación del sufrimiento que, aunado con los elementos eróticos, pueden resultar incómodo. Sin embargo, la representación de la violencia de todo tipo contra las mujeres no se realizan, desde mi punto de vista, desde una óptica exhibicionista si no de contraste con los elementos eróticos planteando los dos polos opuestos de la historia y no como excusa para la objetivización de la protagonista. 

En definitiva un cómic muy interesante en el aspecto visual y narrativo, con un argumento que puede resultar algo previsible, pero sin caer en el pastiche de otras obras.

Puntuación: 7/10

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