Londres en la época de Solomon Kane (parte VII): Espías, diplomáticos y caballeros extraordinarios

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Lema de Isabel I y, supuestamente, de su servicio secreto


La época de Solomon Kane es una era de conspiraciones y complots, de espías y mensajes cifrados. En la Inglaterra  del momento en particular, una nación de segundo orden que jugaba un peligroso juego, en una tensión creciente que culmina en la guerra anglo-española de 1584 a 1604; se dice que nace entonces el primer servicio de inteligencia británico propio de tal nombre. Y lo hace en torno a la figura de Sir Francis Walsingham.


Francis Walsingham (c. 1530-1590) es un personaje que ya he mencionado en anteriores entradas y que se ha convertido en el epítome del espionaje isabelino, que dirigió entre mediados de la década de 1570, cuando hereda la embrionaria organización anterior, y su muerte en 1590, posiblemente de cáncer de próstata (aunque parece haber tenido problemas de salud intermitentes, al menos desde 1573).

Nacido en una familia originaria de Londres y Kent, ennoblecidos recientemente pero comerciantes hasta hace dos generaciones. Se convirtió muy joven al protestantismo, en su vertiente puritana, y estudió dos años en la universidad de Cambridge y, después, leyes en Gray's Inn, en Londres. 

La muerte de Eduardo IV y la llegada al trono de la católica María I en 1553 interrumpió su formación, ya que el joven Walsingham abandonó la isla, como otros protestantes comprometidos, continuando sus estudios en las universidades de Basilea (Suiza) y Padua (Italia)

Regresó a Inglaterra tras la muerte de María y fue elegido como miembro del Parlamento. En esa época entró a formar parte de la red de inteligencia que  había comenzado ya a formar William Cecil, Lord Burghley (1520-1598), uno de los principales consejeros de la reina Isabel. Como tal juega un papel en el descubrimiento de la conocida como conspiración de Ridolfi.

En 1570 es enviado como embajador a París, estando presente en la ciudad durante la Masacre del día  de San Bartolomé (23-24 de Agosto de 1572). Los horrores presenciados esa noche, y los terribles días que le siguieron, acrecentarían su fervor religioso y político; le harían uno de los principales partidarios en la corte del enfrentamiento con España y del apoyo directo a los rebeldes holandeses, además también fue partidario de endurecer la persecución contra los católicos ingleses y intervenir a favor de la facción protestante en Escocia. En particular parece mostrar una animadversión personal hacia María Estuardo. Pero su celo no le evita ser decididamente, algunos dirían que fríamente, eficiente, aún cuando las ordenes parezcan ir contra sus convicciones personales.

En 1573, de vuelta en Gran Bretaña, se le nombró Secretario Principal del Consejo Privado de la Reina. Este era un puesto de gran importancia pero de atribuciones algo difusas, debía controlar la correspondencia de la reina y también determinar la agenda de las reuniones del Consejo. Pero además informalmente se convirtió en cabeza de la red de inteligencia. En su círculo cercano contaba con personajes como Thomas Phelippes, experto lingüista y criptógrafo, Richard Gregory, falsificador de sellos y lacres, o Richard Topcliffe, cazador de sacerdotes y experto en el interrogatorio de sospechosos.  

Además de súbditos de Isabel (ingleses, galeses o irlandeses, recordemos) algunos extranjeros también trabajan para Walsingham, entre ellos italianos como Jacopo Manucci (originalmente un sirviente personal, que llegó a ser enviado en una misión a Estambul en determinado momento) y, según algunas versiones, el mismo Giordano Bruno (famoso pensador neoplatónico y muy impregnado de hermetismo que sería quemado en el Campo di Fiore de Roma en 1600).

