Bestiario: Hombres lobo para Solomon Kane



El mito del hombre lobo es de una gran antigüedad y de una extensión geográfica amplísima, encontrándose versiones de su figura en todos los lugares donde el lobo convive con el hombre (ya he hablado aquí, por ejemplo, de los irlandeses Fitzpatrick y su maldición). En realidad las historias sobrenaturales del lobo, su leyenda negra, sobrevive incluso en regiones donde su presencia física real ha desaparecido, incluso hace siglos (como es el caso de la mayor parte de Inglaterra y Gales), y los testimonios de crímenes cometidos por hombres lobo se extienden por toda Europa en la época de Solomon Kane.

Por ello el número de palabras para referirse a estos seres se multiplica también en las lenguas europeas, desde los conocidos werewolf inglés o loup-garou francés, al lobisome gallego o el vilkolakis lituano, en muchos casos con características folclóricas diversas. A veces se utiliza, en literatura, también el cultismo latino versipellis ("torna piel") o el griego λυκάνθρωπος (licántropo), aunque este se reserva normalmente para la condición médica, de la que hablaré un poco más adelante. También, por ello, muchos detalles varían de una tradición a otra, presentando imágenes ligeramente diferentes, propias del folklore de cada región. 

Revisando el hombre lobo (libro básico): la debilidad a la plata

En el libro básico de Solomon Kane se presenta un tipo de hombre lobo que entronca directamente con la figura de la cultura popular moderna, que a su vez tiene su origen, más o menos, en las leyendas de Europa Oriental (aunque en realidad muchos elementos no cristalizaron hasta la versión cinematográfica de la universal de 1941).  En el libro básico de la Edición aventura se presentan unas estadísticas y capacidades diferentes (a mi gusto más equilibradas, reduciendo la invulnerabilidad de la criatura a niveles más asumibles) pero ambas comparten la clásica debilidad a la plata

Curiosamente sobre esta debilidad, asumida generalmente hoy, no parece haber fuentes anteriores al siglo XIX que lo confirmen. El vínculo a un suceso más antiguo que he podido encontrar es una referencia en el libro  Die Volkssagen von Pommern und Rugen (1840) en el que que se cuenta que, en torno a 1640, la ciudad de Greifswald estaba asediada por hombres lobo y que estos fueron detenidos cuando los estudiantes usaron botones de plata para hacer balas (pero se trata de una tradición oral, recogida mucho tiempo después de los supuestos hechos). La idea de que la famosa bestia de Gévaudan fue abatida en 1767 por Jean Chastel utilizando balas de plata también parece provenir de versiones tardías de la historia (quizás no anteriores a 1930). 

Debemos recordar que la plata es un metal asociado a la luna e, incluso, su símbolo alquímico más común es una luna creciente por lo que podría ser una opción lógica para alguien con conocimientos de alquimia y astronomía... pero quizás equivocada en este caso. También desde tiempos antiguos, ya la menciona Hipócrates, se conoce su capacidad antiséptica, que si entendemos la licantropía como una enfermedad o infección igualmente podría usarse para racionalizar su uso en época moderna.

Otras debilidad alternativa (o adicional si lo prefieres), que si parece tener una vinculación antigua, es el uso de extracto de acónito (planta llamada en inglés wolfsbane "perdición del lobo") como veneno efectivo contra estas bestias.

En la mayoría de los casos, en las leyendas y tradiciones, el licántropo solo es destruido cuando se descubre su naturaleza en forma humana (que carece de las inmunidades de la forma híbrida o animal), aunque a menudo lo hace por la pervivencia de una herida infligida sobre la bestia cuando revierte a dicha forma.  Así, en una de las versiones más conocidas narrada en el Discours exécrable des Sorciers (1602) de Henry Bouget, es la historia de una cazador que descubre, horrorizado, como la pata que acaba de cortar a lo que cree un lobo se convierte en una mano humana, que además reconoce como la de su esposa. Volviendo a su casa se encuentra a la mujer malherida y sangrando, lo que no evita que sea rápidamente juzgada y ejecutada como una bruja.

El caso de De Montour (y lo que nos revela sobre los hombres lobo)

Robert E. Howard (el creador de Solomon Kane) escribió una breve serie, compuesta únicamente por dos historias, protagonizada por un hombre lobo, el normando De Montour: En el bosque de Villafére y Cabeza de lobo.

