Si alguien recuerda la reseña que hice de Jack Staff (primera y segunda parte), la serie escrita y dibujada por Paul Grist, protagonizada por su propio trasunto de Union Jack, entenderá que el anuncio de que iba a realizar, aunque solo fuera como guionista, una serie con el personaje original me llenara de ilusión. Con su creatividad desbordante la idea de que también fuera a crear un puñado de nuevos héroes también resultaba interesante.
La historia de los
héroes británicos en Marvel ha seguido una prolija tradición con una gran variedad de representantes, entre ellos algunos tan asimilados a América que olvidamos su origen británico, como por ejemplo
Blade el cazavampiros . Pero existe un grupo que no puede negar su origen, y que incluso lo viste en su uniforme, los héroes abanderados (que utilizan los colores de la enseña nacional para conformar su uniforme) y así
en 1976, curiosamente en el bicentenario de la independencia de EEUU y con solo un mes de diferencia en al fecha de portada, nacen dos personajes como son el
Capitán Britania (del que recientemente he conversado
largo y
tendido) y
Union Jack.
Los dos por cierto no podían tener en principio (aunque el rediseño realizado por Alan Davis del Capitán los aproximó en parte) un diseño más diferente, aún partiendo del diseño de los símbolos nacionales británicos. Unión Jack utilizando la bandera directamente como base del traje (y añadiendo una máscara a veces considerada polémica por su similitud a la utilizada por unidades militares y policiales con historial oscuro) y Capitán Britania utilizándola solo como detalle en la máscara y los guantes, pero basando el centro del diseño en el color y el león heráldico del escudo de Inglaterra (que por cierto, se muestra imposible de dibujarse consistentemente y a menudo termina siendo una mancha de forma e identificación dudosa).
En continuidad,
Union Jack se crea como si formara parte un legado heroico más antiguo, un nombre que habría pasado de generación en generación desde la Primera Guerra Mundial, primero dentro de la
aristocrática familia Falsworth (Invaders #7 USA, 1976) y luego encarnada en el más
proletario Joseph Chapman (en Captain America #253 USA, 1981). Este ha tenido una presencia ocasional, pero poco brillante en general (aún con
miniseries interesantes), en el universo Marvel. Personalmente, ya lo he dicho en otras ocasiones, la idea de este héroe generacional siempre me ha encantado y sus tonos
pulp siempre han mantenido al personaje cercano a mi corazón.
En esta miniserie Grist introduce, además, una nueva heroína vestida simbólicamente con los colores de Gran Bretaña, Britannia, y lo hace imaginando una larga carrera como símbolo del país, que nos hace plantearnos por que nunca habíamos oído hablar de ella en cincuenta años de historia Marvel. Por momentos da la sensación de que Grist debería haber utilizado a Betsy Braddock, la actual Capitana Britania (sobre este párrafo una imagen del diseño de Betsy con su uniforme y la nueva Britannia) en la continuidad, pero que las oficinas de la editorial no le dieron permiso para ello.
La idea podría haber funcionado, quizás,
si la miniserie hubiera tenido ocasión de hacer esa inserción más creíble, posiblemente con algunos
flashbacks adicionales, que nos contaran algunos de sus momentos más significativos, pero
la longitud del proyecto acabado quizás no deja ocasión para ello. El momento más inspirado para dar trasfondo sea una página que representa un antiguo serial de dibujos protagonizado por el personaje (y dibujado, aquí si, por el mismo Paul Grist).
Pero el papel de esta Britannia, en realidad, queda pronto relegado al fondo mientras un grupo de nuevos héroes representando a las naciones que forman Gran Bretaña, ocupa el primer plano junto a Union Jack. Cuatro personajes: Kelpie, por Escocia, Coro, por Gales, Serpientes, por Irlanda del Norte, y Bulldog, por Inglaterra, que no terminan de desarrollarse en profundidad, siendo Coro la única que tiene algo de lucimiento y desarrollo de su trasfondo.
Los conceptos de los cuatro héroes, y su vinculación a los territorios que representan, son bastante tópicos y caen en el estereotipo de forma un poco incómoda. Kelpie, asociada al caballo acuático de las Tierras Altas escocesas, Coro, asociada a la tradición de música coral de su país, pero especialmente Serpientes, vinculado irónicamente a la leyenda de que San Patricio expulsó a todas las serpientes de la Irlanda, y Bulldog, un inglés camorrista y hooligan vestido (y maquillado) con repeticiones de la bandera San Jorge, no van mucho más allá de esos conceptos.
Como problema adicional para desarrollar una personalidad propia, los dos primeros números de la colección se insertan en el argumento del Rey de Negro (que era crossover general de Marvel en el momento) que se quedan sin resolución y extrañamente desvinculados del resto de números. En realidad en los anuncios originales la serie, que por entonces se anunciaba como ilimitada y no como solo cinco números, iba a insertarse con otro gran crossover anterior (Empyre) y es posible estos cambios explican parte de la falta de personalidad y desarrollo de personajes.
A partir de ese momento (los números 3 al 5 de su publicación original), es cuando las hordas de Knull dejan paso sin explicación adicional al relato principal. Este es el enfrentamiento contra Doc Croc (que comparte nombre, pero no otras características, con un enemigo, precisamente, del Capitán Britania), un supervillano que pretende robar algo oculto en la Torre de Londres y vengarse de pasadas derrotas a manos de Britannia. Quizás la personalidad de este villano, que defiende que es un incomprendido y siempre busca una coartada moral para sus acciones inmorales, sea de lo más divertido del tomo, junto con ciertos personajes secundarios.
En el dibujo Di Vito es correcto pero no brillante, quizás con un estilo demasiado genérico que recuerda a muchos otros dibujantes y no llama la atención en particular por nada. La narración es irregular, con algunas estructuras de página demasiado fragmentadas y poco claras que no ayudan a un guion a veces demasiado parco en explicaciones. Los diseños, realizados por R.B. Silva (experto en estas lides), de los nuevos personajes son igualmente correctos, pero en algunos casos faltos de personalidad propia y de capacidad para convertirse en iconos que necesitan los trajes de superhéroes. De nuevo Serpientes (con una capucha y uniforme mayormente gris) es quizás el más notorio en cuanto a falta de personalidad.
Muchas reseñas, especialmente en medios y blogs británicos, han señalado cierta incomodidad hacia la correlación entre este grupo, eminente y visiblemente patriótico, y las tensiones reales de la unión en 2020-2021. La división en torno al Brexit (con la consecuente tensión en Irlanda del Norte) o el independentismo escocés plantean problemas para crear esta clase de equipo unido en el cómic, justo en este momento. En parte se hecha en falta, precisamente, una referencia mayor a a este contexto, alguna reflexión sobre lo que significan esas cuestiones para los británicos, quizás algo demasiado complicado para un proyecto que al final se ha quedado tan corto.
Grist cae en uno de los peores rasgos de su Jack Staff, dejarse llevar por la creación de conceptos para dejarlos después sin desarrollar del todo y cierta confusión narrativa, para una miniserie que tenía potencial, pero que se desinfla por falta de desarrollo. Una oportunidad perdida y una desilusión.
Puntuación: 5/10
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