Las tácticas del servicio eran en gran parte informales, improvisadas, siendo mantenido por el propio bolsillo de Walsingham o de alguno de los nobles que colaboraban con sus actos, más que por una partida presupuestaria o presupuesto público. No existía una filiación oficial de estos informadores con el gobierno o con la ley, aunque algunos ocupaban puestos gubernamentales, muchos eran a todos los efectos criminales

Era muy habitual el uso de agentes dobles, o triples, lo que fácilmente se convertía en un juego de lealtades cambiantes y zonas grises así como reclutar agentes en las cárceles, a menudo por medio del chantaje o el soborno. También eran parte de sus atribuciones las acciones de propaganda y contrainteligencia, incluida la difusión de información falsa y la publicación de panfletos.

No debemos exagerar ni el tamaño de esta red, según un autor el número de agentes trabajando directamente para  era de 33 espías, 18 agentes en cortes extranjeras y un numero indeterminado de informadores en suelo inglés. 

Esta página contiene mucha información (mucha) sobre los códigos utilizados por los espías ingleses durante el reinado de Isabel  (así como otros artículos muy detallados sobre criptografía. 

Caballeros extraordinarios

Pero además de los agentes habituales y comunes, informadores e interrogadores Cecil y, más tarde, Walsingham decidieron crear un grupo especial en su red, un puñado de Caballeros extraordinarios (aunque también incluía damas) dedicados a investigar y contrarrestar aquellos peligros ajenos a los juegos políticos habituales y con la vista puesta en las amenazas que podríamos considerar sobrenaturales

El primer grupo fue formado por el doctor Dee, que utilizaba por cierto el 007 como identificador personal en los documentos secretos y el sobrenombre de Próspero. Es posible que fuera bajo esta autoridad que Dee leyó y tradujo el Necronomicon (aún se desconoce si lo hizo a partir de un original árabe o de una copia latina o griega).

También se dice que Dee fue el responsable de elaborar la cifra utilizada por esta sección, utilizando por cierto el alfabeto enoquiano, así como una serie de rituales de iniciación y protección que en ocasiones asemejan al grupo más a una orden esotérica  e investigadores de lo oculto que una rama del servicio secreto convencional. 

Por ello está especialmente interesados en reclutar a individuos que muestran talentos excepcionales, incluyendo aquellos que muestran habilidades para las artes mágicas o, al menos, una sensibilidad hacia el mundo de lo suprasensible. Es posible que Edward Kelly (el supuesto vidente que, más tarde, acompañó a Dee en su viaje Europeo y murió en extrañas circunstancias) y Sir Randolph Carter (antepasado del escritor de Nueva Inglaterra del mismo nombre y temido espadachín) por ejemplo, fueran también agentes de esta organización.

Oficialmente solo buenos cristianos, fieles a la reina y a la iglesia anglicana, pueden entrar a formar parte de este grupo, pero al igual que con asuntos terrenales el uso de agentes dobles  está a la orden del día y la utilidad se coloca, a menudo, por encima de la moral. Introducirse en estos asuntos, además, es también una posible fuente de una corrupción más profunda.

Esta sección ha sido conocida por muchos nombres, apodos y eufemismos (el Escaque, por el tablero de ajedrez, es uno de los más antiguos pero también será conocida a lo largo de los siglos como el Colegio Invisible, la Orden, sección 00, Departamento Q, la Locura, el Club Diógenes y otros), ya que, al igual que la red habitual de informadores no tenían una existencia oficial, y por ello es especialmente difícil de rastrear.

Uno de los casos más notorios de la participación del grupo se produjo en 1587, cuando se descubrió la participación de agentes franceses en un plan para dañar mediante el fuego el Bosque de Dean, en Gloucestershire. Se trata esta de una arboleda de importancia estratégica para la construcción de barcos pero también de gran significado oculto, allí se encuentra el famoso templo de Nodens, la Cueva de  Arturo (donde se dice que se encontraron unos huesos gigantescos pertenecientes al rey) y varios monumentos megalíticos de misteriosa antigüedad. 