La primera de estas historias, nos sitúa en 1475, año en el que De Montour se enfrenta a un extraño individuo Carolus Le Loup, un enmascarado que promete guiarle a través del bosque, pero que se desvela como un hombre lobo e intenta atacarle. El protagonista consigue derrotarle (sin necesidad de armas de plata y, en realidad, de manera bastante sencilla), pero entonces deja caer una pieza de información particular: si mata al ser en su forma humana la maldición de la licantropía caerá sobre el matador, pero no si lo hace en su forma de lobo

Sea como sea parece que De Montour no pudo contenerse y que acabó con Le Loup, antes de completar su transformación pues en el siguiente relato nos presenta al protagonista aquejado de la transformación en contra de su voluntad, especialmente (pero no únicamente) en las noches de luna llena

Aquí nos ofrece una visión de resonancias lovecraftianas (aunque bajo un barniz judeo-cristiano del narrador), del origen de esta maldición, y esta es quizás la parte más interesante del relato. Según cuenta el normando, que no aclara de donde sacaría dicha información: 

"Al principio, el mundo era un lugar extraño, deforme. Bestias grotescas vagaban por las junglas. Procedentes de otro mundo, los primitivos demonios y criaturas malignas llegaron en gran número y se establecieron en este nuevo mundo más joven. Durante mucho tiempo guerrearon las fuerzas del bien y del mal." 

En dicha lucha milenaria, que culminaría con la victoria del rey Salomón, algunos de estos primitivos "demonios procedentes de otro mundo" se introdujeron en bestias y "los más fieros, los más temerarios", lo hicieron en lobos (aunque es posible que sea este también el origen de otros cambiantes distribuidos por el mundo)

Estos espíritus furiosos pervivieron a través de los siglos, pasando de generación en generación, de cuerpo en cuerpo, pero la mayoría terminaron siendo enterrados bajo los instintos naturales del animal. Solo unos pocos lograrían mantener su identidad e inteligencia, así como su odio contra la humanidad. Estos lobos-demonio pueden, durante la luna llena, tomar forma humana (o semihumana) y atacar a la humanidad a la que siguen odiando vehementemente, convirtiéndose en verdaderos lobos-hombre.

Pero así, como ocurrió con  De Montour, al acabar con una de estas bestias en su forma humana, el espíritu demoniaco queda liberado y puede poseer a aquel que acabó con él. Así sería como, según esta explicación, se daría lugar a los hombres-lobo, poseídos en realidad por esas entidades prehumanas y alienígenas

Es interesante la idea, expresada pero no demostrada en el relato, de que la posesión no cesaría en caso de suicidio si no que el demonio tomaría plena posesión de su cuerpo, lo que parece entroncar con la vinculación entre el destino como vampiro de los suicidas en la tradición de Europa oriental, que podría indicar que es posible que el origen del vampirismo se encuentre también en otra rama o estirpe de estos espíritus sanguinarios antediluvianos (que encontraron otra forma de pervivir y extenderse).

Esto implica que instrumentos o tácticas destinadas a enfrentarse contra seres demoniacos o espirituales pueden tener también su efectividad para luchar, o incluso tratar, a un hombre lobo. Quizás un conjuro de expulsión pueda separar, al menos temporalmente, a demonio y hombre (y dejarle así vulnerable a ataques más convencionales) o una protección espiritual evitar que el poseído se transforme en contra de su voluntad.

Licantropía (médica) y asesinos humanos

La evidencia de los casos que se conservan de juicos de hombres lobo es innegable, y abundante, y parece que entre mediados del siglo XVI y el XVII hubo una verdadera epidemia de casos, especialmente en los territorios del rey de Francia, partes de Alemania y en los países bálticos.

Pero, en su mayoría, estos casos parecen entroncar más con la literatura de asesinos en serie de hoy que con sucesos realmente paranormales, aunque se encuentren teñidos de elementos folclóricos o religiosos. 

Tal son los casos, por mencionar solo un puñado: el de Michel Verdun, Pierre Bourgot y Philibert Montot, ejecutados en Besançon en 1521, de Peter Stubb (o Stump, Stube,...), en octubre de 1589 en Bedburg (cerca de Colonia), la familia Gandillon, en la Jura en 1598, o el gascón Jean Grenier, que evitó la ejecución en 1603 (siendo recluido en un monasterio el resto de su breve vida). 

Otros casos, como las supuestas 300 mujeres ejecutadas por este crimen en Jülich en 1591, son más producto de la literatura sensacionalista de la época, que de la realidad

Y es que, ya en los siglos XVI y XVII, creer que estos asesinos realmente se convertían en lobos es reservado para los más crédulos y para los iletrados. Pero, ya que nadie puede negar los crímenes cometidos, ¿Cuál era la explicación racional, culta y civilizada para ellos?, la respuesta es la llamada licantropía médica, una enfermedad mental de difícil identificación, pero que, dentro de la teoría humoral, se asociaba con un exceso de bilis negra, y por tanto del carácter melancólico (que exacerbaba la misantropía hasta llevar al asesinato). 