A partir de 1580 el grupo sufre serios reveses, en primer lugar  el abandono de Dee del país (1581), al que sigue el saqueo de la casa de este en Mortlake (1585) que dispersa su peligrosa colección de libros  artefactos y, finalmente, la muerte de Walsingham (1590), que deja los servicios secretos británicos en general en un verdadero caos. 

Pero sobre todo, el golpe de gracia se produjo tras la subida al trono de Jacobo I en 1603 (obsesivo en su odio a lo sobrenatural y a la brujería), cuando los individuos excepcionales son purgados del grupo que se convierte más en un grupo de cazadores de brujas más que en investigadores.

Pertenecer al grupo puede ser un marco alternativo para una campaña de Solomon Kane, o pueden servir como aliados o incluso oponentes de los personajes (especialmente si la lectura del Necronomicom y el tratar con horrores incognoscibles ha corrompido completamente a la organización). 


Embajadores extranjeros en Londres

En la época los embajadores permanentes en las cortes extranjeras eran considerados algo así como los ojos y oídos de un monarca ante otro y no era raro que se dedicaran también a actividades que hoy consideraríamos espionaje. La correspondencia diplomática abierta a menudo era robada o abierta  y junto con con esta mensajería oficial a menudo se incluían también mensajes secretos, de los que a menudo se enviaran copias por duplicado o triplicado.

En Londres tenía particular importancia la figura del embajador español, que a menudo era acusado (no sin  parte de razón) de estar en contacto con rebeldes locales y enemigos de la corona, o de participar en alguno de los múltiples complots que sacuden el periodo. 

Durante  los años que nos ocupan, este puesto fue ocupado Álvaro de la Cuadra (hasta 1564)Diego de Guzmán de Silva (1564 a 1568)Guerau de Espés (de 1568  a 1571, cuando fue expulsado por su participación en el complot Ridolfi), Antonio Guaras (mercader español afincado en Londres desde su juventud, actuó como interino entre 1571-1577) y, especialmente, Bernardino de Mendoza (de 1577 a 1584, cuando fue igualmente expulsado por su participación en el complot Throckmorton). Durante la guerra, desde 1584 hasta 1604 no habrá embajador, las relaciones diplomáticas, están formalmente, rotas. 

Otros embajadores oficialmente presentes en Londres en distintos periodos incluyen los del reino de Francia (cuya sede cerca de la cárcel de Fleet era famosa por sus fiestas y recepciones), el Ducado de Toscana, la República de Venecia, la Doble República Polaca o el Sacro Imperio entre otros.

Londres también se convierte en sede de representantes de otros poderes menos formales, entre ellos los rebeldes holandeses, enviados de los hugonotes franceses o la presencia del aspirante al trono portugués Dom Antonio (entre 1581 y 1589), muchas veces enfrascados en sus propios planes y maquinaciones para acabar con sus enemigos o ganarse el favor de la reina para su causa.

Otro poder extranjero a tener en cuenta es el enclave de la agrupación comercial conocida como la Hansa (Liga Hanseática o Hansa germánica)  una agrupación comercial y política de varias ciudades del norte de Alemania que había sido un poder temible en los últimos siglos de la Edad Media que, sin embargo, para el siglo XVI estaba ya en decadencia. Esta organización cuenta con un enclave (kontor) dentro de los límites de la ciudad de Londres, aunque separado de la misma por una muralla, conocido como the Steelyard  (literalmente la Acería) situado al lado oeste del Puente de Londres. Allí tiene sus propios almacenes, viviendas y edificios administrativos y, como digo, estando fuera de la jurisdicción de la ciudad también sus propias leyes, guardia y autoridades. En 1598 la reina Isabel rescinde los privilegios de la Liga, entrega la jurisdicción del Steelyard a la ciudad y expulsa a los comerciantes extranjeros, y, aunque Jacobo I intenta resucitar el asentamiento, ya en el siglo siguiente, nunca volverán a ser una fuerza significativa.



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