Esta posición tiene una larga tradición, ya desde el siglo II d.c. y pasando por todas las autoridades tardías y medievales. Es defendida también por algunos de los pensadores médicos y religiosos modernosasí, por ejemplo, Johann Weyer, en su tratado De praestigiis daemonum & incantationibus ac veneficiis (1563) y de forma similar la describe Ambroise Paré en su Des monstres et prodiges (1573). Incluso el normalmente crédulo rey Jacobo I de Inglaterra y IV de Escocia en su Daemonologie (1597) niega la posibilidad de la verdadera transformación. Algunos, como Gianbattista della Porta, creían, que al igual que en los casos del vuelo de las brujas, el consumo de alguna sustancia alucinatoria, normalmente beleño negro o alguna planta de la familia de las solanáceas, para explicar la creencia en la transformación.

Los más religiosos podían llegar incluir la acción del demonio,  como autor de dichas alucinaciones, pero en general, incluso estos, se niegan a aceptar que realmente se produzca una transformación física real si no que el humano, engañado, cree transformarse en bestia o, en el caso más extremo, es un demonio quien adopta la forma de la bestia mientras el humano queda sumido en un trance

Es posible que quieras jugar con las expectativas de los jugadores en estos casos y ofrecer varias posibilidades a su investigación, quizás lo que crean que se trata de un criminal humano (o una bestia salvaje) sea en realidad un ser sobrenatural, o viceversa (admitámoslo, debido a cierta forma inocente de metajuego, es mucho más común durante la partida asumir directamente la opción mágica antes que la racional), pudiendo ofrecer una curiosa vuelta de tuerca cuando las soluciones sobrenaturales simplemente no funcionen.


Hexenwolf (brujo-lobo)

En muchos de estos juicios se hace mención a amuletos o talismanes (a menudo un cinturón hecho de piel de lobo o un ungüento elaborada a partir de la grasa de un cadáver) que sirven como instrumento al condenado para transformarse Para distinguirlos de otros tipos de cambia formas utilizaré el término hexenwolf para referirme a estos. 

Muchos acusados de licantropía afirman que un desconocido, en ocasiones un Hombre Negro como el que aparece en muchos juicios de brujería (y que es habitual identificar con Nyarlathotep, o alguno de sus seguidores), les ofreció el talismán con el que realiza su transformación. 

En este caso este cambia formas puede verse como la forma más peligrosa de todas, dotado de inteligencia y voluntad de matar ya en su forma humana pero, además de las capacidades sobrehumanas proporcionadas por su transformación sobrenatural. Un brujo puede dotar así de un instrumento para que alguien ya desequilibrado (véase el punto anterior) multiplique sus crímenes, pero debido a los peligros de la transformación es poco probable que se arriesgue el mismo.

Conjuro: Crear talismán de licantropía

Rango: Heroico

Modificador de lanzamiento: -12*

Alcance: Toque 

Duración: 1 año

Implementos: cinturón de piel de lobo, ungüento de grasa de cadáver

El hechicero (que puede ser distinto del usuario final del objeto) atrae y ata un demonio lupino al objeto utilizado como implemento, de forma que a partir de ese momento cualquiera que utilice el cinturón o se aplique el ungüento puede transformarse en un híbrido humano-lupino o en un lobo de gran tamaño (a voluntad en el momento de transformarse).

Las características del ser transformado son idénticas a las del hombre lobo, sin la capacidad especial de Infección, o las de Lobo gigante (puede elegir una u otra en cada transformación) del Libro básico de Savage Worlds Edición aventura.

Estas transformaciones pueden producirse a voluntad, sin tener en cuenta la fase lunar (aunque eso si, sólo de noche). Sin embargo, esta si tiene efecto sobre ellos, cuando un hexenwulf debe hacer una tirada enfrentada de espíritu contra un valor de 1d4 en noches de luna nueva, 1d6 en cuarto creciente o menguante y 1d8 con luna llena. En caso de fallar pierde el control sobre sus acciones durante esa noche, siendo controlado por los instintos asesinos de la criatura.  

*Como siempre recuerda que, en mi Solomon Kane al menos, se pueden utilizar las reglas de rituales  (tomadas del libro de Lankhmar) para reducir la dificultad de un conjuro. 

Finalmente también es necesario apuntar que, en algunas ocasiones, es posible que se produzcan confusión con otros seres de aspecto canino y querencia por la carne humana, los gules. Tal parece ser el caso del testimonio de Hiob Fincel que en su Der ander Teil Wunderzeichen (1559), describe una cacería masiva de hombres lobo en Estambul que parece corresponder con un intento de limpiar los cementerios de la ciudad de estos seres. 




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